Texto publicado por TifloFernando
¡Elogio del Resfriado!...(UltimaPublicaciondelAño2018)(Paraunmomentodedescanso)
Muy buenas amigos y amigas lectores y lectoras habituales de mis Publicaciones en BlindWorlds:
¡tac, -tac, tac; - ¿se puede?!.
¡Bienvenidos y Bienvenidas a mi ULTIMA Publicacion del Año 2018!
-entrad, sentáos y disfrutad de la lectura...
- ¿Os apetece un cafecito virtual MIENTRAS Leéis?...
- Os invito.
Deseo que disfrutéis con la lectura de estas mal hilvanadas palabras...¡¡¡Pero escritas con gran cariño!!!.
Y volvemos otro año más a algo típico de estas fechas, cercanas a la Navidad...
En el lugar de trabajo, en el Bar o la Cafetería, por la calle, en cualquier reunión de amigos y hasta en la Radio o en algunos Programas de TV; Nos espera el Concierto anual:
Estornudos, toses variadas, sonoras sonadas de nariz, ojos enrojecidos y lacrimosos, afonías, dolores de cabeza, dolores en todas las articulaciones del cuerpo, malestar general...
sí, habéis acertado: ¡El RESFRIADO COMUN! o los ¡Procesos GRIPALES!...Como el año anterior, o el anterior o el de cuando éramos pequeños.
Pero lo que de seguro habéis leído en pocas ocasiones es un Artículo que redacte un Médico Psiquiatra con el siguiente título:
"¡Elogio del resfriado!"
Como hace en su Blog "neurociencia neurocultura", el Dr. Francisco Traver Torras; Psiquiatra.
Muy pocas veces tenemos la Oportunidad de leer un Artículo firmado por un prestigioso Médico Psiquiatra, reflexionando y elogiando al Resfriado, como en este brillante Artículo.
Como me ha gustado mucho lo expuesto por el Dr. Traver, lo comparto con vosotros al final de esta Introducción mía habitual en mis Publicaciones.
En primer lugar habría que centrar el problema "griperil anual" y saber de lo que voy a tratar...
Me he basado para introducir el problema de cada Invierno, en un Texto extractado del "Blog de un bioquímico".
Con simpleza y magistralmente, Sergio Pomares (Licenciado en Biología y con posterioridad en Bioquímica) nos explica lo siguiente...
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«Y con el invierno llegan los catarros
En pleno invierno muchos de vosotros o gente que nos rodea estará afectado por el famoso catarro o resfriado común. Esto no es más que un enfermedad muy leve del sistema respiratorio, y que suele ser infecciosa, porque cuando alguien se pone enfermo a los pocos días tendrás esos mismos síntomas.
Y los culpables de esto son dos virus cuyos protagonistas son el rinovirus y el coronavirus.
¿Qué síntomas tiene?
Los síntomas que provoca el resfriado común ya los conocéis: estornudos, dolor de cabeza, mucosidad excesiva, congestión nasal, ojos llorosos y esa molesta tos seca que irrita tu pobre garganta (e irrita también a todo el que tengas a tu alrededor).
¿Qué remedio hay para curarlo?
Lo primero que hay que dejar claro es que al tratarse de un virus, queda prohibido el uso de antibióticos, simplemente porque no funcionan.
¡Los antibióticos solo matan bacterias, no virus! Lo único que puedes ganar tomándolos es una resistencia bacteriana.
Para el resfriado común no hay ningún remedio de curación rápida, sólo puedes calmar esos síntomas molestos, porque el único que puede eliminar el virus de tu organismo es tu sistema inmunitario. Por lo general tardas unos 7 días en curarte, así que no te desesperes.»
Extractado del:
Blog de un bioquímico
Un lugar donde divulgar la ciencia...
Blog personal de Sergio Pomares; Me licencié en Biología en la Universidad de Alicante en el año 2010 y en Bioquímica en la Universidad en el año 2012.
Con este blog quiero llegar a la gente con cosas sencillas que ocurren en nuestro entorno, mezclando con temas más complejos.
Y con el invierno llegan los catarros
Por Sergio Pomares en Biología, Inmunología.
3 de enero de 2014.
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Es que en el momento tan acelerado y Tecnológico que vivimos, se nos ha olvidado que somos SERES VIVOS, todos deseamos la "Píldora Mágica" capaz de curar todas nuestras dolencias...
Y lo que es más grave aún, no dejamos a nuestro Organismo que reaccione él solito a las agresiones, por mínimas que éstas sean.
En el Artículo que os ofrezco al final de esta Publicación, lo expresa perfectamente el Dr. Traver de la siguiente manera:
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«Si no consiguen "llevársenos" por delante las enfermedades agudas son muy beneficiosas para la salud a largo plazo de los humanos, tanto es así que cuando faltan, echamos mano de ellas para que salgan en nuestro auxilio y las inventamos o nos las autoprovocamos.
La enfermedad aguda es una bifurcación, una oportunidad de cambio, pero con una condición: tiene que ser lo suficientemente intensa para comprometer el estado general hasta tal punto que sea necesario guardar cama, retirarse de las ocupaciones habituales y exonerar liquidos, calor, fluidos, materia fecal y energía.
Sin esta exoneración o purgación biologica ninguna enfermedad aguda pasa de ser una reagudización de uns sistema crónico que se mantiene en anergia, una forma de hiporeactividad estable que es la madre de todas las enfermedades graves.
Una buena salud no es pues la ausencia de enfermedad sino la emergencia de vez en cuando de una enfermedad aguda que no debe suprimirse del todo dejándola evolucionar segun los planes de la vida.-Paco Traver-»
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Me pregunto: ¿No "podemos permitirnos" el pasar un Resfriado común tomando cosas calentitas y haciendo reposo?, Como nos decían nuestros Mayores...Aunque ahora sea yo uno de ellos.
Rotundamente: ¡No!
Estamos tan condicionados por la Publicidad, que al menor estornudo, tomamos cualquiera de los "potingues" que nos ofrecen en los Medios de Comunicación o bien lo que nos ofrecen amigos y conocidos.
A este respecto, os dejo con lo que opina el Dr. Manuel Romera, extractado de un Artículo publicado en su Blog: Ilustración Médica":
"Anuncios pagados por virus"
Hoy por hoy tras leer el Artículo del Dr. Romera, tengo que concluir que:
¡Si yo fuera un Virus, pagaría también a las Multinacionales para que anunciaran antigripales y otras "maravillas" para luchar contra el Resfriado Común!
¿Os imagináis la inmensa cantidad de dolares (En nuestra Comunidad Europea; Euros) que eso genera?...¡De verdad se me escapan las Cifras millonarias!
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«Todos nos tomamos nuestro frenadol cuando estamos moqueando y con malestar y, la verdad, se agradece su ayuda para pasar los malos días del catarro. Ahora bien, me parece que la aproximación que hacen las agencias publicitarias roza la irresponsabilidad. Paso a exponerlo.
1- Si yo fuera virus financiaría esa publicidad
Clásicamente los comerciales de antigripales han vendido el bienestar físico secundario al alivio sintomático: la descongestión, mejoría de la tos, alivio de la cefalea y las mialgias… Pero se ve que eso no es suficiente. Para ganarle a la competencia hay que ofrecer más: una existencia normal y plena a pesar de tener un rinovirus replicándose en la mucosa respiratoria.
Así, gracias al preparado de turno, el enfermo podrá irse de pesca al río, podrá tirar rumbo a la montaña nevada con los esquís en el techo del coche, podrá cumplir con el torneo de paintball, podrá cantar y bailar, correr y jugar; todo ello en compañía de sus hijos, familiares o la patota de amigos.
¿Y qué tiene esto de malo? ¡Parece cojonudo! El problema es que esa normalización de la actividad del enfermo atenta contra dos principios básicos del cuidado del catarro: el oportuno reposo y, muy especialmente, el aislamiento relativo que tan necesario es para que el individuo infecto no esparza sus miasmas víricas sobre sus prójimos.
Por eso, si yo fuera un rinovirus estaría encantado de esa publicidad que invita a contagiar la enfermedad indiscriminadamente bajo la falsa seguridad de sentirse bien y mantener contacto con los demás durante el período contagioso. Es magnífico para el negocio… del virus.
Tómate un ‘catharrhinol’ y haz tus actividades como si nada, no importa que por tu culpa se contagie un puñado de inocentes.
2- Durante el catarro sea considerado con los demás
Los virus del resfriado común y de la gripe se transmiten a través de las secreciones nasales y faríngeas, sea por contacto directo, a través de manos impregnadas de mocos, de los objetos que tocan estas manos y, más relevante aún, mediante partículas en aerosol expelidas durante los estornudos, la tos y el resoplón nasal. Esas gotitas aéreas son respiradas por la persona sana, o bien el incauto se lleva sus manos contaminadas a su mucosa óculo-rino-oral y así el virus entra en contacto con el epitelio respiratorio donde anida y se multiplica. Tras un par de días de incubación aparecerán los síntomas.
Por ello, si usted está resfriado, tenga cuidado con la diseminación de sus humores nasales, tápese el hocico para estornudar o toser —no sé a qué edad aprenden los niños este importante gesto—, lávese las manos con frecuencia o use esos geles alcohólicos desinfectantes, evite el contacto innecesario con otras personas que no tienen culpa de sus males.
Sana envidia me dan los japoneses, que usan mascarillas cuando están acatarrados por respeto y consideración a los demás, para limitar el contagio en sus atiborrados medios de transporte público.
Cómo actúan los virus respiratorios
Los resfriados comunes están causados principalmente por rinovirus y coronavirus; son las infecciones víricas más frecuentes del humano. La gripe, en cambio, está ocasionada por virus influenza o parainfluenza y ocasiona cuadros más serios. Otros virus que afectan la vía aérea son el sincitial respiratorio, adenovirus y algunos enterovirus como el Coxsackie.
Los rinovirus son una familia grande, con más de cien serotipos y fácil mutabilidad de sus epítopos inmunogénicos, por ello no es factible formular una vacuna adecuada contra los catarros humanos. Algo parecido ocurre con el virus gripal, de modo que las vacunas que se ponen cada año son “aproximadas” en relación con el virus de la temporada.
Los viriones del rinovirus se adhieren a moléculas específicas de la superficie epitelial, por ejemplo ICAM1, y son engullidos por la célula mediante endocitosis. Dentro de la célula epitelial el virus despliega su kit de proteínas para escapar de la vesícula endocítica y replicar su ARN mediante su propia polimerasa. Usa la maquinaria ribosomal del hospedador para generar las proteínas que ensamblarán nuevas copias virales y así puede expandirse la infección a células vecinas.
La diseminación hemática de los viriones —viremia— no es muy relevante en el caso de los rinovirus, aunque se ha relacionado con cuadros de mayor gravedad. En cambio, en la patogenia de la influenza y los adenovirus sí ocurre viremia (dos, de hecho) y ello influye en la intensidad de sus cuadros clínicos.
La respuesta inmunológica armada para eliminar las partículas virales y las células infectadas en la principal responsable de los síntomas. La vasodilatación y la hipersecreción mucosa que obstruyen las fosas y las ponen a gotear, el combinado de citoquinas responsables del malestar general y la fiebre (sobre todo INF, IL-1 y TNF, de hecho los pacientes que reciben INFa para tratar otras enfermedades pueden sufrir un cuadro pseudogripal como efecto secundario).
Tratamiento de elección: «agua y ajo»
No se emplean antivirales para limitar la replicación de rinovirus ni coronavirus, pues no son eficaces y lo limitado de la enfermedad no lo justifica. La enfermedad dura entre 3 y 7 días si no se trata, y entre 3 y 7 días si se prescribe cualquier tratamiento. Por ello toca «agua y ajo», expresión apocopada para indicar que hay resignarse a aguantarse y a joderse durante esa semanita.
Reposo y mucho líquido, como siempre, y una caja de clínex. Sobre el resto de tratamientos probados, que han sido muchísimos, no hay evidencia que apoye firmemente el uso de casi ninguno. A pesar de lo frecuente de esta enfermedad los ensayos clínicos controlados son complicados, dada la variabilidad de los agentes causales y de la respuesta inmunológica de los pacientes, dados los factores de confusión y sesgos al analizar los datos, y dado que casi todo lo probado puede tener un efecto placebo subyacente. Podéis mirar unas revisiones en CMAJ. 2014;186:190 y en Am Fam Physician 2013;88.
Las megadosis de vitamina C no previenen ni curan los catarros. La vitamina D podría reducir el riesgo de pillarlos, pero la evidencia es muy endeble (además, hay que considerar el riesgo de hipervitaminosis). Los suplementos orales de zinc sí podrían reducir el número y duración de los resfríos, al menos en niños, que es donde se ha ensayado.
Ni el ginseng, ni la Echinacea, ni el ajo, ni el vaporub, ni los probióticos actimélicos, ni los hiebajos con cagarros tradicionales chinos, ni ¡claro que no! los azucarillos homeopáticos han demostrado ningún beneficio que justifique su uso.
Tomar ‘oscillococcinum‘ y esas homeobobadas es tirar el dinero… en el bolsillo del imperio Boiron.
El paracetamol y el ibuprofeno sí funcionan para aminorar los síntomas generales. Los antihistamínicos solos no ofrecen beneficio, pero van mejor en combinación con paracetamol o AINEs. El ipratropio intranasal, un anticolinérgico, mejora la congestión nasal en niños y, quizás, la tos.
En cuanto a los cócteles tipo bisolgripfrenadoldesenfriolcouldinapharmagripfluimucil, éstos incluyen de dos a cinco componentes, para escoger.
Los principales ingredientes son:
• Analgésico-antipirético: normalmente paracetamol o ácido acetilsalicílico. Alivian el dolor corporal, la cefalea, el malestar y la fiebre.
• Antihistamínico: de los antiguos, tipo clorfeniramina o bromfeniramina. Pueden contribuir a la descongestión nasal y a reducir estornudos. Como suelen dar sueño ayudan a dormir mejor.
• Vasoconstrictor: como fenilefrina, pseudoefedrina o cafeína. Se supone que reducen la congestión de las mucosas.
• Antitusígenos: habitualmente dextrometorfano.
• Mucolíticos: acetilcisteína, ambroxol, bromhexina. Se indican cuando hay congestión mucosa bronquial, aunque su eficacia se discute.
• Chucherías: algunos de estos brebajes incluyen vitamina C, para que no se diga.
Lo dicho, los antigripales ayudan a pasarlo mejor, nada más.
Moco verde ? antibiótico
La peor de las cagadas que se perpetran en el curso de un vil catarro es terminar tomando algún antibiótico. En ese terrible error caemos médicos, farmaceutas y la propia gente. Los virus se pasan los antibióticos por el parrús, de modo que su administración sólo afecta a la microbiota (alias flora) del individuo, en el mejor de los casos, y en el peor ayuda a generar resistencias bacterianas, y de eso ya tenemos un problemón encima.
En la fase de recuperación de un catarro pueda haber una condensación del moco nasal y bronquial, que se torna espeso y verdosín, pero ello no es secreción mucopurulenta ni indicativo de sobreinfección bacteriana. También en el transcurso del resfrío puede aparecer dolor de oído o síntomas de sinusopatía, pero secundarios a alteración de la ventilación de las cavidades paranasales y timpánica por la inflamación de la mucosa rinofaríngea, no por sobreinfección bacteriana. Por lo general esos síntomas se resuelven con paciencia y sin antibióticos.
A un médico con buen juicio clínico no le costará determinar cuándo una faringitis, otitis o sinusitis puede ser realmente de origen bacteriano. Quizás la infección por Mycoplasma pneumoniae sea la que más se acerque a los síntomas respiratorios y generales de una influenza.
Debe desestimarse, pues, la prescripción alegre de antibióticos, incluidos esos modernos macrólidos de dosis cortas. Hay algunos estudios que indican que estos macrólidos pueden reducir la invasión de las células epiteliales respiratorias por rinovirus, pero son ensayos in vitro o en bronconeumópatas crónicos. Actualmente sólo se recomienda considerar la adición de antibiótico al tratamiento de catarros complicados en pacientes con bronconeumopatía crónica, fibrosis quística o exacerbaciones asmáticas serias. Si usted está sano no haga el canelo y evite tomarse un placebo tan caro y serio.
En resumen, no haga caso a la publicidad de combinados antigripales y no se vaya de aventura por el mundo, quédese en su casa y descanse un par de días, si puede, y si tiene que ir al curro e interactuar con terceros, mantenga sus manos limpias, cubra su morro para toser o estornudar y haga lo posible para no obsequiarle el virus a sus amigos.
Blog de WordPress.com.»
Texto extraído del Blog:
Ilustración Médica
(https://ilustracionmedica.wordpress.com/2017/01/11/anuncios-pagados-por-...)
Anuncios pagados por virus
Por Manuel Romera
11 de enero de 2017.
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Y después de todas mis consideraciones anteriores sobre nuestro "Resfriado de cada año", que acercándose estas fechas Navideñas suelo exponer en esta Red Social Blind Worlds...
Al menos mientras no me visite el alemán ese que suele esconder las cosas y que "pierda" la cabeza. y Dios me lo permita, por supuesto...¡Con gran cariño lo continuaré haciendo.
Termino diciendo lo que suelo poner en mi última Publicación: ¡Para meditar un Ratejo!
Por supuesto ya voy sintiendo las primeras "señales" de la Navidad, tan entrañable para mí y desearía que así fuera para todos vosotros, y que como invidente domparto la siguiente Frase:
"Las únicas personas realmente ciegas en la época de Navidad son las que no tienen la Navidad en su corazón".-Helen Keller-
Reciban un cariñoso saludo del casi terminado año 2017 de TifloFernando.
"Estamos en vísperas de Navidad, y de usted depende que estas Navidades le traigan alegrías o penas".-Henrik johan Ibsen-
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Elogio del resfriado
Por Paco Traver
Publicado en enero 31, 2009
Tenia 24 años y acababa de entrar a trabajar como médico interno en el Hospital en el que aun sigo trabajando después de múltiples idas y venidas.
Vivía alli en una especie de pisito aledaño donde comiamos, dormiamos y nos distraíamos los médicos internos cuando no estábamos de guardia o de servicio matutino. Allí fue donde pillé unas anginas de aquellas de antes, con pus, disfagia, fiebre alta de casi 40 grados y ese trancazo que caracteriza a las enfermedades agudas y que no te deja otra alternativa más que permanecer -hipocráticamente- en la cama. Cada uno de los compañeros que entraban de guardia venian a visitarme y me recetaban antibióticos, primero de forma oral, más tarde y en vista de que mis anginas parecian resisitir todos los ataques de esos ejercitos antibióticos pasaron a mayores y me pusieron penicilina benzatina, aquellas inyecciones dolorosísimas conocidas como Benzetacil.
Pasó una semana y mis anginas no remitían de manera que una monjita -la que se encargaba de traernos la comida- me miró con cara de pena y me anunció que daría parte (antes se deba parte de todo) all Dr Tal, que era el jefe de servicio de Otorinolaringologia: se trataba de uno de aquellos médicos antiguos que pasaban visita con monja y palangana incluidas y que iban armados de unos de aquellos espejos frontales con los que exploraban las faringes ajenas. El Dr me abrió la boca con aquellos aparatos metálicos y despues de dejarlo en la palangana de la monja adjunta, dijo: “este chico ya está bien, que suspenda los antibióticos”.
Me quedé de una pieza porque yo no me sentía en absoluto bien, pero entendí que aquel hombre habia visto en mi faringe algun signo reconocible de que mi enfermedad estaba en resolución. “Que tome zumo de naranja” -añadió- a modo de despedida.
Y las monjas me lo trajeron, ese dia y al siguiente y al otro.
Al dia siguiente mis anginas se tornaron del color rosado de la carne y aquellos velos blanquecinos que las recubrieron durante una semana desaparecieron. El otorrino tenia razón, yo ya estaba curado sólo que no lo sabia.
Y nunca más volvi a tener anginas, lo que significa que aquel dia acabó mi adolescencia, aquel dia dejé de reaccionar como hacen los niños ante los gérmenes (al menos los niños de antes), aquel dia perdí mi reactividad infantil.
Y no quiero decir que no haya vuelto a tener enfermedades febriles pero todas han sido pequeñas bromas si las comparamos con aquel episodio. Cierto es que he tenido gripes, faringitis, resfriados vulgares, sinusitis, otitis, foliculitis y cosas asi, pero ninguna de estas enfermedades logró mantenerme una semana en cama, ninguna elevó el termómetro hasta los 40 º y ninguna parecía ser tan resistente a los antibióticos como aquel episodio de anginas.
Se trataba de enfermedades light, enfermedades como de broma, enfermedades de adulto.
A los 40 años aproximadamente comencé con una rinitis que arrastraba durante cierto tiempo hasta que un amigo mio alergólogo me hizo las pruebas pertinentes y me anunció que era alérgico a los ácaros. Yo no sabia ni una palabra de esos bichejos pero siempre me extrañó que un hombre que habia sido criado enmedio de ranas, culebras, perros, gatos, galiinas, cerdos, polvo y anguilas pudiera tener alergia a los ácaros. Pero acaté las ordenes de mi amigo alergólogo y me tomé los antihistaminicos que me prescribió. Noté cierta mejoria durante algun tiempo, aunque pronto cai en la cuenta de que mis episodios de estornudos, mocos y obturación nasal nada tenian que ver con los ciclos sexuales del susodicho ácaro sino que iban y venian al azar. Al principio mi rinitis era primaveral pero hoy es todo el año, asi que un buen dia abandoné los antihistaminicos y me puse a pensar acerca de qué es eso de la cronicidad.
Cuando era estudiante de medicina la teoria al uso era que la cronicidad procedía del mal tratamiento de una enfermedad aguda. Y seguramente esto es cierto en las enfermedades traumáticas o en otras, pero no en las infecciosas o en aquellas donde nuestro sistema inmune se encuentra comprometido. En realidad la enfermedad crónica no está traduciendo un mal tratamiento de la enfermedad aguda sino que aparece precisamente porque las enfermedades agudas han desaparecido.
Y no quiero decir que unas vengan a ocupar el nicho ecológico que dejaron las otras, sino que unas aparecen precisamente porque las otras han desaparecido, lo que viene a decir que las enfermedades agudas protegen de alguna forma de las crónicas.
Y esto es lo que estamos viendo los médicos de hoy: las enfermedades crónicas aparecen aun en ausencia de enfermedad aguda. Diriase que una vez que hemos liquidado casi todas las enfermedades agudas lo que nos queda es lidiar con las secuelas de la desaparición de las enfermedades agudas: una gran contradicción.
¿Pero existe hoy algún niño que tenga anginas como aquellas de antes?...
Pues claro que no, los niños y los adolescentes de hoy hacen directamente una bronquiolitis o una neumonía sin pasar por las domésticas anginas. Es seguro que aun existen enfermedades agudas pero representan enfermedades más graves de las que padeciamos los niños en los años 50. Y aqui parece existir una gran paradoja:
¿cómo es posible que las enfermedades banales hayan desaparecido dejando paso a enfermedades crónicas y a enfermedades agudas mas graves e incluso exóticas?...
¿Por qué ha sucedido esto?...
Les contestaré a esta pregunta con otra: ¿qué se hizo del sarampión, de la roseola, de la varicela, de la difteria?...
Dicen algunos optimistas que estas enfermedades han sido erradicadas, pero no es cierto: lo que ha sucedido es que estas enfermedades han sido reducidas a una expresión sintomática banal, se manifiestan sin fiebre y casi sin exantemas y pasan así desapercibidas dejando a nuestro sistema inmune en paro ya desde la más tierna infancia. Son los efectos secundarios de las vacunas, es decir de esa forma tan industrial de liquidar y suprimir síntomas de enfermedades que carecen de importancia.
Y aquí esta la clave: la palabra “supresión”.
Pues suprimir algo (síntomas agudos) tiene efectos secundarios a largo plazo
Es verdad que algunas enfermedades agudas por si mismas pueden terminar con la vida de una persona, pero no todas las enfermedades agudas tienen la suficiente virulencia para hacerlo.
Una enfermedad aguda es una oportunidad para que el organismo se limpie, se depure y se resetee como hacemos de vez en cuando con nuestro ordenador.
Mis anginas de los 24 años estaban marcando una transición de fase, estaba estrenando mi primer trabajo como médico, aquellas anginas representaban mi iniciación en el mundo adulto y trataba de liquidar todas las toxinas de las que necesitaba desprenderme para adentrarme en una nueva fase, aquella enfermedad me estaba tratando de enseñar algo y aprendi la lección, aunque un poco más tarde:
mi cuerpo trataba de decirme, “hasta aqui hemos llegado amigo”, ahora debes reciclar todas tus células, muchas deben morir.
Mis bienintencionados compañeros trataban de enmudecer aquel discurso improvisado con antibióticos pero mi cuerpo se negó a escucharles y solo calló cuando terminó con su proceso de cambio. Sufrí durante una semana a pesar de los antibióticos y menos mal que a nadie se le ocurrió cambiarme el antibiótico a uno de esos de amplio espectro, el estropicio hubiera sido mayor. Sólo el Dr Tal pareció entender que aquel proceso febril representaba la fase de curación de una enfermedad y que habia que dejar que el cuerpo trabajara a sus anchas. Su intervención por si misma me liberó de un trabajo adicional: al dia siguiente estaba en pie sin fiebre aunque muy debilitado por el proceso.
En realidad casi no recordamos que las enfermedades tienen dos fases: una simpática y otra parasimpática. Y que están justificados determinados tratamientos según nos encontremos en una fase o en otra, por ejemplo dar antibióticos durante la fase parasimpaticomimetica es un error porque el organismo ya está en fase de resolución. Las fases son reconocibles por sus efectos y sintomas acompañantes, durante la fase simpática estamos excitados, dormimos mal, no tenemos apenas hambre y notamos los primeros sintomas del trancazo en cuestión. Durante la segunda fase estamos sedados, con mas apetito, dormimos demasiado y ya apenas tenemos síntomas claros.
Como mi supuesta rinitis alérgica: ¿Existe alguna relación entre mi alergia a los ácaros y mis resfriados anteriores tratados con antibioticos?...
Claro que sí: a mayor intensidad de la enfermedades agudas disminuye la posibilidad de desarrollar enfermedades crónicas. Es evidente que suprimir las enfermedades agudas de los niños propicia una mayor incidencia de enfermedades crónicas como la alergia y otras.
En realidad la alergia a los ácaros es un epifenómeno no causal de algo interior que se está cociendo en nuestro sistema inmune y que tiene que ver con su incompetencia.
El problema no está en los ácaros sino en nuestros linfocitos destinados a producir citoquinas con tal de establecer los limites de nuestra identidad. Pues eso es precisamente nuestro sistema inmune: un sistema de reconocimiento, un Yo auxiliar que viene a determinar qué es Yo y qué es no- Yo.
No es de extrañar que en ausencia de cosas mejores que hacer nuestras células destinadas a la defensa se distraigan cazando células propias y atacando a los mastocitos de nuestra nariz con tal de hacerla producir más histamina, la responsable del moqueo.
Las enfermedades agudas son pues beneficiosas para estimular nuestro sistema inmune si somos capaces de mantener ese delicado equilibrio entre la hiperergia (simpaticotonia) y la anergia (vagotonia) a la que parecen condenados nuestros niños de hoy a causa de las vacunaciones masivas, los abusos de los antibióticos y de los antitérmicos y tratamientos sintomáticos, por no hablar de la dieta y del estrés, otros de los agentes implicados en una mala respuesta inmune.
Si no consiguen "llevársenos" por delante las enfermedades agudas son muy beneficiosas para la salud a largo plazo de los humanos, tanto es así que cuando faltan, echamos mano de ellas para que salgan en nuestro auxilio y las inventamos o nos las autoprovocamos.
La enfermedad aguda es una bifurcación, una oportunidad de cambio, pero con una condición: tiene que ser lo suficientemente intensa para comprometer el estado general hasta tal punto que sea necesario guardar cama, retirarse de las ocupaciones habituales y exonerar liquidos, calor, fluidos, materia fecal y energía.
Sin esta exoneración o purgación biologica ninguna enfermedad aguda pasa de ser una reagudización de uns sistema crónico que se mantiene en anergia, una forma de hiporeactividad estable que es la madre de todas las enfermedades graves.
Una buena salud no es pues la ausencia de enfermedad sino la emergencia de vez en cuando de una enfermedad aguda que no debe suprimirse del todo dejándola evolucionar segun los planes de la vida.
Es algo bien conocido desde la antiguedad. El unico psiquiatra que ha recibido el premio nobel de medicina fue Wagner Von Jauregg y lo recibió despues de descubrir que la inoculación de la malaria mejoraba la paralisis general, más tarde la esquizofrenia.
Después la cosa se refinó un poco sustituyendo la inocoulación de la malaria por los comas diabeticos causados por la insulina y ya más recientemente Cerletti i Bini sustituyeron los comas -siempre peligrosos- por las convulsiones causadas por la corriente eléctrica más conocida hoy como electrochoque.
Sin embargo estas técnicas tienen mala prensa y ya no se usan en nuestro repertorio terapéutico salvando las pocas indicaciones de los electrochoques que se han conservado casi en formol para los casos de melancolia graves y resistentes a los antidepresivos y causando además interminables discusiones tanto en el seno de la psiquiatría como en el público en general.
Es verdad que estas técnicas no son resolutivas y que una gran cantidad de pacientes vuelven a recaer pero tambien es verdad que nadie hasta la fecha ha relacionado estas intervenciones cruentas con la inoculación de un proceso agudo en el devenir crónico de un enfermo hiporeactivo y anérgico que no responde a los fármacos, ni enferma jamás de otra cosa salvo de esa terrible enfermedad crónica que arrastra como un fardo y que le impide enfermar de otra cosa.
Ni siquiera anginas tienen los pobres esquizofrénicos crónicos por no hablar de lo que pasa a la mayor parte de la gente cuando abandona la juventud.
Efectivamente nos hacemos todos anérgicos, hiporeactivos y tenemos una menor tendencia a tener fiebres, a reaccionar con pus ante una infección o con exantemas, diarreas o mocos. En lugar de eso las personas de nuestro entorno enferman de psoriasis, enfermedades autoinmunes como la colitis ulcerosa, hacen cánceres diversos o sufren de fatiga crónica, una forma de decir que llevan muchos años sin unas buenas anginas como aquellas que me impulsaron a mi hacia el mundo de los adultos.
Como puede observarse en el esquema extraido de las ideas de Hamer las enfermedades atraviesan dos estadíos segun predomine el simpático o el parasimpático en su evolución, a veces este tránsito se realiza sin novedad pero cuando la fase simpática ha sido débil o no ha durado lo suficiente lo usual es que la evolución se detenga en el estadio parasimpático, de ahi es dificil salir y hace falta una convulsión que en el esquema aparece como crisis epileptica o epileptoide. Toda cronicidad se desarrolla sobre un predominio parasimpático, en una especie de impasse donde el sistema es incapaz de impulsarse hacia una nueva reactividad que resetee a cero el sistema biológico que mantiene la enfermedad.
Y escribo este post desde un resfriado que arrastro ya durante varios dias: tanto moco ha salido de mi nariz que podria haber llenado varias palanganas, y no he suprimido mis sintomas salvo un dia que tuve que dar una conferencia y que pagué bien caro con un episodio de “mente en blanco” a media charla aunque -eso si- he usado cientos de kleenex.
Y los que me quedan.
Esta entrada fue publicada en: cancer, ciencia, evolución, psicofarmacos, psiquiatría.
Etiquetas: esquizofrenia, medicina, neurociencias.
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Texto extraído del Blog:
neurociencia neurocultura
Blog personal de Francisco Traver Torras; Psiquiatra.
Una fusión de saberes, la piedra rosetta entre la ciencia y las humanidades...
Elogio del resfriado
Por Paco Traver
Publicado en enero 31, 2009.
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