Texto publicado por Rafael Cortabarria Chinchurreta

Recomendaciones para ayudar a un ciego

Instrucciones para cruzar un ciego

Cuando vea a una persona ciega parada en una esquina sepa usted que no
siempre está pidiendo limosna. A veces, pero sólo a veces puede estar
esperando a otra persona. Generalmente espera un milagro que le devuelva la
visión que perdió para no tener que esperar más.

No sienta temor al acercarse, porque la ceguera no es contagiosa como otros
males o enfermedades tales como la indiferencia, apatía, ignorancia,
desinterés o en el peor de los casos un resfrío.

Acérquese con toda parsimonia y hágale saber que está presente saludándolo o
tocándole el brazo, pero si su objetivo es robarlo trate de no hacer mucho
escándalo pues tienen los otros sentidos, como el oído, muy bien entrenados.
No vaya a ser que se le pongan los ojos blancos de un susto a usted.

Recuerde que el bastón blanco significa que el individuo es ciego y no
sordo. Si su verdadera intención es ayudarlo pregúntele amablemente y sin
gritar si necesita ayuda para cruzar la calle. Es lo recomendado para que el
ciego no recule por el sobresalto.

Una vez que el ciego haya aceptado su ayuda, no trate de agarrarlo
bruscamente del brazo como si lo llevara detenido, él no tiene la culpa de
que a usted se le hayan frustrado los sueños de ser policía. Al contrario
para guiarlo en el recorrido ofrézcale su brazo, la persona ciega se tomará
de él y caminará medio paso detrás de usted.

Sea un peatón responsable, antes de iniciar la marcha observe el semáforo.
Cerciórese que está en verde y por las dudas mire hacia ambos lados. Tenga
en cuenta que muchas personas inconscientes que manejan un vehículo lo
convierten en un arma mortal… y no hablo de la película de Mel Gibson.

Si usted siente desprecio por su vida o tiene tendencias suicidas abstenerse
de ayudar al cieguito.

No deje parado al cegatón en medio de la senda peatonal porque es muy
peligroso. Tampoco crea eso de que “ojos que no ven corazón que no siente”,
porque si lo abandona a su suerte en el medio de la calle, él se sentirá muy
solo y podría entrar en pánico al escuchar el rugir de los automóviles que
pasan raudamente por delante y por detrás.

En los escasos segundos que dura el recorrido usted puede entablar una
conversación con el ciego si siente curiosidad acerca de la ceguera o por
saber cómo se desenvuelven. No sienta vergüenza en preguntar lo que sea. Si
no está apurado, en ese corto tiempo, despejará sus dudas. Al conversar use
naturalmente palabras como ver, mirar, ciego, etc. él no se sentirá
discriminado.

Asegúrese de dejar al ciego del otro lado de la senda sano y salvo. Dele una
breve descripción del lugar o de los obstáculos con los que se podría topar,
por ejemplo evítele que se golpee con los puestos callejeros. Él se lo
agradecerá infinitamente al saber que este mes no tendrá que gastar su
mísera pensión en antiinflamatorios.

Por último no se aleje sin despedirse o dando una clara señal de haber
terminado la conversación, para que no quede hablando solo y la gente piense
que además de ciego está loco.

Si usted puede seguir estas instrucciones al pie de la letra conseguirá
cruzar con éxito a un ciego.