Texto publicado por TTS Fer

Actualización inesperada y sus consecuencias.

En un momento dado me salió un mensaje en la típica interfaz moderna que tenemos ahora en Windows 10. Me avisaba de que Windows 10 Horror Creators Update estaba lista para instalarse. Por apurado, o por sordo, o quizá por dormido, no oí la palabra "horror". Es decir, pude entender cualquier cosa seguida de "Creators Update", y me trajo sus consecuencias.
Fui a ver las novedades. Entre muchísimas cosas que ya no recuerdo, se dice que por fin, después de años, se actualiza Internet Explorer. También (y esto para mí no fue preocupante pero lo debería ser por cuestiones de accesibilidad) se dice que todo Microsoft Office con sus aplicativos pasaría a ser una suerte de plataforma online, donde producto que comprás, probás por una cantidad de días, almacenás en la nube y demás, será online.
No me debería haber importado nada, ni siquiera me debería haber metido a chusmear, pero justo ahí ffue donde caí.
Ni reinicié ni esperé a dicha actualización. En su lugar me vi cayendo de donde estaba vertiginosamente, podría haber disfrutado de la velocidad a la que caía pero no. De repente vi unas plataformas que me recordaban a los juegos retro plataformeros, estaban llenas de logos dibujados que en ese momento yo no sabía, y como seguía cayendo parecía que iba a precipitarme como si me tirara de un balcón. Pero no, seguía cayendo. De pronto me encontré junto a mi computadora en el suelo, junto a 4 barandas que a penas se sostenían y podían caerse (como yo a un precipicio mortal) y lo grabe llegó ahora, porque de alguna parte empezaba a caer agua. Ya me caía agua a mí, la computadora no sé si fue alcanzada, pero ya me caía en la cara y muy cerca del audífono derecho, lo que tuve que evitar como fuera. No solo caía agua, también me esperaba una cosa horrible de sabor (ya que me la tuve que tragar) sólida y pegajosa. Podría haber sido champú, o alguna crema, pero nada de eso. De hecho tenía más sabor a algo artificial y tóxico, tal vez como los besos de una bruja muerta preparados para quedarse en tu boca y que ya no tengas ni valor para lavarte los dientes y tratar de quitarte ese mal sabor, sinó esa substancia pegajosa de la boca. Eso mismo era lo que me ocurrió.
Desde luego, ya no sabía cómo salir de ahí (uno de mis audífonos estaba en las últimas por haber sido mojado y ya me dio miedo de que el agua que caía pueda ni siquiera ser agua) así que no me quedó otra cosa que quitarme esa porquería de nada de gusto de la boca como pudiera. Como era de esperarse o tal vez no, no podía porque seguía tragando más de eso. Tragando no, intentando tragar o sacármelo de encima pero aguantando ahora más agua (con la que no me atrevía más que evitarla) cayendo más fuerte y amenazando con dejarme totalmente sordo.
Lo debía haber pensado antes, escuché una risitainfantil en la lejanía. No, no era infantil. Era de alguien más grande, seguramente adolescente. Tuve mis sospechas, me pareció reconocerle la voz y me juré que cuando me comunicara con él me las iba a pagar.
Pero de alguna forma di un manotazo a la computadora, seguramente por la desesperación. Me encontré en mi cama con la PC en mi regazo. No entendía nada. Fui a mirar y había varias aplicaciones abiertas en una interfaz no desconocida y esperando a que me acostumbre, sino realmente extraña, siniestra. Había un mensaje en pantalla.
"Esperamos lo haya disfrutado. No vuelva a actualizar ni restaurar su ordenador hasta que no le digamos".
Sordo como una tapia no quedé, es decir, no a causa del agua (o agua tóxica por qué no) pero ya quedé asustado.
Pensé: "Bueno, en algún momento escribo una Creepy así les evito lo mismo a otros changos". Pero no iba a escribir ni creepy ni leches, porque esto recién empezaba.
De mi cama volví a caer a todo cuete, pero antes de darme cuenta estaba en el aire mientras un avión volaba cerca mío y a mucha más altura. No podía saber quienes lo tripulaban. ¿Me vino a buscar ese infeliz que se reía? ¿Vinieron los changos de Estados Unidos a cagarlos a cuetazos? ¿Quiénes eran esos locos que me gritaban frases a cual más horrenda?
Pero otra vez, no pude hacer nada más que caer sentado en el avión, donde tuve una corazonada re fuerte y podría caer al agua o a donde fuera de un porrazo mortal. Era cuestión de minutos o menos.
Me llamó la atención de ver un conjunto sorprendentemente nuevo, pero con una pinta muy sospechosa, podría tener tranquilamente 16 o 17 años. Eran unos jeans muy diferentes a lo normal (yo tuve 5 años y no usaba jeans pero sé que estos eran una cosa rara) con un suéter descolorido y sin embargo tan tendidito como si fuera recién comprado.
-Ponete esto -me dijo alguien. AL tener esta ropa conmigo fui a desistir, algo me decía que era otra trampa que en esos momentos no tenía idea. Menos mal que no lo hice, luego de sentir un aroma a vejez bastante sugerente.
Al final no me caí ni al agua ni a la tierra ni a nada, pero sí sentí un tirón y ahora estaba en lo que podría ser un restaurante, si no fuera porque no había casi ningún alma, estaba todo no solo muy pobre, sino en mal estado. Pero ya estaba acá, ahí estaban mi mamá y mi hermana. ¿Qué hacían ahí?
Vi salir de la cocina (o lo que sería una cocina con toda la humedad y los años, más agua que perdía y caía al piso, me recordó a una habitación de hotel en la que estuve pero esta sí fue realmente grabe) a Jana, una niñera amiga mía que practicaba la brujería y le decían "venenosa", o "poison woman", porque a los nenes que supuestamente cuidaba les cocinaba tortas y dulces (y por supuesto comida) envenenándola y entonces matándolos o dejándolos muy enfermos por muchos días, o intoxicándolos con otra cosa. Y ahí estaba ella, en la cocina de lo que sería ese restaurante, con mirada angelical de inocente que no envenena a nadie.
Mi mamá y mi hermana tienen que haber estado bajo los efectos de alguna droga, lo que no podía ser porque ellas son muchísimo menos drogonas que yo. Otra vez pensé: "Esto será la actualización Change Life Creators, o no sé qué carajos". No era la primera vez que tenía comida guardada de años, y más de una década, incluso. Me hice desde ese entonces muchísimas preguntas. ¿Alguien sería capaz de comer un día como hoy un cacho de carne por supuesto ya cocinado y todo, o por qué no, crudo y esperando sin vencerse a ser cocinado, guardado de un año o muchísimos más?
Yo sabía que no, salvo para intoxicarse y morir. Ahora llegaban los platos de entrada. Había morcilla cortada y ni siquiera en rodajas. Estaba negra, sugerentemente negra. detalle que yo todavía no sabía. No me la comí, aunque mi mamá me insistía para que probara. Hace 16 o 15 años atrás me intoxiqué con una morcilla, desde entonces ahora me da cosa tener una cerca. Algo así me pasó pero bien por mí que no acerqué ni las manos. Ese tiempo en el que me había intoxicado yo con una morcilla, es el que tenía lo que estaría por comer ahora de guardado. Escuché una risita burlona en la lejanía. Sí, otra más. Ahora esa risa era femenina.
Pensé: "Bien, el que se intoxique que se joda".
Vinieron otras cosas, hasta papas fritas. Menos mal que nada tragué aunque no me dejaron de tratar de hacer comer, porque hasta el olor lo sugería, estaba todo en muy mal estado y guardado de años. Listo para que yo me intoxique, con un poco de suerte, de la peor forma.
Mi hermana y mi vieja, la verdad, no sé qué hicieron con toda esa trampa para que yo haya sentido un cagaso más fuerte de lo normal por tener delante comida guardada de tanto tiempo. ¿Será para intoxicarme? ¿Se podía comer? No, seguro que no. ¿Será para que yo aprenda a guardar sobras y no tirarlas? No, no puede ser, porque ya no tiro nada hoy día, como corresponde. ¿Será lo bruja que es Jana? Puede ser, yo digo que es una gran amiga solo por decir, no la conozco nada, solo es una bruja a la que admiro por lo cruel, despiadada y astuta que puede llegar a ser.
Pero nos fuimos, de ahí al departamento de mi hermana. Me sorprendió. En un momento creí que el Titi revivió, pero había dos nuevos mininos uno gris y otro blanco, bien cachorritos, suavecitos y comestibles. Ella tenía a Ash, un gatito negro y narigón que nació a finales de 2008. En ese momento yo no supe dónde estaba. También tenía a Gary, un perro ya bastante corpulento e inquieto desde hará 5 años o por ahí. Ahora tenía un perrito, cachorrito re chiquitito y tranquilo, no supe raza ni nombre. Solo me puse a acariciarlos, especialmente a los mininos. Se dejaban acariciar, no se daban la vuelta, no arañaban. Le conté, mientras tanto, todo lo que me había sucedido a mi hermana. Ese tipo que me había dado lo que después supuse que pudo ser una suerte de uniforme para retroceder en el tiempo (o tal vez para salir de esta locura) apareció de repente, lanzándomelo y diciéndome cosas que ahora no recuerdo.
Aparecí en casa, o sea donde vivo ahora. Al tocar la cama, estaba llena de ropa para que guarde. Entre todo estaba esa ropa extraña... Dije que tenía que deshacerme de ellas. ¿Pero cómo? Fui a la cocina después a hacerme un café, y al tocar la mesada di con un plato, sobre el que estaba toda esta comida fría, descompuesta, que te voy a dar de comer a la fuerza cuando me venga la locura, ya que iba a tirarla, pero otra vez algo me frenó.
En fin, que me puse a guardar la ropa mientras me temblaban las rodillas. A la ropa muy vieja estuve por ponérmela a propósito, aunque sea para morir vestido de esa forma, pero no, la terminé guardando con toda la otra. Ahí estaba mi computadora en el escritorio y... ¿Qué me encuentro? Un mensaje que decía: "Mocosoft Horrors Tyme Travel está solicitando su permiso".
"¿Y ahora qué viene? ¡Nunca instalé esa mierda! Ah, claro, Mocosoft... Sí, algún boludo hizo de las suyas, muy divertido"
Tenía el control de cuentas de usuario activado así que, con la esperanza de volver a un Windows normal le di permiso y aprovechando que podía acceder a otras cosas fui derecho a programas y características. Me costó, pero lo encontré. Había entrado junto a una actualización, que no era oficial y vino sola, como los gatos. Cuando estaba por desinstalarla y con suerte volver a Windows 10 Creators Update para seguir con normalidad, se reprodujo una foto donde salía Jana con cara de bruja cruel, dos de mis ex novias con peor cara, como queriéndome muerto y algunos amigos riéndose, a juzgar por sus gestos, como poseídos.
Digamos que desde ahí volví a la normalidad, pero me acosté, quedando frito en seguida. Me costó muchísimo despertarme.