Texto publicado por Brenda Stéfani

Un sueño como un cuento. Mi viaje a Cuba bella.

Esto inició hace 2 años, cuando Adrian se fue dos semanas a su país, como hace cada dos años por cuestiones legales difíciles de explicar, cosa que fue un poco el disparador de este sueño que yo cumplí.
Empecé juntando de a poco el dinero y demás detalles necesarios, y en julio compré mis pasajes de avión. Yo nunca había volado ni me había ido más lejos de Paraguay que a Argentina.
La emoción es algo que no se puede describir, pero ahí estaba a flor de piel, me iría de casa con mi pareja, a su país!
El viaje inició el sábado 15 saliendo de Encarnación a Asunción, capital del Paraguay, donde despegaríamos hacia Cuba.
Como yo nunca pasé por procesos de controles de aduana tan complicados no sabía nada y solo entorpecía el viaje, pero solo pasó la primera vez, luego ya fue más fácil.
Al subir al avión me sentía tan pequeñita, ponían una musiquita que ya te hacía entrar como en onda de vuelo y el avión se sentía gigante, enorme y yo me ubiqué en mi asiento, agarrando su mano tan fuerte que creo que casi le rompí algún hueso jája.
Antes pensaba que el despegue de un avión era intenso y que parecía como algún juego de parque de diversiones, que era brusco y que te podía marear o algo así. Me asustaron con el tema de los tapones de oídos, leía sobre vuelos y viajes pero fue más hermoso vivirlo porque no sentías nada, parecía un viaje limpio en carretera sin baches y sin tapones de oídos.
Luego hicimos un vuelo de conexión Panamá cuba y llegamos, al fin!
Me dijeron que hacía calor en ese país, pero no sentí más calor que en Paraguayy.
Lo interesante fue cuando llego a la Habana , luego de pasar todos los controles y demás, me encuentro con la familia de Adrian, su prima y su tío que nos esperaban en el aeropuerto. Luego de refrescarnos un poco subimos a un automóvil de los de antes, un plymouth de los años 50 y no voy a negar que me quedé impactada por sentir las diferencias que tiene con un auto actual, claro que algunas cosas ya están modificadas pero como explicar, ventanillas abiertas, aire soplando por mi pelo, probar mi primer refresco en Cuba. Viajamos 3 horas hasta la ciudad de la Palma.
Me recibieron con un ajiaco, un caldo espectacular,al que llamé manjar de los dioses, porque era delicioso y reconfortante, era lo primero que comía allí.
Apenas llegué y me enamoré del clima, de la gente, lo unidos que son en ese lugar especialmente y la amabilidad y calidez con la que me recibieron ese primer día en que llegué para dejar mi corazón.
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