Texto publicado por TTS Fer
Nota: esta publicación fue revisada por su autor hace 5 años.
My house, my sweet home.
En el año 1995, mis padres habían adquirido un apartamento situado en un edificio de Larrea, entre Independencia y Catamarca, en el séptimo piso de dicho edificio. Yo nací, y saliendo mi mamá conmigo del hospital, esa casa me dio la bienvenida al mundo. Hasta entonces mis papás habían tenido 2 hijos, Ary y Cata. Mis papás estaban en una posición bastante inestable entre continuas mudanzas, hasta que yo nací y sin quererlo les di un hogar definitivo donde vivir.
En esa casa aprendí a caminar, a hablar. Mi mami me cantaba, mi papá también. Uno de mis tíos, a quién hace años no veo y con quién mi papá ha mantenido siempre una relación muy profunda me filmaba. Era la época de los videocasetes, por lo que todo aquello que alguna vez pude revivir cuando igual era niño, queda en hermosos recuerdos.
Allí aprendí a conocer y convivir con mis hermanos. Aprendí a moverme solo por la casa. Ir a la cocina, a mi cuarto, al cuarto de mis papás, al baño. Siempre con toda facilidad y nunca me chocaba un solo obstáculo. Andaba por la casa como si viera. Allí tocaba mi primer teclado grande, enchufado en la cocina, donde pasaba el tiempo todos los años en que viví, hasta que me mudé a los 16 años, donde ahora tengo mi cuarto. Tocaba también un pianito pequeño, tal vez teniendo solo meses de vida y cuando no sabía ni hablar, según me han contado. En la cocina de ese departamento jugaba, tenía canastos donde guardaba mis juguetes, juguetes de sonido que amaba y juguetes a motor a los que les temía. En la cocina podía pasarme horas con los varios grabadores de cassete que tuve, mientras poco a poco aprendía hablar y me estimulaba a través de mis juguetes y cosas que hacía mi mamá, como por ejemplo cantarme algo, enseñarme canciones, a manejar aparatos y cosas que en realidad, aprendí yo solo.
En ese departamento jugaba con mis hermanos, siempre peleando entre niños, mientras mi hermano y yo llamábamos "enana, enalina" entre otros a Cata, aludiendo a su altura. Mi hermano me decía que era feo, aunque esta costumbre empezó ya siendo ambos algo más grande. Yo era un intermediario cuando Ary y Cata peleaban y yo estando en el medio, quería jugar con los dos pero era tener a uno para jugar, y al otro molesto o fingiendo una molestia luego muy comprensible entre niños. Dormíamos juntos en uno de los cuartos. Primero ellos tuvieron camas, mientras yo dormía en la cuna. Luego, a mis 4 años fueron compradas camas nuevas, más precisamente una cucheta. Yo dormía en una pequeña camita que podía montarse debajo de otra cama que fue reservada a Cata, y Ary dormía en la cama de arriba, donde no me daba miedo subir pero sí bajar.
En la cocina de mi casa me movía y aprendí rapidísimo donde estaba cada cosa. Era yo muy chiquito y mientras mi mamá cocinaba alguna torta o incluso amasaba pizza, yo la ayudaba. Inocentemente, sí, pero con ganas de aprender hasta que años después se volvió una costumbre cada tanto en la escuela de ciegos a la que entonces iba, otra por la que no tardé en aprender a moverme y andaba por toda la escuela, de forma impecable.
Años más tarde, como yo iba creciendo usaba menos los juguetes y pasaba el tiempo con un equipo de música que también con los años ha tenido que ser cambiado. Yo lo tenía enchufado en la cocina y era mi mayor entretenimiento. Así le hacía compañía a mi mamá mientras ella cocinaba.
Allí fue donde vivíamos toda la familia. Mi papá también, hasta que se separaron allá por 2006. Desde entonces él empezó viviendo en la casa de mi abuela, y posteriormente empezó una nueva vida con su actual mujer. Y claro, yo siempre quería estar con uno y con el otro, así que mi papá me llevaba muchísimo a casa de mi abuela con él, o me devolvía al departamento.
Hoy día en esa casa viven mi hermana y su pareja, el uruguayo. Antes vivían ahí juntos, desde que mi mamá y yo nos mudamos a la casa, ahora en un barrio más lejano, donde vivo ahora, vivía también en el departamento Ary. En este momento está hospitalizado, internado por 3 días. Ayer regresaba con mi hermana al departamento, luego de salir de una fiesta de 15. Ya había ido muchas veces al departamento una vez viviendo donde ahora, y presencié diferentes cambios en la casa. Arreglos y destrucciones. Una vez más, como ya tantas, volví a sentir la nostalgia que me embargaba cuando, ya bajando del auto, aparcamos en la cochera. Supe de inmediato que esa cochera que tantas veces ha guardado el auto de mi papá entonces, ahí continuaba, tal cuál. Su aroma propio me trajo tantos recuerdos, de años pasados. Su escalera, que daba a otra de las puertas del edificio donde los ascensores sí, fueron cambiados una vez me mudé. Y claro, yo sabía muy bien dónde me movía. Conocía muy bien el entorno.
Para más sorpresas que me llevé, al quedarme a dormir fui sin ninguna dificultad ni segundo de vacilación hacia el cuarto donde entonces yo dormía. Conserva su puerta, sus paredes. Ya no tiene alfombra como cuando vivía yo, ahora se cambia a un piso muy agradable por donde caminar. Las alfombras que cubrían el piso de las habitaciones han sido arañadas una y otra vez por mis gatos. Uno ya falleció, el otro aún vive y se agrega el perro de mi hermana, que también tiene sus años.
Es como que a pesar de que lógicamente cambiaron cosas de lugar, sacaron y pusieron otras, el entorno sigue siéndome demasiado familiar. Hoy desayunábamos, y al terminar yo llevé a la cocina la taza con el café con leche a la pileta, que juraría al tocarla que es la misma que teníamos entonces. La misa del comedor sí, es la misma. Entonces no tardé en encontrar detergente y esponja, lavé la taza, dejándola en el secaplatos que no tardé en encontrar, tal vez mal pero dejándola y ayudando en algo al fin.
Muchas veces, así como sueño seguidamente en casa de mi abuela o con mi papá, sueño también con días en que de repente estoy en el departamento, en la que fue siempre mi casa, viviendo de alguna forma como en ese entonces.
Estoy muy bien en mi casa actual, vivo con mi mamá y un hombre que realmente ha hecho (y hace) muchísimo po´r mí. Tal vez no siento completamente mía la casa, y tal vez siento en el departamento como una libertad y una seguridad para moverme, andar y hacer cosas que vaya a saberse por qué, acá no siento en su totalidad, pero está bien y de todas maneras no viviría en el departamento con mi hermana y su marido aunque lo pensé más de una vez.
Parece que los sueños y los recuerdos me avisan de algo relacionado al departamento. El año pasado hubo que pagar una deuda enorme que juraría que llegó a los millones, ya que desde el 98 no se había pagado el agua. Nadie podía pagar ese dineral, por lo que hubo que mover a mucha gente.
En mis sueños vuelvo a aquellos años, desde que tendré 5 o 6 hasta que tendré 13 o 14, tal vez. Todo puee variar, y a noche no fue la excepción una vez dormía ahí mismo, en la cama de matrimonio donde dormían mis papás y en ese momento era toda para mí. Ahora Cata debe estar dentro, con su pareja, y Ary en el hospital.