Texto publicado por Melany Gachicha Gómez

Riesgos y error

Alguna vez, hemos cometido un error que nos ha dejado lamentándonos o culpándonos por la acción que hayamos realizado. Un error puede ser simplemente eso, un error, hasta que involucra al amor o la amistad, y allí, ese error puede convertirse en motivo de culpa o de lamento. Yo no sé si esta persona tiene la culpa de lo que pasó con este amigo, el cual aún me aprecia, pero su confianza sobre mi persona ya no es la misma y es algo de lo cual me lamento.
"Todo por culpa de un desgraciado", me he dicho varias veces en los últimos 12 días.
Quien siguió mi historia con este caballero al cual llamo Juan Álvarez para preservar su identidad, caballero con el cual, nunca tuve una relación oficial y gracias a Dios que no la tuve, pero sí fuimos amigovios y esa onda, sabe que yo le había puesto fin a esto, de cierta forma.
El 11 de marzo, un día después de que Juan, Gastón y yo tuviéramos esa charla final en la mesa libre de la sala de juegos, Gastón, un amigo que fue también un mediador en esta especie de relación, me confesó un secreto impactante. Corrección, me mostró algo impactante acerca de Juan, lo cual cambió mi percepción sobre él, negativamente. Pero Gastón me pidió algo muy importante: Que lo que me contó quede entre él y yo, y que no confronte a Juan con esta cosa. Yo acepté a regañadientes su condición, pero desde el principio sabía bien que no iba a poder con esto, que tarde o temprano enfrentaría a Juan y lo mandaría al infierno.
Y así fue, casi un mes después, lo desenmascaré. Descargué mi ira reprimida hacia su persona. Si ese desgraciado hubiera estado físicamente cerca, no hubiera dudado en golpearlo con las barillas del bastón, por hijo de puta. Le dije que ni siquiera quería una amistad con él, que ya no había confianza, y como bien dije, lo mandé al infierno.
La cuestión es que le comenté a varios amigos sobre mi situación. Todos quedaron estupefactos y hasta algunos con bronca por lo que él me había hecho. Y como si fuera poco, también, a través de estos amigos, fui investigando más sobre su pasado y lo que descubrí no fue nada bonito. Pero eso no importa, lo que importa es lo que pasó después.
Mientras me desahogaba en secreto con las personas, seguía hablando con Gastón, todo normal. Él insistía en que no lo confrontara. Yo le decía que no lo haría, aunque había ocurrido lo contrario, pero no le dije nada por miedo. Miedo a que Gastón se molestara conmigo y nuestra amistad se terminara.
Hace 12 días, comencé a escribirle, a hablarle normal, como tantas otras veces. Y en un momento me pregunta que a quién les había contado sobre el asunto de Juan.
--A unos amigos, -le respondí comenzando a temblar de los nervios.
--¿A quiénes? -Me preguntó, y comencé a darle los nombres. Le pregunté por qué.
En resumen: Me dijo que ese rumor había llegado a oídos de Juan y que estaba al tanto. No le dije a Gastón que lo había confrontado, pero supongo se habrá dado cuenta de ello. La cosa es que Gastón ya sabía de ese rumor.
--Esto lo sé hace como un mes, pero no te dije nada para no meterte en más problemas, -me dijo, y menos mal que no me lo dijo antes porque podía ser peor. Ahora entiendo por qué, en ese tiempo estimado, Juan me había enviado un mensaje permanente, enojado, diciéndole que deje de hablar negativamente sobre su persona.
Realidad contemporánea en la sala de juegos: El foro es ideal para tirarle indirectas al ex manipulador que te hizo sacar los peores sentimientos de tu ser. No lo digo yo, lo verían ustedes mismos.
La cosa es que casi un mes atrás había hablado con Juan sobre todo lo ocurrido. Seguramente, Gastón ya estaba enterado. No sé cómo se enteró, no sé si Juan lo confrontó a él también, o simplemente, ese rumor corrió a través de las mesas libres de las radios que transmiten en la sala de juegos.
La cosa es que ese martes, hace un par de semanas atrás, uno de mis miedos se había hecho realidad: Gastón lo supo todo, y con ese error, dañé su confianza. Es la segunda vez que lo defraudo al pobre, y esta fue peor. Gastón me dijo que la amistad seguía, pero que la confianza de su parte ya no sería la misma. Me dolió lo que ocurrió esa noche. Me cayeron las lágrimas, no voy a negarlo. Me sentía mal, culpable por lo que había hecho.
"Todo por culpa de este desgraciado", pensé, porque aunque yo me había equivocado con Gastón, sentía que el origen del problema era Juan. Y de cierta forma, siento que él lo es. Esas 6 palabras que me dije en ese momento, me las he repetido varias veces más, en mis recaídas por la culpa que sentía al respecto.
Puntos para analizar, pensamientos de otros amigos los cuales me dieron un poco de consuelo para no empeorar mi situación emocional.
Espero algún día devolverle a Gastón esa seguridad para que pueda confiar en mí, estar bien por completo con él, y que la justicia divina se encargue de este otro usuario en cuestión, pues no sólo me dañó a mí, sino que a muchos.