Texto publicado por Melany Gachicha Gómez
Análisis y reflexión sobre las infancias y cosas de la vida
Escribí esta publicación como medio para desahogarme. Sentimientos, pensamientos, etc, pero no sólo por ello. Hay cosas que estoy investigando de cierta forma, cosas que necesito entender y confío en que los amigos de Blindworlds me podrán ayudar a través de sus comentarios y brindándome apoyo.
Les advierto que esta publicación es quizá un tanto fuerte, afectando la sensibilidad del sensible, ya que es un análisis y reflexión que estuve haciendo en la última hora y que lo hago a medida que escribo. Ya van a entender por qué digo esto:
Hoy, mientras terminaba de cenar mi exquisito pollo al Espiedo con ensalada rusa, acompañado de una buena Manaos Cola (Mi bebida favorita por cierto) me encontraba viendo junto a mis padres un programa argentino de tv, programa que lo dan en la televisión abierta como quien dice. Es decir, no lo verán ni en Telecentro ni DirecTv ni nada de eso. También estaba mi hermano Nicolás allí (Si conoces mis relatos sabrás quién es él) pero es un tanto indiferente y le estaba dando más atención a su celular que a otra cosa. En ese episodio se encontraba una artista muy conocida en mi país, Gladys, la bomba tucumana, que para los que no la conocen, es una cantante de cumbia. Pero cumbia de la buena, señores, al igual que Gilda.
Estaba ahí esta señora junto a otros conductores y otro invitado al programa. La bomba tucumana estaba narrando al aire la niñez difícil que tuvo que afrontar: Su padre golpeaba a la mamá de la artista y a sus mismos hijos también. Para mí, estas personas que considero son psicópatas, los defino como "Monstruos", animales, y me atrevería a decir que son unos "Hijos de puta" también. Perdón por tal expresión bulgar, pero debo reconocer que estas personas abusivas que lastiman a gente de su entorno, especialmente a las mujeres y los niños, me dan bronca, y me atrevería a decir que cierto odio también. Gladys contó que cuando tenía 2 años, ese hijo de su madre la hacía arrodillarse sobre el maíz y quedarse así durante horas. ¿Quién no habrá tocado el maíz alguna vez? No hace falta estar encima de éste para concluir que es algo doloroso, mi papá comentó en ese momento que era un elemento de tortura. A la pobre mujer le afectaba contar todo esto, y obvio, ¿A quién no le afectaría contar las acciones de estas bestias? Ahora debe tener unos 52 años por ahí y dijo que pudo salir adelante. De niña pobre pasó a ser exitosa en la música, su verdadera pasión en la vida.
Saliéndonos de este ejemplo, muchos se preguntarán a dónde diablos quiero llegar con todo esto. Bueno, ya les respondo esa inquietud:
Soy una adolescente que le encanta observar y estudiar a las personas: Su comportamiento, su niñez (El saber cómo fue) incluso estudio a la familia del individuo para conectar todos los puntos. Cuando termine la escuela quiero seguir la carrera de Psicología, considero que tengo mil motivos para estudiarla. Y aunque ni siquiera estoy apta para entrar a la universidad, digamos que me estoy entrenando al escuchar a mis amigos con sus cuestiones, analizar cosas de su vida y demás.
Admito que esta adolescentes tiene sus angustias, no se crean. Cosas del amor, recuerdos que me afectan, ya saben. Y aquí viene el punto donde quiero llegar:
A partir del año pasado, comencé a abrirme con el tema del pasado a mis amigos, comentándoles a ellos ciertas cosas de mi infancia y hasta preadolescencia que me siguen afectando. La típica discusión de nuestros padres, cuando hay desacuerdos y demás, discusiones fuertes que afectan a los niños y que yo en ese momento pensaba por qué siempre la ligaba yo. Soy una persona muy sensible y de ahí nace esa sensibilidad. Quizá esto no sea algo tan serio, pero me afecta, sepan comprender eso.
Cuando le contaba a x persona esta situación, ella me escuchaba y me respondía:
--Oohh, te entiendo, Melany. En mi infancia viví algo así. -Y ahí me contaba lo que vivió esa persona en su infancia, el padre abusivo (Monstruo) o el típico padre alcohólico que bajo los efectos de la bebida se ponía violento y temerario. Y yo pensaba y le decía a esa persona:
--Ei, pero eso es más serio que lo mío. Si tú pudiste superar eso, ¿Cómo es que yo no puedo superar esa idiotez?
--Eso es dependiendo de como lo afronte cada uno, Melany. -Era una de las cosas que me decían los amigos con los que me desahogaba.
La infancia es la base de todo, amigos. Lo que ocurra en nuestra infancia marcará nuestra vida entera y efectivamente está comprobado, incluso por los mismos psicólogos. Sólo que como bien dicen ellos, todos afrontamos los hechos de manera diferente, y en nuestra adolescencia y adultez, podemos escoger el camino del bien (Ser buenas personas y salir adelante como todos) o ser pocos empáticos (Ser como estos monstruos asquerosos que nos marcaron, o aún peor que ellos) afortunadamente, no hubo una bestia así en mi vida, pero como les dije antes y se los digo en código informático: Quisiera eliminar los archivos de la memoria de esta computadora para reestablecer un poco el sistema. Es metafórico pero así lo siento, quienes sepan de informática me comprenderán.
Volviendo al tema inicial, me pregunto muchas cosas: Aún me sigo preguntando por qué estos recuerdos me afectan de cierta forma, y me pregunto también de dónde sacó esa persona la fuerza para superar algo mucho peor que en mi caso. Sigo sin entenderlo, señores, y espero me puedan ayudar.
Otra de las cosas que me gustaría hacer, es analizar a estos monstruos que tanta rabia me dan, que les partiría mi bastón por su cabeza si es necesario, porque no tolero la violencia hacia los bulnerables, y porque estos desgraciados no son nadie para mandar por sobre estas pobres personas. Decía que me gustaría analizar a estas personas, hablar con ellas, entrevistarlas tal como lo hago con mis amigos, saber cómo fueron criadas estas personas malditas, saber sobre su familia, su infancia, y si es posible, retroceder en las generaciones para saber si su padre, abuelo o bisabuelo también era así. Por el momento, tendré que quedarme con la curiosidad con respecto a lo último, y mientras tanto y como pueda y sin ser profesional en la psicología, me dedicaré a escuchar a los jóvenes y adolescentes, aconsejarlos y brindarles un apoyo emocional, alguien en qué confiar y con quién desahogarse. Tal como yo lo hago con mis amigos, quiero que ellos y otros lo hagan conmigo, yo siempre estaré dispuesta a escucharlos.
Y cuando cumpla con mi objetivo, me dedicaré a atender a estas personas, ayudarlos con terapias y demás para que puedan salir adelante y ser mejores personas que quienes les hicieron daño.