Texto publicado por Mari Carmen López

Creando relato.

1. AMANDO LA NATURALEZA

En una gran ciudad situada entre la sierra y la costa habitaban unas familias que de forma algo especial se las veía llenas de paz y felicidad aunque no por grandes riquezas o posesiones, sino por el gran valor que le daban a la vida y a todos sus elementos, lo que a su vez les hacía ser familias muy unidas y gentes de fe, lo cual les servía para superar o bien disfrutar cada situación presentada en la vida.

Una de estas familias estaba compuesta por cuatro miembros; un matrimonio con dos hijos llamados Pedro y May, en los que se podía observar muchas buenas cualidades, siendo Pedro el hijo menor y May la hija mayor.

Si bien la felicidad de estas familias venía dada por la unión que en ellas estaba presente, más aún crecería esta cuando los tíos de Pedro y May que ya tenían un hijo llamado Alfredo, esperaban el nacimiento de una niña. Al producirse este hecho todos se llenaron de alegría sobre todo Alfredo que no podía evitar el juguetear con ella y prestarle atención cada día, pues quería ser su hermano protector.

Un tiempo después quisieron celebrar de forma especial el nacimiento de la niña, a la cual le pusieron el nombre de Sandra, y para ello estas familias decidieron dar un paseo en un pequeño barco que salía los domingos, festivos y temporadas vacacionales del puerto de la ciudad con el fin de que turistas y todos los que quisieran disfrutaran contemplando el mar de aquella zona costera más próxima, algo que les gustó mucho ya que así podían observar muy de cerca el azul de las aguas marinas que formaban una blanca espuma con el ir y el venir de las olas como si saludaran a todas las personas que realizaban este corto pero muy bonito trayecto, pues además al empezar a alejarse el barco podían escucharse las campanas de una alta torre de la ciudad que hacían aún más hermoso este paseo.

Aquel día el mar permanecía muy tranquilo por el buen tiempo que predominaba acompañado de una suave brisa con su característico olor y pequeñas gotitas que contenía y que podía respirarse en medio de aquella inmensidad, en la que también en algunos momentos se podían ver peces que desde las profundidades salían a la superficie y daban un salto para volver a sumergirse. Fue muy divertido observar todo esto sobre todo para los niños que lo pasaban muy bien llamando y saludando a estos peces que se atrevían a asomarse pareciendo como si las aguas los tuviesen de lo mejor cuidados y guardados. Por todo ello, estas gentes consideraban al mar como uno de los elementos más grandiosos y poderosos de la naturaleza. Una inmensidad que les mecía en el barco, les transportaba, un lugar donde sus voces y otros sonidos viajaban con el aire a lo más lejano, un mar que les saludaba con sus olas y sus profundos habitantes…en verdad les resultó maravilloso.

Al llegar el barco a otra parte de la costa hicieron un gran almuerzo donde fueron presentando a la nueva niña a toda la familia entera y después volvieron a embarcar para regresar a la ciudad y finalmente a sus casas. Fue un día familiar estupendo para todos.

De Pedro y May se puede decir que eran dos hermanos dotados de muy buenas cualidades y virtudes como eran sus caracteres y comportamientos bondadosos, su honradez y sobre todo el amor a la vida, a la naturaleza y a todos los seres que habitan en ella y por supuesto a las personas, lo que hacía también que Pedro y May se llevasen muy bien entre ellos y con toda la familia. Estas cualidades se hacían aún más notorias especialmente en Pedro a quien lo que más le gustaba era contemplar con entusiasmo y asombro todo lo que mostraba la naturaleza como eran aquellas hermosas puestas de sol en los atardeceres, también los amaneceres, la luna, las estrellas, las nubes, los campos, los animales etc, pues Pedro era un joven muy curioso con bastantes inquietudes; mientras que May era algo más tímida pero muy soñadora a su vez, aunque no por ello dejaba de interesarse, preocuparse y maravillarse mucho por todas estas cosas al igual que su hermano ya que los dos tenían una enorme sensibilidad hacia todo esto.

Dada la situación geográfica que hacía disponer a la ciudad tanto de sierra como de costa y por esa gran admiración que los dos jóvenes tenían por la naturaleza, Pedro y May iban muchas veces a pasar el día en la montaña para jugar y relajarse en las praderas. Estas montañas se encontraban ya hacia las afueras de la ciudad, por lo que para llegar tomaban un pequeño tren de no muy largos recorridos que efectuaba una parada al aire libre al comienzo de estos parajes en una zona más llana pero rodeada de pura naturaleza, lo cual hacía más bonito tanto el sitio donde paraba como el momento de entrar o salir del tren. Al bajarse de este tren en aquel hermoso paraje iban correteando por todas las partes que querían. Solían ir solos aunque a veces también iban con su primo Alfredo y algunos otros amigos que entre risas, bromas y juegos lo pasaban en grande.

En realidad aquel lugar mostraba un paisaje de una gran belleza con su verde hierba y abundantes flores las cuales daban más color a este sitio junto con el cielo azulado en el que se podían ver las nubes de un blanco que las hacía parecer de algodón formando figuras y el reluciente sol con el que todo brillaba aún más y que cuando se ocultaba adquiría un tono anaranjado originando a su vez unos bonitos contrastes de colores a su alrededor que teñían el cielo quedando este dividido en diferentes franjas que iban de más claro a más oscuro; una amarillenta, otra anaranjada, otra entre rojiza y rosa, otra de un tono violeta y por último el azul oscuro más propio del anochecer. Cuando el sol tomaba un color más rojizo y se ocultaba emitiendo todos estos reflejos de colores parecía como si se estuviera despidiendo de los montes que a su vez también adquirían bellos colores dejando maravillados a Pedro y May quienes se hacían preguntas acerca de este proceso para ellos tan mágico y por eso a veces subían a algún sitio más alto para observar mejor esta escena desde donde además divisaban algunos íbices que saltaban de roca en roca lo que junto a la puesta de sol formaba una imagen expléndida.

Además de jugar también les gustaba dar de comer a algunos animalillos de los que habitaban por allí como eran cervatillos, a los pájaros, o a las cabras de un joven pastor al que conocían de encontrárselo y hablar con él en algunas ocasiones, así como también les encantaba explorar aquellos lugares montañosos descubriendo un día una grande y cristalina cascada que daba a un río. Era bonito y muy relajante escuchar el agua caer y luego se iban a ver la puesta de sol mientras sentían la suave brisa que siempre les solía acariciar en aquellos instantes y entonces un poco antes de que el atardecer finalizara del todo y empezaba a notarse un gran silencio volvían a casa en el trenecillo ya que estos dos niños subían muy a menudo a pasar el día entero por los montes debido a esa gran pasión que sentían por el medio natural.

Uno de los días en que estaban en la montaña, después de disfrutar un rato en las verdes praderas Pedro empezaba a sentir un gran afán por ver los saltos de los íbices a la caída de la tarde, así que tras caminar durante un rato no demasiado largo por una zona más rocosa y empinada llegaron por fin a uno de los sitios más privilegiados para contemplar esta majestuosa escena en la que pudieron ver como aquellos grandes íbices saltaban de un lado a otro de una también muy grande cascada de aguas cristalinas que caían con fuerza mientras que el sol empezaba a ocultarse formando aquel hermoso atardecer reflejándose en el cielo y en las montañas un conjunto de colores que hacían del entorno una estampa constituida por el más bello de los paisajes en el que había momentos en que parecía como si los montes fueran de oro dado por un tono dorado nacido de las coloreadas franjas emitidas por el sol al despedirse. Cuando se producía tan espectacular acontecimiento se respiraba una inmensa tranquilidad en la que predominaba un gran silencio roto únicamente por el silbido de la suave y refrescante brisa y el graznido de algunas aves que volvían ya a sus nidos situados en los altos riscos de las montañas.

Después de haber disfrutado de una magnífica puesta de sol que dejó emocionados a los dos hermanos, estos se dispusieron a volver, sin embargo ese día sucedió algo que hizo que la alegría no les durara demasiado…

Mientras que Pedro y May habían estado disfrutando de ese bello día en la montaña, en la ciudad un grupo de otros adolescentes estaba dedicándose e interesándose por juegos de rol en los que los principales personajes formaban un grupo de fanáticos del ocultismo o especie de secta y que cuyo argumento y estrategia consistía en que creyendo estos la llegada del fin del mundo el líder explica y convence a sus seguidores de que para una futura salvación había que acabar con los malos espíritus que habitaban en la Tierra dentro de algunos seres y que si lo conseguían, tras ese temido final ellos perdurarían obteniendo el dominio de las galaxias, para lo cual deberían hacerse con las criaturas de las que creyeran estar poseídas por fuerzas malvadas, capturarlas, experimentar con ellas y tratar de expulsar o liberar a estas de ese supuesto maleficio de cualquier modo aunque fuera matando

Lo peor fue que estos chicos decidieron llevar este juego a la práctica real eligiendo a los animales como seres poseídos por dichas energías malignas, así que decidieron encaminarse hacia aquellas zonas montañosas para ver si encontraban a algún animal para capturarlo.

Lamentablemente cuando Pedro y May habían bajado del sitio desde el que vieron la puesta de sol, vieron a aquella pandilla haciendo maldades y actos bandálicos como tirar piedrecillas, arrancando flores, hojas y algunas ramas de los árboles golpeándolas, dándoles patadas y lanzándolas. La maldad de estos niños iba en aumento hacia la naturaleza riéndose de todo lo que estaban haciendo y empezaron además a molestar también a algunos animales que querían capturar como eran algunos pajarillos y un par de cabras que habían llegado hasta allí del rebaño del pastor que conocían los dos hermanos.

Pedro viendo todo eso salió corriendo para defender a los animalitos y hablarles de que debían respetar el medio, pero esta pandilla que conocían a Pedro y May de la ciudad y sabían que estos dos hermanos disfrutaban contemplando las cosas de la naturaleza valorándolas mucho lo cual les parecía una tontería a estos chicos puesto que no le encontraban ningún sentido a eso y que cuyas preferencias se basaban más en el deporte, en el acudir a discotecas, en el uso de aparatos electrónicos como ordenadores y maquinitas de juegos y en ver películas de terror, de ciencia ficción y extraños robots, y de guerras y peleas; así que como veían que Pedro y May mostraban gran entusiasmo por tan solo estar en la montaña y amar cada uno de sus elementos, comenzaron a reírse entre ellos burlándose después de los dos cruelmente dándole patadas a piedrecillas para que estas les golpearan tanto a ellos como a las flores, a los árboles y los animalillos. Pedro pacíficamente quiso convencerles de nuevo de que no fueran así diciéndoles que toda planta y elemento de los que se hallaban en la pradera y en el resto del medio natural tenía vida y que toda persona debía cuidar el medio ambiente porque de esta forma además este proporcionaría beneficios cuidando a las personas y que así todo el mundo estaría bien. Pedro no quería pelear, pero a estos chicos sus palabras les resultaron de lo más cursi, absurdo y estúpido puesto que ellos no apreciaban esas cosas tanto como él y su hermana considerándolo como algo simple, tonto y aburrido siendo estos de una ideología y valores muy diferentes con un carácter más materialista y con comportamientos a veces bandálicos e incluso también en otras ocasiones racistas y de discriminación aceptando solamente a quienes ellos creían que era una persona perfecta con un cuerpo perfecto. Por todo ello y como Pedro no les dejó seguir con sus incordios empezaron a darle empujones que hacían que chocara con su hermana quien trataba de defenderlo mientras estos niños se reían y burlaban aún más, por lo que May comenzó a darles unos cuantos gritos también en protección de los buenos valores en la vida, pero a ella le hacían aún menos caso siendo cada vez más bruscos.

Pedro y May se sentían ya indefensos ante esta pandilla, pero en ese momento creyeron estar a salvo al ver aparecer por allí a su amigo el pastor, sin embargo la situación continuó igual por unos instantes, pues este joven presentaba unos rasgos orientales que le hacían parecer ser oriundo de tierras asiáticas…si, más bien de la parte de China por su piel de un color tan claro y que cuando el sol le daba era como si se le notase más, y por sus ojos rasgados, por lo que este tampoco se libró de recibir insultos de esta pandilla que le decían despectivamente “chino, vete a tu país”, ya que le tenían cierta manía hacia las gentes de otras razas o color.

Los dos hermanos quisieron defender al pastor, pero como este era algo mayor que ellos y los veía débiles ante estos chicos, les animó a que se fueran y que él se las apañaría para dar solución a lo de aquella pandilla. En verdad si que se le veía ingenioso y preparado al pastor para afrontar determinadas situaciones.

Mientras que su amigo el pastor actuaba vieron desde allí el tren que se había parado donde les solía dejar por lo que salieron corriendo hacia este y entraron pero continuaron temerosos al ver que aquellos adolescentes corrían también hacia el tren escarmentados y asustados por el pastor, sin embargo una vez que Pedro y May entraron en el trenecillo se cerraron las puertas quedándose fuera la pandilla y regresaron así más tranquilos a su casa.

2. UN VIAJE INESPERADO

Después de haber pasado por un mal rato llegaron a su casa y Pedro se presentó algo serio y sollozando le contó a su madre todo lo ocurrido, pues era un chico especialmente sensible, sentimental y que se preocupaba por todo lo que pasaba en el mundo y por eso sufría cuando veía a otros niños u otras personas maltratar el entorno o hacer rabiar a los animales. Su madre y su hermana consiguieron animarle un poco pero permaneció serio durante un rato más pensando y preguntándose por qué había gente que actuaba de esa manera.

Al cabo de varias horas llegó el padre de la calle con una gran noticia que jamás hubieran imaginado ni pensado. Se trataba de que en la agencia de viajes en la que trabajaba este cabeza de familia, se estaban realizando grandes promociones y ofertas a sitios muy diversos y de bastante interés para los turistas, entre las cuales se encontraban viajes experimentales como por ejemplo era uno nada menos que al espacio para conocer qué podría haber en el exterior del planeta Tierra. Esta oferta de dicho viaje se estaba poniendo en práctica a mitad del precio que en principio se había estipulado ya que era una experiencia que se estaba llevando a cabo por primera vez para comprobar si estos viajes tenían éxito y así en un futuro formalizarlos y crear más proyectos con respecto a ellos. Además para los trabajadores de esta agencia aparte de que costase la mitad del precio estipulado, tenían otros descuentos especiales, por lo que este padre de familia pensó en realizarlo con los suyos, así que con gran ilusión se había dirigido hacia su casa para comunicárselo a su mujer y a sus hijos quienes en un principio quedaron perplejos sin poder creérselo y sobre todo su mujer que sentía un poco de miedo a realizar ese viaje porque lo consideraba demasiado lejos y peligroso repitiéndole a su marido que debía habérselo consultado antes y que él era demasiado fantasioso; sin embargo este se las sabía ingeniar para terminar convenciendo a su mujer y sacarle una sonrisa. El asunto se fue tornando por tanto más confiable, y de este modo Pedro y May empezaron a tener mucha ilusión en hacer ese viaje y terminaron todos aceptando llenos de alegría.

Este tan novedoso acontecimiento quisieron compartirlo con los tíos de los niños para ver si querían ir con ellos llevando también a sus hijos Alfredo y Sandra que ya tenía un año cumplido y que tras quedar sorprendidos se decidieron a acompañarles a tan fabulosa aventura causando esto una gran emoción en todos y levantándole bastante el ánimo a Pedro que tan dolido estaba por el incidente vivido con aquellos muchachos que no tendrían la suerte de pasar por este fantástico acontecimiento.

Transcurrido un corto plazo de tiempo por fin llegó el día en que se marcharían después de almorzar. Aquella mañana Pedro y May no subieron a la montaña porque se quedaron ayudando a sus padres con los preparativos. Entre tanto en casa de sus tíos, Alfredo y Ana sentían una ilusión muy grande por este viaje, y pese a que la niña aún tenía una corta edad era muy despierta, vivaz e inteligente y ya empezaba a andar explorando su entorno y manifestaba muy graciosas y diversas expresiones imaginándose algo de todo lo que sucedería ya que ella junto a su hermano sin parar de reír cantaban y jugaban a las naves inventando cómo podría ser un paseo espacial dando grandes carcajadas.

Después del almuerzo llegó la hora de partir y Alfredo y su familia lo hicieron en una de las líneas del trenecillo que solían coger los primos para ir a la sierra y que realizaba parada justo en el interior de una estación que poseía la ciudad en la que se estaban llevando a cabo estas experiencias de viajes y desde la cual salían los cohetes................