Texto publicado por Melany Gachicha Gómez
Nota: esta publicación fue revisada por su autor hace 6 años. Antes se titulaba Mi experiencia musical: Publicación dedicada al día internacional de la música .
Mi experiencia musical: Publicación realizada por el día internacional de la música
Aunque es el 22 de noviembre, deseo a todos un feliz día de los músicos, tantos a los que se dedican a la música como aquellos que no. A los músicos novatos, como también a los que ya tienen experiencia en dicha arte. Y hablando de experiencias, hoy les compartiré la mía.
Mi nombre es Melany Gómez (Invidente desde pequeña) al igual que apasionada a la música. Todo comenzó con un pequeño teclado de juguete (Creo que era Casio) el cual me regalaron para una de esas ocasiones especiales, no recuerdo si Navidad o Reyes. En ese momento, tenía un resto visual, y ese teclado didáctico tenía luces, las cuales las veía al tocar las teclas. Inconscientemente y en mi mundo, un día comencé a tocar melodías. Si no mal recuerdo, la primera que toqué fue la del cumpleaños feliz. Con el tiempo, mi familia me escuchó y se dio cuenta de lo que denominarían "Mi asombrosa habilidad para sacar canciones", que en realidad tiene un nombre más simple y científico, inclusive está en Google: "Oído absoluto".
Fui aprendiendo más melodías por mi cuenta, a jugar con ese teclado, y con el paso de los años, me di cuenta mi interés por la música, ya que a parte del teclado, me gustaba tocar otros instrumentos.
Cuando aquel teclado no me fue suficiente, supe que quería un teclado de verdad. Fue así como en la Navidad del 2009, llegó a mis manos el Yamaha PSR-E313, el cual cambió mi vida para siempre, y sin exagerar. Al desconocerlo, ese teclado me parecía increíble, era más grande que el de juguete (Pues tiene 5 octavas cuando el Casio tenía 32 teclas) y la música era diferente. Yo, inexperta en teclados (En marcas, modelos y accesorios que estos podrían traer) no era consciente del valor del mismo.
Comencé a aprender melodías del mismo Yamaha, y entre tantas cosas, aprendí a tocar el himno nacional argentino (Al menos su melodía porque los acordes no me los sé) y con orgullo, en las escuelas a las que iba, me pedían que tocara para alguna fecha patria. Y así lo hacía, con el mayor de los gustos, y los videntes, asombrados por la niña ciega con una increíble habilidad en la música. Con los años aprendí que eso se llamaba Oído absoluto, y aunque para los videntes era algo de otro planeta porque no estaban acostumbrados a tener un caso así, para los ciegos era algo mucho más naturalizado, y con el tiempo, así lo fue para mí.
Me tomó meses, inclusive varios años conocer completamente a mi teclado Yamaha. Primero conocí la función que cumplían casi todos los botones, y después, fui idealizando mejor las voces y las pistas que, años después, me servirían y mucho.
En 2013, mi hermano me abrió un canal en Youtube. Me simpatizó la idea de poder subir Cobers melódicos a dicha red. Y así comencé, primero con el himno nacional argentino, luego con otras melodías como la de Titanic, Bob Esponja, algunas canciones de K-Pop, por citar ejemplos.
Alguna vez, recuerdo haberme sentido extraña, como si algo o alguien me hubiera robado la energía y el entusiasmo por querer seguir tocando el teclado, aquí ya nos adentramos en un entorno más psíquico. Eso fue por 2014 o 2015, y si estaba en lo cierto con lo dicho anteriormente, casi inmediatamente supe quién fue el causante. Con meses volví a la música y manejé la paranoia, aunque incluso ahora, no bajo la guardia, porque así como había gente que admiraba mi talento, algunas de estas personas, en el fondo me envidiaron o tenían fines más oscuros para con mi talento.
Volví, junto con la composición de parodias, como Café con leche (La cucaracha) En el Word (El perdón, de Nicky Jam) Pancho Villa (Canción de la Intro de Bob Esponja) entre otras. En ese entonces, ya conocía muy bien al teclado y gracias a eso, aprendí a componer, al igual que a cantar.
En el 2018, conocí el modelo de mi Yamaha, nació MSG Studios, y junto con él, mi primera canción, sin ser una parodia: La mitad de mi vida eres tú, canción dedicada a ese mejor amigo musical que marcó mi vida para siempre. Esa canción también adquirió más significados en otros aspectos. Y luego, Contigo estaré, una Plena frustrada que compuse para mi hermano (Y digo Plena frustrada porque dicho ritmo de origen uruguayo, no lo trae mi teclado) pero terminó siendo una Salsa con estilo, y quedó bien al fin y al cabo.
También me di cuenta de mi pasión por el canto. Hasta ese entonces, mis dos maestros fueron el Autodidactismo y mi Teclado, pues creía que estaba bien así, y sin siquiera vocalizar. No lo veía de importancia en ese momento, hasta que con el tiempo me di cuenta de qué me perdía si no lo hacía. Esto se lo debo a una persona que me enseñó a vocalizar y me explicó de lo que sé sobre el canto. Gracias a esa persona, el canto vocalizar y cantar adquidieron más sentido para mí.
Y así comencé con mis primeras canciones, aunque luego me encontré con un lado de la música que no pensé que me perseguiría: El perfeccionismo de algunas personas, la indiferencia. Me considero con talento y estilo, es cierto que no seré la gran cantante, pero siento que mi talento pasa desapercibido por algunos rincones de la Internet. Concluí que prefiero que me digan "Melany, cantas para la mierda" (Suponiendo que así fuera) a pasar por ciudades en silencio.
Pese a estos desencuentros, la música me apasiona, y algún día, sólo Dios sabe cuándo y cómo se darán las circunstancias, alcanzaré mis sueños.