Texto publicado por Irene Azuaje
La conmovedora historia de Esmeralda: le amputaron las piernas cuando era bebé y hoy es patinadora artística.
A los dos meses tuvo meningococcemia, una enfermedad con altísima tasa de mortalidad; ella salió adelante y hoy es un ejemplo de vida.
Por José María Costa
Esmeralda: la pequeña guerrera que se volvió patinadora artística a pesar de una doble amputación
Esmeralda Riggio tiene 10 años y le hace honor a su nombre: la pequeña brilla cada vez que sale a la pista a competir en patinaje artístico. A pesar de que casi muere a los dos meses de vida por una meningococcemia, que derivó en la doble amputación de las piernas debajo de las rodillas y casi todos los dedos de ambas manos, con la ayuda de su madre y familia salió adelante y logró una vida independiente, plena y feliz.
Fueron seis horas donde su corta vida cambió. La fulminante enfermedad afectó las arterias principales y la única oportunidad de sobrevivir iba a marcar su futuro. “Para que se salvara, la única alternativa que teníamos era la doble amputación de las piernas y parte de los dedos de las dos manos. Tomé la decisión de hacerlo para darle una segunda oportunidad de vida”, contó a LA NACION Verónica, la madre de Esmeralda.
La patología que tuvo es provocada por la bacteria del meningococo y es más letal que la meningitis, que se caracteriza por la inflamación de las delgadas membranas que rodean el cerebro y la médula espinal. La meningococcemia provoca un cuadro infeccioso más general, porque la bacteria invade el torrente sanguíneo.
A la edad en la que los bebés empiezan a gatear, Esmeralda ya había estaba aprendieron a convivir con las prótesis. “Desde los 7 meses y hasta los 6 años fue una gran lucha. Todos los días, de 12 a 13 yo apagaba todo y me dedicaba a estar con ella y ayudarla con las prótesis. Al principio era llanto y decirme ‘¿por qué a mí? Quiero tener piernas’. Siempre traté de desdramatizar el asunto. Fue hasta que hizo un click y ahora es feliz”, recordó la mujer, que también es madre de Valentina y Candelaria, las dos hermanas mayores.
“A ella le gusta correr, es muy activa. Siempre se la apoyó en sus decisiones y nunca se la limitó. Por ejemplo, nunca la senté en una silla de ruedas. Siempre usó las prótesis desde los 7 meses ”, detalló Verónica que fue la promotora de que Esmeralda desembarque en el patinaje artístico en su ciudad natal, Chivilcoy.
Una joven maestra, su apoyo
Ver a su hermana hacer acrobacias en tela fue el disparador para que el mundo del arte y el deporte entrara en la vida de Esmeralda. Como a ella le costaba, llegó la sugerencia de probar con el patín y allí comenzó una nueva etapa. “Fue una sorpresa para todos cuando la aceptaron y comenzó a tomar clases con Claudina. Nadie sabía lo que iba a pasar, pero ella a los 3 meses ya patinaba y competía”.
Claudina, tiene tan solo 15 años y desde junio del 2016 tomó el desafió de ayudar a Esmeralda.
“En junio del año pasado comenzó a venir a entrenar y a los pocos días podía ir sola de pared a pared. Los primeros problemas ocurrieron cuando comenzó a ir más rápido, entonces no podía doblar, ni frenar. Le conté a mí papá que arma patines y él le adaptó unos para sus prótesis”, dijo a LA NACION la joven entrenadora y agregó: “Desde ese momento, comenzamos a trabajar para que aprendiera las figuras. Yo la agarraba de las manos y la ayudaba. Ella veía a las otras nenas y se esforzaba para progresar a la par, hasta que aprendió a patinar para atrás”.
Tras competir en el campeonato nacional en Termas de Río Hondo , en septiembre pasado, los avances de su pupila enorgullecieron a Claudina. “Incorporó el patín como si fuera una parte de su cuerpo. Obvio que hay cosas que le cuestan más, pero con tiempo y práctica lo va a lograr. Al principio no sabía cómo enseñarle, pero observándola fui aprendiendo. Siempre hay que valorar lo que logra, sin ponerlos como obstáculo. Cada caída, no es un llanto, es una risa. Es más que una alumna, es una amiga. Ella cada vez que se cae nunca llora, se levanta y sigue. Eso me conmovió”.
La fortaleza de Esmeralda a su corta edad llamó la atención de muchas personas y por eso fue convocada por una marca de prótesis de alto rendimiento para hacer una clínica de atletismo, para que también aprenda a correr.
“Se puso las prótesis de alto rendimiento por primera vez y pudo correr normal. Con las otras prótesis ella podía patinar y deslizarse, pero no correr normal. Poder sentir la sensación de saltar fue fantástico para ella”, recordó Verónica y agregó que la pequeña también tiene ganas de sumar el atletismo a su vida.
La más pequeña del grado
“Ella incorporó las prótesis como piernas propias, por eso pudo empezar a patinar. Tuvo que ver con la maduración mental de ella. Se dio cuenta de que con las prótesis podía tener una vida normal. Ir a jugar, salir con sus amiguitas. Fueron años de un trabajito de hormiga. De todos los días”, detalló Verónica con la voz entrecortada y aseguró: “Es una persona independiente, se las coloca sola, se baña sola”.
Esmeralda está en 5° grado y es la más chica, porque cumple años en junio. “No se limita con nada. Ella escribe bien, desde los dos años cortaba con tijera. En la mano izquierda no tiene dedos, solo un pequeño muñón. En la derecha sólo tiene una falange y aprendió a comer, escribir y hacer todo con eso. Hace una vida normal”, explico la madre.
Sobre el futuro de Esmeralda, la madre aseguró: “Ella viene a romper barreras. Sueña con viajar. No se pone limitaciones. Tiene los mismos sueños que cualquier otro chico”.
LA NACION PUNTO COM. SIN BARRERAS.