Texto publicado por Eveling Urbina

Empatía

EMPATÍA.
Esta palabra deriva del término griego empátheia, recibe también el nombre de inteligencia interpersonal (término acuñado por Howard Gardner) y se refiere a la habilidad cognitiva de una persona para comprender el universo emocional de otra.
Antes de continuar será necesario separar dos conceptos que a veces se confunden, empatía y simpatía. Mientras el primero hace referencia a una capacidad, el segundo se refiere a un proceso absolutamente emocional que posibilita que percibamos los estados de ánimo del otro, pero no exige que los comprendamos.
La Inteligencia emocional es el sistema en el que se engloban todas las habilidades relacionadas con la comunicación entre el individuo y los sentimientos (ya sean propios o ajenos). Está compuesta por cinco destrezas: autoconciencia (comprender el origen de los sentimientos), control emocional (aprender a canalizar positivamente las emociones), motivación (encontrar razones para la superación y tener la capacidad de motivar a otros), manejo de las relaciones (relacionarse sanamente, respetando a los otros y haciéndose respetar). La empatía, es la quinta habilidad, y es la que nos permite percibir los sentimientos de los otros y hacer que se sientan menos solos. No es un don, todos podemos desarrollarla si lo deseamos, basta con abrir la mente e intentar captar la vida del otro desde su perspectiva y no desde nuestros ojos.
Para que la empatía exista es necesario que se dejen a un costado los juicios morales y los fenómenos de raíz afectiva (simpatía, antipatía); de tal modo que se pueda tener una actitud comprensiva pero no de compasión frente a la circunstancia del otro. Consiste en el esfuerzo de carácter objetivo y racional para llevar a cabo proceso de comprensión intelectual que permita comprender los sentimientos del otro. Por estas razones, es una de las herramientas que aprovechan los psicólogos en su tarea profesional para acercarse a sus pacientes.
En otras palabras, la empatía permite hacer referencia a la capacidad intelectiva de todo ser humano para vivenciar la forma en que otro individuo siente. Esta capacidad puede desembocar en una mejor comprensión de sus acciones o de su manera de decidir determinadas cuestiones. La empatía otorga habilidad para comprender los requerimientos, actitudes, sentimientos, reacciones y problemas de los otros, ubicándose en su lugar y enfrentando del modo más adecuado sus reacciones emocionales.
Resulta interesante resaltar que el desarrollo de la empatía exige un cierto nivel de inteligencia: por eso, quienes son diagnosticados con síndrome de Asperger, autismo o padecen algunas psicopatías carecen de esta habilidad cognitiva. Las personas con empatía, destacan los expertos, tienen la capacidad de oír a los demás y de comprender tanto sus problemas como cada una de sus acciones.
Desarrollar la empatía.
Cuando una persona se siente sumamente angustiada y al ver a otra su estado de ánimo cambia rotundamente por el sólo hecho de estar con ella, experimenta la sensación de empatía. Para ello no es necesario que ambas personas vivan las mismas experiencias, sino que una de ellas tenga la capacidad de captar los mensajes no verbales, y también los verbales, que el otro transmite y de hacer exactamente lo que el otro necesita para sentirse comprendido de una forma única.
Un problema común que se presenta cuando dos personas intentan comunicarse, es que cuando una de ellas debe expresar sus sentimientos se retrae, evita el tema o simplemente intenta hacer un chiste que derive la conversación a un espacio donde pueda sentirse segura. Esto ocurre porque esa persona experimenta la presencia de ciertas barreras que se interponen entre ella, los sentimientos, y la otra persona.
Los elementos externos que influyen para que una persona no pueda expresarse, además de sus barreras internas, tienen que ver con la reacción que espera que el otro pueda tener. Para conseguir una buena relación empática es fundamental que al encontrarnos frente a una persona que nos expresa sus sentimientos evitemos las siguientes actitudes:
Restarle importancia a aquello que lastima o preocupa a esa persona, buscando el modo de ridiculizar los sentimientos que tiene y de imponer razones para no sentir de esa forma.
Predisponerse a la conversación con prejuicios, analizando lo que el otro manifiesta en base a nuestras ideas, acercándonos a él con un velo de creencias e ideas.
Utilizar frases como “así no vas a lograr nada”, “¿por qué siempre terminás haciendo lo mismo?”, “etc”.
Tener sentimientos de compasión para con el otro.
Apoyar a la persona en lugar de tratarla como víctima.
Mostrarse como un ejemplo positivo, comparando la situación del otro con una experimentada por nosotros con anterioridad.
Otras actitudes semejantes.
Con esta forma de actuar lo único que se consigue es que la persona afligida se aleje, que se esconda en su cascarón y que se plantee la posibilidad de no volver a tocar ese tema con ese individuo. Para que entre ambos se desarrolle una relación de empatía es necesario que el interlocutor se olvide de sí mismo y de sus principios e intente acercarse al mundo del otro, como si intentara aprender un idioma desconocido.
Antes de terminar, querríamos aclarar la verdadera importancia que tiene en un individuo el poder hablar acerca de sus sentimientos, una herramienta imprescindible para vivir en sociedad. Aprender a poner en palabras lo que se siente es algo que debe aprenderse en la infancia y es fundamental para conseguir una buena comunicación emocional. Son los padres los que deben ayudar a sus hijos pequeños a descubrir y entender sus propios sentimientos y los de los demás. Aquellos que no puedan expresar cómo se sienten, difícilmente puedan desarrollar una verdadera empatía con alguien de su entorno, porque no podrán captar el mundo desde un punto de vista sensitivo.
TOLERANCIA.
El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define la tolerancia como el respeto por los pensamientos y las acciones de terceros cuando resultan opuestos o distintos a los propios.
El concepto se origina en el latín tolerare (“soportar”) y hace referencia al nivel de admisión o aprobación frente a aquello que es contrario a nuestra moral. Se trata, en otras palabras, de la actitud que adoptamos cuando nos encontramos con algo que resulta distinto a nuestros valores.
Supongamos que una persona es vegetariana: no ingiere carne porque cree que los animales tienen derecho a vivir en paz y no deberían ser sacrificados para convertirse en alimento de los seres humanos. Al encontrarse con un sujeto que come carne todos los días, el vegetariano resultará tolerante si no condena la decisión del carnívoro, pese a que no la comporta.
Es importante tener en cuenta que la tolerancia no es sinónimo de indiferencia. Es decir, no prestarle atención o, directamente, negar los valores que defiende el prójimo no es una actitud tolerante. La tolerancia implica, en primer lugar, respeto, y en el mejor de los casos, entendimiento.
Hay que destacar que, pese a que la tolerancia invita a respetar y comprender los valores de los otros, no supone aceptar aquellos que avasallan los derechos de los demás. Si un sujeto defiende convencido la supremacía racial y busca el exterminio de quienes son diferentes, de ninguna manera significa que haya que tolerar su postura.
El Proyecto Trevor.
El Proyecto Trevor es un movimiento norteamericano que lucha especialmente contra el suicidio de jóvenes homosexuales y transexuales a causa de la discriminación y los ataques, producto de la intolerancia. Fue fundado por el escritor James Lecesne, la directora Peggy Rajski y el productor Randy Stone, creadores de un cortometraje titulado Trevor, ganador de un premio Oscar en el año 1994. La historia trata la vida de un adolescente que, luego de ser rechazado por sus amigos al salir del armario, intenta quitarse la vida.
Los realizadores del corto entendieron que la trama representaba la realidad de muchas personas y, al descubrir que no existía ninguna línea telefónica de apoyo, decidieron dedicar sus esfuerzos a formar una organización que promoviera la aceptación de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y a los jóvenes en general, que atravesaran períodos difíciles de introspección. Su objetivo principal es ayudar a superar las crisis y prevenir el suicidio.
Así mismo, el Proyecto Trevor ofrece asistencia online, a través de un chat. Cabe mencionar que fue el primer servicio de este tipo en Estados Unidos y que ofrece a sus usuarios absoluta confidencialidad. Además, estrellas internacionales tales como Daniel Radcliffe, actor de Harry Potter, lo han apoyado públicamente. Lamentablemente, a pesar del esfuerzo de grupos como éste, el índice de suicidio por abuso y rechazo crece día a día.
Cuando la resignación se viste de tolerancia.
Los seres humanos somos los únicos capaces de atentar contra nuestra especie y contra el resto de los seres vivos; desplegamos un nivel de violencia preocupante, y sin motivo aparente. Pero resulta aún más llamativo que también existan personas que luchen por la paz, por la aceptación, por los derechos de los animales, que intenten resolver los errores del extremo opuesto. ¿Cómo confiar en una especie que presenta tal dualidad?
Si alguien llega al punto de despreciar a otro por pensar de manera diferente, de echar a sus hijos de su hogar por ser homosexuales, de matar por diferencias ideológicas, ¿puede cambiar realmente, recapacitar y comenzar a aceptar la diversidad? La tolerancia es un velo frágil y delgado, y a menudo descubre por un momento la verdadera esencia de quien dice abrazarla; en un momento de tensión, alguien utiliza un adjetivo como “judío” o “negro” para insultar a otra persona, y entonces se demuestra que el cambio tan sólo había sido aparente y que queda mucho trabajo por delante.