Texto publicado por Irene Azuaje

Los límites en los hijos pequeños y adolescentes.

Por Bernardo Stamateas . Para LA NACION.

A. La niñez
La niñez es una etapa maravillosa y es tarea nuestra, como adultos, acompañarla y guiarla a fin de asegurarles a los niños años plenos de felicidad. Dicha etapa abarca entre los 0 y los 12 años, aproximadamente.

¿Cuál es el trabajo del niño?

Jugar y estudiar.

En esta instancia que estamos desarrollando, el concepto que está en juego es el de padres como cuidadores y, por eso, es fundamental ponerles límites a nuestros hijos. Algunas ideas al respecto:

"Sí" y "no": No debería ser ni todo "sí", ni todo "no". Debe existir un balance. De ese modo, el niño podrá construir una estima segura
Ser coherentes y evitar decir "no porque no": Tampoco festejamos la transgresión
Ser ejemplo: Los padres somos prisioneros de las conductas que deseamos enseñarles a nuestros hijos. La paternidad dura las 24 horas del día, toda la vida. El límite que fijemos tiene que ser visible también con nuestras acciones. Si yo no le permito a mi hijo salir y tomar alcohol, no puedo tomar yo tampoco
Ampliar la responsabilidad: Los límites son móviles; no son iguales a los cuatro años que a los seis o a los doce. Debemos ampliar el campo de responsabilidades que les otorgamos a los hijos. Por ejemplo: darles la llave de casa

¿Qué no es el límite?

Ciertas conductas o actos de algunos padres parecen límites pero no lo son:

Gritar
Pegar
Sentirse culpable
Sobreproteger (no es límite sino miedo)
Pelear con los hijos

Si el papá de un niño de ocho años se enoja y deja de hablarle, el problema aquí no es del hijo sino del adulto. Un adulto físico-emocional no puede pelearse con un menor porque obviamente le ganará en todo. Solo está aplicando un castigo; no existe una pelea donde se disputa algo con el otro.

¿Cómo podemos desarrollar sus capacidades en la niñez?

Fundamentalmente, estimulándolos. Hablando bien del colegio al que concurren les estamos enseñando a sociabilizar.

¿Cuál es la diferencia entre cuidar y controlar?

El objetivo. Cuidar es controlar algunas cosas con el objetivo de ayudarlos a lograr autocontrol y libertad. Mientras que controlar tiene el objetivo de dominar, no de brindarles libertad.

Cuando hay cuidado, el adulto dice y hace algo y se corre de escena. Por ejemplo, le enseña al hijo que al levantarse, hay que bañarse para que, al no estar presente, él pueda hacerlo solo. Es importante que haya ensayo y error. Yo puedo estar atento a un horario, para saber si lo cumple o no, pero con el tiempo el control es cada vez menor. Se lo digo, se lo recuerdo y luego dejo de decirlo y compruebo que todo va bien. Si lo siguiera controlando, debería decírselo hasta los veinte años y, de esta forma, no le permitiría crecer. El control no incentiva la responsabilidad.

B. La adolescencia
Luego pasamos a otra etapa importante en la vida de nuestros hijos: la adolescencia en la que, aunque parezca que ya no nos necesitan, siguen pidiendo que estemos allí pero de una manera distinta a la de cuando eran pequeños. Esta etapa comprende aproximadamente desde los 13 hasta los 25 años.

¿Qué debemos hacer los padres en este tiempo?

Es una etapa de plena construcción de su identidad. Esto comenzó en la infancia pero es ahora cuando pisan el acelerador y, en su agenda, hay dos temas pendientes a resolver: la pareja y la vocación. Es por ello que durante estos años necesitamos ayudarlos a "historizarse". Como ellos viven en un eterno presente, somos nosotros quienes debemos introducirlos en el futuro reflexivamente. Así los ayudamos a construir su individualidad. El adolescente siempre busca diferenciarse para poder ingresar en el mundo adulto. Esto lo hará a través de:

Preferencias: Ya sea por la visión positiva ("Me gustan los Beatles como a vos"); o por la negativa ("No me gusta tu música, es muy mala"). Se conecta a través de la queja.
Actividades propias: Que pueda hacer por él mismo para sentir que es adulto.
Un espacio personal y privado: Su individualidad aumenta su espacio privado. Es por eso que, en este tiempo, no habla mucho y no cuenta nada personal.

¿Qué cosas no deberíamos hacer los padres con los adolescentes?

Jamás ridiculizarlos: "¡Dale, miedoso, animate!"
No sobreprotegerlos ni querer hacer todo por ellos
No transmitirles nuestros miedos
No convertirlos en nuestros confesores, ni nuestros amigos, ni nuestros socios, ni nuestros psicólogos

Para nuestros hijos, a esta edad, es tan perjudicial decirles a todo que sí como a todo que no. Si les imponemos demasiados límites, no podrán crecer y se convertirán en "adolescentes niños". Si no establecemos ningún límite, no podrán historizarse y reconocer las consecuencias de sus acciones. Entender que las acciones tienen consecuencias es la mejor forma de aprender. Una constante sin respiro en esta época es el "tire y afloje". El adolescente siempre tratará de traspasar los límites, pues es un gran demandante. La consecuencia del mal manejo de los límites afectará todos los ámbitos de su vida. Por ejemplo, al formar pareja no podrá asumir un compromiso y solo procurará obtener una satisfacción personal.

El adolescente pretende ser distinto de sus padres. Lo ideal es enseñarles que no debe ser distinto sino tener una actitud distinta, lo cual implica elegir. El joven no se diferencia de los adultos por vocación sino por elección.

Como padres, asumamos la tarea de supervisar el crecimiento de nuestros hijos. Es un proceso tanto de control como de cuidado, donde soltamos, aflojamos y retenemos sistemáticamente. Para ello, necesitamos ser sabios para saber cuándo realizar cada movimiento.

El límite no limita, libera. Permite construir seguridad y autoestima. Permite "guardar el sí y el no" interiormente y luego poder usarlos para decirle sí a lo bueno y no a lo malo.

Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a Bernardoresponde [arroba] gmail [dot] com