Texto publicado por Claudia Alonso Menéndez
La empatía.
Saludos a todos. Hace tiempo que quiero escribir una reflexión como la que hoy, tras leer la varvarie que sufre la humanidad en general, en Venezuela, en Siria y en muchos sitios más, se me ha venido a la cabeza y aveces tengo que publicar cosas de estas porque es un desahogo para mí también contar las cosas que pienso, dentro del respeto e intentando que nadie se sienta ofendido.
Todos coincidimos en que lo que ocurrió en la segunda guerra mundial no habría de repetirse. Pues soy de las que piensa que la humanidad está condenada arepetir sus errores, a volver a cometerlos, y si es preciso aumentar dicha magnitud hasta hacerlo casi insoportable.
Y esque condenar a niños enfermos a vivir en sótanos porque un ejército henemigo quiera destruir a su antojo su barrio donde viven, hacer pagar a niños ideologías, hodios, fanatismos es algo que debería estar éticamente prohibido, y que tendría que haber alguna forma de condenar duramente este tipo de comportamientos.
Pero aveces, no es necesario matar, también en ocasiones, lo que sufren los venezolanos denota una gran falta de empatía.
El gobierno trata a los ciudadanos como simples números, son una estadística, creo que ni siquiera los ve como personas que tienen derecho a exigir un cambio para sus vidas. Para conseguir que dichas personas no protesten, si es preciso la emprendo contra ellos y atento contra su vida, porque las personas llega un momento que cuando pones por encima el poder, la riqueza y tu ambición, dejan de importarte.
Si la humanidad tuviera más empatía, muchas de las cosas no pasarían, si antes de hacer sufrir a gente que no te ha hecho absolutamente nada pensáramos un poco en los demás, estoy segura que muchas cosas cambiarían. Pero es más fácil no ver la realidad y seguir haciendo daño como única forma de obtener algo.
No entraré a criticar nada ni a nadie, pues no estoy dentro de ninguno de los conflictos que aquí expongo ni de los muchos que hay por el mundo, pero sí es cierto que no hay que dejarse engañar con falsedades. Nadie tiene derecho a decir a otra persona, nadie tiene que imponer, y menos por la fuerza algo que considere ley y que encima sea injusta.
Pero muchas veces, para el pueblo en general, es más fácil quejarse y no hacer nada. Y te lo dice alguien que no ha ido a una sola manifestación, pero que aveces no es necesario salir a la calle. Hay muchas formas de protesta, y las redes sociales es una de ellas. Aveces más efectiva incluso que los enfrentamientos con la autoridad.
Si nos concienciáramos de todo ésto, de que nadie tiene derecho sobre nosotros y menos aún por la fuerza, haríamos más de lo que hacemos para cambiar el entorno que nos rodea.
No hay que dejar a un lado tampoco, que antes de querer cambiar un sistema político, deberíamos cambiar nosotros con nuestro entorno más cercano. Deberíamos dejar de criticar y hacer más en nuestro propio entorno para transladarlo con más facilidad a un entorno de fuera.
Estas son algunas reflexiones que me rondaban la cabeza durante varios días y que he expuesto aquí.