Texto publicado por Cyndi del Río
Lo poco o mucho que nos dejamos querer (Reflexionando ando)
Sábado, 5 de noviembre del 2016.
Uno de los mejores recuerdos que tengo de mi vida es la primera vez que recibí un regalo sorpresa.
Lo recuerdo bien, de hecho, no fue hace mucho. En junio de este año para ser más exactos.
Había ido a un concurso de canto para gente con discapacidad visual realizado en Guadalajara. Era el primer día que yo estaba ahí, mi primer viaje sola y la primera vvez que compartía cuarto con otras chicas ciegas de las cuáles, la mayoría ya se conocía. Yo no conocía a nadie ahí.
Ese día, desempaqué y, después de una llamada a jahir que duró unos 40 minutos, me fui a dormir a la media noche. Sin embargo, mis compañeras tenían mucho de qué hablar de sus cosas y poco después, como una hora para ser más exactos, me desperté por lo mismo. Decidí no decirles nada para no molestar.
En eso, una de ellas sacó unos cuántos regalos que llevaba para todas. Entonces escucho que dicen: ¿Y Cyndi? Ya está dormida...
otra de ellas dijo: Vamos a dejarle uno de los regalitos bajo la almohada. Seguramente se va a sorprender mucho mañana cuando se despierte.
Todas estaban animadísimas con la idea. Yo pude escuchar esto porque estaba intentando dormir y al hacerlo, casi se me salen las lágrimas. Nunca nadie había hecho algo así por mí y la verdad es que eso me emocionaba de sobremanera.
Con una delicadeza infinita, una de las chicas fue la voluntaria para llevar todo (unos chocolates y un broche) hacia mi cama y ponerlos en mi almohada. No supe cuándo ocurrió esto, lo que sí supe fue que intentó arrullarme para que yo no despertase luego, y lo digo porque eso sí lo sentí.
A la mañana siguiente, aunque yo ya sabía que había algo bajo mi almohada, desperté con mucha ilusión y ví lo que contenía el paquete.
El ver mi reacción fue como decirme a mí misma: ¿espera, cuándo es que han hecho algo así por ti la última vez? ¿No querrán aprovecharse?
Fue ahí cuando caí en la cuenta de que esa era la primera vez y que no había porqué pensar que era algo malo, si no todo lo contrario.
Verán, mi vida ha cambiado mucho a partir de hace como medio año y todo para bien; uno de esos cambios ha sido esto, ahora siento que son más las muestras de afecto que recibo.
El haber sido discriminada y pisoteada antes ha hecho que, ahora, al recibir un mensaje como "Avísame cuando llegues", o un pequeño regalo sorpresa sea interpretado como un signo de alerta por mí.
pero ¿Saben? Estoy aprendiendo que hay gente que en verdad me quiere y que no tengo porqué huir a esas muestras de afecto. No todos traicionan.
¿Y tú, cuánto te dejas querer?