Texto publicado por Leandro Benítez
Esperanto, la lengua de la paz (¡para Gory y todos los interesados!)
¿Ha perdido el esperanto su actualidad?, ¿quedará relegado como un idioma artificial que sólo interesa a cuatro idealistas, o será un germen que puede expanderse en un futuro reciente?. Sea lo que sea, lo cierto es que para la mayoría de nosotros el esperanto es un total desconocido y merece la pena ver algunas de sus grandes posibilidades como comunicación y como lengua de paz.
Cuando se habla del esperanto, la primera pregunta que surge es: ¿cuántos hablantes de esperanto existen hoy día en el mundo?. Es difícil calcularlo con exactitud, pero serán alrededor de un millón de personas, de las cuales unas trescientas mil viven en China. Son, al mismo tiempo, pocas y muchas. Pocas en relación a la población total del planeta, muchas si se tiene en cuenta la persecución a que ha estado sometida y la hostilidad más o menos declarada de los responsables políticos.
Y también son muchas si tenemos en cuenta que este millón de personas creen en la solidaridad e igualdad universal, y por ello están dispuestas a realizar el esfuerzo que supone aprender un idioma común y neutral. Examinado desde un aspecto práctico, desde el punto de vista de las ventajas que supone el hablar esperanto, hay que tener en cuenta que este millón de personas está distribuido por todo el mundo y bien organizadas, de modo que en cada ciudad existen “delegados” esperantistas que informan y acompañan a los visitantes, revistas para ponerse en contacto, congresos internacionales donde puedes comunicarte con miles de personas de todo el mundo, organizaciones de turismo esperantista mediante las cuales puedes alojarte gratuitamente por todo el planeta, distribuciones de libros, música y vídeos en esperanto... y sobre todo, la mayoría de estas personas comparten unos ideales de amistad y solidaridad universal, por lo que tienen algo muy importante en común.
El esperanto fue perseguido en la Alemania nazi, (por no compartir el ideal imperial ario), en la U.R.R.S estalinista (por ser un idioma pequeñoburgués) y en los U.S.A de Mc Carthy (por ser un idioma comunista). ¿Qué tiene este idioma para ser tan peligroso para cierto tipo de ideologías?, para comprender el por qué de estas persecuciones es necesario explicar como es el esperanto. Aunque realmente no se puede saber hasta que se aprende.
La mayoría de la gente cree que el esperanto es un idioma muy sencillo de aprender, pero muy limitado. Algo así como “Tú darme a mi café”; un idioma que puede servir para salir del paso en aereopuertos y restaurantes, pero poco más. Es muy sencillo, pero no es limitado en absoluto: existen traducciones al esperanto del “Quijote”, obras de Shakespeare o Goethe… Es más, a medida que se va aprendiendo, se encuentran más y más posibilidades expresivas que, simplemente, no existen en castellano, ni en los demás idiomas.
¿Cómo es posible que exista un idioma sencillo, y al mismo tiempo, sutil? Empecemos por su sencillez:
En primer lugar, no necesitamos aprender ortografía: a cada letra le corresponde un sonido, y a cada sonido, una letra. Así, pues, nos evitamos los problemas de “b” y “V”, “g” y “j”, “h” y no “h”, “c” y z” que tanto complican al castellano. Además, todas las palabras de más de una sílaba se acentúan siempre en la penúltima sílaba, con lo cual tampoco hemos de preocuparnos de los acentos. Una persona puede aprender a leer y escribir correctamente el esperanto en pocos minutos, aunque no lo entienda.
La mayoría de las palabras del esperanto proceden del antiguo indoeuropeo, la lengua raíz de casi todos los idiomas de Europa y parte de Asia. Así, a un francés le resultan familiares el 90% de las palabras, a un español o inglés el 80% y a un alemán el 75%... ¿Cómo se consigue esto en el caso de “luz”? Porque en inglés luz se traduce por light en alemán es licht y en ruso es sviet y no parece haber mucho parecido entre ellas. Sin embargo, en español tenemos la palabra luminoso en inglés luminous en alemán illuminieren y en ruso iluminatsia . Así, pues, la raíz común es “lum-” y la palabra esperantista para designar luz es lumo. Quizás no la reconoceríamos a simple vista, pero una vez sabemos su significado, resulta fácil de recordar. Así sucede con la mayoría de las palabras del esperanto.
Tomemos otro aspecto del vocabulario del esperanto. En castellano decimos: caballo, yegüa, potro, cuadra... en cambio en esperanto no existen palabras propiamente dichas, sino “raíces” a las cuales se añaden unos prefijos y sufijos -siempre los mismos- para formar significados. En el caso de caballo la raíz es ceval- (léase cheval). Caballo es cevalo, yegüa es cevalino (-ino significa femenino); potro, cevalido (-ido significa descendiente); cuadra, cevalejo (-ejo significa lugar)... Es decir, que cada palabra memorizada, sirve para formar un promedio de cuarenta palabras más.
Otro de los escollos con los que uno tropieza al estudiar una lengua son las “excepciones” e “irregularidades”. Todos los idiomas suelen tener cientos o miles de ellas que dificultan enormemente el aprendizaje. En esperanto no existen excepciones. las normas son claras y lógicas. Tomemos las conjugaciones de los verbos. Supongamos que somos un extranjero que está aprendiendo castellano y empezamos con el verbo ser: yo soy, tu eres, él es... Este sólo es un tiempo de uno de los muchos verbos irregulares que existen. En esperanto, todos los verbos, en presente y para todas las personas, terminan en -as, en -is para pasado, en -os para futuro... Así, yo amo, tu amas, él ama, será: “mi amas”, “vi amas”, “li amas”. Cuesta menos aprender toda la conjugación del esperanto que el presente del verbo ser en castellano.
Y por último, cuando aprendemos una lengua extranjera, solemos notar una sensación rara, las palabras no parecen estar en su sitio. Esto es así porque desde niños nos hemos acostumbrado a pensar en el orden que nos impone nuestro idioma y creemos que ése es el orden natural. El orden y la gramática son enormes escollos para el aprendizaje de una lengua. En esperanto, simplemente, no existe un orden prefijado: las frases se ordenan según el orden “natural” del que habla.
Podría seguirse dando más ejemplos de sencillez, pero con éstos es suficiente para demostrar por qué el esperanto es una lengua que se aprende entre tres y cinco veces menos tiempo que cualquier otro idioma.
Examinemos ahora la precisión y riqueza del lenguaje. En castellano si decimos: “voy al banco”, puede significar muchas cosas: banco de carpintero, de sentarse, de peces, lugar donde se guarda dinero. Solemos deducir a cual nos referimos según el contexto, pero no deja de ser un signo de pobreza de lenguaje el que nos veamos obligados a utilizar la misma palabra para distintas cosas. En esperanto, en cambio, para cada uno de estos “bancos”, existe una palabra distinta. No hay confusiones posibles, alcanzamos un grado de precisión inimaginable para los hablantes de otro idioma.
¿Cuántas palabras existen en esperanto? Simplemente, infinitas, porque no existen palabras, sino raíces que se combinan con prefijos y sufijos según se necesite. Arbol se dice en esperanto “arbo”, árbol pequeño “arbeto” (-eto significa pequeño) y bosque “arbaro” (-aro significa conjunto). Entonces, si necesitamos mencionar un bosque de árboles pequeños diremos “arbetaro”. Aún más, si necesitamos distinguir bosques pequeños de grandes, podemos decir “arbetarego” (-ego siginifica grande). “Arbetarego” es: gran bosque de pequeños árboles. Por eso no existen diccionarios completos de palabras esperantistas, simplemente es imposible, porque no es un idioma rígido, sino que se va adaptando a las necesidades del pensamiento del hablante sin limitarlo jamás.
No es raro que la principal producción literaria original del esperanto sea poética, puesto que con él se pueden expresar sentimientos y sensaciones “para los que no existen palabras”. Naturalmente esta cualidad también es muy valiosa para la filosofía, la mística, la ciencia...
Al poco tiempo de empezar a aprender esperanto, se comienza a experimentar un fenómeno curioso: se es incapaz de traducir los textos del esperanto al propio idioma, aunque se sepa lo que significa, Simplemente el propio idioma no es lo suficientemente sutil y preciso para traducir el esperanto. Los tiempos de los verbos esperantistas, por ejemplo, son mucho más numerosos que en los demás idiomas. Así, nosotros sólo decimos amante, pero en esperanto hay tres tipos de “amante”: el que amó en el pasado, el que ama ahora y el que amará en el futuro; además se distingue, para estos tres tipos de amantes, los amantes normales, los que aman continuadamente y los que inician la acción de amar. Al poco tiempo de debatirte en una maraña de traducciones tan torpes como “el amante que empezó a amar en el pasado de forma continuada” (lo cual se expresa en esperanto con una sola palabra), acabas renunciando a traducir los textos esperantistas a tu idioma y permites que los sentiminetos y los pensamientos fluyan libremente.
Por este motivo el esperanto fue perseguido por los regímenes totalitarios. En primer lugar, llegar a conseguir una comunicación fluida y profunda en algún otro idioma, cuesta mucho esfuerzo, tiempo y dinero; el poder puede estar seguro de que únicamente una minoría de las clases privilegiadas podrá comunicarse con los extranjeros. En cambio, con el esperanto, se puede llegar a conseguir un buen nivel de conversación en muy poco tiempo (unos seis meses), y es tan fácil que la gente puede prescindir de profesores, lo cual es muy difícil con otros idiomas. Además el esperanto facilita hábitos correctos de pensamiento. Hace que el pensamiento sea mucho más despierto, preciso, crítico y creativo. A esto hemos de añadirle que la “cultura” esperantista es básicamente solidaria y universal, una gran parte de sus libros, poesías y canciones hablan de paz, solidaridad, unidad entre los hombres...
Además, el esperanto es el principal enemigo de los idiomas “imperiales”. Como explicó el delegado francés en la Sociedad de Naciones cuando se rechazó la enseñanza del esperanto en las escuelas del mundo (allá por el año 1922, cuando el francés era el idioma predominante en el planeta): “Si se aprendiese el esperanto, se haría innecesario el estudio de otras lenguas”.
¿Qué es un idioma imperial? Es aquel idioma que se impone a otros pueblos, debido a una supremacía militar, política o económica. Idiomas imperiales son el inglés, el francés, el ruso, el chino mandarín… y el castellano, entre otros. El ser hablante de una lengua imperial otorga muchas ventajas sobre los que la deben hablar sin ser su lengua materna: es vehículo de colonización cultural, los sometidos han de hacer grandes esfuerzos improductivos para aprender el idioma, los que hablan la lengua de forma natural siempre tendrán ventaja para expresarse o para negociar.
Las lenguas imperiales, en una época en la que se incrementan las comunicaciones, el turismo, la movilidad geográfica de residencia y las grandes empresas transnacionales tienden a ser todavía más fuertes y a destruir, a corto o largo plazo, a las lenguas naturales sometidas.
Lamentablemente, no se pueden aprender todos los idiomas del estado, y mucho menos los de europa o los del planeta. Antes de las comunicaciones actuales, este problema no se daba, porque la gente permanecía dentro de su cultura toda la vida. Pero ahora vamos de vacaciones, cambiamos fácilmente de lugar de residencia por nuestro trabajo, las telecomunicaciones se hacen cada vez más eficaces... Y así nos encontramos gentes de muchas culturas mezcladas que encesitamos tener un medio de hablar entre nosotros.
Inevitablemente, a causa de esto, las lenguas imperiales pueden hacer desaparecer a las pequeñas lenguas. Los poderes políticos pueden acelerar o enlentecer este proceso, pero no pararlo. Es más, el día que los medios de transporte permitan viajar por toda Europa de forma rápida y barata, se capten radios y televisiones europeas y desaparezcan las barreras burocráticas y económicas, el castellano y otros idiomas también iniciarán una lenta decadencia, mientras que el idioma más difundido será... el de la mayor potencia económica en ese momento.
Por eso el esperanto se ha considerado peligroso por parte de los poderes políticos que se ocultan detrás de los idiomas imperiales, porque rompe el dilema entre conservar la cultura propia y comunicarse, entre mantener la identidad y abrirse al mundo. Al ser un idioma “neutral”, el hablarlo no supone ningún menoscabo; en todo caso, las culturas se pueden enriquecer mutuamente, pero desde un plano de igualdad. Si todos supiésemos esperanto, tendríamos dos idiomas: el nuestro y el que emplearíamos cuando nos encontrásemos con cualquier otra persona que no compartiese nuestra lengua. Así, sólo estudiaríamos otra lengua cuando quisiéramos vivir en otro país, o si nos interesase particularmente otra cultura, igual que algunos estudian ahora el griego clásico para disfrutar de sus obras literarias. Sería la variedad dentro de la unidad.
¿Un sueño imposible? No, ya existido en Europa un “esperanto”; es decir, un idioma común: el latín de la Edad Media. Durante esta época, cualquier persona culta podía viajar a otro país y escuchar clases universitarias, asistir a oficios religiosos, hacer pactos políticos sin intérpretes y realizar sus negocios. Lamentablemente, el latín es un idioma muy difícil de aprender, lo cual lo limitaba a las clases superiores; y es también un idioma poco flexible, a diferencia del antiguo griego, que, de forma similar al esperanto, puede formar palabras nuevas. De hecho, gracias a esta cualidad este idioma sigue siendo imprescindible para la medicina y para la técnica.
Algunos menosprecian el esperanto, argumentando que es un idioma “artificial”. En una época en la cual lo “natural” está de moda, decir que algo es artifical es un argumento aplastante. Sin embargo, esta crítica es falsa, está basada en un equívoco bastante difundido hoy en día, debido a la moda de lo “natural”. Decir que algo es “artificial” sólo significa que ha sido “construido con arte”; indudablemente, el esperanto está construido con arte, incluso construido con mucho arte. ¿El esperanto es artificioso?, definitivamente, no. Es más, si es tan sencillo es porque se adapta perfectamente a nuestro instinto linguístico. ¿Acaso los niños, cuando empiezan a hablar, no intentan conjugar igual todos los verbos o formar de igual manera todas las palabras?. Los niños, al que enseña, le llaman “enseñador” y dicen “andó” en vez de anduve. Si el esperanto es tan agradable de aprender es porque satisface nuestro instinto de lógica y de regularidad. Por cierto, ¿la ortografía fue natural en nosotros o nos costó muchísimas horas aprender dónde colocar una “h” o un acento?.
La única diferencia entre el esperanto y las lenguas europeas más usuales consiste en que éstas suelen provenir de una mezcla del latín macarrónico de los campamentos romanos con la lengua de los pueblos bárbaros de turno. En cambio, el esperanto se originó gracias a la iniciativa del doctor Zamenhoff en el año 1887. Este doctor polaco vivía en una ciudad en la que convivían cuatro idiomas: ruso, polaco, alemán y hebreo; y todos los habitantes odiaban a los que no compartían su lengua. Tras apremder, además de los cuatro idiomas anteriores, inglés, francés, latín y griego, creó esta nueva lengua, tras trabajar diez años en ella. Pero en vez de darla como algo terminado, la ofreció a todo el mundo; así, cientos de escritores de toda Europa la empezaron a emplear (Tolstoi, por ejemplo) y cada lengua aportó, a través de ellos, lo más valioso que tenía : el ruso la libertad de ordenar las palabras; el alemán, la claridad de ideas; el inglés, la simplicidad gramatical; los idiomas latinos, la belleza y la limpidez sonora.
¿Cuál será el futuro? ¿Llegará alguna vez a imponerse el esperanto o, por el contrario, seguirán los idiomas imperiales disputándose la supremacía? Y, en este último caso, ¿Cuál será el siguiente que predomine? Porque un idioma no predomina en el mundo por su belleza, sencillez o precisión, sino porque detrás tenga una nación que disfrute de la supremacía político-económico-militar; y, la historia nos demuestra que esto es cambiante. ¿Quizás será el alemán? ¿O bien el japonés? Para los que hablamos esperanto, esta disyuntiva no nos preocupa demasiado. Es más, no nos preocupa en absoluto.
Lorenzo Mediano