Texto publicado por Leandro Benítez
Jacques Lacan: ¿genio o charlatán?
“Una geometría implica la heterogeneidad de locus, a saber, hay un locus del Otro. Con respecto a este locus del Otro, de un sexo como Otro, como Otro absoluto, ¿qué es lo que el más reciente desarrollo en la topología nos permite postular?” Jacques Lacan.
Si le resulta algo difícil comprender esta cita de Lacan no se preocupe, no está solo. Desde un inicio la doctrina de Lacan ha sido criticada por su sin sentido y el verdadero abuso del uso de términos tomados de otras ciencias para intentar, supuestamente, explicar la conducta humana. Pero los lacanianos por razones muy apartadas del verdadero estudio serio del comportamiento humano, defienden de manera casi fanática una doctrina que no tiene nada de científica, ni explica nada, ni es útil incluso al tratar de solo querer buscar una forma de aplicarla. A continuación les presento un extracto del libro Imposturas Intelectuales, escrito por Alan Sokal y Jean Bricmont. Algunos quizá hayan escuchado antes del experimento Sokal, les dejo a ustedes lectores la tarea de buscar tal famoso experimento en google.
Antes de iniciar con el extracto del libro, en donde se muestra el sin sentido que es la doctrina Lacaniana, creo necesario tener en cuenta algunas cosas para poder saber de que están hablando los autores. Lacan intentó utilizar procedimientos, técnicas o teorías que tomó prestadas de las matemáticas para tratar reinventar el psicoanálisis. Básicamente cae en uno de los errores clásicos de muchos intelectuales, sobre todo postmodernistas/postestructuralistas que surgen después de la segunda guerra mundial en Francia. Toman conceptos, términos, teorías, lenguaje técnico, etc. de las ciencias naturales y pretenden aplicarlos a sus teorías favoritas. En el caso de Lacan, pretende aplicar conceptos de lo que se llama topología al psicoanálisis. La topología es una rama de las matemáticas que en términos simplistas estudia figuras geométricas tridimensionales y las formas para poder calcularlas aun si estas son deformadas. En otras palabras imagine usted que tiene una botella de agua de plástico después de que un auto le paso por encima. Como calcularía usted esa botella aplastada, asumiendo que no fue desgarrada ni rota, para regresarla a su forma original. La topología se vuelve muy interesante cuando empieza a tratar con figuras que a simple vista nos parecerían extrañas. Parecería raro querer usar la topología para entender la mente humana, pero si uno toma en cuenta los preceptos del psicoanálisis, de cómo Freud llegó en algún momento a presentar la mente como una estructura topográfica, no me extraña que a alguien se le ocurriera esto.
Les dejo entonces el extracto del texto de Sokal & Bricmont para ver como toda la teoría lacaniana es producto de un charlatán y después la conclusión sobre Lacan que nos presentan los autores. Creo que está por demás mencionar que estoy de acuerdo con esta conclusión.
Inicio del extracto
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En los escritos de Lacan de los años cincuenta existen ya algunas referencias a la topología, pero la primera discusión extensa y publicada data de 1966, en ocasión de una célebre conferencia sobre The Languages of Criticism and the Sciences of Man, celebrado en la Universidad de Johns Hopkins (Estados Unidos). Veamos un extracto:
Este diagrama [la cinta de Moebius]1 se puede considerar como la base de una especie de inscripción fundamental en el origen, en el nudo que constituye el sujeto. Esto llega bastante más lejos de lo que imagináis a primera vista, ya que podéis buscar el tipo de superficie capaz de recibir esta clase de inscripciones. Quizá veréis que la esfera, aquel viejo símbolo de la totalidad, no se presta a ello. Un toro, una botella de Klein, una superficie entrecruzada (cross-cut),2 son capaces de recibir un corte de esas características. Y esta diversidad es muy importante, porque explica muchas cosas acerca de la estructura de la enfermedad mental. Si se puede simbolizar el sujeto mediante este corte fundamental, del mismo modo se puede mostrar que un corte en un toro corresponde al sujeto neurótico, y en una superficie entrecruzada, a otro tipo de enfermedad mental (Lacan, 1970, págs. 192-193).
Seguramente el lector se estará preguntando qué relación existe entre estos distintos objetos topológicos y la estructura de las enfermedades mentales. Nosotros también; y el resto del texto de Lacan no aporta nada que clarifique la cuestión, pese a que el propio autor insiste en que su topología «explica muchas cosas». En el debate que siguió a su exposición aparece el diálogo siguiente:
Harry Woolf: ¿Puedo preguntar si esa aritmética fundamental y esa topología no son, en sí mismas, un mito o simplemente, en el mejor de los casos, una analogía para explicar la vida de la mente?
Jacques Lacan: ¿Analogía de qué? «S» designa algo que puede ser escrito exactamente como S. Y he dicho que la «S» que designa al sujeto es instrumento, materia, para simbolizar una pérdida. Una pérdida que tú experimentas como sujeto (y yo también). En otras palabras, ese hiato que existe entre una cosa que tiene unos significados marcados y esta otra cosa que es mi discurso real, el que intento colocar en el lugar en el que estáis, vosotros no como otros sujetos, sino como personas que sois capaces de comprenderme. ¿Dónde está lo análogo? Esa pérdida existe o no existe. Si existe, sólo es posible designarla mediante un sistema de símbolos. En todo caso, la pérdida no existe antes de que esta simbolización indique su ubicación. Esto no es una analogía. Es realmente, en alguna parte de las realidades, esta especie de toro. Este toro existe en realidad y constituye exactamente la estructura del neurótico. No se trata de un análogo; tampoco de una abstracción, pues una abstracción es una especie de reducción de la realidad, y yo pienso que es la mismísima realidad (Lacan, 1970, págs. 195-196).
Una vez más, Lacan no aporta ningún argumento para sostener su afirmación perentoria, según la cual el toro «constituye exactamente la estructura del neurótico» (signifique esto lo que signifique). Además, cuando se le pregunta explícitamente, ¡niega que se trate simplemente de una analogía!
1. Una cinta de Moebius se puede construir con una tira rectangular de papel, girando uno de sus lados cortos 180° y uniéndolo al otro lado corto. Se consigue así una superficie de una sola cara cuyos «anversos» y «reversos» están conectados por un recorrido continuo.
2. Un toro es la superficie formada por un neumático hueco. Una botella de Klein es algo parecido a una cinta de Moebius, pero sin borde; sólo se puede representar en un espacio euclidiano de, como mínimo, cuatro dimensiones. El cross-cut (gorro entrecruzado), al que Lacan llama cross-cut, seguramente por un error de transcripción, es otro tipo de superficie.
[...]
Conclusión
¿Cómo hay que valorar las matemáticas lacanianas? Los comentaristas no han logrado ponerse de acuerdo sobre las intenciones de Lacan: ¿hasta qué punto intentaba «matematizar» el psicoanálisis? No podemos dar una respuesta definitiva a esta pregunta, cosa que, en último término, tiene escasa importancia, pues las «matemáticas» de Lacan son tan fantasiosas que no pueden desempeñar ninguna función útil en un análisis psicológico serio.
No se puede negar que este autor tiene una idea vaga de las matemáticas a las que alude. Pero sólo eso: vaga y poco más. Desde luego, con sus lecciones un estudiante no aprenderá qué es un número natural o un conjunto compacto, a pesar de sus afirmaciones, en lo poco que hay de comprensible en ellas, no siempre son falsas. Sin embargo, se supera, por decirlo de algún modo, en el segundo tipo de abuso que hemos mencionado en nuestra introducción: sus analogías entre el psicoanálisis y las matemáticas alcanzan el summum de la arbitrariedad, y ni aquí ni a lo largo de toda su obra da la menor justificación empírica o conceptual de las mismas. Por último, en cuanto se refiere a la ostentación de una erudición superficial y a la manipulación de frases carentes de sentido, creemos que los textos que hemos analizado anteriormente hablan sin duda por sí mismos.
Concluyamos con algunas observaciones generales sobre la obra de Lacan. Queremos dejar bien claro que estas observaciones van bastante más allá de lo que podemos dar por probado en este capítulo, por lo que habrán de considerarse como simples conjeturas plausibles merecedoras de un examen más minucioso. El aspecto más asombroso de Lacan y de sus discípulos es, sin duda, la actitud que mantienen respecto a la ciencia, privilegiando hasta el extremo la «teoría» (es decir, en realidad, el formalismo y los juegos de palabras) en detrimento de la observación y de la experiencia. Al fin y al cabo, el psicoanálisis, suponiendo que tenga una base científica, es una ciencia relativamente joven. Antes de aventurarse en grandes realizaciones teóricas, quizá sería prudente verificar la adecuación empírica de, por lo menos, algunas de sus proposiciones. No obstante, en los escritos de Lacan se encuentran principalmente citas y análisis de textos y de conceptos.
Los defensores de Lacan (y de otros autores estudiados en este libro) tienden a responder a estas críticas con una estrategia que podríamos llamar de «ni/ni»: esos escritos no se deben valorar ni como científicos, ni como filosóficos, ni como poéticos, ni… Nos hallamos ante lo que se podría denominar «misticismo laico»: misticismo, porque el discurso intenta producir efectos mentales que no son puramente estéticos, pero sin apelar a la razón; laico, porque las referencias culturales (Kant, Hegel, Marx, Freud, matemáticas, literatura contemporánea, etc.) no tienen nada que ver con las religiones tradicionales y son atractivas para el lector moderno. Por lo demás, los escritos de Lacan adquirieron, con el tiempo, un carácter cada vez más críptico -característica común de muchos textos sagrados-, combinando los juegos de palabras y la sintaxis fracturada, y sirviendo de base para la exégesis reverente de sus discípulos. es, pues, legítimo preguntarse si no estamos, al fin y al cabo, en presencia de una nueva religión.
Fin del extracto
Tomado de: Alan Sokal & Jean Bricmont (2008). Imposturas Intelectuales. Ediciones Paidós Ibérica,S. A. España.