Texto publicado por Brenda Stéfani

Nota: esta publicación fue revisada por su autor hace 6 años.

Sobre la forma que sueño contigo.

Hace rato que te vengo diciendo que sueño contigo pero no te puedo contar. Es como tener algo en la punta de la lengua, una espina trabada en la garganta o una palabra que se te olvida al vuelo, yo no sé pero no te lo puedo decir.
Siempre por algún motivo cuando despierto a tu lado y te siento sonreír es como si recién en ese momento tuviera tu cara en mi mente pero si te sueño, estás detrás mío, o a mi izquierda, o a mi derecha, nunca frente a mí.
Siempre vistes ropa negra y veo que haces esos gestos con las manos que yo no puedo copiar cuando hablas.

Un día soñé que me prestabas unos binoculares, me decías que al fin podría ver mejor y me los puse frente a los ojos y efectivamente pude ver! Así, vi los rostros que anhelaba. El de mi mamá y mi papá, el de todos mis hermanos y a cada uno les fui dando detalles, como el color de sus ojos, la forma de su sonrisa, el gesto que hacían cuando los miraba o el cambio de corte de cabello, y para mí fue tan sorprendente, aunque en los sueños siempre vea, la idea de que pueda ser una realidad o es tangible en el sueño la vista, llena de ansiedad que no desaparece en todo el día.
Sin embargo cuando iba a mirarte, cuando giré la cabeza para verte a ti, no pude y no pude, simplemente, tu rostro no aparecía. Siendo que lo he creado y recreado una y otra vez en mi imaginación, le di la forma que sentían mis manos pero no, no había manera de verte a través de los binoculares.

Cuando escucho tu voz me siento feliz, siento que realmente me proteges, y así mismo te puedo percibir cuando sueño.
Pero de nuevo, no te puedo ver.
Y no te voy a mentir, esa idea a veces me descorazona, pienso de vez en cuando que estarías mejor si consiguieras a una pareja que si pueda ver, y te pueda mirar a los ojos y conectar más intensamente que yo, pero no te lo digo, no sea que de tanto rayar el disco realmente te alejes de mí.

Sabes, te cuento esto porque me cuesta hablarte, todavía me es difícil expresarme cuando pasan estas cosas y no te gusta el dramatismo, ya lo sé, aunque de vez en cuando es necesario.

De nuevo soñé contigo y estabas tan cerca y lejos al mismo tiempo.
Me agarré hasta las manos con un tipo oscuro y despreciable, de esos que aparecen cuando menos te lo esperas y ahí estaba yo, como cuando era niña, sabiéndome más frágil pero peleando para darle al fin, su merecido, y hasta qué punto los sueños son tan fantásticos, que lo hacía con gracia y naturalidad, puño tras puño, pulseándome a ver quién era más fuerte, aunque sabemos que realmente no soy buena para eso, y lo tiré al suelo, lo hice rodar y la noche caía, los faros de los autos brillaban y desaparecían.
Me sentía poderosa, ganadora, increíblemente fuerte, al fin era mi momento de vencer al miedo de enfrentar a ese ser tan odioso.
Hasta que de lejos escucho una voz y pasos acercándose a toda velocidad, siento que unas manos firmes me detienen por la espalda.
_Suéltalo ya, déjalo, ya es suficiente.
Me dice mientras yo, frenética y temblando de rabia le doy una patada más en el suelo.
¿Porqué es suficiente?, si supieras todo lo que hizo, ¡Y lo que quería hacer, solo quería que aprenda! ¡Si, que aprenda que todo lo que se hace se paga y este es el mejor momento!
Después me di cuenta de que eras tú el que se acercó corriendo para detenerme, para decirme que lo que siento está solo en mí, que lo demás, ya estaba demasiado lejos. Me dijiste que me hacía daño seguir pensándolo ,e imaginaba que te darías vuelta y me mirarías al menos, pero no, seguías a mis espaldas, abrazándome, tratando de tranquilizarme.
Mientras aquel a quien había molido a golpes hace instantes, se levantaba a duras penas del suelo, lleno de tierra y hojas, para escaparse sin que yo lo viera, huyendo en un auto blanco, y tus labios me decían, ya deja de pensar, mientras yo intentaba darme vuelta para mirarte y no... De nuevo, solo llegabas a ser la voz que me calmaba.
Así pasa cada vez que te veo en mi sueño ,siempre se desvanece tu rostro. Es extraño porque cuando despierto, solo puedo hablarte y decirte.
-Oye, ¡Sabes qué? Anoche soñé contigo, pero no te puedo contar.

09/10/2018
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