Texto publicado por la licenciada San Miguel

¡A llorar con Llorens!

Ya estoy aquí de nuevo. Menudo trabalenguas, dirían algunos cuando lean el título de esta publicación. Pues bueno, hoy os voy a relatar como me enamoré perdidamente de la villa de Alcoy.
Aquella mañana del martes 4 de octubre de 2016, lo primero que vi al entrar en blindworlds fue un mensaje del compañero Guillermo Gisbert, que supongo que recordará esto cuando lo lea, donde me pegaba los resultados del curso de TASoc donde nos presentamos mi amigo Marcos y yo, y resultó ser que a él lo seleccionaron y a mí no. Me puse a llorar. Fue un llanto que me duró por lo menos tres horas. Me volvió a corroborar la situación la técnica de apoyo all empleo de Dirección General de Madrid, y le dije que me había esforzado y que pensaba que iba a entrar, pero había 34 candidatos aptos y tenían que coger a 15. Le tuve que pedir ánimos a mi madre, que no vive conmigo, y al final, me llamó quien no me esperaba, es decir, Marcos Llorens. Me contó que le habían seleccionado. Yo le contesté llorando, y él se pensaba que me había despertado, pero le dije que ya lo sabía todo y que estaba muy debilucha, porque claro, si iba a Madrid, podría ver a todos los amigos que tengo allí, viviría durante un mes y medio independiente y sin ataduras, etc. Pero lo que me hizo recuperar la alegría fue que por la noche volvimos a hablar, porque le pillé vendiendo cuando me llamó por la mañana. Empezamos a hablar de mi experiencia viviendo en un piso compartido y de lo que debería hacer. He llegado a la conclusión de que en un piso de estudiantes se está mejor, no con los caseros merodeando, porque puede haber de todo: malentendidos, robos, rupturas, incomprensión, peleas... y yo he tenido que pasar por eso en los dos pisos que habité cuando estuve viviendo en Madrid. Pero yo había hecho una cosa que él no hizo, y es que yo ya empecé a buscar pisos y habitaciones en Madrid por si me iban a seleccionar. Y lo que me dio alegría es que todo lo que hice, no lo hice en vano, porque se lo pude pasar por correo electrónico a marcos, más las líneas de metro y autobús que llevaban al colegio antiguo de Madrid, del Paseo de la Habana.
Es muy cierto que yo podía haber insultado a Marcos de la rabia que tenía. Podía haberlo llamado arrastracueros, escoliboso, giraesquinas, meapilas, y muchos insultos más que ahora no recuerdo de la serie española Olmos y Robles, y que prefiero utilizar para no insultar gravemente. Pero ese llanto que tenía me hizo sentir tan débil que no me pude ni enfadar. Y hay dos cosas que le agradezco a Marcos. Una es que gracias a él he aprendido a que el sentimiento de debilidad es más poderoso que el de rabia. La otra es que el hecho de ayudarlo en estas cosas, me dio la alegría para descubrir Alcoy, y al día siguiente ya aprendí a ir al supermercado a comprar, tres días más tarde ya me subí en el primer autobús urbano de Alcoy, y ahora mi hermana vive en un piso de estudiantes alquilado por él. En fin, por eso digo que Marcos hizo que me enamorara de Alcoy.