Texto publicado por Ma. Guadalupe Hernández Méndez
testigo...o...
TESTIGO
El ruido que hacían las bandas de guerra combinado con el ulular de las sirenas era casi insoportable para mis oídos, sin embargo, no podía retirarme del lugar porque mi niño, de apenas tres años, estaba entusiasmado con el desfile colorido y lleno de sorpresas nuevas para él. Aplaudía sin cesar al paso de cada contingente ya fueran grupos escolares, oficinistas de gobierno o asociaciones civiles, pero ahora que desfilaban las fuerzas de seguridad y policías o militares del estado en todas sus modalidades, se encontraba mas que eufórico, quizá fue eso lo que llamó la atención de algunas personas quienes lo miraban sonrientes incluso le dieron algunos dulces. Al otro lado de la calle, un poco alejado de nosotros un hombre de estatura mas baja de lo normal, nos miró con insistencia y ante la fuerza de aquella mirada desvié mis ojos del desfile de carros para fijarlos en el desconocido qien al verse sorprendido fingió estar viendo el campanario de la iglesia que estaba detrás de nosotros, ¡ay, si hubiera dado importancia a ese sujeto en el momento! Si tan solo se me hubiera ocurrido mirar hacia el campanario que el tipo miró… la gente que se considera normal como yo, no cree nunca que el peligro está sobre la cabeza a cada instante y que la muerte nos persigue con el mayor de los horrores en cada momento de la vida.
Concentré mi atención en el desfile y en mi niño, aunque de vez en cuando volvía la mirada hacia el desconocido y en una de esas veces vi como sacaba una gorra extraña de su bolsa y después de colocársela sobre la cabeza quedó casi tapado por total de la cara, entonces emitió un silbido echando a correr de inmediato. Nadie lo notó ni percibió el silbido porque en ese momento las sirenas de los carros de bomberos sonaban todas a la vez, yo lo supe por el gesto que hizo con la boca al silvar.
Las fuerzas especiales de los militares hacían en ese momentola representación del secuestro de un niño y uno de sus perros especiales lo salvó amagando al ladrón y tirándolo al suelo, todos con la atención concentrada en lo que pasaba no nos dimos cuenta que un carro blindado, de esos que usan para realizar los ataques sorpresa,sacaba una metralleta haciéndola funcionar contra el palacio legislativo en cuyo balcón estaban presenciando el desfile las autoridades estatales, el gobernador y su gabinete.La reacción de la gente fue inmediata al sonido de la primera bala,primero el estupor, luego los gritos de alarma, después a uno en todos corrimos hacia diferentes partes atropellando cuanto se cruzara en el camino y los perros de la policía, que habían permanecido quietos y echados junto a la banqueta mientras se desarrollaba el simulacro,empezaron a ladrar enloquecidos y se avalanzaron sobre la gente que quedó mas cerca de ellos. Por mi parte, apreté a mi hijo con fuerza y me acurruqué con él en el rincón de una salida en la pared mientras contemplaba aquel espectáculo dantesco, pronto la calle se llenó de militares que golpeaban a la gente con la cacha de sus pistolas o la culata de sus rifles para abrirse paso, el carro blindado que disparó primero, ya había desaparecido atropellando en su camino a varios contingentes del desfile. Sentí que las fuerzas me fallaban así que resbalé poco a poco quedando casi en cuclillas, consolando a mi niño que no dejaba de llorar. No podía en ese momento salir de mi lugar, pues me exponía a que la gente me atropellara o los militares me golpearan y lo peor fue pensar en que podía perder a mi chiquito. Con los dientes apretados empecé a rezar y volví la mirada hacia la iglesia que se erguía enfrente de mi ¡dios mío! Grité llena de terror al contemplar sobre el campanario al mismo individuo de un rato antes, él observaba el escenario con unos catalejos como si buscara algo en especial. Un militar se paró frente a mi, tenía cara de buena gente, me dio su mano para ayudarme a levantarme, en ese instante lo reconocí ¡era Teo, mi compañero de secundaria! -Teo ¿me recuerdas? Soy Laura ¡Laura Quiroga! -¡oh! Es verdad eres La pequeña Laura, ¡ven acá! luego me escoltó hasta una calle aledaña y me dio instrucciones para que saliera del sitio sin ser lastimada. Entonces cometí lo que yo llamo el peor error de mi vida, le conté sobre el desconocido del campanario, su gesto cambió y en seguida tomándome de un brazo me llevó hasta uno de los carros de policía en el que me trasladaron a un ministerio público, mientras caminábamos hacia el carro Teo prometió que me daríaprotección cada día sin importar la hora y juró que con su vida protegería a mi y a toda mi familia. Me hicieron repetir una y otra vez la historia y la cara de aquel hombrecillo. Por fin,casi al anochecer me dejaron salir advirtiéndome que no saliera de la ciudad.
Mi niño, agotado por los acontecimientos del día, dormía sobre un sillón, un secretario muy amable se había hecho cargo de él mientras yo estuve ocupada, le dí las gracias y tomando al nene en brazos me dirigí a la salida de aquella oficina sombría, fea y mal pintada. Apresuré mis pasos para llegar a la parada de los autobuses escuchando por el camino las diferentes versiones de lo sucedido aquella mañana en la ciudad, la que mas prevalecía era la de la muerte del gobernador y alguno otro de su gabinete, sentí que el alma se me empequeñeció de tristeza o terror… ¡que se yo! Solo recuerdo que mi única prioridad era llegar a casa para sentirme a salvo de aquel desborde de pasiones que cubrían con su oscuridad la ciudad.
Ya casi para llegar a la parada del autobús volví la mirada a un escaparate y fue cuando lo vi, del otro lado de la calle estaba el hombrecillo. Sentí que mis piernas temblaban mientras un escalofríorecorría todo mi cuerpo, entonces recordé que cerca de donde estaba había un supermercado, entré en él y lo primero que hice fue acercarme al cajero para pedir que pusiera una recarga mi celular, desde ahí llamaría a mi padre para que viniera por nosotros. Después de la llamada traté de perderme entre la gente que entraba y salía pero sin acercarme tanto a la puerta.
Trató de mantener la calma y que su rostro pareciera el mas tranquilo del mundo. Llamó su atención una risa cristalina y una vocecilla que trasparentaba una gran emoción, no pudo evitar mirar hacia aquel niño y descubrió junto a él a la mujer mas bella que jamás hubiera visto, se prendó en seguida de aquellos grandes ojos verdes, el pelo castaño lisito y muy largo de aquel ser primoroso lo atrapó desde el primer instante.¡Joder!, pensó aquel hombre, ¿porqué aparece este ángel en mi camino ahora que no tengo vida? ¡si pudiera decirle que se vaya antes de que el horror llene esta plaza de muerte y desolación!, justo en el momento ella volvió sus ojos para mirarlo y él sin saber que hacer volvió la mirada hacia el campanario en el cual estaban sus complices esperando la señal que tendría que dar en el instante que apareciera en el balcón del palacio el gobernador y sus acompañantes.Al momento de dar la señal su intención fue correr hacia ella y sacarla de ahí con su niño pero al tratar de atravesar la calle los policías hacían un simulacro y tenían junto a la banqueta a todos sus perros echados, así que correría hacia la iglesia para después localizarla y ayudarle a salir, se colocó los catalejos frente de sus ojos y la miró, ella miró hacia arriba en aquel instante y él estaba seguro de que lo había descubierto y antes de poder reaccionar vió como un militar se ponía frente a ella y le apoyaba para levantarse ¡maldito bastardo, no la toques! Pensó el hombre mientras rechinaba con rabia los dientes. Observó con atención hacia donde la guiaban y subiendo mas arriba en el campanario se dio cuenta de que la subían a una patrulla. En ese instante miró que los helicópteros del ejército ya sobrevolaban la ciudad así que se deslizó por las cúpulas de la iglesia esperando no ser visto y furioso contra aquella mujer que lo había hecho perder la noción del tiempo y de las cosas. Gran parte del día estuvo rondando por el ministerio público esperando qque de un momento a otro saliera aquella mujer, tenía que saber quien era y mas ahora que estaba seguro, lo había delatado ante los militares. A su mente llegaron muchos recuerdos y mientras vigilaba la entrada del edificio se visualizó llegando de la mano de su madre a uno parecido, era tan pequeño que no comprendía porqué iban a ese lugar y porqué su madre lloraba en silencio mientras le apretaba la mano, se encontró frente a tantos militares de gesto adusto que los miraban con desprecio mientras le señalaban a su madre algún sitio al que tenían que ir enseguida. Un grito desgarrador de su madre lo hizo temblar hasta el alma y fue cuando miró a su padre tendido sobre el piso con la espalda hecha pedazos, su madre se desmayó y unos militares se la llevaron haciendo caso omiso de él que no sabía que hacer ni a donde ir. Nunca volvió a saber de ellos y con cada golpe que recibía en la calle o cada vez que el estómago se le hacía pedazos con el hambre sentía que su odio hacia los militares aumentaba, por eso no dudó cuando le propusieron colaborar con los guerrilleros, y cada vez que mataban a algún militar él desquitaba su coraje desmembrándolos en recuerdo de sus padres. Alguna vez había intentado ser bueno pero su condición de “indio” como todos le llamaban, no le permitió acercarse a la gente y mucho menos entrar en alguna escuela así que su niñez fue una de las mas infelices comiendo a veces y otras soportando el rechazo de la población sin saber porqué. Esto lo hizo agresivo y poco a poco perdió la sensibilidad natural y solo cultivó el odio contra la humanidad por eso no se explicaba el sentimiento que aquella mujer le despertó, él sentía que debía odiarla como a todos y, de ser posible, matarla para que dejara de influir en su ánimo. Al atardecer la vió salir con su niño en brazos, así sería fácil seguirla pues su atención estaba en su nene. Después de varias cuadras se metió en un supermercado ¡seguro que ya había notado su presencia!¿que haría ahora? Decidió que entraría en aquel supermercado y la llevaría con él a la fuerza, así tuviera que matar a medio mundo, caminó lento y pausado hacia el sitio, estaba a punto de llegar a la puerta cuando en el negocio contigüo un spot en la televisión llamó su atención, era su rostro el que mostraban pidiendo ayuda a la población para localizarlo. Sintió que un dardo hería su corazón y lleno de rabia trató de llegar aprisa hasta el supermercado parándose en seco al darse cuenta que en la ppuerta del mismo estaba el militar que había visto ayudando a aquella mujer en la plaza ¡maldito bastardo! Pensó mientras corría hacia la acera contraria y se metía entre unos coches para evitar que lo descubriera. Agazapado tras de los vehículos vió que un hombre estacionaba un carro y acto seguido ella salió dándole a su hijo para poner en marcha después el vehículo y perderse en la lejanía, se sintió rabioso e impotente por no poder seguirla, ni siquiera se podía mover de su escondite pues el militar seguía en la zona.¡a este perro ya tendré ocasión de matarlo y hacerlo pedazos, no en vano me llaman el indio cachitos! Pensó mientras se ponía unas gafas para escapar del lugar.
Papá, tengo mucho miedo, no se decirte si en realidad era el mismo individuo o solo lo estoy imaginando, creo que me estoy volviendo paranoica y no quiero involucrar en esto a toda la familia ¿porqué no te llevas a mamá y al niño unos días a casa de la abuela? -vamos Laurano te pongas así de inquieta, si te dijeron que te protegerían, es que lo van a hacer, ten un poco de confianza en la autoridad y mantén la calma, sé paciente pues las cosas no son nada rápidas para nadie.-Eso es lo que me desespera, que no sea un proceso rápido y quiero tener la seguridad de que ustedes estarán bien. -¿y tú, laura, qué harás mientras tanto? -Trataré de llevar la vida normal. Entiendeme padre, por favor, yo estaría mas tranquila si siento que ustedes están lejos de todo peligro. -Está bien hija, mañana convenceré a tu madre para que nos alejemos de la ciudad una temporada. -gracias papá, yo los llamaré todos los días para que sepan como estoy y saber como están.
¡Como los extraño!... es horrible regresar de la oficina y no encontrar a mamá preparando la cena, a papá en la terraza fumando sus cigarrillos y a mi niño jugando o haciendo sus travesuras por la casa, quisiera que ya estuvieran aquí, al fin y al cabo todo ha estado sin novedad, aunque… pensándolo bien, lo que sucedió ayer en la oficina no me pareció tan normal, aún cuando Lucio, el contador, diga que fue un incidente menor.
Ahora si llamaré a Teo, creo necesario que sepa las rarezas sucedidas desde ayer, primero lo del mensaje escrito en los baños estoy segura que es una amenaza hacia mi persona y segundo ya nadie puede decir que es un incidente menor pues haber encontrado al guardia drogado y atado en la bodega no puede ser mas que un ataque de terroristas y luego… esta sensación de que alguien me sigue, siento su mirada a todas horas incluso cuando estoy en casa necesito bajar las persianas para sentirme a salvo.Teo, que es muy amable, prometió que me cuidarían y le creo porque es un militar excepcional.
Grandes nubarrones cubren la ciudad, la gente en su mayoría se ha encerrado en casa temiendo la llegada del huracán, las fuerzas militares se han reunido en sus cuarteles para poner en marcha el plan nd3 en caso de ser necesario, Laura angustiada no sabe que hacer porque están bloqueadas todas las líneas telefónicas y salir ahora de casa es imposible pues la incesante lluvia hace peligrosas todas las carreteras, tendrá que aguardar a que pase la tormentapara comunicarse con sus padres. Inquieta se pasea de un lado al otro de la pequeña sala, un relámpago interrumpe sus pensamientos, cae el rayo y la luz se va, en las tinieblas ella percibe una sombra, con mucho miedo camina hacia la cocina en busca de una vela y al tocar la perilla de la puerta una mano se coloca sobre la suya, sus gritos son sofocados por el ruido de la lluvia… nadie la escucha… nadie la ayuda.
A su alrededor todo es silencio, solo percibe el ruido de una gota al caer, el ambiente está húmedo es como si estuviera encerrada en un sótano inmenso porque el frío que siente no solo le cala en los huesos sino hasta el alma… ¿Cómo llegó hasta ahí? ¿qué puede hacer para escapar de aquel sitio? Entonces se percató que tenía las manos y los pies atados y aunque las ligaduras no estaban apretadas, le dolía al mover sus manos o sus pies.
El resplandor de una antorcha iluminó a medias el lugar y Laura volvió su mirada hacia la escalera viendo con horror que por ella bajaba el ya conocido hombrecillo.
¡tengo que matarte! Dijo, y es una lástima que me vaya a deshacer de una mujer tan preciosa como tú. Laura con los ojos llenos de lágrimas lo miró desolada, ¿Qué te he hecho yo, para que me odies tanto?preguntó ella mientras el hombre bajaba la vista avergonzado. -Nada me has hecho, solamente mirarme y conocer mi rostro, luego dar mis señas a los militares y ahora están tras de mi como perros con rabia. No me has hecho nada solo tener ese rostro de ángel por el que me perdí desde el primer instante en que te vi y hacer crecer este sentimiento mientras cargaba tu cuerpo tibio para llegar hasta acá. No me has hecho nada igual que yo no hice nada cuando asesinaron a mis padres los militares solo por ser “indios” y tratar de sobrevivir vendiendo frutos en la calle. No me has hecho nada, como nada le hace la gente al gobierno que vive de guerra en guerra dejando morir a los desvalidos. Sin embargo, a pesar de que no me has hecho nada tengo que desaparecerte o de lo contrario mis compañeros me matarán a mi pero ¿Cómo matarte sin matar primero este sentimiento desconocido que me has despertado?
La tormenta continúa afuera, con el ruido de la lluvia se pierde todo algún otro sonido y mientras el “indio” trata de justificar a Laura sus intenciones, una sombra silenciosa baja por la escalera del sótano y colocado tras de unas cajas avienta su llavero al lado contrario, ruido que hace saltar al indio poniéndose en guardia pistola en mano, ¿Quién anda ahí? Salga con las manos en alto o disparo dijo, mientras sus ojos escudriñaban la oscuridad. Agil como un gato se puso tras de Laura. Teo no se movió y sonrió para sus adentros imaginando el miedo que despertaría en aquel hombre antes de agarrarlo. Un silencio espectral llenó el lugar solo la respiración agitada del indio y un llanto silencioso se podía percibir en la oscuridad. Afuera de aquel lugar se estacionaron en silencio varios carros patrulla y una docena de militares cercaba la zona…
Teo, parado como estatua, no quería ni siquiera respirar para que el indio no notara su presencia mientras que éste inquieto y enfadado desataba a su víctima para llevarla como escudo hasta las escaleras, Teo intuyendo lo que haría el indio se movió imprudente tirándose en seguida al piso pues el hombrecillo ya disparaba hacia el lugar de donde procedió el ruido y olvidando por un momento a Laura corrió hacia las cajas decidido a matar cualquier cosa que ahí hubiera. Teo giró sobre sí y poniéndose en pie de un brinco, se puso fuera del alcance de las balas para arremeter contra el indio por el lado contrario, dio un puntapié en el brazo del malhechor lanzando la pistola lejos de él. Se liaron a golpes mientras Laura aterrorizada levantaba el arma del hombrecilloy desesperada apuntóa los dos pero ¿y si mataba a Teo? Se quedó así por varios segundos que le parecieron siglos, calculaba las probabilidades que tenía de ayudar a su amigo porque, aún cuando era mas alto y fornido, la estatura y delgadez del indio le daban mayor agilidad así que conforme estaba cerca del militar se retiraba para regresar a la pelea con mayor énfasis pues el odio hacia los militares lo impulsaba a mantener sus fuerzas y en momentos las redoblaba.
Mientras tanto la docena de militares penetraba en el recinto y sigilosos como gatos llegaron a la puerta del sótano, el indio percibió su presencia y descuidando por un momento a su rival, recibió un derechazo que casi lo desmaya, Laura gritó angustiada pero no se animó a jalar el gatillo; Teo volvió su mirada hacia ella, luego miró las escaleras percatándose de la presencia de los militares, el indio aprovechó estos instantes para ponerse en pie y de un salto llegó junto a Laura, quitándole el arma de las manos y llevándola hacia su frente disparó sin pensar, su cuerpo cayó pesado a los pies de la joven, quien estremecida de dolor lo abrazó mientras murmuraba… “lo siento, lo siento mucho” y alumbrada un poco por la antorcha que ya casi se consumía, puso un beso húmedo en su mejilla, el indio con un hilo de voz le dijo: “nunca quise hacerte daño bonita por eso no te maté, ahora me doy cuenta que por primera vez en la vida amo a alguien”…
Aquel atardecer lleno de cantos provenientes de los árboles cercanos y el aroma de las flores que inundaban el lugar, Laura,Teo y el niño colocaban un ramo de rosas sobre la tumba de un indio desconocido, como tantos otros que mueren en las ciudades despreciados por nuestra sociedad estúpida y llena de prejuicios. Elevaron una oración pidiendo por su alma y dándole gracias por haberlos reunido…
Fin
Marilupis