Texto publicado por Leandro Benítez

Situaciones históricas de resistencia no violenta: y IV: "No violencia frente a la invasión"

Resistencia danesa a la ocupación alemana.
Las tropas alemanas penetraron en territorio danés el 9 de abril de 1940, después de un ultimátum al gobierno de Copenhague. Dinamarca se rindió sin resistencia de ninguna clase, ante las amenazas de bombardeo, y aceptó un gobierno de coalición constituido bajo las exigencias nazis. El Rey permaneció en el país, y recomendó a la población resignación ante los tiempos tormentosos. El estatuto oficial de Dinamarca era de “neutralidad”, pero en realidad era territorio en el que los ejércitos de Hitler campaban por sus respetos, baja la única condición de no mezclarse en asuntos internos.
A medida que pasaba el tiempo, los daneses iban comprobando la falsedad de su neutralidad, y cómo su gobierno era cada vez más un mero instrumento de la Alemania de Hitler. La situación duró hasta finales de 1941, cuando se inició un movimiento de resistencia aprovechando cualquier situación para mostrar el malestar de la población. Un domingo, más de dos millones de daneses y danesas salieron a los parques y las calles para cantar a coro canciones típicas danesas.
La gente llevaba en sus solapas las siglas SDU, iniciales de “echémosles” en danés. Se adoptaron actitudes de “dar la espalda”, salir de un local público cuando entraban soldados alemanes, o no entrar en los cines hasta pasado el noticiero proalemán etc. Hubo también formas de obstruccionismo y brazos caídos en la industria.
Cuando el gobierno firmó el Pacto AntiKomiterm, en noviembre de 1941, estalló un motín en Copenhage, iniciándose un fase más dura de resistencia basada en sabotajes, huelgas y manifestaciones masivas en las calles. La represión corrió a cargo del ejército alemán que desplazó totalmente a las instituciones danesas. Cuando en agosto del 43 Alemania envió un ultimátum obligando al gobierno danés a proclamar la ley marcial, dicho gobierno dejó de existir. Se formó un gobierno en la clandestinidad con representantes de los siete partidos daneses.
La combinación de formas noviolentas (medidas simbólicas y huelgas principalmente) y sabotaje industrial fue constante durante la etapa de resistencia del 43 y 44, siendo el hito más destacable la inutilización de las fábricas de armas y aviones, así como del ferrocarril, elemento esencial para la guerra de Hitler en el Este (para el transporte de tropas desde Noruega).
La salvación de los judíos daneses es otra lección histórica destacable de la experiencia danesa. A finales del 43, Himmler ordenó aplicar la “solución final” en Dinamarca. El Alto Mando alemán protestó en Berlín por una medida tan inoportuna en el clima de agitación que vivía Dinamarca. Tras negociar con sus jefes, el máximo mandatario alemán logró que los judíos fuesen a Theresienstadt (campo de concentración “de lujo” para judíos de renombre internacional). Cuando hubo que detener a los judíos, fue necesario trasladar policías de Alemania, pues nadie en Dinamarca estaba dispuesto a realizar el trabajo sucio. El propio mando alemán ordenó no penetrar por la fuerza en casas judías. Se produjeron protestas oficiales y el propio Rey salió a pasear con la estrella de David en su coche. La población obstaculizaba la captura de judíos, escondiéndolos o ayudándoles a llegar hasta Suecia. Solo un 5% de los judíos daneses fueron detenidos.
Los noruegos contra Quisling
En abril de 1940 los nazis se apoderaron de Noruega, tras vencer sin dificultad la escasa resistencia militar que encontraron. El gobierno se exilió, y los invasores colocaron al jefecillo local de partido nazi en el gobierno. El nombre de este individuo era Quisling, designa desde entonces a los gobiernos títeres del mundo. Durante el primer año de ocupación, no existió un resistencia organizada, aunque sí que se dieron actitudes espontáneas de rechazo y denuncias de los atropellos nazis. Enseguida, el protagonismo sería tomado por las asociaciones culturales, deportivas y profesionales, y en especial por los maestros y maestras, que, mediante declaraciones colectivas de insumisión al nuevo régimen, se colocaban automáticamente en la clandestinidad. Cuando vinieron las represalias, la prensa, saltándose la censura, informó de los hechos.
Cuando Quisling creó el Sindicato de Profesores, de sindicación obligatoria, bajo mando de la Gestapo, y con el fin declarado de difundir la ideología nazi en las escuelas, la oposición de los maestros fue total. Se negaron unánimemente a afiliarse, comprometiéndose a no difundir el nazismo en las escuelas, ya desobedecer a la administración títere. Lo hicieron con una carta personal a Quisling en Febrero de 1942. Tras los profesores, doscientos mil padres se comprometieron en el mismo sentido.
Un mes más tarde vino la represión, cuando el gobierno internó a mi profesores en un campo de concentración. Les ofreció la libertad a cambio de su filiación al sindicato, pero sólo 32 profesores aceptaron. Entonces deportó a quinientas personas a la Antártida y a Kierkeness (Norte de Noruega). Las escuelas fueron cerradas. La situación sólo pudo durar dos meses. El 25 de abril, Quisling reabrió las escuelas ante la evidencia de que nada doblegaría a toda la comunidad escolar resistiendo unánimemente. Las (personas) deportadas volvieron a casa, siendo recibidas como heroínas.
Otro sector infranqueable para Quisling fue la Iglesia Luterana que, pese al decreto de disolución, permaneció en funcionamiento. Los pastores no cesaron de hacer declaraciones contra el Régimen, y las parroquias de los pueblos se convirtieron en locales de asamblea general para organizar las medidas de protesta contra la represión. En 1942, toda la sociedad noruega, capitaneada por sus maestros y maestras, pastores, asociaciones profesionales, prensa... se convirtió en una tela de araña que atrapaba los planes del nazismo, e impedía toda penetración ideológica.
La fase final de la guerra en Noruega, como en Dinamarca y en toda Europa, tuvo protagonismo militar antes que civil. Pero hasta 1943, crear la unidad de la población que hizo posible la expulsión final de los nazis. Y más allá de la victoria militar, la resistencia noviolenta creó a los nazis toda serie de dificultades para el ejercicio de un poder real en Noruega.
Resistencia en Checoslovaquia: Primavera de Praga 1968.
En Agosto de 1968 las tropas del pacto de Varsovia penetraron en Checoslovaquia para asesinar la primavera de Praga, es decir, el movimiento aperturista del socialismo checo dirigido por la cúpula del Partido Comunista. Los aires de libertad ponían en peligro los intereses del imperio soviético que no encontró mejor forma de imponer su política que la acción militar contra el pueblo checo. Ante la sorprendente invasión, cualquier acción militar del ejército checo hubiera resultado no sólo inútil, sino contraproducente. El gobierno dio orden al ejército checo de permanecer en los cuarteles, y ello dio pie al surtimiento espontáneo de formas noviolentas de resistencia.
Entre estas podemos destacar las siguientes: Acciones simbólicas: Las tropas soviéticas se encontraron con ciudades llenas de carteles y pintadas con eslóganes de denuncia de la invasión. En las grandes ciudades, grupos de ciudadanos se dirigían desarmados a los tanques enarbolando banderas checas, entrando en ocasiones en diálogo directo con los soldados. En estas acciones fue de gran importancia la actitud abierta, en ocasiones irónica, siempre respetuosa hacia el “enemigo”.
Los propios mandos del pacto de Varsovia reconocieron la gran desmoralización que estas acciones produjeron en los soldados, así como su incapacidad para dar respuesta a estas formas de resistencia. Estaban preparados para responder a la violencia y a los fusiles, pero no sabían como responder a un pueblo desarmado que se enfrentaba a los tanques sin violencia.
Acciones de información y difusión. La televisión y sobre todo la radio, se convirtieron en pocas horas en el eje de la resistencia, transmitiendo los acontecimientos y haciendo llamadas a la no-colaboración. Fue una de las principales preocupaciones de los soviéticos intentar desarticular la red informativa que espontáneamente se creó para organizar la resistencia. Para este propósito se tuvieron que traer desde la URRS una estación para las interferencias. Sin embargo, el transporte de esta estación fue sistemáticamente obstaculizado por los trabajadores checos, y finalmente fue saboteada al llegar a Praga.
Acciones de no-cooperación: El plan soviético consistía en secuestrar a los dirigentes checos y sustituirlos por un gobierno afín a los dictados de Moscú. La primera parte del plan fue llevada a cabo, pero la no-cooperación generalizada del pueblo checo impidió la creación de un gobierno títere. El Ministro de Interior lanzaba mensajes desde la clandestinidad, mientras el Parlamento y el aparato del Partido permanecían funcionando fuera del control soviético. A los dos días de la invasión, en una fábrica del centro de Praga, eludiendo la presencia de los tanques rusos, se celebró un congreso extraordinario de Partido Comunista, que lanzó un llamamiento a la desobediencia ante toda orden procedente del invasor. Se exigió una salida de las tropas en veinticuatro horas, anunciando una huelga general. En resumen, los rusos consiguieron ocupar el territorio, pero les fue imposible controlar la sociedad. Ante las declaraciones políticas, las huelgas y boicots de ferroviarios y los medios de información, la URRS no tuvo otra salida que la presión directa sobre los dirigentes secuestrados para romper la resistencia.
Acciones de obstaculización: Aparte de la acción ya señalada por los ferroviarios, es importante destacar la medida de confundir a las tropas soviéticas cambiando los letreros indicadores, de forma que el país se convirtió en un laberinto. Esta misma clase de medidas fue utilizada en las ciudades para evitar la represión sobre personas perseguidas.
La resistencia checoslovaca duró una semana. La principal razón por lo que fue quebrada reside en la capitulación de sus dirigentes secuestrados en Moscú. Tras los “Acuerdos de Moscú”, Dubcek volvió a Praga y pidió el cese de la resistencia. El pueblo checo fue derrotado por la debilidad de sus dirigentes, pero no por la ineficacia de los medios que usaron para oponerse a la agresión.
Otro elemento que hay que tener en cuenta a la hora de enjuiciar este ejemplo histórico es el carácter espontáneo, no planificado, apenas organizado de la explosión de rechazo que durante días se extendió por Checoslovaquia. Se planta la pregunta de hasta que punto podía haber sido eficaz una resistencia planeada y plenamente organizada.
Algunos estudiosos de este fenómeno histórico han destacado que la situación internacional de Checoslovaquia hubiera condenado al fracaso cualquier tipo de resistencia a la URRS, que no hubiera reparado en el coste para mantener su campo de influencia en este país centroeuropeo.
De cualquier manera, los seis días de Checoslovaquia en el 68 contienen abundantes referencias para cualquier modelo de resistencia noviolenta frente a la invasión. Podemos concluir con una frase de un testigo presencial: “La derrota no llegó mientras nos defendimos, sino por dejar de defendernos”.
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Nota de BW, fuente: http://www.nodo50.org/moc-carabanchel/noviolencia/situaciones_historicas...