Texto publicado por Irene Azuaje

CIEGOS INADAPTADOS: ¿RIESGO POTENCIAL CONTRA LA INCLUSIÓN?

por Lehna Valduciel
Fotografía de un Dragón de ComodoDragón de Comodo, venenoso y vulnerable a la vez. Imagen libre de derechos.

“En un mundo de apariencias, lo que importa no es lo que se es, sino lo que se muestra, no son las consecuencias lejanas de nuestros actos, sino los resultados inmediatos y aparentes. Ésa es la razón mayor que explica la trivialización de la perversión: en todos los ámbitos, se consolida la tendencia a tratar al otro como un objeto del que uno se sirve mientras sea útil, y que se desecha cuando ya no interesa.” Marie-France Hirigoyen, Las Nuevas Soledades.

Me ha tomado un buen tiempo decidirme a divagar sobre un tema que sí que he mencionado en otras entradas, pero que, no me había animado a tocar porque no quisiera alentar el hecho de que quienes se sientan identificados con lo que pueda plantear aquí, se sientan en extremo importantes y que eso, de manera inevitable, conlleve a una exacerbación de ciertas conductas QUE PUDIESEN TENER EFECTOS SIGNIFICATIVOS SOBRE OTRAS PERSONAS.

¿Qué me ha hecho cambiar de idea?

Que en el fondo, escriba lo que escriba, haga lo que haga, piense lo que piense, la verdad es que no tengo ningún control sobre lo que otros hagan, crean o piensen, por lo que me libero de la preocupación que me tenía algo frenada para escribir sobre los ciegos inadaptados; y porque además, creo que es hora de dejar de lanzar bajo el tapete, bajo la cama o bajo el sofá, ciertos trapitos inmundos que se van viendo con más frecuencia en la interacción social con personas ciegas y que bajo mi perspectiva, afectan de manera notable la inclusión de este colectivo en la sociedad.

A pesar de que leyendo algunos trabajos sobre inadaptación social he visto que algún autor hace la distinción entre personas con discapacidad y quienes no la tienen, creo que, seguir excluyendo a ciertos grupos sociales en función de su condición de discapacidad es un error que debería evitarse en lo posible, al menos si se pretende ver a quien tiene una discapacidad como un individuo y no como un minusválido.

Desde luego, no soy —ni pretendo ser— experta en sociología ni psicología. Aquí yo solo vierto mis pensamientos y mis opiniones, ni más ni menos; pero en acuerdo con la frase de Hirigoyen que abre esta divagación, me parece que se trivializa demasiado esa forma perversa de interacción que tenéis algunos de vosotros con vuestros colegas ciegos y quién sabe si con otros individuos sin discapacidad.

Es como si por el hecho de ser ciegos no fueseis capaces de cargaros una vajilla entera con todo y mobiliario; y perdonad mi franqueza, pero yo al menos no probaría la hipótesis de la resistencia de ciertos objetos ante la furia ciegueril, ¿eh?

Bromas aparte, jamás he visto —ni considerado— a las personas ciegas como ángeles impolutos incapaces de adoptar conductas y comportamientos inapropiados, incluso incapaces de delinquir.

En sintonía con Hirigoyen, soy consciente —por haberlo visto de forma reiterada— que algunos ciegos sois capaces de aprovecharos de los demás de forma flagrante, premeditada y que de paso, algunos aparentáis no sentir ni culpa, ni remordimiento. Lo planteo así, porque no puedo afirmar lo que muchos sentís cuando abusáis de otras personas de la forma en que lo hacéis.

Es cierto que se tiende a pensar que los inadaptados sociales sólo son aquellos individuos que rompen la ley una y otra vez. No obstante, cuando se comienza a leer sobre el tema, se van viendo muchas de las aristas que hacen que este asunto resulte tan espinoso de tratar y que, termine hiriendo susceptibilidades dentro y fuera del colectivo, porque ya sabéis, el síndrome del dedillo apuntador no escasea y solo se suele ver en un sentido: el del otro lado, no el propio Además de que el síndrome del angelito impoluto sigue muy arraigado en la sociedad.

“Muchas personas tienen una magnífica opinión de sí mismas, no son capaces de verse ciertos defectos; a veces son graves, pero siempre ocurre que los defectos propios que no nos vemos son justamente los que más condenamos en los demás”. Enrique Barrios, Ami, Regresa.

Pensando en la frase anterior, no puedo dejar de mirarme y preguntarme si en algún momento de mi vida he tenido un comportamiento que rompa las pautas establecidas como aceptables dentro de la sociedad y lo he negado de forma descarada; termino respondiéndome que no, que tiendo a ser irreverente sobre todo al divagar, pero que en el fondo ni condeno ni exculpo a nadie y que procuro conocer muy bien a mis demonios y acepto la oscuridad que forma parte de mí.

Con las ideas claras de que lo que pretendo con mis divagaciones es exponer al debate y la reflexión temas de los que nadie quiere hablar, continúo con el hilo de esta divagación y os pregunto:

¿en serio creéis que los ciegos no podéis tener conductas propias de individuos inadaptados?

Os enumero algunas cosas que he podido observar en diferentes individuos (hombres y mujeres) y luego vosotros sacad vuestras conclusiones; pero como os he dicho otras veces, hacedlo con sinceridad, que eso no duele demasiado.

Intimidación Y HOSTIGAMIENTO al otro.
Hostilidad gratuita.
Difamación.
Agresión física ante una provocación verbal.
Acoso, ciberacoso, bullying.
Violación de la privacidad.
Trato cruel.
Fomento del odio y la discriminación.
Mentiras, estafas.
Violencia sicológica y de género.
En la lista anterior no hay delitos expuestos de forma explícita; pero os aseguro que en más de un país de quienes os animéis a leer el resto de esta entrada, varias de esas conductas han sido tipificadas bajo alguna ley y os aseguro también que en dichas leyes existen sanciones de tipo penal, no solo civiles o tributarias para quien viole la ley.

Sí, tengo muy claro que muchas de esas leyes no se cumplen; que muchas personas no se animan a denunciar y que, cuando sí se animan, muchas veces o no se hace nada, o el alcance de la ley no es internacional y quien comete el delito queda impune para seguir haciendo lo que le salga del forro, lo que no implica que haya que guardar silencio eterno y no señalar a quienes adoptan conductas inapropiadas, cometan delito o no.

Sé que muchos de vosotros cuando leáis pensareis que los ciegos que más muestran este tipo de conducta son chavales, adolescentes o adultos muy jóvenes y que es mejor pasar, no darles importancia; que seguro es tema de inmadurez, de educación, de llamar la atención.

Os pregunto:

¿Creéis que porque no veáis la basura que tenéis bajo la cama esta deja de existir?

Si os habéis respondido, entonces sabréis que sí que se puede pasar un ratito de la basura bajo la cama, pero que tarde o temprano o la limpiáis, o vuestra habitación se volverá una porqueriza.

El problema con pasar en todo momento de quienes son un verdadero incordio, es la normalización. De tanto pasar de los chavales así —sean chicos o chicas—, es que comienza a verse como algo normal y entonces el asunto no se ataca.

Sí, en ocasiones estos chavales maduran y su conducta cambia; el problema es cuando estos chavales alcanzan la mayoría de edad y siguen igual de inadaptados, causando problemas de toda índole.

¿Sabéis que pasa?

Que no todo ocurre por falta de educación. Hay chavales ciegos que tienen trastornos de personalidad y problemas psicoemocionales bastante serios. Sí, algunas veces solo es ganas de llamar la atención; pero otras tantas, son en realidad una conducta socialmente inadaptada o psicopática, la cual es un trastorno del comportamiento, que muchas veces —no todas— se diagnostica en la infancia, y que se caracteriza por comportamientos antisociales que violan los derechos de los demás, las normas y reglas sociales apropiadas.

¿A que esto de violar los derechos de los demás os suena familiar?

Siguiendo con el hilo de esta perorata, destacar que muchas otras veces no son una conducta antisocial exclusiva, sino que son producto de la presencia de uno o más trastornos de personalidad, que por estar siempre dejando pasar todo cuanto acontece, no se detectan de forma apropiada. Si buscáis información sobre el tema, veréis que hay una lista de signos y síntomas de este tipo de conductas y que, no hace falta presentarlos todos para que se considere que el individuo tiene una conducta antisocial o sicopática; tampoco es imposible presentar varios trastornos de personalidad a la vez. Si os interesa conocer más en detalle de qué va este asunto, os invito a visitar un artículo sobre los trastornos de personalidad según el DMS IV; seguro os sorprenderéis reconociendo las actitudes de más de una persona de estas que uno se cruza en el colectivo, sea de forma virtual o en la realidad. Incluso es posible —si sois honestos con vosotros mismos— que os sintáis identificados con ciertas actitudes puntuales, pero que, desde luego en vosotros, si no tenéis algún trastorno, no serán persistentes a lo largo del tiempo.

Alguno de vosotros os estaréis diciendo: “yo no tengo que volverme la conciencia de nadie; cada quien que se busque la vida y que si tiene que ir a terapia se pague su siquiatra”.

Lo he escrito otras veces y lo reitero: quien quiera adoptar una posición individualista respecto del colectivo de los ciegos está en todo su derecho y no seré yo quien lo juzgue. Yo solo me pregunto: si la posición asumida es esa, ¿por qué o para qué os quejáis de la peña?

Porque no sé si no os habéis percatado, pero muchos de vosotros, sobre todo quienes más os quejáis de lo mal que está la peña, sois los que muchas veces mostráis estas mismas conductas. Quizá de forma más aislada o solapada, pero las mostráis.

Puede pareceros una mariconez—uy que se me ofende el personal—, una estupidez hablar de este tema; pero os digo que no lo es tanto, cuando investigando caéis en cuenta de la cantidad de delitos que cometéis los ciegos con estas conductas y no pasa nada en absoluto.

Es como si por el hecho de ser delitos menores, delitos que no se conocen, no pasase nada. Incluso a veces me he llegado a preguntar si es que como os agredís entre vosotros y sois cegatos, a fin de cuentas, no hay problema, todo queda en familia.

¿Pasaría lo mismo si la conducta inapropiada o la agresión proviniese de alguien sin discapacidad?

Algo me dice que no. Que si cualquier hijo de vecino se atreviese a entrar en alguna red social, o incluso en la plataforma de juegos que la mayoría conocéis y se pusiese a insultaros, a hostigaros, a acosaros, intimidaros, difamaros, amenazaros y el largo etcétera de cosas que he leído en mensajes que me han hecho llegar con contenido de este estilo, las cosas no pasarían por debajo de la mesa Y, ni hablar si se atreviesen a haceros cosas que —me han contado personas ciegas—, hacéis en persona algunos ciegos valiéndoos de vuestra ceguera; os aseguro que ese hijo de vecino empezaría a dormir en un calabozo, o tendría una medida de alejamiento en un santiamén, —porque no, ir metiendo mano, tocando tetas, culos, pollas y chochos porque sois cieguecillos y no veis, no es algo bien aceptado, por si estabais con el pendiente y no, no es gracioso—. La verdad, solo he visto este tipo de conductas en personas con trastornos mentales serios.

Si alguno por casualidad os repetís que eso solo ocurre en las quedadas, reuniones y convivencias de ciegos y os queréis engañar diciendo que eso con gente de fuera del colectivo no ocurre, en cierta forma dais peso a lo que os dije más arriba y en mi opinión, no es admisible.

Si quienes cometéis este tipo de conductas pensáis que está bien hacerlo con los colegas, ¿cómo pretendéis que desde fuera del colectivo se os respete como personas?

Si quienes sois testigos os reís y os parece gracioso y aprobáis que dentro del colectivo se haga, ¿cómo esperáis y exigís respeto de la sociedad?

Ojito que me refiero a todo tipo de conducta inapropiada, no solo a la mano curiosa del conocimiento anatómico de la especie, ¿eh?

Cualquiera de las dos posturas me parece, por decir lo menos, un ejemplo de caradurismo sin igual. Todavía más si por casualidad censuráis este tipo de cosas en quienes no tienen discapacidad, pero pensáis en ser permisivos y tolerantes con los coleguitas ciegos porque claro, la solidaridad por delante.

Qizá alguno de vosotros lleguéis a pensar que un error lo comete cualquiera; que cuando se es un chaval se actúa por impulso y de forma irreflexiva; que todos merecemos una segunda oportunidad.

Eso es válido hasta cierto punto, pero todo tiene que tener un límite, porque si no, es una sinvergüenzura perenne.

Vamos, que se peca por acción, pero también por omisión.

Finalizando el divague —que os aburrís en extremo—, una cosa es meter la pata una vez, darse cuenta y retractarse, aprender y buscar no cometer la misma acción; otra cosa es, cuando quienes tenéis este tipo de conductas, tomáis eso de la segunda oportunidad y el perdón como un axioma y os burláis de la buena fe del otro, una y otra y otra vez.

Para quien no le haya quedado claro, si os comportáis como unos inadaptados de forma persistente, no podéis pretender pedir perdón de forma persistente y que siempre se os perdone; las personas tienen el derecho y el deber para consigo de poner límites, ¿se entiende?

Podéis intentar haceros los desentendidos, victimizaros preguntándoos por qué el otro os manda a la mierda harto de vuestras faltas —el autoengaño es casi constitucional a nivel mundial— y, lo más seguro es que terminéis culpando al otro; sin embargo, quien en realidad tiene el problema sois vosotros. Por falta de educación, de atención paterna o institucional; por problemas psicoemocionales; pero el problema es vuestro y si no hacéis nada al respecto os termináis convirtiendo en un obstáculo que afecta al colectivo, porque para mayor tristeza, el alcance de vuestras acciones no siempre se ciñe a vosotros como individuos.

Quienes pertenecemos a colectivos minoritarios nos vemos forzados a enfrentar muchas dificultades y barreras y, aunque lo ideal es que se comprenda que entre los individuos existe diversidad, esto no es algo que se entienda de forma indefectible, por lo que la generalización nos aguarda a la vuelta de la esquina; sin mencionar lo perjudicial que pueden resultar las consecuencias de esas conductas inapropiadas sobre otros individuos del colectivo y sobre la imagen general que se tiene en la sociedad del ciego a mediano y largo plazo.

Cierro invitándoos a reflexionar un poco. No se trata de que os volváis verdugos inquisidores, amargados, faltos de humor, intransigentes, intolerantes o puritanos. Se trata de saber estar y convivir; que comprendáis que parte del proceso de inclusión depende de vosotros —nosotros, me incluyo—, de forma individual y colectiva. Si estais en una etapa difícil, si sois capaces de daros cuenta de que vuestra forma de comportaros es un problema que os perjudica de manera notable y no sois capaces de hacer cambios por decisión propia, buscad ayuda profesional.

Para quienes formais parte del entorno de estas personas inadaptadas —seais ciegos o no—, deciros que, siendo permisivos ante ciertas conductas, lo único que lográis es difundir el pensamiento de que el ciego no es capaz de incluirse en la sociedad, que ha de estar entre iguales y que, por tanto, cualquier esfuerzo que se haga en función de la inclusión es en vano; inútil. La edad, la falta de educación, incluso el tener problemas de personalidad no puede ser la excusa para pasar en todo momento y no hacer notar lo que resulta a todas luces un problema.

Aunque entre personas que no tienen discapacidad esto también ocurre, que entre personas fuera del colectivo haya problemas de conducta, no debería ser la justificación constante para que dentro del colectivo no se pongan reparos. Al menos así lo entiendo yo, sobre todo si se pretende formar parte de la sociedad. Aunque creáis lo contrario, la permisividad no ayuda a la persona ciega a estar bien, a crecer o a incluirse. Entiendo que no es fácil dilucidar cuándo hay que tomar medidas, pero creo que no me equivoco al deciros que no hacer nada al respecto no es la mejor opción, mucho menos si esa conducta conlleva asociada la comisión de un delito. Recordad que el desconocimiento de la ley no os exime de su cumplimiento.

Gracias a todos por estar allí, os abrazo grande y fuerte.

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Lehna Valduciel | 12/12/2018 en 18:06 | Etiquetas: Ceguera, Conductas, Delitos, Discapacidad, Inclusión, Sociedad | Categorías: Bitácora de Anécdotas y Reflexiones | URL: https://wp.me/p4Osgg-fR