Texto publicado por Brenda Stéfani
sentimiento asimilado.
creí que podía borrar todos los pasos que día a día recorrí de tu mano.
creí que aquel ensueño melancólico se olvidaría con la misma rapidez que tiene el soplo del viento.
creí también que me sería fácil olvidar el yanto y las risas que llenaban mi vida en esos momentos, y me sería fácil desprenderme de aquel sonido frío de tus paredes húmedas y grises que se reflejaban ante mis ojos.
¿como lanzarme al espacio sola y tímida sin tu ayuda?, tu que has luchado por verme crecer.
durante todo este tiempo vivido me has enseñado un camino que para bien o mal es mi destino, aunque dentro mío sabía que tarde o temprano lo tendría que afrontar.
Hoy como todos los días, hoy como todos los demás,
hoy he regresado hasta ti con la mirada baja, temblando. sabiendo que quizá sea la última vez que volvería a verte.
Y me rendí.
Me rendí ante lo extraño que me pareció volver, recordar en unos minutos todo lo que allí he vivido, todo lo que he ganado y perdido, todo lo que hice para ser quien soy.
me causaba una intensa sensación al oír mi voz ante la dulce acústica , que tan normal era para mí subir las escaleras diciendo frases inconecxas.
fuiste el testigo de todos los pasos mas fuertes y duros que he tenido que dar,
y de los momentos en los que entraba en las más difíciles fragilidades.
me viste crecer, y viste todas mis peleas, viste mis dudas y mis seguridades, conociste las más hermosas escenas y los ´mágicos instantes en que soñaba con un futuro de dicha a su lado, sentiste que al caminar por los pasillos se expandía el eco de las más tristes canciones de el alma y soledades.
Sentiste la alegría de los días soleados, de la luz en la ventana, de las salidas lejos de aquí,
dirigías y acercabas amistades, dibujabas entre risas un futuro de libertad.
todo lo que eso implica y toda la responsabilidad que llevabas en tus manos, que para bien o mal servían de ayuda y de oportunidad para todos aquellos que también luchaban junto a mí por la misma causa.
Todo estaba lleno de energía, jamás permití una falta.
mi presencia sería en soleado, nube, lluvia, trueno, relámpago, haga frío o calor, aunque me quisieran ellos o no.
Pero nunca faltaba quien sostenga mis manos tambaleantes, quien seque mis ojos llorosos, o simplemente me hiciera llegar una palabra de apoyo y ternura.
cada vez que caminaba las 6 cuadras, o me tomaba el colectivo para llegar a ti, era mi dicha, mi alegría, era lo que significaba para mí lo mejor de la semana, nada más abrir los ojos en aquellas mañanas y elejir lo mejor que tenía para decir, hoy es el día!
las horas más felices de mi vida, aunque en ese momento quizá no lo sabía.
Así ha transcurrido el tiempo, así se iban sucediendo los días, se iban perdiendo las energías, el ambiente se tornaba cada vez más denso y monótono, te ibas alejando de mí.
Ahora sé que todo es un siclo y nada debe forzarse a detener, todo lo que debe irse, debe irse en el momento preciso, debe salir por la puerta grande, antes de quedar aplastado o mal parado, y no hay que permitir que eso pase.
No voy a negar que me duele dejar toda una vida a un costado, todos esos instantes guardados en un bago rincón de la mente en donde viajan incoherentes imágenes nubosas y desfiguradas.
Un día como hoy, creyendo que me daría igual, como todo lo que suele terminar, como siempre mentalizo.
Como una injusta sorpresa no fue así, pues sentí cierta tristeza.
és que esta sería mi despedida legal, esa que jamás creí que llegaría a pasar.
hoy bajo la dulce lluvia de la mañana, por última vez llegué hasta ese lugar, a darte las sinceras y merecidas gracias.
(Brenda- Daniela F Stéfani)