Texto publicado por Brenda Stéfani

Cruzando el río.

-Ya no lo repitas, por favor, no quiero oírlo más!
Ese nombre azul, ese nombre...
-Lo recuerdas?, recuerdas la última vez que lo pronunció?
-Ya no lo sé, ahora eso no importa, como siempre vas a hacer que todo reaparezca.
El resto de el tiempo en que no lo veía o lo escuchaba hablar,, me sentía vacía. Libre si, pero vacía. Siempre buscaba algo más, algo que calmara mi ansiedad, ya no más historias, ya no más secretos, ya no más... pasado.
Comprendí sin duda alguna que ese nombre todavía me pertenecía, y pensar que antes me parecía tan falso, tan fuera de mí, tan extraño, y no sabía como decirle que me hacía sentir mal que me llamara de esa manera, a pesar de ser mi propio nombre, pero ¿Qué podía ser?, ¿Porqué me parecía tan incómodo escucharlo cuando se dirigía a mí?, ¿Y porqué...?
la pregunta resonaba como eco en mi cabeza mientras seguía buscando la respuesta...

Algunos disfrutan tanto en los viajes, sobre todo cuando toca estar en la ventanilla y queda la maravillosa oportunidad de ver todo al rededor, todo el paisaje que te rodea, todo cuanto tus ojos puedan aprovechar según la velocidad que tenga el coche, mas yo, bueno yo, yo, solo cerraba los ojos y sentía el viento, el viento, sobre todo al ir a gran velocidad por el río... aaah, ese río...
-¿Verdad que atormenta tu cabeza?
-Definitivamente si, no puedo evitar pensar en la cantidad de cosas magníficas que puedo crear cuando estoy en ese estado...
Es un estado?
-Eeem, eeeem, realmente no sé que puede ser, pero así lo llamo a lo que siento al cruzar el río. Es desconcentrarse y distraerse, o mejor dicho, abstraerse del mundo por 5 minutos.
-¿5 minutos?
-Ni uno más.
Y ahora ese azul seguía invadiendo todo mi espacio, todo mi mundo, lamento tanto que ese nombre sea tan azul como el color del cielo, ese color que tanto me gusta, y lo perdí.
Ya no me dejaba moverme, ya no era yo... quería ser otra persona, ser alguien importante, ser... Como él.
-¿Qué te movió a cambiar tan drásticamente?
-Eso es algo que ya he superado, creo que no lo volveré a hacer.
-Espera, no te entiendo, se mezclan tus palabras,
Ya no la oía, no quería responder más sus preguntas, no quería volver a pensar que ese nombre fue la causa de todo lo que ocurrió, lo que parecía algo tan insignificante, mi pequeño y corto nombre, el que casi nadie conocía, el nombre azul... y el suyo...
-eeeh, Tranquilízate, no exageres, con tantos puntos suspensivos no se va a entender nada, no me dejes cortada, no me dejes hablando sola, que también quiero saber!!.

-Si, sobre el mismo puente veía pasar a gran velocidad a los autos que hacían carreras sin decirse para ver quien tomaba el mejor lugar en la cola, yo solo los contaba.
Uno rojo, tres plateados, cinco blancos, uno verde metalizado y un camión...
o tal vez hacía otras cosas, guardaba secretos, por variar.
-ooh, suena interesante.
-Realmente no lo es, solo, eran cosas indecibles...

Quiero llorar, me sigue molestando, ese nombre azul que ahora estaba mezclado, ahora no tiene la misma esencia, no significa nada ya, no vale la pena ni recordarlo.

21/01/2014:
Brenda Stéfani.
Exte texto fue modificado el 10/05/2017.