Texto publicado por Mari Carmen López

Alargando relato

Tras los asteriscos, lo nuevo.

estos muchachos se reían todavía más y también por el hecho de que al ser Pedro de una piel clarita y haber acabado de pasar por un resfriado que le había empalidecido un poco, la luz del sol de aquel día hacía que pareciese amarillento y como en aquella pandilla existía cierta manía hacia las gentes de otro color utilizaban la palabra “chino” para insultarle diciéndole que se fuera a su país. Aunque aquellos pobres hermanos no resultasen ser de esa etnia esto fue algo que les desagradó bastante encontrándose indefensos ante la pandilla y María comenzó a darles unos cuantos gritos en protección de los buenos valores en la vida pero se reían de ella siendo cada vez más crueles, entonces la salvación de estos llegó cuando desde allí pudieron ver el tren que se había parado donde les solía dejar, por lo que salieron corriendo hacia él y entraron seguidos por aquellos chicos que pretendían continuar con sus burlas, pero una vez que Pedro y María entraron en el tren se cerraron las puertas quedándose fuera la pandilla y regresando así más tranquilos a su casa.

Una vez que llegaron Pedro presentose algo serio en casa y le contó sollozando a su madre lo ocurrido pues era un chico especialmente sensible que se preocupaba por las cosas que ocurrían en el mundo, entonces su madre y hermana intentaban animarle aunque Pedro seguía un poco serio.

Transcurridos varios minutos llegó el padre de la calle con una gran noticia que jamás hubieran imaginado ni pensado. Se trataba de que un amigo del padre que trabajaba en una agencia de viajes en la que en ese momento se estaban realizando grandes promociones y ofertas a sitios muy diversos y de gran interés para los turistas, le había comunicado por si le interesaba la oferta de un gran viaje nada menos que al espacio para conocer un poco como es y que podría haber en el exterior del planeta Tierra. Dado el gran interés y facilidad de realización del viaje que despertaba dicha oferta se lo comunicaron también a los tíos de los niños quienes se decidieron a acompañarles a tan fabulosa aventura a la que llevarían además a Alfredo y a Ana que ya tenía un año cumplido, primos de Pedro y María, causando esto gran emoción en todos levantándole bastante el ánimo a Pedro que tan dolido estaba por el incidente vivido con aquellos muchachos que no tendrían la suerte de ver realizado este acontecimiento.

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Transcurrido un corto plazo de tiempo, por fin llegó el día en que se marcharían después del almuerzo. Aquella mañana Pedro y María no subieron a la montaña porque se quedaron ayudando a sus padres con los preparativos al igual que hacía Alfredo que a ratos también entretenía y jugaba felizmente con su pequeña hermana que ya empezaba a andar explorando su entorno y a manifestar muy graciosas y diversas expresiones.

Después del almuerzo llegó la hora de partir y Alfredo y su familia lo hicieron en el tren que solían coger los primos para ir a la sierra que les dejaría más cerca de una estación de cohetes que poseía la ciudad dejándoles justo en ella mientras que Pedro y su familia lo hacían en taxi por cuya ventana se veían las montañas alejarse poco a poco siendo tan bella la vista de las mismas que parecía como si se levantasen al paso del vehículo para despedirse y desearles un buen viaje. Pedro aunque contento e ilusionado de poder ir al espacio sentía un poco de nostalgia al ver los valles alejándose y se le hacía un nudo en la garganta, pero se consolaba pensando en que volvería a juguetear por aquellos prados y porque además estaba nervioso al no saber como sería eso de ir al espacio ya que también había visto esos tebeos y alguna película de robots, marcianos y guerras espaciales que les gustaban a los otros niños, lo que le hacía sentir una especie de intranquilidad ante lo desconocido, sin embargo su viaje sería muy distinto a esas historias.