Texto publicado por Irene Azuaje

¿CIEGOS, AJENOS A LOS PREJUICIOS?

por Lehna Valduciel
Fotografía de un paisaje otoñal al atardecerImagen libre de derechos

Hoy voy a divagar en torno a algo que llevo meses pensando, debido a la cantidad de oportunidades en que he escuchado —y leído— frases del tipo:

“La vista está sobrevalorada”.
“Quienes ven no son capaces de apreciar lo que no depende del sentido de la vista”.
“La ceguera nos libera del prejuicio en relación a lo físico”.
“Los ciegos juzgamos a las personas por cómo son, no por cómo se ven.”
“Al carecer del sentido de la vista, los ciegos apreciamos, valoramos y entendemos las cosas que el ojo no capta.”
“Quienes ven están más pendientes de lo externo que de lo interno, propio o ajeno”.
“Los ciegos podemos prestar atención a una conversación sin la distracción de lo visual, porque tenemos los oídos entrenados para escuchar hasta 3 conversaciones a la vez.”
“Quienes ven solo se basan en lo que ofrece el entorno visual, mientras que los ciegos nos basamos en mucho más.”
Podría sumarle ítems a la lista, pero ya son algo más específicos y no planteados como generalizaciones; son las frases del tipo:

“yo soy capaz de caminar sin ver, sin temor a estamparme porque me guio por la información del oído y del olfato”.
“Yo puedo sentir hasta el sonido de la sombra de una pared.”
Abriendo un pequeño paréntesis antes de continuar, me gustaría incluir la definición del término prejuicio que ofrece la RAE:
Prejuicio: Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca dealgo que se conoce mal.

Teniendo clara la definición, la pregunta que no puede faltar:

¿Son las personas con discapacidad visual, ajenas a tener prejuicios?

Pues no sé qué pensaréis muchos de vosotros, pero desde hace rato tengo para mí que no.
Hasta el momento no pillo el objetivo de algunas personas ciegas en sublimar la ceguera, en querer convencer al mundo de que son felices, de que la ceguera es un estadio ventajoso de la vida que hace que los ciegos seamos personas menos frívolas, más profundas, totalmente espirituales.

"Nada nos engaña tanto como nuestro propio juicio". Leonardo Da Vinci.

¿Por qué esa necesidad de querer convencer al mundo de que la ceguera o la baja visión no es una limitación? Si en el fondo os pensáis que hacéis un bien, me temo que no estáis enterados del mundo de los videntes, por llamarle de alguna forma.

Una cosa es, que como ciegos no nos dejemos frenar por el hecho de no ver, o por lo que otros crean debemos hacer con nuestra vida; y una muy diferente es seguir argumentando que la ceguera no es una limitación.

"Es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas". Mariano José de Lara.

Tópico o no, pareciera que esa frase cobra mucha vigencia entre una cantidad no despreciable de ciegos. Y es que parece que muchos no os queréis enterar de que, en el fondo, no sabéis de cómo es la vida con el sentido de la vista y la juzgáis muy a la ligera. Hacéis afirmaciones sobre los videntes, su forma de interpretar lo que los rodea, su forma de ver la vida, de interactuar con los demás y luego os quejáis de que quienes ven, hagan juicios sobre la ceguera y los ciegos.

"¿A qué vienen esas generalizaciones? Quién eres tú y quién soy yo es lo que importa". Agathe Bonitzer - Tal Levine, Una botella en el mar de Gaza.

Es como si no os dierais cuenta, de que con esas frases que soltáis así, como si fuese una gran maravilla, entráis en generalizaciones, caéis en lo mismo que le criticáis a los que ven.
Como si por ser ciegos y compensar la ausencia del sentido de la vista con los cuatro sentidos restantes, estuvieseis en una posición privilegiada respecto del resto de personas que cuentan con sus cinco sentidos. Como si lo hicieseis por escogencia y no porque es la única forma de equiparar la ausencia tangible de uno de vuestros sentidos.

Desconozco si lo que suele decirse en muchos artículos es 100 % cierto, en cuanto a que a través del sentido de la vista se obtiene de un 75 % a un 80 % de información y que el 50 % de la actividad del cerebro se encarga de procesar información visual. Si esto llega a ser cierto, ¿en serio creéis que la valoración del sentido de la vista se ciñe solo a algo cultural y que en el fondo está sobrevalorado?

Sí, podemos realizar muchas actividades con nuestros cuatro sentidos restantes y sí, con accesibilidad universal podemos tener calidad de vida y tenemos equiparación de oportunidades. Pero desde luego no estamos en una posición ventajosa respecto de quien ve, ni somos —por el hecho de ser ciegos—, personas más profundas, más espirituales, menos prejuiciosas y menos frívolas.

“Los sentidos son nuestro puente entre lo incomprensible y comprensible”. August Macke.

A diferencia de lo que muchos de vosotros podáis creer, entre los videntes hay la suficiente diversidad como para que el estereotipo que os habéis implantado como generalización se cumpla en el 100 % de los casos. Entre quienes ven —y hablo con propiedad porque he visto el doble de tiempo del que llevo ciega—, hay personas que son capaces de apreciar lo visual, pero también el contexto auditivo y el cinestésico, incluso en ocasiones hay un canal sensorial preferente para interpretar la información que se recibe del entorno aunque se sea una persona con visión perfecta; pero yendo un poco más allá, hay algunos estudios que demuestran que el aprendizaje más eficiente se obtiene cuando en las metodologías de enseñanza se contemplan todos los canales sensoriales y no solo el preferente con lo que, no sé yo si en el fondo se deba seguir sustentando el argumento de que quienes ven solo aprecian la información visual.

En un artículo sobre neuroeducación, incluso hablan del mito sobre los canales preferentes en el proceso de aprendizaje y concluyen lo inconveniente de etiquetar a los alumnos según esta preferencia.

Si en temas de aprendizaje que es un contexto básico para todo ser humano se ha demostrado que aún teniendo los cinco sentidos y un canal sensorial preferente las personas utilizamos diversos canales según el contexto y la información a procesar, ¿qué os hace creer que podéis limitar a quienes ven en el resto de contextos de la vida?

El mundo es visual, sí. Pero eso no tiene nada que ver con la clase de personas que habitan en él.

La calidad humana, la personalidad, los valores, la gestión emocional no son aspectos que estén ligados de forma directa al canal sensorial preferente de un individuo; tampoco tienen nada que ver con la cantidad de sentidos de que disponga.

Retomando el Ilo de la divagación, os pregunto:

¿cuántos de vosotros no preguntáis aspectos relacionados a la apariencia de la persona que os atrae?

¿Cuántos incluso no preguntáis sobre cómo quienes os rodean van vestidos, incluso cuántos no se acercan a tocar la ropa del otro coleguita ciego que está en la misma reunión que vosotros? —que conste, eso me lo comentó alguien ciego—.

¿cuántos no preguntáis sobre el color de la ropa que os ponéis, si las prendas combinan?

¿Cuántas de vosotras no cuidáis vuestra apariencia, os maquilláis, vais a la estética y demás porque os gusta veros bien y no solo por cumplir la exigencia social?

Vamos, sinceraos que eso no duele demasiado. Luego analizad si todavía podéis seguir argumentando y afirmando que los ciegos no estáis pendientes de lo visual porque importa más lo interno, lo auditivo, lo olfativo y lo táctil.

Sí, hay personas que ven que se fijan en la apariencia y en lo visual; que son superficiales y frívolas. Pero también hay personas —en las que me incluyo por haber sido del gremio de visión normal— que son capaces de apreciar el aroma de las flores, de un buen perfume. El trinar de los pájaros, el rumor del mar al chocar en la orilla. El ruido de las gotas de lluvia golpeando en la ventana; el aroma a café y tierra mojada. El calor del sol rozándoles la piel. La voz de la persona que aman, la suavidad de su piel o la firmeza de sus abrazos; la sutileza de sus besos y sus caricias.

Poniéndome como ejemplo, durante mis 28 años viendo el mundo que me rodea y teniendo una memoria visual —que aún puedo utilizar con bastante eficiencia—, para mí el tacto, lo auditivo y lo olfativo siempre tuvieron una gran importancia y a según qué contexto, no se hallaban por debajo de mi memoria y apreciación visual.

Sin ir más lejos, si solo importa lo visual para quienes ven, ¿por qué mejorar los sistemas y equipos de sonido, por qué se premian las bandas sonoras en las películas, por qué se crean perfumes, y tantísimos productos con aromas variados, para suavizar la piel?

Si lo único que quienes ven valoran es lo visual, por qué crear fibras textiles diversas, por qué tener calefacción o aires acondicionados, ¿por qué estudiar para ser chef o sumiller?

No os sigáis creyendo los únicos capaces de apreciar el mundo desde los detalles no visuales, porque eso no es cierto. Dejad de creeros más especiales y únicos que los videntes, basándoos en la imposibilidad de distraeros con lo visual, porque lo que hace especiales y únicas a las personas no tiene nada que ver con los sentidos que puede o no utilizar para interpretar el mundo que les rodea; lo que hace especial y única a una persona son otros rasgos que, de paso, entran en un nivel demasiado amplio y subjetivo como para encasillarlos en una lista de ítems.

Dejad también de creeros trascendentes a la frivolidad, porque os guste más o os guste menos, entre ciegos también hay personas frívolas, incluso personas malvadas, aunque ninguno de vosotros tengáis los cojones de admitirlo porque pensáis que los trapos sucios del colectivo es mejor que se mantengan bajo la cama, pero luego sí que os quejáis de que la imagen que se maneja del ciego es el angelito impoluto que no rompe un plato.

Si en serio queréis cambiar la realidad actual de cómo la sociedad interpreta la vida con discapacidad visual, dejad de generalizar de esta forma, porque los estereotipos positivos no ayudan a que se nos vea con naturalidad como se haría con cualquier hijo de vecino.

Si alguno de vosotros puede caminar por la calle sin el temor de estamparse, yo lo felicito, pero no digáis que todos los ciegos sienten de la misma forma o adoptan la misma actitud.

Si cualquiera de vosotros es capaz de escuchar el sonido de la sombra de una pared, no solo os felicito, os propongo que enseñéis a otros ciegos a hacer lo mismo. No sé cuál sea la utilidad, pero desde luego tiene que ser la hostia poder hacer eso.

Y si alguno de vosotros puede prestar atención a varias conversaciones o diferentes estímulos a la vez, preguntaos si en lugar de ser a causa de vuestra ceguera y vuestro super sentido de la audición, no será más bien por hiperprosexia; y ojito con eso, que más allá de parecer muy ventajoso, puede estar relacionado con ser depresivo, obsesivo o hipocondríaco.

Para finalizar la larga perorata de hoy, solo deciros que puede ser estupendo hablar desde nuestra experiencia para desmitificar; que también es genial querer cambiar la percepción que se tiene respecto de que la ceguera es una tragedia que impide alcanzar estadios de felicidad y plenitud.

Lo que a mi forma de entender las cosas no resulta tan estupendo, es hacerlo a través de generalizaciones, de prejuicios, de vender una imagen de héroe o heroína a través de un estereotipo positivo que se aleja bastante de la realidad con la que viven muchos ciegos y personas con baja visión.

Lo que me parece aún peor es que lo hagáis afirmando cosas que en el fondo desconocéis; más aún cuando vuestro contexto os lleva a interactuar muy poco con personas que ven. Os lo digo así, porque las personas ciegas que conozco que interactúan frecuentemente con personas que ven, no hacen el mismo tipo de comentarios y afirmaciones que han dado pie a esta divagación. Y es que no sé si es que no os dais cuenta, pero termináis haciendo lo que tanto le criticáis a la sociedad —ya lo comenté más arriba—.

Haber tenido algunas experiencias negativas interactuando con personas que ven no es suficiente como para que podáis juzgar lo visual y a quienes ven de la forma en que muchos lo hacéis. Por supuesto que podéis opinar, que podéis decir que os basáis en vuestra experiencia. Otra cosa es que afirméis ciertas cosas tan categóricamente, como si fueseis dueños de la verdad absoluta de lo que implica vivir con los cinco sentidos —que de facto desconocéis si habéis nacido ciegos—.

Cuando muchos de vosotros afirmáis que una persona que ve no puede ponerse en vuestros zapatos y entender el mundo como vosotros lo hacéis solo cerrando los ojos, es cuando más mostráis lo poco que entendéis de cómo funcionan e interpretan las personas que ven el mundo que les rodea; cómo valoran sus sensaciones o la ausencia de estas.

De paso os digo que si creéis que es así, dejad de hacer los dichosos cursos y talleres de sensibilización porque en ellos lo más que se hace es decir que cierren los ojos, o colocarles un antifaz para privarles del sentido de la vista el tiempo que dure el taller y no veo yo el sentido de todo eso, si en el fondo lo que se piensa es que un individuo que ve no puede alcanzar la suficiente comprensión y empatizar con la realidad de los ciegos a través de la supresión del sentido de la vista.

Si a lo que os referís es que una persona que ve no logra dimensionar en su totalidad la realidad de un ciego, lleváis algo de razón. Cuando uno ve, no se pregunta —ni se plantea— nada que tenga que ver con la ceguera, hasta que no se tiene contacto con alguien ciego. No obstante, yo conozco más de una persona que, tan solo al irse la luz por la noche, sí que comprende muchas cosas; incluso algunos llegan a valorar mucho mejor el esfuerzo que hacemos quienes no vemos para vivir nuestra vida con toda la naturalidad que nos sea posible.

A modo de información, deciros que cuando alguien que ve os hace referencia a que es una pena que no podáis ver, que no podáis disfrutar de muchas cosas, no lo hace porque quiera daros por culo, porque quiera tocaros las narices, o porque os tenga lástima. Lo hace porque es la más pura verdad. Hay mucho que ver y disfrutar con el sentido de la vista y eso es un hecho —aunque algunos prefiráis pensar que no es así—.

Una lluvia de estrellas cruzando el firmamento; la luna llena iluminando la noche cundida de estrellas, regalándole su reflejo al mar. La neblina rodeando la montaña. El sol brillando sobre la copa de un árbol. Los colores del otoño, de las flores, de un amanecer o un atardecer. Y así, un sinfín de detalles que en ocasiones no pueden describirse con palabras.

Por supuesto, no ver no implica que una persona ciega no pueda disfrutar de su vida; tampoco implica que quien ve tenga forzosamente que teneros lástima a vosotros como individuos. Solo habla desde su experiencia y desde la valoración del mundo que le rodea. Y aunque penséis que solo lo hacen en función de la vista, os puedo decir que cuando uno cuenta con sus cinco sentidos, lamenta por igual si alguien en la vida se ve obligado a vivir sin alguno de ellos; si se ve imposibilitado de disfrutar alguno de los considerados placeres de la vida. No es un misterio, es así de simple, porque, aunque a muchos os parezca difícil de creer, una gran cantidad de comentarios no se hacen pensando como primera instancia en la ceguera, se hacen pensando en el placer y la satisfacción.

Empezad a creer que para que se os reconozca como personas que sois, como ciudadanos; para que la ceguera comience a entenderse como una diferencia, como parte de la diversidad, no hace falta sublimar nada; no es necesario sobredimensionar vuestras capacidades, ni frivolizar las de los demás. No necesitais compararos ni para bien, ni para mal con quienes ven. Lo primero y más fundamental es ser como sois, aceptando vuestras virtudes y vuestros defectos con naturalidad, ni más ni menos.,

Gracias a todos por estar allí, os abrazo grande y fuerte.

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Lehna Valduciel | 01/12/2018 en 17:09 | Etiquetas: Cceguera, Discapacidad, Prejuicios, Visión | Categorías: Bitácora de Anécdotas y Reflexiones | URL: https://wp.me/p4Osgg-fJ