Texto publicado por starchild
(Relato Propio) Traspasando barreras físicas, capítulo 6. No todo lo real es creíble.
Traspasando barreras físicas.
Capítulo 6. No todo lo real es creíble.
Aquella muchacha no paraba de sollozar y estremecerse en espasmos de nerviosismo, mientras Roberto no paraba de mirarla.
--Por favor. ¿Te puedes calmar y contarme todo lo que ha sucedido? Si nos ponemos así no vamos a llegar a ningún lado.
La chica comenzó a calmarse y fue relatando su historia a Roberto.
--Soy Lucrecia. Licenciada en telecomunicaciones en mi país, México. Vine a argentina por una oportunidad de trabajo, parecía que pagaban bien. Pero todo se torció. Ingresé en este edificio, buscando la entrevista de valoración. Me condujeron aquí abajo, y desde entonces… Desde entonces…
La chica volvió a comenzar a llorar.
--Desde entonces qué. ¿Lucrecia?
--Desde entonces me tienen prisionera. –Dijo ella nerviosamente.- Están haciendo cosas que a cualquiera volverían loco. Por favor, tienes que ayudarme a salir de aquí. Por favor…
Roberto la chistó para que se calmara.
--Lucrecia. ¿De qué cosas hablas?
--Me han metido cosas en la mente, no sé, estoy muy nerviosa…
--Tranquila. Escúchame, tengo una amiga que nos puede ayudar, ¿Vale? Ella trabaja aquí.
--¿Cómo que trabaja aquí? ¿No te das cuenta que todos los que trabajan aquí están haciendo lo mismo?
--No, ella nos ayudará, créeme. Seguramente esto sea una equivocación, ¿Vale? Tranquila.
--¿Está ya todo empaquetado?
--Si, ya lo podéis enviar. Dile a marcos que lo espero a las 9 de la noche junto al furgón plateado.
--Vale. Nos vemos.
Luis observó el sonido de la impresora de Toner mientras su compañero abandonaba el despacho. Ordenaba rápidamente unos impresos mientras deseaba ya con ansias de terminar de trabajar. Para la mierda que le estaban pagando y las horas que le dedicaba a veces no compensaba. Continuó ordenando impresos hasta que una llamada telefónica le interrumpió.
--¿Si?
--Luis –Dijo una voz femenina.- Soy laura. Me gustaría verte en la cafetería. Hay algo que necesito comentarte.
--¿Luna? Pero si al parecer es la jefa de todo esto. –Dijo Lucrecia bastante alterada.
--Mira, Luna es mi actual novia. Llegué desde España y estoy viviendo con ella. ¿Vale? Imagino que tendrá una buena explicación.
Un chirrido proveniente de un altavoz superior probablemente alojado en el techo de la celda los hizo callar.
--Prisioneros, prepárense. Serán llevados a sala de observación.
--¿Qué coño es esto? –Dijo Roberto algo más asustado.
--Otra vez, otra vez va a comenzar.
La cafetería estaba atestada de gente, camareros que iban y venían transportando bandejas y llena de murmullos y risas. Localizó a laura en una esquina solitaria y se dirigió rápidamente allí. No le hacía mucha gracia encontrarse con ella, pero bueno, algo importante sería.
--Pensaba que ibas a tardar más. –Dijo ella.
--No. –Dijo Luis.- Justo ahora es mi descanso. Bueno, cuéntame, no tengo mucho tiempo.
--Lo vas a tener que tener. Siéntate.
Luis hizo lo que le decía Laura con un resoplido.
--Luis. ¿No me notas algo cambiada?
--Hace 2 años que no nos vemos. Por fuerza has tenido que cambiar, ¿No?
--Si pero, me refiero. Si tuvieses que hacer un balance entre la laura del pasado y la laura de ahora, ¿Qué cambiaría?
--¿Qué cambiaría? Lo cierto es que no lo sé. Pero seguro que sigues siendo una gran hija de puta.
--Bueno, puede que si.
--La primera vez que veo que no te cabreas por un insulto mío.
--Supuestamente, debería de hacerlo.
--Pues hazlo, total…
--Luis. Necesito tu ayuda.
--¿Mi ayuda? –Este dejó escapar una risa.
--Luis, fuiste el único que me creíste durante mucho tiempo. ¿Por qué no lo harías ahora?
--Porque me he leído el cuento de pedro y el lobo, pero bueno, cuéntame. Alomejor la historia es interesante.
--Aquí no te lo puedo contar.
--Pues tendrá que ser aquí porque no voy a quedar contigo en ningún otro lado.
--Vale. Espero que no nos oiga nadie. Observa. No puedo reírme, no puedo enfadarme. Estoy limitada por cualquier emoción que provoque inestabilidad en mí.
--Como un robot, ¿No? No me jodas laura. –Dijo esto último riéndose.
--Luis, por favor, esto no es un juego…
--¡Ni juego ni leches, Laura! Estás loca, y siempre lo has estado. Anda y búscate un psiquiatra y deja de tocarme las narices, ¿Vale?
Acto seguido se levantó y salió de la habitación apartando sillas a su paso.
Roberto se abalanzó contra uno de los guardias e inmediatamente este lo golpeó en la cabeza con la culata de su rifle.
--Quieto, no conseguirás nada así. Manos adelante.
Observó nerviosamente como le ponían unas esposas en las muñecas. Lucrecia permanecía a su lado, junto con otro fortachón.
--Como hagas algo vos también correrás la misma suerte, muñequita.
--En marcha. –Dijo el otro guardia gritando.
Abandonaron la Celda y la puerta inmediatamente se cerró tras ellos. Torcieron a la izquierda e inmediatamente observaron otra puerta al final del pasillo, tras un pequeño rato andando. Esta se abrió y los dejó pasar. Roberto quedó horrorizado. Las mesas, los tubos de ensayo, la cabeza de mujer conectada a diversos tubos, y la gran jaula al fondo. Los guardias los hicieron pasar y los lanzaron con fuertes empujones dentro de la jaula. Acto seguido cerraron la puerta.
--Pronto vendrá la supervisora. No hagáis tonterías.
Acto seguido, los dos guardias abandonaron la sala y desaparecieron por la puerta, cerrándose esta tras ellos.
El sonido del timbre despertó a Camila, quien se levantó rápidamente. “Joder. Me he acostado vestida.”. Abandonó el dormitorio y fue a abrir la puerta.
--Buenos días, dormilona. –Dijo un sonriente Julián desde la entrada.
--¿Qué haces aquí?
--Escúchame. He hablado con tus padres. Están muy preocupados por ti. ¿Sabes?
--Juli, entiéndeme.
--Te entiendo y por eso he venido a hablar contigo. Escúchame. Me han dado el permiso de que te quedes conmigo unas semanas. No han determinado tiempo pero, probablemente sea suficiente para encontrarte algún curro y volver a independizarte pagando otro alquiler. ¿Qué te parece la idea?
Camila se tiró a los brazos de Julián.
--¡Gracias Juli! En serio muchas gracias.
--Bueno. Ve cogiendo las cosas necesarias, que después nos pasamos a por el resto. ¿OK?
--Siéntate, Laura.
La voz del jefe sonó seria y contundente. De haber estado en otra situación, ahora mismo tendría miedo.
--¿Qué te dije acerca de divulgar información?
--¿A quién he divulgado información?
--Pregúntaselo a tu amiguito Luis.
--También se me habló de la exclusión de intervención en mi vida personal.
--¿A caso una ley no neutraliza a la otra en estas situaciones?
Laura guardó silencio.
--Además de los implantes habituales, también se te colocó un transmisor por posicionamiento global. Funcionas como una gran cámara de vídeo. Estás constantemente monitorizada por tu propia seguridad, y la nuestra claro está. También debes saber, que hay una emoción desestabilizadora a la cual no eres inmune.
Sin previo aviso, aquel hombre golpeó a laura con su puño derecho en el rostro y esta calló de espaldas.
--El dolor. Se te permitirá sentir dolor para que puedas obedecer a tus tareas en caso de despiste. Aunque hay muchas formas de provocar dolor. Personalmente, no me gusta pegar a las mujeres.
Mientras laura se incorporaba, el jefe se dirigió hacia uno de los cajones que nutrían su escritorio y lo abrió. Extrajo una especie de dispositivo, parecido a un mando muy fino. Pulsó uno de los botones, e inmediatamente Laura se llevó las manos a la cabeza, cuando un agudo y punzante dolor comenzó a taladrarle la parte trasera de la misma. Esta gimió levemente mientras se retorcía y perdía el equilibrio. No sentía la urgencia de que aquel dolor cediese, pero sabía que no era bueno para ella.
--De acuerdo, para, por favor. –Dijo ella calmadamente, aunque gimiendo levemente.
El hombre pulsó otro botón e inmediatamente el dolor acabó. Laura se levantó trabajosamente.
--Limítate a tu trabajo y no trates de evadir la seguridad de esta empresa. Puede ser muy peligroso para ti, créeme.
Luis esperaba tranquilamente junto a aquella furgoneta gris. Se utilizaba generalmente para carga y descarga, y Marcos era uno de los encargados en operar con ella. La silueta de aquel joven morenito apareció en la entrada de aquel callejón y Luis le chifló para que fuese hasta su lugar.
--Hola, marcos. ¿Qué tal todo?
--Pues nada, a hacer el último porte y a casa.
Inesperadamente, Luis dirigió un sonoro puñetazo a Marcos en la barriga, y este se tambaleó. Aprovechando la confusión del joven, volvió a golpearlo en el pecho pronunciando un enérgico ‘Cabrón’. Marcos calló de espaldas y Luis le puso el pie derecho en el pecho izquierdo.
--Hey tío, ¿Qué te pasa? –Dijo Marcos nerviosamente.
--Tú ahora me vas a contar todo lo que hicisteis tú y tus colegas este fin de semana.
--Tío, no se de qué me hablas. –La conversación quedó interrumpida por una fuerte patada que provocó Luis a marcos en el pecho. EL joven escupió mientras Luis se agachaba para cogerlo de los hombros y lanzarlo contra la furgoneta.
--Niñato. –Dijo con voz de cabreado mientras este impactaba con la cabeza en el furgón.
--Vale joder, -Dijo marcos jadeando y con manchas de sangre.- Te lo voy a contar, ¿Vale? Pero déjame en paz.
--Donde fue el intercambio.
--En una calle trasera de un edificio de atocha. No recuerdo cual. El chino vino, nos dio el material, y nosotros le dimos el nuestro.
--Qué material. ¡Qué material! –Dijo luís volviendo a golpear a Marcos contra la furgoneta otra vez mientras este se quejaba.
--Vale ya joder. No se que coño era, ¿Vale? Elena nos proporcionó una bolsita previo pago de 50 euros. El chino nos volvió a pagar unos 70 euros, 20 euros limpios para nosotros. Una auténtica mierda.
--¿Dónde están ahora esos 20 euros?
--me lo repartí entre yo y el Lucas. Yo tengo 10 y el otros 10.
--Consígueme para mañana 50 euros, ¿Vale? Se que tienes porque hace poco acabas de cobrar. Si no me consigues eso te juro que te dejo sin piernas para toda tu vida.
--Vale tío. Yo mañana…
--Aprenderás la lección de no meterte donde te llaman. ¿NO es así?
--Sí, no otra vez no, ¡Para!
Luis comenzó a golpear al chaval fuertemente contra la furgoneta, mientras este se quejaba de dolor. Los impactos eran cada vez más fuerte, si Luis no paraba pronto, iba a suceder algo horrible, Marcos comenzaba a palidecer de miedo y de nerviosismo. Con un último golpe, lo soltó y este quedó boca arriba, escupiendo sangre.
--Nos vemos mañana, Marquitos. Gracias por la información, ¿Eh?
Luis se acercó a la mano que no tenía ensangrentada y se la tomó.
--¿Amigos y compañeros?
--Si. Si. A… Amigos y compañeros.
Luis se alejó lentamente de aquel callejón, observando la figura de marcos, cubierta entre lágrimas y líquido rojo.
Luna entró rápidamente en la sala y miró hacia la jaula. Ambos estaban despiertos.
--Luna. ¿qué está pasando aquí?
--Tranquilo Robertito. No está pasando absolutamente nada. Solo vamos a hacerte unas pequeñas modificaciones. ¿OK?
--Tu sabías todo esto. Me has traído engañado, de nada importaron todas esas conversaciones, todo ha sido mentira.
--Sos inteligente, Roberto. Aunque a veces no lo parezcas. Precisamente el tipo de persona que necesitamos.
--¿De qué hablas?
--De la corporación, obviamente. Ahora, permíteme entrar con tu amiguita.
--Qué me vas a hacer, ¡Puta!
--¿Cómo decís? Ya no me decís cariño, amor… Como cambia la gente en cuestión de días.
Luna abrió la puerta e inmediatamente agarró a Roberto por la cabeza.
--NI se te ocurra moverte.
Roberto recibió un pinchazo en el cuello y los sentidos comenzaron a fallarle, finalmente, quedó todo sumido en la más absoluta negrura.
José se entretenía viendo la tele mientras pasaban las horas. Estaban echando unos dibujos muy raros. El no se atrevía a tocar el mando ni a cambiar nada. Así le dijo Elena, la cual en estos momentos, aparecía en la habitación.
--Escúchame atentamente, José. Tenemos que trasladarte. Exporsan está siguiendo tu pista y creemos que han localizado el piso franco. Vas a tener que avandonar el país.
--¿Dónde Iré?
--Te desplazaremos a una de nuestras corporaciones situadas en Mar del Plata, Argentina. Allí estarás a salvo y lejos de aquí. Mañana temprano lo prepararemos todo, tu villete ya está sacado. Esta noche será la última que tú y yo nos veremos.
--¿No hay otra alternativa? ¿Tengo que avandonar el país?
--Estás bajo un programa de protección de testigos, José. Incluso tu identidad cambiará. Sé que es duro para ti, pero no se puede hacer otra cosa. Eso, o dejar que esa gente te coja y te mate.
--De acuerdo. En fin, Adiós, España.