Texto publicado por Daniel Ayala, El testigo

Texto del día martes 16 de julio del año 2024.

“Examinando las escrituras”.
Texto del día martes 16 de julio del año 2024.

Dejen de juzgar, para que no sean juzgados (Mat. 7:1).

Aunque nos esforzamos por vivir según las normas justas de Jehová, no debemos juzgar a otros ni pensar que somos más justos que ellos. Tenemos presente que Jehová es “el Juez de toda la tierra” (Gén. 18:25).
Él no nos ha nombrado jueces. Pensemos en el ejemplo de José, que era un hombre justo. Él no juzgó a los demás, ni siquiera cuando lo trataron mal. Sus propios hermanos lo maltrataron, lo vendieron como esclavo y le hicieron creer a su padre que había muerto. Años más tarde, José se reencontró con ellos. Ahora que era un gobernante poderoso, podía haberlos juzgado con dureza y haberse vengado. Eso es justo lo que sus hermanos temían que hiciera, aunque estaban muy arrepentidos por lo que habían hecho. Pero José les aseguró: “No tengan miedo. ¿Acaso estoy yo en el lugar de Dios?” (Gén. 37:18-20, 27, 28, 31-35; 50:15-21).
José fue humilde y pensó que solo Jehová tenía el derecho de juzgar a sus hermanos.
w22.08 30 párrs. 18, 19

La Biblia. Traducción del Nuevo Mundo.

Mateo 7:1.
”Dejen de juzgar, para que no sean juzgados.

Génesis 18:25.
¡Sería imposible que hicieras eso, que mataras al justo con el malvado! ¡Tú nunca permitirías que los dos acabaran igual! Sería imposible que tú hicieras algo así. ¿El Juez de toda la tierra no hará lo que es justo?”.

Génesis 37:18-20.
Pero, antes de que él llegara adonde estaban sus hermanos, ellos lo vieron venir a lo lejos y se pusieron a tramar cómo matarlo. 19 Se dijeron unos a otros: “¡Miren! Ahí viene ese soñador. 20 Vengan, vamos a matarlo y a echarlo en una de las cisternas. Luego diremos que una fiera lo devoró. Ya veremos en qué terminan sus sueños”.

Génesis 37:27, 28.
Vamos a vendérselo a los ismaelitas, y no le hagamos daño nosotros. Después de todo, él es nuestro hermano y somos de la misma sangre”. Así que ellos escucharon a su hermano. 28 Y, cuando los mercaderes madianitas pasaron por allí, los hermanos de José lo sacaron de la cisterna y se lo vendieron a los ismaelitas por 20 piezas de plata. De modo que aquellos hombres se llevaron a José a Egipto.

Lit. “y es nuestra carne”.

Génesis 37:31-35.
Entonces, agarraron la túnica de José, mataron un macho de las cabras y mojaron la túnica en la sangre. 32 Después le enviaron a su padre esa túnica especial y dijeron: “Encontramos esto. Por favor, comprueba si es la túnica de tu hijo o no”. 33 Después de revisarla, él gritó: “¡Es la túnica de mi hijo! ¡Una fiera lo habrá devorado! ¡De seguro José ha sido despedazado!”. 34 Entonces Jacob se rasgó la ropa, se puso tela de saco alrededor de la cintura y estuvo de duelo por su hijo durante muchos días. 35 Todos sus hijos y sus hijas trataban de consolarlo, pero él no se dejaba consolar. Más bien, decía: “¡Seguiré de duelo por mi hijo hasta que baje a la Tumba!”. Y el padre de José siguió llorando por él.

O “Seol”. Es decir, el lugar simbólico donde descansan los muertos. Ver glosario.

Génesis 50:15-21.
Tras la muerte de su padre, los hermanos de José empezaron a decirse: “Quizás José nos guarde rencor y nos haga pagar por todo el daño que le hicimos”. 16 Por eso le enviaron a José este mensaje: “Antes de morir, tu padre dio este mandato: 17 ‘Esto es lo que deben decirle a José: “Te ruego, por favor, que perdones la ofensa de tus hermanos y el pecado que cometieron al hacerte este daño”’. Así que, por favor, perdona la ofensa de los siervos del Dios de tu padre”. Cuando le dijeron estas cosas, José se echó a llorar. 18 Entonces sus hermanos también fueron y cayeron ante él, y le dijeron: “¡Aquí nos tienes, somos tus esclavos!”. 19 José les dijo: “No tengan miedo. ¿Acaso estoy yo en el lugar de Dios? 20 Aunque ustedes quisieron hacerme daño, Dios se valió de eso para hacer un bien y salvarles la vida a muchos. Y eso es lo que está haciendo hoy. 21 Por eso, no tengan miedo. Les seguiré dando alimento a ustedes y a sus niñitos”. Así que los consoló y los tranquilizó con sus palabras.

Fuente de consulta:
BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower.
jw.org