Texto publicado por TTS Fer
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Obsesión telefónica (secuela de "la computadora de juguete") 1ª parte.
Obsesión telefónica.
Ya todo se calmó. Milena quedó a salvo, Javier también. Y Dani, por supuesto, no fue la excepción. Ellos eran 3 grandes amigos, que estaban unos días de alta joda juguetera, unos días en la casa de Milena, y otros en el espléndido departamento de Javier, siendo ella una niña de 10 añitos que amaba los juguetes, la tecnología y la vida infantil contemporánea, es decir, la que no viven normalmente los niños que nos cruzamos por el mundo.
Javier era un gran amigo suyo de casi 22 años, que hacía las veces de niñero, desde luego como una actividad extra por amor a la niña y a su madre, ya que eran una familia muy desintegrada, familiar y emocionalmente. De hecho, Milena pasó a ser como su hija. Dani era un gran amigo íntimo de Javier, nacido en México, viviendo en los Estados Unidos, y pasando una temporada en Monstruocity. Ingeniero consagrado, ganador, fundador de una gran compañía, Dani Studios, que ha creado diversos proyectos entre culturales y de juguetes y videojuegos. Además, cuidó a Milena cuando era bebé, y la madre de esta que por supuesto no podía faltar, le tomó cierto cariño, que no era poco.
Recientemente se recuperaron por segunda vez de una pesadilla surgida en la mismísima realidad, pues a causa de los integrantes de Alta Rata, una banda metalera que Javier integraba, él y Milena estuvieron a punto de morir de muerte natural, tenebrosa, espiritual y demoníaca, algo que gracias a la luz infinita que los iluminaba y al todopoderoso no sucedió.
Pasó casi una semana. Mónica, la madre de Milena, trabajaba demasiado, por lo que Javier quedó con la responsabilidad voluntariamente tomada de cuidar de todos, y cuando hablamos de todos, incluimos a Ariel, el rebelde hermano mayor de Milena, a quien hubo que darle de comer mientras él jugaba y jugaba a la Play, o viciaba en Internet. A Javier desde luego no le molestaba, a Milena sí, pero nada podía hacer la pobre. En el departamento de éste, se alojaron dos nuevos amigos precisamente cuando toda la pesadilla terminó. Rodrigo y Valeria, amigos de Dani, también nacidos y residentes en Coyoacán, padre e hija respectivamente, que como su jefe y gran amigo se quedaría por largo tiempo, para acompañarlo, trabajar juntos y conocer a sus nuevos amigos. Además, Rodrigo tenía a Emilio, cuatro años mayor que Valeria, que estaba de campamento con unos amigos suyos, por lo que entonces no estaba, ni conocía a Javier personalmente.
Por las noches, nuestros amigos adultos y Mónica hacían el amor, Dani ya iba agarrándole la mano al buen sexo y la buena seducción, encontrándole un placer que jamás había conocido. Por supuesto, el placer que sentía Javier, ya mucho más experimentado al hacerlo con Mónica, ya es de imaginarse.
Milena dormía como una bebé, sin escuchar siquiera los gemidos que de vez en cuando se le escapaban a su madre, que se calentaba demasiado rápido e incluso llegaba a excitarse sola con nuestros amigos, sin que siquiera la miraran, tal vez con solo tenerlos a su lado. Gracias al todopoderoso que estaba y está en el cielo, contenía los gemidos de alguna manera, aunque le costaba mucho, sobre todo al llegar a los súper orgasmos que nuestros dos amigos le daban, incluso Dani, que para ser nuevo en las artes amatorias ya lo hacía bastante bien.
Ahora era viernes a la tardecita, y Javier y Dani a la vuelta de trabajar, decidieron llevarse a Milena a Top Toys. La noche anterior mientras cenaban milanesas con papas fritas que hizo Javier, como de costumbre se pusieron a hablar de juguetes, y él recordando sus tiempos de niño se acordó de un par de teléfonos con los que jugaba. Uno era un teléfono totalmente de juguete, que para la época, es decir, 2001, era bastante realista. A su manera, simulaba muy bien a un teléfono de verdad. Como todo juguete, ahora ya no lo tenía. Le hubiera gustado tenerlo ahí, para mostrárselo a Milena y para que jugaran alto rato, pero por supuesto, se rompió como todo lo que él tocaba en aquellos tiempos. Eso sí, milagrosamente este teléfono duró hasta el 2009, o sea, en aquel año nuestro amigo seguía jugando con él, que aún andaba, salvo por alguno de los números que ya no podía presionarse debido al desgaste. Este teléfono fue sorprendente para Javier desde que se lo regaló su mami para el día del niño, en el 2001. Antes de esto, nuestro amigo ya había desarrollado una especie de obsesión muy comprensible que se desarrolla en muchos niños, consistente en agarrar el teléfono fijo de tu casa, marcar los números de “la operadora o “la pelotuda”, como decía la abuela materna de éste, desde luego, a los números en Monstruocity. Desde servicio de tele consumo hasta atención al cliente, servicio de reconocimiento de voz, y para peor, el servicio de cobre revertido. Milena, años atrás tuvo algo parecido. Agarraba el teléfono de su casa, pero ella con escuchar “La característica marcada es inexistente. Por favor, consulte con su servicio de informaciones. Muchas gracias.”, ya estaba prácticamente conforme. No era así el caso de Javier, que necesitaba marcar 1, 2, 3 y lo que fuera, únicamente con el fin de escuchar y escuchar a la “pelotuda” y si le salía una operadora, es decir, ya no la grabación sino la operadora al teléfono (pobre mujer) éste salía con una frase que podía llegar a cosas como “¿Cómo te llamás?” y luego, “¡No me jodas, Sebastián!” Hoy día, cuando Javier lo recuerda y les cuenta a nuestros amigos, pone tal cara de vergüenza llegando a pensar, “Pobre de los operadores que tan amablemente hacían su trabajo, y el pendejito diciendo huevada y media…”.
Ese día, mejor dicho dos días antes del día del niño aquella época, su mami le había comprado el teléfono. Como todo niño, él estaba de lo más ansioso por abrirlo y jugar con él, que así ocurrió en efecto. Lo abrió, lo desempaquetó todo y… ¡Qué pedazo de teléfono era aquel! Teléfono que al igual que los pianitos y las computadoritas pasó a ser duraderamente la preferencia de entretenimiento de Javier, y uno de los ayudantes a que la obsesión telefónica que tenía él, o lo que fuera, se multiplicara hasta extremos un tanto grabes, y hasta que hoy día, ya adulto, si bien no la tiene la recuerda con mucha nostalgia.
Este teléfono, por poco era un teléfono fijo de verdad. Llevaba cuatro pilas, estaba armado de una manera impecable de forma que parecía aquellos teléfonos que en los noventa comenzaron a llegar, luego de los que utilizaban la marcación mediante disco. Tenía un tubo, con su cable, su parlante y micrófono dentro, y hasta colgaba de un botón que simulaba el de cortar la llamada, que de hecho a su manera lo hacía. Pendejo fue Javier, como todo niño, ya que no pudo disfrutar mucho del tuvo, porque en un principio lo arrastraba mucho por el piso, llegándose a cortar su cable, en lugar de mantenerlo sobre la superficie y el botón de colgar. Internamente, este teléfono al sonar tenía sus sonidos que aunque un tanto flojos de duración, imitaban bastante bien los sonidos de marcación. Luego de marcarse, si más o menos por un segundo no se pulsaba nada más, sonaba un “rin, rin, rin”, 3 veces, no así el sonido del tono, como sería en los teléfonos de verdad al llamar. Y luego, simulando los contestadores de voz, hablaban 3 chicos diferentes. Otra característica sorprendente, era que con un par de teclas redonditas que se encontraban en la parte superior (Play y Record) grababan un mensaje por algunos segundos. Solo un mensaje por vez se almacenaba en la memoria del juguete, es decir, no podías grabar más de uno y tener ambos. Como era de esperar, su calidad de sonido ni siquiera era muy buena, se escuchaba bastante claro si Javier (o quien hablara) decía algo, pero la distorsión del sonido era muy normal para la época, y para las limitaciones del juguete. Lo que faltaba, aunque a esto Javier mucha pelota nunca le dio, era un bloc de notas que traía. Como ya se dijo, al igual que todo juguete tenía sus limitaciones pero fue el que en lugar de calmar la costumbre de “joder” con el teléfono de verdad, la aumentaba hasta extremos que llegaron a comprometer seriamente a su familia. Hoy día, Javier recuerda todo eso y se tapa la cara instintivamente, pero luego sonríe pensando que quisiera volver a retroceder a ese tiempo.
Otra cosa que tuvo Javier, fue un teléfono de verdad, de la época, bastante moderno, pero a la misma vez, roto por donde se lo mire, de manera que él tenía la fantasía de conectarlo en el comedor de su departamento, para no joder ni comprometer el teléfono de la casa, fantasía que por supuesto no se cumplió. En cambio, él se limitaba a agarrarlo, sacar el tubo, llevárselo a la oreja e imaginar todo, jugando con él mismo.
Dentro de Top Toys, nuestros amigos se pusieron a buscar. Había celulares, telefonitos de juguete táctiles, pero no lo que querían. Una chica de una belleza despampanante, que un poco más y era una modelo de lo más comestible, era la dependienta este día. La que atendía las otras vueltas también era muy linda, pero a juicio de Javier, a ésta estaba para morderle, saborearle y tocarle todas sus partes.
-¡Hola! –le dijo con cierto júbilo mirándola fijamente a los ojos.
-¡Hola, guapo! –dijo ésta.
-Che, ¿no tenés algún teléfono fijo de juguete? Pero grande, o sea, que simulara más o menos a un teléfono de verdad, ¿viste?
-Pará que me fijo y te digo…
En pocos segundos salió con un “flor de teléfono” bastante voluminoso, con toda la facha, azul grana por la superficie y muy brillante…
“¡Un teléfono de San Lorenzo!” pensó Javier orgulloso.
No tardó Milena en querer probarlo, pues ella no tenía más que aquellos celulares de juguete que se limitaban a hacer alguna melodía y decir, “¡Operadora! ¿Puedo ayudarle?”, y por fin tendría un teléfono como Javier le contaba.
Descolgaron un tubo que sin duda estaba muy bien armado, y ya sonaba el tono, con un sonido idéntico a los de verdad. Milena en seguida empezó a tocar los números, que estaban todos, del 1 al 0 y por supuesto, el * y el numeral. El sonido de marcación hacía para cada número un tono diferente y además, la duración del sonido dependía del tiempo en que cada tecla se mantenía presionada. Cuando Milena dejó de tocar por unos segundos, se escuchó el sonido del tono ligeramente diferente, y tras esto no se oyó más, aunque aparentemente el sonido estaba saliendo por el tubo, que permanecía descolgado. Javier se lo llevó a la oreja para tratar de oír algo, pero llegó tarde. Cuando se lo llevó a la oreja, el sonido del tono en el altavoz ubicado a la izquierda, regresó. ¿Qué habrá sonado por el tubo?
-¡Qué buena pinta, por el jamón de Yorch! –decía Dani, y la mirada de Javier y Milena ya lo decía por sí sola.
-Cuatrocientos ochenta dólares, -dijo aquella belleza, muy digna, mirando con altas ganas a Javier y a Dani.
“Carito… Carito...” pensó Javier, y pagó con la tarjeta, pues a él le gustaba ahorrar muy bien.
-Cuidalo, Mile, ni se te ocurra romperlo o algo porque me salió más caro que la chota…
-¿A dónde vamos ahora?
-A mi casa, justo el Ro y Valeria se fueron a comprar no sé qué cosa…
Valeria y Milena ya eran grandes amigas, se habían caído desde un principio y por supuesto la nueva niña no tardó en desarrollar un cariño por Javier. Rodrigo, o el Ro como le decían cariñosamente, ya muy amigo de Dani, no tardó en encariñarse con Javier y Milena, y también con Mónica, por la que parecía sentir algo, y con Ariel con quien jugaba bastante aunque por un pequeño tiempo determinado, tratándolo de sacar del vicio.
-Emilio, mi hijo mayor que tal vez algún día lo puedas conocer, compadre, es como tú. No sabes cómo juega. Se muere por la computadora, el celular y la play, juega mucho a matar zombis, le tengo prohibido el Pokemon Go pero clarito se nota que el pendejo quiere jugarlo, ya sabes, -le decía.
Estaban en aquella casa tan acogedora, inmaculada y luminosa, indigna de alguien como se pensaba que era Javier, pero sí muy digna de alguien como era realmente él.
-Ahora en un rato cuando vengan Valeria y el Ro, vamos a merendar todos, que estamos cagados de hambre… -les había dicho apenas entraron.
Se pusieron a mirar el teléfono con atención. A la izquierda del asterisco estaba el botón para que la supuesta comunicación sonara por el tubo o por el parlante, y en estos momentos, claro, estaba metido para adentro, es decir, la comunicación salía por el tubo. De todas maneras en el extremo derecho había una tecla muy parecida, pero controlaba la salida de todo el sonido, y en estos momentos estaba para que salga el sonido general en el altavoz. Entonces, primero probaron lo que habían ido a escuchar instantes antes, era un chico sin duda que decía: “¡Hola! Aún no estoy en casa. Por favor, déjame tu número. ¡Adiós!
-¡Guau! –exclamó Milena encantada.
-Menos mal que no es táctil, ya me tienen hinchado con tanto juguete táctil… -le decía Javier a Dani.
Tenía muchas teclas más. Estaba el botón del tono, un par que serían la simulación de los botones de memoria, y que en este caso fueron a reproducir otros mensajes como si fuera de un contestador automático:
“¡Hola! Ahora no puedo atender tu llamada. Por favor, deja un mensaje”, -decía una voz bastante femenina, y a Mile le recordó a la voz de una computadorita de juguete que aún tenía, por supuesto, pues era muy nueva.
“Hola. No estoy en casa. Por favor, llame más tarde. ¡Gracias!” –dijo otro chico.
“¡Hola! Ahora no puedo atender tu llamada…” –tal vez esos mensajes se reproducían aleatoriamente, pero decidieron seguir investigándolo. A un costado había un conjunto de cuatro teclas muy pequeñas, que parecían formar una especie de panel de control, o algo así. Una tecla cambiaba la configuración de grabación de mensaje… Javier se fijó con más atención y sí, en la parte superior había… ¡Cómo podía ser!
Este teléfono también era capaz de grabar mensajes. Lo probaron, y Javier que recordaba el que tuvo en su infancia escuchó cómo éste ya grababa con un sonido mucho mejor, aunque aún la calidad de su sonido seguía notándose que estaba limitada por el hardware del juguete. Estaban el botón Record, y el botón Play. A la derecha de éste, una tecla que al ser presionada, alternaba la salida de audio de los mensajes grabados, o sea, si se debían escuchar por el altavoz o por el tubo, lo que en seguida comprobaron, y tuvieron un sonido mucho mejor, pues se asemejaba al sonido de un tubo en un teléfono de verdad.
-¿Qué? ¿Esto se puede comunicar con más teléfonos? ¡Jodeme que con esto llamo a mi gente! –les comentó Javier sorprendido, examinando aquellas cuatro teclas más pequeñas. Pero probaron a hacer llamadas marcando números reales, con código de área y hasta de país, lo que Javier y Dani, que amaban estos juguetes pero ya eran adultos y no boludos sospechaban que no podrían, si esto no podía tener línea telefónica y por ende nunca ubicar a un número real… Como resultado, sonaba ya un “rin, rin, rin” nada despreciable, ya un tono como cuando llamamos a alguien en la realidad, y sonaban estos tres mensajes automáticos, o hacía el sonido de cuando finaliza una llamada.
-¿A ver? –dijo Javier examinando por las dudas la caja donde vino el teléfono. Hizo bien, ya que había dos objetos más de los que no se habían percatado.
-¡Ah, miren esto! –les enseñó un pequeño anotador ya cargado de hojas en blanco.
-¡Ah, con razón… -exclamó después, sacando una pequeña caja en la que al abrirla lo esperaba un celular bastante grande.
-Ah, ¿sabes, mano? –dijo Dani al tocarlo. –Creo que éste teléfono se comunica con ese celular…
-Sí, es lo que estaba imaginando, -dijo Javier, -¡con razón!
Era el típico celular que en principio hacía unos sonidos agudos, monofónicos y un tanto típico de los juguetes de bebé que nuestros amigos ya conocían de sobra. Pero tenía una sorpresa. Al presionarse (y entonces meterse un poco hacia dentro) un botón redondo y más pequeño, descubrieron que éste era el comunicador de ambos teléfonos. Javier prestó atención a lo escrito en cada tecla, en letras bastante pequeñas, ya que también simulaba los números. Este celular era capaz de reproducir algunas melodías ya integradas al mismo (no necesariamente aquellas con ese sonido tan molesto que ni a Milena le gustaba) sino melodías más alegres, como aquellos teléfonos fijos y a la vez móviles, muchas veces inalámbricos, que existen en estos tiempos.
Pronto, Dani y Javier al mirar esta función con ambos teléfonos fueron capaz de llevar la comunicación entre ellos. Hubo que alejarlos a una gran distancia, ya que agarraban mucha señal y sonaba aquel ruido infernal de interferencia. También lograron llevar mensajes grabados de un teléfono a otro, ya que aquel celular también era capaz de grabar mensajes, pero éste solo permitía grabar hasta 8 segundos mientras el grande permitía hasta 15. Por supuesto, el sonido del celular (o teléfono más pequeño y por qué no inalámbrico) era aún más sucio.
-¿Te gusta, Mile?
-¡Sí! ¿Pero qué hacía ese telefonito ahí?
-Es que vienen juntos. Yo ya te voy a enseñar más tranquilo a que se comuniquen los dos, igual muy complicado no es, te tengo que enseñar a manejar unas teclas acá, ¿viste?
Y en seguida, Javier fue hasta su habitación, y Milena y Dani hacia la cocina. Ellos con el teléfono grande puesto en altavoz, y él con el telefonito sonando todo por su pequeño parlante. De hecho se lo llevó a la oreja a ver qué pasaba, y solo sufrió de dolor, el sonido era demasiado fuerte.
Llamó él. El teléfono grande, como la otra vez, sonó con un “rin, rin, rin” que aparentemente a diferencia de los teléfonos de verdad tenía su límite de tiempo, porque la comunicación entre ambos se cortó a los 3 timbres, mientras lo que sería el tono en el telefonito era un tanto más agudo al tono normal. Corrió entonces hasta la cocina y les dijo:
-Ah, es que para atender tienen que tocar el que también es el botón del tono, o descolgar el tubo.
Esto último se podía incluso si estaba configurado para que la comunicación salga por el altavoz. Entonces volvió Javier hacia su cuarto, llamó otra vez con aquella tecla y Milena, como no encontraba el botón del tubo, descolgó el auricular y el sonido puso bien en claro que los teléfonos ya estaban en comunicación.
-¡Hey! ¿Escuchan? –gritaba Javier a la distancia. Se escuchaba con un sonido muy similar al de la grabación de mensajes, y por suerte se entendía muy bien.
-Sí, mano.
-¡Hooolaaaa! –chillaba Mile. El sonido en el telefonito era razonable para un juguete, y más de ese tamaño, pero ellos se dejaban entender.
-¿Cómo me escuchan?
-¡Bastante bien!
-¿No suena algo raro el sonido?
-De hecho es así, si fuera un teléfono de verdad o un súper hardware sería otra historia, -decía Dani.
-Bueno, prueben el tubo, a ver cómo se oye todo.
-¿A ver? –decía Milena con el tubo ya en la oreja y activándole el sonido ella sola.
-¡Muy bien, hija! –dijo Dani.
-¿Y? ¿Escuchan?
-¡Sí! –Ya tengo el tubo en la oreja.
-¿Y se escucha bien así?
-¡Parece de verdad!
-Bien, mostrale a Dani. Hey, bro, ¿qué tal?
-Ta bueno el sonido, mano, bastante bueno.
-Bien, ahora vamos a cortar acá, vamos a ver lo de los mensajes.
-Hola, Javi, te quiero mucho, mucho. –decía Milena que probó a grabar.
No tardó en escucharse en el celular, que no hizo ninguna melodía, reprodujo el mensaje automáticamente.
Estuvieron un rato más jugando encantados.
-¡Karen, John y Peter! –gritó Milena al prestar atención a un pequeño cilindro que se podía mover como una cuerda, situado a la derecha en la parte superior, y en la que estaban esos nombres con números de teléfono sin duda ficticios.
-¡Es verdad! Tal vez son estos tres que hablan ahí mientras desactivamos todo esto de la llamada con el celular…
-La cuestión es que más que celular debe ser otro teléfono fijo inalámbrico, creo, -dijo Dani.
-Bueno, puede ser. ¡Karen! Justo así se llama una gran amiga y único personal doméstico que tengo acá… ¿pueden creer? Ya se la voy a presentar. ¿Te acordás, Mile?
-¡Síii! ¡Era re divertida!
Karen era una gran amiga de Javier, de 30 años, antiguamente prostituta en el “alto cacherío”, único burdel de Monstruocity. Nacida en Chile, fue a probar suerte en nuestra ciudad escondida, sin estudios ni ganas de trabajar más que con su cuerpo, pues desde adolescente había descubierto los placeres del sexo. Prostituta por unos años, fue abusada, violada y mal pagada por ciertos clientes, se cansó, renunció, ya había conocido a Javier y éste le ofreció empleo doméstico en su departamento, para las veces que él no podría estar.
“Ahora que lo pienso, a Mónica le vendría muy bien alguien, tal vez a Karen le va a gustar la idea de trabajar en su casa.
-Bueno, hay papas fritas, ¿quieren?
-¿De plato o de paquete? –preguntó Milena, que adoraba las papas fritas y comía hasta reventar.
-De paquete, pero si querés, voy a freír unas ahora y comemos de las dos, ¿dale?
-¡Wiiiii! –Milena estaba encantada, por primera vez comería papas fritas de las dos clases al mismo tiempo.
No tardaron en regresar el Ro y Valeria. Habían ido de compras y a pasear un poco por Monstruocity. Valeria venía cargada con un montón de cositas para modelar, actividad que a Milena también le encantaba.
Rodrigo había venido con las compras del supermercado.
-¿Qué onda, güey?
Javier y el Ro, desde que se habían conocido no hace muchos días se habían caído bien, pues el Ro era muy buena onda. Fue militar en una época.
-Yo cuando era un pinche pendejo, unos años más pendejo que tú, tuve que ir a la guerra a la fuerza En Estados Unidos, En Aquél 11 De Septiembre En Que Murieron Muchas Personas Incluído Un Familiar Mío.
--Así Es, Dijo Dani, De Hecho Me Enseñó Su Cartilla Liberada De Cuando Recién Cumplidos Los 18 Años, Fue a Hacer Su Servicio Militar. Por Cierto, Él Siempre Fue Educado En Escuelas Militares En Su Totalidad cuando era niño.
-¿Y ahora cuántos años tenés? –le había preguntado Mile.
-Treinta y cinco, joder, cómo pasan los años…
Tuvo a Emilio a los 21 años de edad, y a Valeria a los 24.
-¡Hey! ¿Y yo ahora tengo 21! –había dicho Javier.
-Menos mal que no tienes hijos, porque yo a tu edad estaba que me cargaba la chingada…
Javier fue a freír unas cuántas papas.
-Vayan comiendo las de paquete si quieren, total compré dos paquetes grandes.
-Yo traje un par de chelas, por si acaso, -dijo el Ro desempaquetándolas.
-Na, muchas gracias, ¡pero bien! Tal vez nos chispeamos después un poco…
-¿Hay coca? –preguntaron las niñas.
-Sí, ahora les traigo.
-¡Qué pedazo de teléfono! ¡Me encanta, Javi!
-Me alegra muchísimo, ¡ni se te ocurra romperlo, por favor!
Ya estaban en la gran mesa del comedor, en una bandeja estaban ya servidas todas las papas de paquete, y en minutos Javier traería en una fuente las papas fritas tan deliciosas y crocantes que sabía hacer. Las nenas charlaban animadamente.
-Vale, cuando terminemos te voy a mostrar algo que fuimos a comprar cuando vos y tu papá no estaban.
-¿Ese teléfono re chido que está ahí?
-¿Qué significa chido?
-Es en México algo así como copado, piola, bueno, como decimos los argentinos y Monstruocitenses, -explicó Javier, Todo Lo Aprendí De Dani En Todas Las Charlas Que Hemos Tenido, Me Lo Explica con detalle. Mile, Deberías Aprender De Él.
-Ah…
-Bueno, luego muéstramelo.
-Son dos teléfonos, -agregó Dani, que estaba a la izquierda de Valeria, -el que debes haber visto que es el principal, y un telefonito inalámbrico que viene incluido.
-¡Guau, quiero ver eso! ¡Veo que a Mile le gustan los súper juguetes!
-Exactamente, ¿qué tipo de juguetes tenés vos allá en Coyoacán?
-No tenemos mucho, somos muy pobres… -dijo el Ro, -pero te prometo, Vale, que a partir de hoy si me saco buenos negocios te voy a comprar juguetes como los que tiene Mile. ¿Qué te parece?
Javier trajo las papas, bien apetecibles y crocantes, con un par de servilletas cubriendo toda la fuente debajo, a la mesa.
-¡Ahora sí! ¡Disfruten! –y después de juntar algunas cosas se sentó a disfrutar de ambas clases de papas fritas con los demás. Estaban todos reunidos. Todos jóvenes, aunque el Ro era el mayor.
-Pero bueno, ¿cómo eran los juguetes que podías tener? –volvió a la carga Milena.
-No, eran muñecas, autitos que no me gustaban,, tengo algún pianito de esos que tienen sonidos de animales… Lo que tienes tú es a todo dar en cambio…
-Bien mexicana me salió la hijita, ¿verdad, compadre? –preguntó Rodrigo tocando a Dani.
-Oh Pero Claro, con sangre mexicana nos salió la paisa.
-Bueno, Vale, -dijo Javier, -vos también desde ahora vas a tener juguetes así, y para que te lleves cuando vuelvan a Coyoacán también, a la mierda las muñecas.
-Igual, güey, ta bueno porque tiene cocinitas de juguete, moldes para modelar en porcelana y qué se yo que más, hasta pinta muy lindo la nena. Luego te voy a mostrar algunas fotos que le saqué.
-¿Sabés algo? No me preguntes por qué, pero le veo cara de artista plástica y chef…
-Sí, ¡yo cuando sea grande quiero…
-Ya sos grande, cuando seas más grande dirás…
-Bueno, cuando sea más grande quiero seguir trabajando en Dani Studios y dibujar, hasta diseñadora quisiera ser, y cocinar en la tele…
-Bue, no te pases, hasta ahí vamos bien,-le dijo Javier seriamente, -pero nada de hacerse una trolita de la tele, ni se te ocurra…
-¿Qué es trolita de la tele?
-Bueno, esas personajes que se dedican a exhibirse haciendo la primer boludez que se les ocurre, que dan ganas de…
-Hey,man, no sigas…-le pidió Dani, -es menor y sé que estás a punto de decir cosas muy desagradables…
-Pinche Javier, -agregó Rodrigo, pero siempre en buena onda.
-¿Saben que yo quisiera ser veterinaria? –dijo Milena.
-¡Qué lindo, hija! –dijo Dani con más alegría.
-Yo también tengo mi propia empresa ya amiga y aliada de Dani Studios, -les contó Javier al resto salvo al propio Dani que lo sabía tan bien como él. –Se llama AltoSpeech TTS, se enfoca en la síntesis de voz como “Acá Pela”, pero en vez de centrarse en proyectos culturales se dedica a videojuegos, juguetes al estilo de los que tiene Mile, pero por supuesto no iguales, y productos para apoyar a las diferentes discapacidades que pueda tener la gente. O sea, -mirando a las niñas, -para personas ciegas, sordas, con alguna discapacidad oral, o motora…
-Ya, yo sí lo sé, precisamente en toda esta gente pensé desde que con papá grabamos nuestras voces para “Acá Pela”…
Seguían todos extasiados comiendo papas fritas y tomando coca, salvo el Ro, que procedió a destapar una cerveza. Al abrirla, finalmente, un gran chorro espumoso salió despedido, mojando a las niñas y gran parte del piso, provocando tal escándalo, que las nenas gritaban de frío, habían sido bastante salpicadas, y nuestros amigos hombres no podían dejar de reír a plena carcajada.
-Perdóname, mi amor, -le dijo el Ro, sin poder dejar de reírse, a su hija, quien notablemente incómoda con aquella lluvia alcohólica lo miraba como diciendo “No, ya te jodiste, lo hiciste a propósito”, -fue sin querer…
Las papas fritas por suerte no fueron tocadas ni cerca, y de hecho todos seguían tragando como si nada.
-Che, pero volviendo al teléfono…
-¡Ahí lo traigo! –dijo Milena levantándose y corriendo a la cocina.
-No, vení, luego jugamos, -le dijo Javier.
Milena ya lo había traído y corriendo se volvió a sentar en su lugar con él, dándoselo a Valeria, que con una mano seguía agarrando papas fritas y con la otra disfrutaba del teléfono. Incluso todos nuestros amigos se pusieron a grabar boludeces de mensajes, a ver cómo salía su voz.
-Papi, compremos uno así antes de irnos…
-¿A dónde lo compraron a éste, chicos? –preguntó el Ro.
-En Top Toys, ¿sabés dónde queda?
-No…
-Acá cerquita. Cruzando san Miguel,en la peatonal, al lado de Inst Maker. La vas a encontrar al toque, igual no sé… Espero que tengan otra unidad igual o en todo caso parecida…
-¿Y si nos quedamos a vivir aquí? –preguntó Valeria, que ya hacía hablar a los tales “Karen, John y Peter”.
-Ya veremos, hija, recién llegamos, -le dijo el Ro.
-Vale, cuando terminemos de comer vamos a hablar así por los teléfonos a ver si me sale, ¿querés?
-Mi amor, -le dijo Javier a Milena, -no lo toques mucho que tenés las manos llenas de aceite…
Tocaron timbre. Era una campana que parecía más un coro de ángeles que un timbre.
-¡El diablo llama! ¿Quién abre? –dijo Javier con humor.
-El que invita, abre. –dijo Dani.
-¡Pero yo al diablo nunca lo invité! –dijo Javi y soltó una carcajada.
-¿A? –gritó por el intercomunicador.
-¿Eh? Le contestó una voz femenina.
-¿I? –contestó él.
-¿Oh? –contestó la voz.
-¿U? –contestó Javier ya sin poder contener la risa.
-¡A, e, i, o, u! –dijo la voz.
-¡Mariquita eres tú! –dijeron los dos casualmente, mientras Javi estallaba en una sonora carcajada que, sumada al ruido de los telefonitos allá en el comedor, resonó agregándose las carcajadas de Rodrigo, que volvió a reír de buena gana, como instantes antes.
-Ya, papi, ven a abrirme. –era Karen, su empleada pero por sobre todo , su gran amiga.
-Chicos, se quedan acá que voy a abrirle a una nueva amiga que los quiere conocer.
-¿Quién? –preguntaron las niñas casi a la vez.
-Se llama Karen…
-¿La que habla ahí en el teléfono?
-No, es otra y de verdad, es la que a veces viene a limpiar y cocinar cuando yo estoy lleno de laburo…
-¡Pero si estás acá ahora y está todo re hermoso!
-Ya sé, pero la llamé para que venga a conocerlos.
Cerrando todo muy bien, bajó a abrirle.
-¡Hola, bebé! –le dijo ni bien abrió la puerta a la calle. Ahí estaba ella tan preciosa, cual modelo, con los labios todos pintados y con un escote un tanto atrevido, como si Javier la hubiera llamado para darle de sorpresa un juego erótico.
-¡Joder! ¡Que hay niños en la casa! –le dijo, pero por suerte podría notarse más, a lo mejor pasara desapercibido para las nenas.
-¿Cuál es la sorpresa, cariño? –le dijo ella de camino a la escalera mecánica.
-Que el diablo te va a llevar a conocer por fin el mismísimo infierno, -Karen sonrió, pues sabía que Javi era de joder mucho. –Na, te voy a presentar a 3 nuevos amigos que me traje de México, y también está Mile, que te extraña mucho…
Mile y Karen se habían visto un par de veces que ella estaba limpiando y cuidándola, mientras él la dejaba en el departamento para no quedarse sola en su casa, ya que no estaban ni el hermano ni la mamá.
Coqueteándose, más bien ella a él, subieron.
-Bueno, vamos a dejar la parte caliente para después, que hay dos niñas.
Ni bien Javier abrió la puerta, el ruido dentro era enloquecedor. Nuestros restantes amigos seguían comiendo, más papas fritas de paquete ya que de las otras había cada vez menos. Dani y el Ro charlaban sobre un proyecto que tenían en mente para hacer con Javi, un tanto a los gritos porque al mismo tiempo las niñas hacían todo tipo de ruidos con el teléfono. Y en medio de aquel bochinche, Javier regresó a la casa junto a una hermosa chica que inmediatamente, salvo a Mile, presentó como Karen.
-¡Hoooolaaa, Mile! –decía ella emocionada al volver a ver a aquella niña tan linda y divertida que le hacía menos pesadas sus jornadas de limpieza.
-¡Holaaaa, Karen! –le contestó subiéndose a su cuerpo y comiéndola a besos de tanta emoción.
-Te presento al resto. Éste es Dani, él no ve.
-¡Hola, Dani, mucho gusto!
-El gusto es mío, hija. –le dio un beso en el cachete.
-Hola, belleza, yo soy Rodrigo, vengo de México igual que Dani, -besándole la mano, -así que… ¡Mucho gusto!
-¡Hola, Ro! ¡Encantada!
-Ésta es mi hija, Valeria.
-¡Hola!
-¡Hola, hermosa! ¡Yo soy Karen!
-Che, ¿quieren que fría más papas?
-¡Síiiiiiii! –chillaron nuestras nenas.
-Mmmm…¡Qué rico! –dijo Karen mirando aquellas dos fuentes, cada una con un tipo distinto de papas. -¿Pero por qué haces papas fritas aparte de éstas para merendar?
-Ah, es que Milena me preguntó hoy si eran de paquete o de plato, y se me ocurrió que comamos de las dos a la vez, ¿no te parece genial?
Y Karen encantada se sentó a la mesa.
-Chicas, ésta ya es la cena.
-¡Nooooooo! –chillaron ellas.
-Na,ya vamos a ver, era joda.
-¿Qué es este enchastre? –preguntó nuestra nueva invitada señalando la tormenta de cerveza que cayó instantes antes.
-Ah, es que éste –señalando al Ro- fue a destapar la cerveza y se le chorreó todo al carajo…
-¡Y nos mojó todas! –gritó Valeria.
-Pero será hueón… -dijo Karen a media voz. Rodrigo, que sordo no era, la escuchó y contestó:
-¡Órale! ¡Hueón!
-Ah, ¿viste? Es que viene de Chile, entonces dice hueón, ahueonaje y palabras así…
-¡Huevona! –dijo el Ro retándola con la mirada.
-Eres un hueón, pero me caéy bien.
-Pinche huevona pues… ¡Pendeja!
-Ya, man, no te sarpes, -le pidió Javier.
-¡Es broma! –dijo éste, que sin duda ya estaba chispeado por la cerveza. Y acercándosele a Javi le susurró:
-Oye compadre, qué pedazo de mujer te has traído… ¡Que la disfrutes!
-Na, es una amiga y trabaja acá de empleada, no pienses mal.
-Bueno, no la dejes ir, no te la vaya a robar algún pendejo…
-Creo que este hueón es el típico galán de telenovela mexicana, -le dijo Karen a Javi acercándosele.
Javier le sonrió encantado.
-Ya, mujer, joder contigo, -le dijo el aludido clavándole intensamente sus ojos, ojos que por cierto estaban más en el escote que en su carita de ébano.
-Bueno, pero deja de mirarme los pechos, que para que sepas yo contigo no quiero nada. ¿Cachay?
-Bueno, no se lleven mal, es buen pibe, -le dijo Javier.
-Hija, el Ro es de bromear mucho pero ante todo es muy buen padre, muy buen amigo y muy buena onda, -intervino Dani.
-Ya, está bien…
-¡Gracias! Quédate tranquila, princesa, que también tengo enamorada.
“No se nota”, pensó Karen, pues él traspasado por el alckohol la miraba como el típico guaperas que una se debe cruzar.
-Otro baboso… -susurró, pero Javier la escuchó en seguida.
-¡Joder! ¡Qué obsesión que tenés con los babosos! –y le sonrió.
-Si seré hueona… -dijo ella mirándolo con ganas.
-Bueno, no se tiren mucha onda, -le dijo Javier entre risas abrazándola.
Las niñas se reían. El ambiente estaba muy alegre, salvo por las repetidas miradas que escondían mal ciertos sentimientos entre Rodrigo y Karen.
Seguían comiendo, mientras Javier había retirado la segunda y última porción de papas fritas y ahora se estaban gastando las de paquete.
Charlaron un rato con Karen, todos salvo el Ro que ya estaba bastante en pedo y no dejaba de mirar a la pobre discretamente. Ella, sin embargo, sentía su penetrante y ya fastidiosa mirada alcoholizada, y miraba hacia las niñas. Le mostraron el teléfono.
-¡Ah! ¿Con esto hacían tanto ruido cuando entré?
-Exactamente, -dijo Dani.
-¡Pero qué lindo que se ve!
-Y Javier accedió a mostrarle todas las funciones, hasta le hizo una llamada desde el inalámbrico y le hizo grabar mensajes para que vea lo maravilloso que era tratándose de un juguete.
-Es más, cuando quieras vamos a la casa de Mile, o traemos una computadorita didáctica que tiene, y te vas a re divertir.
-Exacto, a ella le gustan mucho los juguetes complejos, -agregó Dani.
-¡Y yo le voy a pedir a mi papá que me empiece a regalar cosas así! –chillaba Valeria.
“No creo que le compre juguetes así si tiene este flor de hueón como padre” pensó Karen mirándolo al aludido de reojo, quien ya estaba a punto de quedarse frito en su sitio, por suerte bastante lejos de ella.
-¿Y tu mamá? –preguntó Karen.
-No tengo…
-¿Murió?
-No, hija, pasa que murió justo a los pocos días de nacer ella…
“Y claro,semejante borracho la debe haber matado con su coquetería, tal vez”, pensó Karen sin poder contenerse y agregó: -Ay, lo siento mucho…
Karen en el fondo era muy buena chica, muy buena persona, de sentimientos puros. Solo que tenía su carácter, y a veces como ahora le podía caer mal algún baboso, o podía obsesionarse sin saber por qué, y entonces y.
-¡Hey! ¿Karen? –dijo ella, mirando aquel cilindro ocon los nombres y números telefónicos, -¿soy yo?
Milena se puso colorada.
-No, ya estaba ahí en el teléfono…
-¿Y esos dos? John y Peter… -y acercándose a Javier- ¿son dos babosos?
“Y dale con los babosos” pensó éste, pero sonrió en seguida.
-Mirá como hablan, dijo Milena, y le mostró en seguida los mensajes de cada uno de esos chicos.
-¿Ésta soy yo? –preguntó Karen, -¡No hablo así de feo! –y soltó una carcajada.
Ya habían terminado demerendar. Ahora las niñas jugaban con el teléfono, Dani, Karen y Javier charlaban (ellos le contaban mucho de sus proyectos y cosas que para ella aún eran Chino y Japonés) y Rodrigo roncaba plácidamente, sin duda con un pedo bárbaro.
-¿Sabés algo? –le dijo Javi a Karen, -¿querés trabajar además de empleada en AltoSpeech TTs conmigo?
-¡Pero yo no estudié nada de lo que saben hacer ustedes!
-No te preocupes, yo te pago muy bien igual.
-Man, y si nos fusionamos Dani Studios y AltoSpeech tts como veníamos hablando y nos hacemos todos ricos?
-Claro que sí, bro, eso no lo dejamos nunca.
-¿Pero yo qué haría, chicos?
-Vas a hacer cosas para las que ni siquiera debes estar preparada. Podés ser mi asistente, atender a mis clientes y clientas, probar software y hardware que estemos por sacar, escuchar muy bien los proyectos culturales de Dani Studios si te lo pedimos, leer alguna cosa que te pidamos…
-¡Ah, bastante!
-Sí, bastante, ¿te animás?
-Dale, pero no me falles, que ya estoy cansada de esta vida del carajo que me tocó…
-Pues listo, mujer, desde hoy tu vida cambia, -dijo Dani.
-Y no vas a firmar ningún contrato de nada, vas a empezar cuando quieras, quedarte el tiempo que quieras y renunciar cuando quieras, que espero no me lo decidas nunca…
-¿Y cuánto voy a ganar?
-Mucho más de lo que creés. Más de lo que habrás visto en tu vida. De hecho el Ro y Valeria también, a partir de ahora se olvidan de la pobreza. ¿No te parece genial?
Milena y Valeria estaban en la cocina, como podrá imaginarse, con los dos teléfonos. En un momento determinado sonó el teléfono grande. Era raro, ya que Valeria no lo estaba tocando al otro. De todas maneras, como el sonido era inconfundible, Milena descolgó el tubo (hasta que aprendiera a ubicar la tecla de tono) y se lo llevó a la oreja.
-¡Vale! –pero se frenó en seco. Valeria estaba inmóvil, igualmente extrañada, y la interferencia de la señal ya no sonaba.
¡El teléfono estaba comunicándose con otro más! ¡Otro que no estaba!
-Buen día, ¿quién habla? –preguntó una voz extraña, que podría ser masculina o no, porque además era bastante oscura. Para colmo, saludó con “buen día” cuando ya estaba casi anocheciendo.
-¿Quién es? -preguntó ésta.
La voz le dijo algo que no logró entender.
-¿Quién me habla?
-Eso te pregunto yo. ¿Está tu mamá o tu papá ahí?
-No estoy con ellos ahora…
Valeria estaba inmóvil, sin entender nada.
-¿Dónde estás? –le preguntó la voz.
-En casa de un amigo… ¿Quién sos?
-¿Me pasa con su amigo, por favor?
-¡Pero decime quien sos!
-¿Con quien hablás? –preguntó Javier, que se dio cuenta que Milena no jugaba, sino que aparentemente hablaba con alguien en serio. Sin más, le arrebató el teléfono de las manos.
-¡Hola! ¿Quién habla? –dijo con aquella voz autoritaria de “preséntese o lo mando matar ya mismo”.
-Buenas noches. ¿Usted es el papá de la nena? –preguntó una voz que era parecida a la de la pelotuda Monstruocitense, pero más gruesa y siniestra.
-No soy el papá, soy el amigo…
-Bien, necesito que vengan ya mismo aquí…
-Vamos a ver, querido, ¿Quién demonios es usted? ¿cómo logró comunicarse?
Y el tono telefónico sonó por respuesta, dando por concluída la comunicación.
-Era alguien en serio, chicas… -Se puso a mirar por las dudas bien todas las teclas del teléfono. –Vale, dame ese telefonito que quiero ver algo… -y ella se lo entregó.
-Che, pero no… Esto no tiene línea telefónica…
-¿Hablaba con alguien? –preguntó Valeria que al fin reaccionó.
-Sí, qué cosa más rara, -dijo Javier. Volvió al comedor junto al resto de la gente y se puso a charlar algo con Dani.
Entre tanto, Milena aún en la cocina con Valeria se puso a marcar un número existente, por las dudas. Marcó por ejemplo el de su casa, sin código de área y mucho menos de país, a penas conocía el código de área de Monstruocity. Cuál fue su sorpresa cuando, tuvo en la oreja, escuchó el tono telefónico idéntico a los de verdad, que ya no fueron 3, sino unos 4 o 5 en duración más larga, y la inconfundible voz de su madre salió.
-¿Hola?
¿Pero cómo podía ser?
-Hola, mami, -dijo ella, como quien no quiere la cosa.
-¡Ah, hija! ¡Sos vos! ¿Desde dónde me estás llamando? ¿Dónde estás?
-En casa de Javi, me compró un teléfono de juguete que me encanta…
-¿Pero cómo hiciste para llamar? ¿Tiene línea telefónica?
-No sé, antes no se podía llamar…
-Cuidado mi amor, no le hagas gastar plata a Javier…
-¿Está usando el número de él?
Javier volvió a las corridas a su lado.
-Dame el teléfono, -le dijo arrebatándoselo. -¿Moni?
-¡Mi amor! ¿Dónde están?
-En mi casa, éste es un teléfono de juguete que le compramos a Mile hace unas hora.
-¿Pero cómo hacen para llamar?
-No sé.
-¿Cómo que no sé?
Javier estalló en una carcajada más, sin duda hoy no podía dejar de reírse.
-No sé, Moni. Ahí estaba Mile hablando con alguien, ¿Quién era? –se dirigió a Milena.
-No sé, nunca me quiso decir, -le contestó ella como arrepentida de algo.
-Ah, bueno, y a mí tampoco…
-Qué cosa rara… ¿Están bien?
-Sí, perfectamente. Acá estamos con el Ro, el Dani y Vale, andábamos morfando unas papas fritas…
-¿Ya están cenando?
-No, morfamos medio de merienda, no hace mucho volvimos de Top. AH, ¡escuchame una cosa!
-Decime.
-Tengo una amiga que les puede limpiar la casa y cuidar a Mile…
-¡No me digas! ¿Será tu novia?
-No, tranqui. Es una amiga que es mi única empleada doméstica, y estaba pensando que les puede venir muy bien a ustedes, aparte ya la conoce a Mile…
-¿Por qué no me dijiste antes?
-Porque acabo de hablar con ella.
-¿Pero no saldrá muy cara? ¿Cómo trabaja?
-Na, no te preocupes. Suele cobrar 100 mangos la hora, pero no tenés que pagarle nada.
-¿Como que no? ¡Todo trabajo se paga!
-Na, con que la trates bien y le agarres cariño se va a dar por pagada, porque le pago yo y va a tener más plata de lo que nunca vio en su vida.
-¿Onda que la vas a mantener económicamente como a nosotras?
-Algo así.
-Ah, menos mal, porque a veces pareciera que nos ponés de empleados a todos…
-¡Ya! Bueno, ¿te paso con Mile?
-Dale, mi amor. Un beso enorme.
-Dale, otro para vos. Agarrá, -le dijo a Mile tendiéndole el tubo.
-¡Mami!
-¡Mi amor! ¿Te vas a quedar a dormir en lo de Javi?
-Sí, seguro.
-Bueno, cualquier cosa llamame o pedile a Javi que llame, voy a cocinarle a Ariel.
Juan, el papá de Milena, loco solitario, ermitaño ensimismado, recluido por propia voluntad en una montaña a las afueras de Monstruocity, muy cerca de un misterioso río, que cuentan las viejas leyendas que nadie lo cruzó ya que hay espíritus vagando en sus, sin embargo impecables aguas, no tenía teléfono fijo, ni celular, ni computadora. Detestaba la comunicación. Decía que solo estos aparatos transmiten irradiaciones dañinas al cerebro, y solo por amor a sus hijos se permitía una escapada al teléfono público más cercano, marcando a la casa, casa de la que se fue cagándose en su mujer, sus compromisos y responsabilidades, donde Mónica lo atendía casi siempre en tono de reproche, él la mandaba muy pronto a cagar y le pedía que le pasara con los chicos. Por supuesto, Milena no tendría dónde probar a llamarlo. Juan y Javier tuvieron el placer de conocerse. No muchas veces personalmente, ya que era un verdadero quilombo llegar hasta lo alto de la montaña, de donde Juan no quería salir, encerrado en su pequeña cabaña. Han tenido el placer de comunicarse telefónicamente algunas veces más. Se caían muy bien, él estaba re contento de que Javier haga de padre sustituto, “No me falles, Javi, que sé que la vas a poder cuidar mucho mejor que yo, ya no tengo fuerzas ni para mí mismo”, le decía.
-¿Cómo siguen ustedes tres? -preguntó Javier. El Ro y Karen no dejaban de mirarse. Sin duda algo pasaba entre ellos. Disimulando todo, charlaban animadamente con Dani. Éste tenía el Speak and Spell en las manos. Esto era un juguete muy viejo, popular en los años 80, en forma de computadora de juguete, que tenía actividades sobre deletrear palabras difíciles en inglés. Un aparato muy importante en la historia de los juguetes electrónicos y en la síntesis de voz.
“Now spell, Welcome”, decía la máquina en ese momento. A pesar de lo difícil de entender debido al sonido, Dani deletreaba perfectamente, sin equivocarse una, para sorpresa de nuestros amigos. Querían tratar de deletrear todos. Como con el Speak and Spell era una locura, decidieron tratar de deletrear todos como podían, y de última Dani y Javier les dictaban las letras al menos en el segundo intento. Después, también por tunos, intentaron jugar al ahorcado.
De pronto Milena fue a buscar el teléfono. Sentía ganas de llamar, si de repente podía, a Lucía, su mejor amiga de la escuela y de toda la vida. Cuando ella andaba por su casa, a veces Javier jugaba con ellas, y a veces se iba, pues Lucía era demasiado rosa. Es decir, muy en el fondo quería ser la típica princesa de los cuentos de hadas. Entonces se limitaban a jugar a las muñecas, escuchar música de pricesas, jugar a la taza y a la tetera, y Javier, a pesar de tener un lado femenino bastante desarrollado, se aburría igual. Entonces fue nuestra amiga, tubo en la oreja, marcó el número de su casa, sorprendentemente valió la pena esperar, fueron 5 timbres reales (pitidos del tono) y salió el contestador automático de la casa, en la inconfundible voz de la “pelotuda”.
-Hola, Lu, te llamé desde un teléfono de juguete, estoy con Javier y otros amigos, te extraño mucho, te mando un beso grandote, sos mi princesa favorita, te voy a llamar otra vez, chau chau.
Llamó otra vez. Ahora, sonó el timbre de juguete (vamos a llamarlo así) unas tres veces y sonó la voz de Karen.
“Qué raro”, pensó. Decidió marcar el 112, servicio de atención al cliente de Telemonstruo, a ver si de repente salía la pelotuda.
-Bienvenido al servicio de atención al cliente de Telemonstruo. Si desea información sobre su línea telefónica, ingrese 1. Si desea obtener información sobre llamadas locales o a larga distancia nacional, ingrese 2. Para comunicarse con uno de nuestros representantes, ingrese 3. Si desea repetir este mensaje, por favor marque la tecla asterisco.
¡Increíble! Milena cortó, y marcó el 121, servicio de teleconsumo de Telemonstruo.
Sonó tres veces el rin de juguete, y se oyó la vox de John. Marcó el número de la casa de Camila, otra de sus mejores amigas, volvió a oírse tres veces el timbre de juguete y a continuación se oyó el tono en el altavoz. Marcó de nuevo, y ahora en el tubo se oía el tono de verdad. Nuestra amiga activó el altavoz, esperó unos segundos y contestó la madre de Camila.
-¿Hola?
-¡Hola! ¡Soy Mile!
-¡Ah, Mile! ¿Cómo estás?
-¡Bien! ¿Está Cami?
-Sí, ahí la llamo.
-Dale, ¡un beso!
-¡Mile! –contestó su amiga en pocos segundos.
-¡Cami! ¿Cómo estás?
-Muy bien, ¿vos?
-¡Re contenta! ¡Estrenando un teléfono de juguete!
-¿Y está bueno?
-Sí, tiene de todo, contestador automático, se pueden grabar mensajes…
-¡No me digas! ¿Dónde lo compraste?
-En Top Toys, ¿viste?
-Huy, ¡le tengo que decir a mi mami que me lleve!
-Es más, acá lo tengo, ¡te estoy llamando de él!
-¿En serio? ¿Pero es de juguete o de verdad?
-De juguete, pero también se puede llamar de verdad…
Javier estaba al lado con Dani y Valeria escuchando.
-¡Me lo tenés que mostrar!
-Sí, mirá, ahí le puse para que se escuche por el tubo, me lo llevo a la oreja y te escucho re bien…
-Ay, ¡lo quiero!
-¡Vino con un telefonito chiquitito con el que se puede comunicar a distancia!
-¡No lo puedo creer! ¿Y cómo hiciste para llamarme?
-Perdoname, soy un amigo de Milena, ¿cómo es tu nombre? –interrumpió Javier.
-Soy Camila, ¿vos?
-Me llamo Javier…
-Ah, ¡Javier! ¡Milena me hablaba mucho de vos! ¡Mucho gusto!
-Igualmente. Te voy a hacer una pregunta, ¿sabés leer el identificador de llamadas? ¿o sabés si tu teléfono tiene?
-No, le tengo que preguntar a mi mami.
-Bueno, no te preocupes, quería ver cómo les muestra el número de este teléfono, es el de juguete.
-Espérenme que le pregunto.
-No, tranqui, no hace falta, ya vamos a averiguar nosotros. Bueno, te dejo con Mile,un besito.
Javier, Dani y Valeria volvieron a donde el Ro y Karen, que parecían estar ya más relajados entre sí, pero los ojitos parecían ser inevitables.
-Esto es una locura, al final a pesar de que sea de juguete se puede llamar a todos… ¿Cómo? No tengo la menor idea.
-El teléfono loco, -dijo el Ro con humor.
-Aparte, cómo podría rastrear mi línea telefónica, ¿no te parece un misterio?
-¿Y si lo sacáramos de la casa? –preguntó Valeria.
-Na, no jodas, no tengo ganas de salir…
-Ta loco el juguete, creo, -decía el Ro mirando a Karen.
-Chicos, no me quiero meter en lo que no me llama, ¿viste? Pero quiero que me sean francos… -mirando a aquellos dos que se hacían ojitos sin parar, -¿qué pasa con ustedes?
-¿A qué te refieres? –preguntó Karen.
-A que se miran, y se miran, y se comen con la mirada…
-nada, -dijo el Ro visiblemente colorado.
-No me chamuyes, ¿qué te pasa con Karen? En serio, boludo, no me voy a calentar ni nada, contame con confianza…
Karen también estaba roja.
-Dale, no sean boludos, miren cómo se ponen colorados…
-Nos estamos conociendo, nada más, por las dudas no insistas…
-Y pa que sepas, yo con el Ro no quiero nada –dijo Karen que ya permanecía muy callada.
-Pero sí tiene pinta de caliente, ¿verdad?
Por suerte las niñas estaban lejos. La cara de Dani fue todo un poema, no por el comentario, sino porque se acordó de cierta mujer que le tuvo ganas y lo ha tratado cual novia celosa.
-Chicas, ¡vengan que les sirvo helado! –gritó Javier.
Las niñas estaban en el cuarto que Javier les había asignado. El Ro y Dani estaban con él. Karen ya se había marchado, pues de noche hacía algunos balances. ¿De qué? Javier no lo sabía exactamente. Entre besos, sonrisas y caricias, Karen prometió volver, aunque en el fondo perturbada por Rodrigo.
Las niñas no tardaron en regresar al comedor. Sobre la mesa Javier estaba sirviendo en cada compotera helado de varios sabores. Había pedido de chocolate, napolitano, limón, bainilla, fresa, café y de más savores para irlos variando.
-Creo Haber Traído Conos... Voy a Buscar. Dijo Dani En Seguida.
-Saben Algo? Dijo Valeria Mientras Comía Su Helado.
-Yo Sé Tocar Un Poquito El Piano, Ya Que Cuando Estudiaba Por Otro Lado Me Enseñaron.
-a Ver? Dijo La Multitud (Menos Dani Que Por Supuesto Ya Lo Sabía Desde Antes) Ya Sintiendo La Curia Al Momento.
-Esperen, Dijo Dani, Primero Terminemos De Comer Bien Pues Tenemos Las Manos Cochinas.
-Acabada La Comida, Por Fin Llegó Lo Esperado.
Valeria, a Petición De Todos, Se Puso a Tocar Una Pieza Conocida De Piano, Deleitando a Nuestros Demás amigos, Quedando Atónitos Por Su Increíble Habilidad.
-¡Bravo! Dijeron Todos Acabada La Interpretación, Aclarando Que Era La Única Canción Que Se Sabía De Memoria.
-¡Discútete con otra que te sepas! dijo Dani mientras el resto de la multitud seguía aplaudiendo. Valeria, Sintiéndose en confianza por la horden dada por su jefe, no tardó en sacar de entre sus útiles escolares, un cuaderno con partituras para piano, que había anotado en clases anteriores.
-Venga ¡Venga! Dijeron todos en señal de ánimo.
entonces, la virtuosa pianista, esa niña de 10 años que tocaba muy bien el piano, ejecutó leyendo una de las ojas de partituras por supuesto, una pieza rag time (pieza para piano que a veces suelen tocar los antiguos pianos de monedas) y para asombro de todos, la pudo tocar de manera tan impecable, siendo por lo regular estas complejas para un novato en piano.
todo el público se maravilló de la habilidad que tenía para tocar, acabado el deleite ella regresó a su lugar entre todos en la mesa.
-Qué cosa más rara... -murmuró Javier, mientras las niñas jugaban un poco.
-Oye, carnal, te comento que el Emilio va a regresar del campamento dentro de unos días. ¿No tienes problemas porque venga aquí? -preguntó el Ro, tomando un mate, que a juzgar por su gesto le encantó. Sí, ya estaba haciendo en su estómago una combinación algo destructiva.
-Na, que venga nomás. Escuchen, mañana nos vamos a comer afuera y de compras. ¿Les parece?