Texto publicado por Urria Gorria
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Barreras para vivir la urbe «a oscuras»
Ciega de nacimiento, reivindica el «derecho a vivir de forma independiente» en la ciudad, que considera «poco adaptada» para el colectivo
CLÁUDIA MORÁN. a coruña / la voz, 12 de julio de 2016. Actualizado a las 05:00 h. 5 votos
Sonia Fernández nació sin poder ver. Ferrolana de nacimiento, hace cuatro años que se instaló en A Coruña tras pasar gran parte de su vida en Murcia. Cuando llegó, una de las cosas que notó fue que muy pocos espacios de la ciudad están adaptados para invidentes, como los semáforos. «De Cuatro Caminos a los Castros solo hay dos, pero más arriba de la ronda de Outeiro, hacia la avenida del Ejército y hacia la estación de autobuses ya no hay ninguno», cuenta. Aunque dispone en todo momento de la ayuda de su marido Enrique, explica que «se trata de que la ciudad te permita ser independiente».
Semáforos adaptados
Muy pocos. Hace menos de un mes creó una petición en la plataforma de Internet Change.org para pedir la adaptación de estas señales lumínicas, que ya reúne más de 8.000 firmas y que presentó a finales de junio en el Ayuntamiento. En ella hacía referencia al semáforo de la ronda de Outeiro con la avenida de Oza, muy cerca de su casa, que si bien dispone de altavoz «llevaba meses estropeado sin que nadie lo arreglara». Aunque ya está reparado, señala que no se debió a su petición, ya que «todavía no ha habido respuesta».
Reconoce que estos semáforos solo abundan «en las zonas céntricas» y que, además, la señal acústica se silencia por la noche, «hasta las 8 de la mañana, para no molestar a los vecinos», algo que se solucionaría «con un mando a distancia para aquellos que no pueden ver». En consecuencia, las personas como Sonia se encuentran a diario con dificultades para atravesar la carretera. «Soy consciente de que a veces cruzo mal, pero si los conductores ven que llevo el bastón frenan y no me dicen ninguna barbaridad», señala, aunque asume que «si no lo ven, te pueden decir de todo porque es muy difícil saber que alguien es ciego solo por llevar gafas negras».
Playas
Sin autonomía.
«Me gustaría poder bañarme en el mar sin tener que depender de nadie», cuenta Sonia Fernández, quien observa que algunas playas, como la de Riazor, «sí se adaptan para personas con movilidad reducida -aunque matiza que ‘no lo suficiente’-, y sin embargo no piensan en el colectivo de invidentes». Una de las medidas que, a su juicio, podría aplicarse es establecer «una especie de pasillo con bollas» que evitaría «no saber dónde estás cuando el mar te desplaza, aunque camines en línea recta».
Ascensores
Sin altavoz.
Otro problema común con el que se encuentran a diario las personas invidentes es que los ascensores de los edificios públicos «no te avisan de en qué piso estás». «No todo son los mensajes en braille», aclara Fernández, quien tiene que preguntar constantemente a otras personas en qué planta se encuentra cuando el elevador se detiene.
Autobuses
Falla el sistema.
Uno de los dispositivos adaptados para personas invidentes en el que es fácil reparar es el altavoz de los autobuses, que avisa con cierta antelación de la próxima parada. Pero tiene un inconveniente: a veces se estropea. «Las señales acústicas no siempre funcionan. Una vez me fui hasta Novo Mesoiro sin darme cuenta», asegura Fernández. Eso sí, afirma que los buseros, al ver a los invidentes con su bastón en la parada del autobús «no solo se detienen justo delante de ti, sino que te dicen de qué línea se trata».
Otros obstáculos
En el día a día.
Sonia Fernández considera que «a veces se confunden las necesidades de las personas ciegas con las que tienen movilidad reducida», aunque insiste en que para este último colectivo tampoco hay suficientes servicios adaptados. Esto ocurre, por ejemplo, «en los espectáculos», con la presencia de rampas en teatros y salas de eventos pero no otros dispositivos para invidentes.
En lugares tan comunes como «un hospital, un supermercado o en Hacienda», además de no haber ascensores adaptados tampoco hay «altavoces que ayuden a saber qué pone en la pantalla». Estos son, por tanto, sitios a los que Sonia «nunca» puede ir sola. «Yo voy con mi marido a todas partes pero, ¿por qué tienes que depender de los demás pudiendo valerte por ti misma?», se pregunta, y añade que «no habría que pedir las cosas, sino que estas deberían estar adaptadas de por sí». Aunque es perfectamente consciente de que «quien no tiene un caso en su familia es normal que no se dé cuenta», indica que estas «son cosas en las que hay que pensar porque, aunque hoy estemos bien, no sabemos lo que pasará mañana».
fuente: la voz de Galicia
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/coruna/coruna/2016/07/12/barreras-v...
Nota:
Se puede firmar la peticion en:
https://www.change.org/p/ayuntamiento-de-a-coru%C3%B1a-sem%C3%A1foros-ad...