Texto publicado por Brenda Stéfani
indefinido
Estos caminos polvorientos y estrechos que no supieron llevar a la nada.
esto que parecía ser el atajo hacia una salida que lleve al horizonte, a la vista maravillosa.
Eran las cintas libres hacia las canciones que llevarían escritas miles de palabras que dirían un mensaje que solamente podíamos entender.
Ese era el camino que no tenía fin, era la salida de la humedad de los árboles, era la vuelta que sale de entre las raíces, nunca pude mantener el equilibrio.
Eran nada mas que las huellas de lo que se veía venir, era el polvo de las tormentas, era el viento girando en remolinos.
Acabados rojos entre las nubes negras, ir a la expresión sencilla de la furia.
Cuando menos en el trayecto un extremo errado aparece y en un segundo misterioso escapará.
Piedras, gotas y el rostro, las aguas se vuelven en torbellinos tirando de los cabellos .
El hielo caerá del cielo y la espuma rojiza romperá contra la tierra, y esto es la perdición.
Si estaba en medio de verdes hojas y el azúl detenía todo en la inmensidad, la imágen dio un jiro y todo comenzó a caer.
Los senderos se veían estrepitosos a la izquierda y a la derecha.
El silencio inundó el cielo,la oscuridad tornó marino y turbio su color.
No existen brechas que dividan las sombras cuando el peso de los ecos floten sobre los suelos.
La imponente esfera se revela ante aquello imposible, se revela contra lo inevitable y seguirá sin inmovilizar su curso.
Las gotas aturdidas y frías ya no servirán de nada.
Tiemblan ante el rose de las hojas y su única salida se verá truncada.
El resto de lo usual se encuentra impasible al contemplar la escena, y no se observa nada alrededor.
Es ver el verde sin movimiento en toda la imponencia y aún así es solo el verde, no habrán más figuras que rellenen el espacio.
Es el encierro en el misterio lúgubre y distante de lo inocurrente, será el rebote impulsivo de los golpes que se convierten en sonido sin procedencia que llamará al temblor y el ser.
El crujir de las ramas que sobreviven entre las semillas, las que buscaban afanosas cumplir su misión, contra todo ataque de cualquier objeto que lograra descubrir su frágil estructura, contra las alas de aquellos que buscaban destruirlas.
Pero el camino nunca llegaría a ser claro como cuando se ve al ser iniciado, y son las estelas invisibles las que trazarán las marcas que servirán de guía en los ondos instantes sumerjidos en la bruma que impiadosa cerrará más el oscuro trecho desolado.
La intensa imagen desauciada, logra conmover en si su alma delirante, su ánimo descendente, los círculos impactantes de su causalidad.
Los nudos oprimen más las cuerdas que parecen asficciar y cada vez más agoniza su insistencia, no me animo a decir, porque será quien lebante de la tierra sus pies.
viernes- 23- 11- 12 B.S.