Texto publicado por Ana Fernández

Nota: esta publicación fue revisada por su autor hace 6 años. Antes se titulaba La paloma de la puñalada (Las leyendas de Alcides).

La paloma de la puñalada (Las leyendas de Alcides) de Gaspar L. Benavento

Un pájaro ha caído entre las hierbas. Cansado, enfermo, sediento...
-¡Chuí!... ¡Chuí!... ¡Chuí!
¡Nadie en la cercanía!
Una paloma, de regreso al hogar, cruza rasgando el aire.
-¡Chuí!... ¡Chuí!... ¡Chuí!
La paloma oye el triste llamado. Disminuye la velocidad del vuelo. Cambia el rumbo. Desciende. Ve al pájaro amigo, cansado, enfermo, sediento...
-¿Cuuú? ¿Cuuú?... ¿Cuuú?
-¡Chuí!... ¡Chuí!... ¡Chuí!
¡Y el arroyo está lejos! ¡Y no hay siquiera un charquito en la cercanía!... ¿Ir y volver?... Pero, ¿qué puede conseguirse con traer apenas una gota, como de rocío, en el pico?
Ya no piensa más.
Y la paloma comienza a picotearse el pecho. Se sangra. Acerca su pecho al pico del pájaro sediento. Una gota, y otra gota, y otra más, hasta aplacar la sed.
La vida canta.
Y en el pecho de la paloma herida queda para siempre una mancha roja como recuerdo de su generosidad.
-¡Adiós, y gracias, palomita de la puñalada!