Texto publicado por Melany Gachicha Gómez

Una tiflohistoria de amor y confusión (Basada en hechos reales)

Les vengo a compartir una historia la cual, entre suspiros les digo que es real. Me hubiera gustado inventar y escribir una pequeña novela como esta, pero no, esto fue real y hasta con algo de pena le digo. Efectivamente, es una historia de amor. Si te aterra el amor, los noviazgos, el matrimonio y esas cosas, mejor ignora mi publicación. En cambio, si eres un romántico apasionado o simplemente te interesa leer mi relato, toma tu café o tu refresco, acompañado de galletas (Si son de chocolate mucho mejor) o tus dulces, ponte cómodo y prosigue a la lectura.

Después de lo ocurrido con Oliver, de una historia con doble final podría decirse, me dispuse a continuar con mi vida y si se podía, en el amor también. Ustedes saben cuánto me afectó lo de Oliver, así que ya se imaginarán como quise aprovechar el hecho de que era libre, pero no hizo falta atravesar la Aduana para encontrar a un mexicano guapo que te coloque en un pedestal o a un uruguayo de buenos modales. No, para nada.
Juan, un chico al cual conocía, se atrevió a arriesgarse y confesó sus sentimientos hacia mí. Sinceramente, su confesión me paralizó y en ese momento no supe qué hacer. Juan me había agradado desde que lo conocí, pero siempre lo vi como un amigo, no como un novio. No niego que en secreto pensaba que era un chico guapo y atractivo, pero no de mi estilo. Como soy una persona de consideración y ya me estaba encariñando con el joven, decidí darle una oportunidad para ver si lograba conquistarme, aunque no era fácil porque tenía las barreras altas.
Con los meses nos acercamos más, lentamente me comenzó a gustar, pero no me había enamorado aún. No me iba a permitir caer en ese hechizo, después de lo ocurrido con el mexicano al cual, le tengo cierto cariño, pero distanciamiento también. Todo iba bien o al menos eso creía yo, hasta que un día por medio de Carlos, un amigo mío argentino, me entero que hay alguien que se interesó por mí. Juro que creía que quien se fijó en mí era el mismo Carlos, pero me equivoqué. Su respuesta me dejó boquiabierta: Era Michel, un amigo mío. No era mi mejor amigo, pero él me había comenzado a tomar confianza y fue muy abierto conmigo. Esta noticia sorprendente me enteré en Halloween, bonito día para recibir noticias shockeantes. Lo más difícil fue cuando Carlos me dijo que guardara silencio y que no le dijera a Juan sobre el tercero. Yo le dije que estaba bien, que guardaría silencio porque nada era oficial, aunque también había más que eso: Carlos temía que si esto salía a la luz, Juan se enojaría y se armaría un tremendo pleito con Michel, y lo último que quería era que Juan se sacara de quicio y que pagara caro el inocente, Michel era mi amigo y no podía permitir que un novio celoso e impulsivo le hiciera daño. Admito que hubiera afectado nuestra relación y no pretendía tenner más problemas de los ya presentes, porque para colmo habíamos tenido un par de desencuentros antes.
La verdad fue que me pesaba la consciencia y no pude ocultar eso durante mucho tiempo, ni siquiera una semana. Me sentía mal conmigo misma, me sentía una persona falsa (Carlos igual) sentíamos que les estábamos engañando al pobre Juan que no me había hecho nada. Yo, al ser una persona muy sensible, comencé a deprimirme y Juan lo notó, pero yo le metía pretextos como que estaba pensando en cosas negativas, recordando cosas de Oliver, entre otras. Hasta que el domingo siguiente no di más y dije la verdad: Ese es el motivo verdadero de por qué publiqué un texto llamado "El desahogo", ahí está la realidad.
Yo le temo a las personas con carácter y me esperaba la peor reacción de Juan, pero él simplemente me abrazó, me besó en la mejilla y me hizo saber que todo estaba bien y que no se iba a enfadar ni conmigo, ni con Michel.
Lo cierto es que con el paso de las semanas todo cambió: Desde que Carlos me entregó esa noticia, observaba en secreto a Michel y pensaba en si era un buen candidato para mí. Más de uno se sorprenderá porque yo estaba con Juan, pero hay más: Juan me lleva 5 años de diferencia y somos un tanto diferentes. Efectivamente, es un buen tecladista como yo, es atractivo, pero... no lo veía como el chico de mis sueños.
¿Por qué digo esto?
Metafóricamente, sentía que no hablábamos el mismo idioma: Yo hablaba español y él inglés, a mí se me dificultaba un poco comprender su idioma. Sentía que él y yo teníamos dos mundos diferentes: El mundo de Melany, un mundo de inocencia, diversión e infantil. Y el mundo de Juan, un mundo de una persona más seria, más realista y correcta.
Más de uno me vendrá a reclamar que los opuestos se atraen o que si fuéramos iguales, todo sería muy aburrido y monótono. Lo sé, señores, lo sé. Yo no busco mi polo opuesto, ni mi réplica en este mundo. Busco a alguien que esté más o menos en el medio y que sea romántico. Dije romántico, no cursi, no se confundan. No quiero a alguien que me dedique líricas en su muro o chat de Messenger, sólo busco a alguien que me halague, que me trate como princesa, que me ponga en un pedestal, que me haga sentir bien y que me recuerde cuánto me ama. Juan es muy tierno, pero a falta de contacto físico, necesitaba lo otro. Verbalmente, no era tan expresivo como Oliver u otros extranjeros que veía por los tifloespacios, los cuales eran tiernos con sus novias, las hacían sentir especiales y yo me derretía cuando veía estados o publicaciones en Facebook así de lindas.
Lo que me atraía de Oliver también, era que él también era un niño y por llamadas se nos ocurrían las mejores cosas y era común que uno le siguiera la corriente al otro. Hasta Carlos se atrevió a decir que por la diferencia de edad éramos un tanto diferentes. Hasta ahí el desahogo de las desventajas que tenía con Juan, porque presiento que si él ve de pasada esta publicación, me dará un coscorrón jajaja.
Traduzco: Un coscorrón es un golpe en la cabeza y cada país tiene diferentes formas de denominar dicha acción. En Argentina se lo llama "Coscorrón". Ahora sí, prosigo con la historia:
Luego de que lo de Michel se haya hecho oficial declarándose a mí, mi confusión fue mayor. Quería a Juan, lo amaba, pero esas diferencias sentía que nos estaban desenventajando en cierto modo. Yo quería a alguien un poco más expresivo, verbalmente. Michel también es una persona con potencial, me llevaba un año de diferencia y sentía que por ser adolescente, se adaptaba a mi mundo y a mi idioma más fácil que Juan. Él me dio la oportunidad de, si quería, que vaya y pruebe con Michel, y si no funcionaba, volviera.
¿Por qué no lo hice?
Admito que Michel me llegó a gustar, eso sí, pero nunca me llegué a enamorar de él. Temía que si hacía lo que me dijo Juan, si volvía ya no me recibiría, así que seguí con Juan y luego de que yo me abriera y le contara lo que pensaba acerca de las diferencias, él me entendió y a partir de ese momento, comenzó a hacer lo que pudo para tratar de satisfacerme. Reconozco que con el tiempo, Juan mejoró en el aspecto verbal, la verdad me sorprendió y decidí darle la oportunidad que se merecía. No lo dejé porque lo quería y no podía dejar escapar esa oportunidad.
Al mismo tiempo hablaba con Michel (El cual no me había confesado sus sentimientos hacia mí porque temía perderme) pero cuando lo supe, le hice saber que todo estaría bien. En fin, Michel sabía de esta otra persona y, más o menos en el último mes, me dijo que era mejor que sigamos como hasta ese momento: Como amigos. Esa decisión me debastó y eso es lo confuso, lo engañoso en este caso:
Teniendo a alguien que daba todo lo mejor de sí mismo para satisfacerme, me afectaba la decisión de Michel, lo cual siendo realistas, era lo mejor para los dos. Aunque me costó reconocer al principio, me gustaban los dos, incluso Carlos también se atrevió a preguntármelo, ya que seguía esta historia mejor que nadie.
--Entonces, ¿Te gustan los dos?
--No lo sé, es todo muy confuso, pero... me parece que sí... -fue lo que atiné a responderle, pues no sabía qué decirle.
En un momento, las cosas con Juan se pusieron algo críticas. Yo tenía como un lado oscuro o algo así, lado el cual me pedía que saliera y experimentara un poco con otros chicos. Nunca pude hacerlo por suerte, ya que todos mis vistazos fugaces que hechaba, eran casos platónicos y me resigné. Con el caso Michel, yo estaba dispuesta a negociar con él para dejar ambas partes conformes: Me refiero a una amistad con beneficios y ese estilo. Pero estaría lastimando a ambos haciendo eso, ya de por sí, sin ese acuerdo de por medio, yo estaba haciendo un desastre, engañando a los 3: Engañando a mi mente en esa confusión, engañando a Juan al minimizar lo que sentía por este tercero, y engañando a Michel porque no le dije toda la verdad.
¿Por qué no se la dije?
Con todo este caos ya tenía un desastre, le rompería el corazón si le dijera quién era ese pretendiente y que estábamos en algo, aunque no consideraba a Juan oficialmente mi novio. Él me dijo que no era necesario formalizar las cosas, que así estaba bien. La cosa es que estaba complicando las cosas al decir el 50% de la realidad o al minimizarlas.
Mi mente era una carta de doble intento, como decimos en Crazy Party, porque hay cartas así. Pocas, por suerte. Mi mente era igual, mirando hacia ambos lados, analizando a Juan y a Michel, chicos guapos y con potencial para mí y aunque Juan no era lo que al principio pedía, Michel no me terminaba de convencer, por la distancia y otros factores. Al menos Juan, estaba más cerca físicamente.
Hace poco, Michel reafirmó lo dicho, que sigamos como amigos y aun así, me costaba aceptarlo con una sonrisa. Le hice saber que me llegó a gustar y que esto me afectaba.
Hace unos días le pedí explicaciones de por qué esa decisión, y este miércoles pudimos hablar más o menos de forma directa y a pedido mío, le pedí que nos sinceráramos. Michel entonces me comentó las razones de por qué tomó esa decisión, no sólo por mi bien sino que por otras cuestiones también, cuestiones que no voy a mencionar porque me deprimen, así que prefiero ni pensar en eso. Es una cuestión más privada que no expondré aquí.
Fue ahí cuando me resigné: Por mi bien, para no lastimar más al pobre Juan y demostrándole que de verdad lo quiero, para no engañarme más y para cerrar esto de una buena vez por todas, en un audio le dije que ya estaba decidido, que era mejor que siguiéramos como amigos porque presentía que me metería en problemas (Lo dije por Juan) y así lo dejé, señores.
Retrocederé un poco para comentarles que yo malinterpreté la situación de Michel y para confesarles también que culpé a Oliver por lo ocurrido. Lo culpaba porque lo cierto es que a él le debastaría saber que hay alguien más en mi vida, que hay alguien que tiene las oportunidades que él no puede tener. Un pensamiento de una persona que no es tan madura como se supone que lo es, lo sé, unos amigos también me dijeron lo mismo. De hecho, se lo hice saber a Michel y creía que por ello, pasó lo que pasó. Estuve completamente equivocada.
¿Qué procede ahora?
Tratar de superar a Michel, a este sentimiento y a no deprimirme más por ese acontecimiento. Me hubiera gustado poder protegerlo de las chicas traicioneras, de que lo sigan lastimando y eso es tal vez, lo que más me afecta, pero parece que ya no puedo y tengo que aprender a aceptar eso. Mi pequeño consuelo es saber que al menos es mi amigo.