Texto publicado por Irene Azuaje
DE EGOS O DE PREJUICIOS
por Lehna Valduciel
Fotografía de la obra Bautismo de Cristo de Leonardo Da Vinci
Hace tiempo no divagaba por aquí, por razones que no vienen al caso en este momento. No obstante, hoy he estado pensando en un tema que me llamó la atención.
¿Son las personas con discapacidad excluidas del rol de padrinazgo o madrinazgo por tema de prejuicio hacia su discapacidad?
No, no es que tenga yo una mente retorcida y me la pase divagando con el dedo acusatorio listo para disparar. Sucede que en una plataforma de juegos para ciegos que muchos de vosotros conocéis, me entretuve leyendo un hilo que tocaba el tema.
En dicho hilo se observan diversas ideas y opiniones; sin embargo, creo que más allá de enfocarse solo en el supuesto prejuicio de la sociedad en contra de los ciegos, una pregunta interesante de responder sería:
¿Cuántas personas ciegas o con otras discapacidades están en realidad preparadas para asumir un padrinazgo?
¿Cuántas cumplen con los requisitos que exige la religión católica?
cierto es que por lo general, el padrinazgo o madrinazgo se suele ver y entender como algo protocolario. Pero hay unos requisitos a cumplir que exige la religión católica que podéis ver en el siguiente enlace:
¿Cuál es la función de un padrino?
En dicho artículo se menciona —y en teoría así se asume—,que es una posición de responsabilidad pues, se supone que además de la orientación religiosa, esta figura ha de hacerse cargo si los padres del menor fallecen.
¿Esto qué significa?
Pues que si los padres mueren, el menor debería pasar a cargo de la persona que asuma el rol de padrino o madrina.
¿Cuántas personas ciegas o con otras discapacidades pueden hacerse cargo de un menor en condiciones óptimas?
¿Cuántas son económicamente independientes?
¿Cuántas cuentan con la madurez emocional para hacerse cargo de la educación de un menor?
¿Ha de dejarse a cargo de una persona con discapacidad la responsabilidad de un menor si no cumple con los requisitos mínimos que garanticen su bienestar?
La pregunta clave ya la hago en la línea un poco más arriba y no ccreo que solo tenga que ver con un prejuicio excluyente.
Una persona cualquiera podría pensar que el menor puede resultar una carga para la persona con discapacidad y, siendo honestos, ¿en cuántos casos no sería así?
No digo que no exista en el mundo personas con discapacidad que puedan hacerse responsables de un menor; pero lo cierto es que el número es bastante bajo y, aunque alguno pueda argumentar que las personas con discapacidad tienen derecho a reproducirse como el resto, que tienen derecho a decidir sobre su sexualidad, incluso a adoptar, lo cierto es que muchas personas con discapacidad no cumplen con los requisitos mínimos necesarios para garantizar el bienestar de un menor y eso es una realidad, injusta o no, pero es así.
Alguno podría argumentar que bueno, en el fondo si algo pasa con los padres del menor siempre hay familiares que se hagan cargo, que la figura del padrino o la madrina es en extremo puntual, que muchas veces no hay una verdadera y tangible presencia de esta figura en la vida del menor y por tanto no implica una gran responsabilidad y sí, un larguísimo etcétera.
Si se argumenta de esta forma, ¿entonces por qué darse mala vida por no representar una figura decorativa?
No sé, pero hablando por mí, yo no me amargaría porque no se me tenga en cuenta para representar un papel en una ceremonia que en el fondo lo que termina siendo es un gasto para mi bolsillo y nada más; pero claro, esa soy yo que tiendo a ser un poquito de aquella manera.
¿Mi postura es a favor de la eugenesia?
No, pues yo no estoy promoviendo que se apliquen las leyes biológicas de la herencia mediante tratamientos genéticos para perfeccionar al ser humano.
Solo que tengo una posición menos romántica y más pragmática en relación al tema de la prevención de la discapacidad, pero es quizá, tema de otro estadio divagatorio.
No, no estoy queriendo decir que el prejuicio no exista; sí que existe. Pero quizá antes de señalar al otro de prejuicioso, no vendría mal preguntarnos:
¿En realidad puedo hacerme cargo de un menor si alguna cosa pasa con sus padres y no tiene más familia?
¿Puedo y quiero responsabilizarme de su orientación religiosa porque el menor es importante para mí, o lo que busco es cumplir con las convenciones estereotipadas de la sociedad a la que tanto critico por mi necesidad de sentir que me tienen en cuenta, de que pertenezco a algún grupo social?
Puede que la respuesta a esas preguntas os sorprenda un poco.
Comprendo que puede resultar desagradable y cruel, quizá; pero, si una persona con discapacidad no es solvente económicamente, no es lo bastante independiente, no tiene madurez emocional y en resumen muchas veces no puede hacerse cargo de sí misma por diversas circunstancias, no sé yo si debería plantearse que se le considere apto para un padrinazgo o madrinazgo, cuando lo más probable es que su realidad, su contexto influya más que la misma discapacidad al momento de tomar una decisión semejante.
Antes de que me saltéis a la yugular, leed bien que me refiero a ser aptos para ser padrino o madrina, aptos para asumir la responsabilidad de un menor con todo lo que esto conlleva, no aptos como ser humano, que ya os veo venir.
Teneis que comprender que unos padres buscarán siempre el bienestar de su hijo por encima de lo que piense cualquier mortal. Puede existir el prejuicio, pero pesa bastante más el instinto y creo que eso no es condenatorio en absoluto.
En otro sentido, no sé, pero creo yo que cada quien tiene derecho a elegir a quien escoge para una postura semejante y caer en el tema del prejuicio como primera opción no sé yo si no es más un tema de ego y de la costumbre de primero pensar que se nos excluye, antes de hacernos muchas preguntas que podrían aligerarnos la carga emocional de no ser seleccionados por encima del resto —deslastrarse de pesos innecesarios que le llaman—.
Que hay quien no quiere los ciegos ni la ceguera, pues sí y puede ser chocante, pero forma parte de una realidad que va a tardar tiempo en cambiar, si cambia y que, en mi opinión no debería hacer que nos cuestionemos tanto sobre nuestras capacidades como seres humanos.
Creo que hay que empezar a aceptar que la inclusión de las personas con discapacidad en la sociedad no implica el hecho de no ser rechazadas en el contexto que sea, porque a personas sin discapacidad se les rechaza y se les excluye también; solo que como estas no tienen discapacidad resulta menos dramático, trágico y cuestionable.
¿Estoy a favor de los prejuicios?
Desde luego que no; estoy a favor de que a las personas con discapacidad se les comience a enseñar que el rechazo existe y que no hay por qué hacer una tragedia de ello. Que se les enseñe a minimizar las expectativas respecto de los demás, para que comiencen a ser más realistas y más tolerantes a la frustración.
Estoy a favor de educar y de trabajar en función de minimizar los prejuicios, pero no solo hacia la discapacidad, sino en términos generales para que algún día pueda alcanzarse una verdadera tolerancia y respeto a las diferencias del otro, así como el fortalecimiento del respeto y amor propio. Un equilibrio en relación con las necesidades de todos los individuos, no solo de aquellos que por una u otra razón se consideren vulnerables.
Retomando el hilo de ladivagación decir que, creo que otra pregunta interesante a responderse es, ¿si tuviese un hijo, preferiría padrinos ciegos o con otras discapacidades, o escogería padrinos sin discapacidad? Pero responderos con honestidad intentando dejar de lado lo políticamente correcto, ¿eh?
Puede que más de uno de vosotros descubráis que las personas sin discapacidad no son las únicas prejuiciosas, porque tener una discapacidad no nos exime de tener prejuicios; pero de eso puede que también divague en otro momento.
Es entendible que si no se nos tiene en cuenta nunca para este tipo de roles, haya cierto malestar y se tenga la duda de hasta qué punto la discapacidad influye, pero desde luego, girar en torno siempre al mismo tema no es para nada sano y solo termina convirtiéndose en un sabotaje constante a la autoestima y la confianza en sí mismo.
Desde mi punto de vista el problema es que asumimos que se trata de nosotros y no tenemos en cuenta que este tipo de cosas va del bienestar del menor y de la tranquilidad de los padres, no de nosotros y de cómo nos sentimos; y es por ello que me inclino a pensar que muchos de estos temas a veces van más del ego de la persona con discapacidad que del malvado prejuicioso que señalamos del otro lado; porque sí, las personas con discapacidad, con todo y su vulnerabilidad, pueden llegar a ser lo bastante egocéntricas; al punto de sentir que todo ha de girar en torno a ellos para bien o para mal; que todo gira en torno a su discapacidad.
El problema del ego es que si es demasiado grande, puede obnubilarnos el razonamiento y si a eso le sumamos el victimismo asociado al tema del prejuicio, la ignorancia de quien tiene arraigado el prejuicio si es que existe y el reforzamiento de que siempre está el prejuicio por delante, resulta más difícil mirar ciertos temas con una perspectiva que se aproxime a lo objetivo y no a lo subjetivo.
Para finalizar decir que como siempre, la intención de estas divagaciones, además de deshacerme de tantos pensamientos es, ofreceros puntos de vistas y perspectivas diferentes; no haceros cambiar de opinión si no os apetece cambiar vuestra forma de pensar.
Lo he dicho antes y lo repito, todo el mundo tiene derecho a pensar lo que quiera y nadie tiene la potestad de cercenar o influir en esa libertad.
Como recomendación final, solo me resta invitaros a haceros preguntas, a apartaros un poco del dar por sentado que todo va de la mano del prejuicio hacia vuestra discapacidad; que os sinceréis porque del conocimiento íntimo es que puede comenzar a construirse un camino de vivencias más satisfactorias.
Empezad a creeros personas de valor, de aporte y creeros también que quien os hace a un lado se pierde una experiencia maravillosa y que vosotros ganais espacio para albergar en vuestros corazones —y vuestras vidas— a gente que os aporte y no que os reste.
Gracias a todos por estar ahí, os abrazo grande y fuerte.
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Lehna Valduciel | 29/11/2018 en 10:36 | Etiquetas: Discapacidad, Ego, Prejuicios, Religión, Sociedad | Categorías: Bitácora de Anécdotas y Reflexiones | URL: https://wp.me/p4Osgg-fG