Texto publicado por Leandro Benítez

"Soy partidario de la eutanasia como lo soy del aborto"

"Soy partidario de la eutanasia, como lo soy del aborto", dice Mario Bunge. El filósofo argentino radicado en Canadá es conocido por sus afirmaciones polémicas y no las rehusó durante su paso por Rosario, donde estuvo esta semana para dictar dos conferencias y presentar su último libro, "Filosofía para médicos", publicado por Gedisa. También se pronunció a favor de la legalización del consumo de drogas, "pero controlada por el Estado", se definió como socialista aunque partidario "de un socialismo especial, un socialismo cooperativista", y redobló sus cuestionamientos a lo que llama "los filósofos del establishment".
Como en 2010, Bunge llegó a Rosario invitado por Oscar Defante, "un empresario que se interesa por la cultura y la apoya decididamente". Ambos se conocieron hace tres años y se mantienen en frecuente contacto. "Tenemos gustos parecidos en muchas cosas. Nuestro amor por Italia, por ejemplo. Pero me extrañó que sepa menos el idioma que yo, que no tengo sangre italiana pero me encanta la literatura italiana", afirma.
—A propósito de su último libro, ¿hay una filosofía específica para los médicos?
—Yo sostengo que los médicos adoptan doctrinas filosóficas aun sin saberlo. Por ejemplo son realistas, creen que el paciente existe independientemente de la imaginación del médico, creen que su enfermedad es un proceso natural y no el efecto de un hechizo o de una maldición divina o gitana. Creen también en la eficacia de las terapias fundamentadas científicamente, sobre la bioquímica, la farmacología, etcétera. El cientificismo está muy en decadencia en América latina, ha sido vilipendiado por gente que se cree de izquierda. En mis tiempos los izquierdistas éramos procientíficos, ahora son anticientíficos. Confunden la ciencia con la técnica y la buena técnica con la mala. No todas las técnicas son técnicas para matar, hay técnicas para curar; por ejemplo cuando un médico inventa una terapia o un aparato para medir actúa como tecnólogo. En cambio, cuando estudia como actúan los fármacos, hace investigación aplicada y cuando estudia los procesos biológicos que ocurren en el cuerpo humano hace investigación básica.
—¿Los médicos tendrían entonces que hacer consciente ese saber filosófico implícito en la práctica?
—Así es, para no ser víctimas de pseudofilosofías. Está muy de moda, por lo menos entre los filósofos, la idea de que las enfermedades no son procesos naturales sino construcciones sociales. Esa idea vino de Francia y hay un caso muy extremo, el de Bruno Latour, que se enseña en muchas universidades argentinas. Cuando los egipcios montaron una exposición del faraón Ramsés II y sus tesoros en París, unos patólogos examinaron la momia y encontraron bacilos de Koch. Ramsés II había sido tuberculoso. Entonces Bruno Latour dijo que era imposible, porque los bacilos de Koch fueron descubiertos recién a fines del siglo XIX. Como si los bacilos existieran solamente porque hay bacteriólogos. Es un caso de estupidez, y el de quienes lo siguen, es estupidez doble.
—¿Cómo es su relación particular con los médicos?
—Es muy buena. Yo soy hijo de médicos, mi madre era enfermera. Un amigo reciente es el doctor Daniel Finchelstein, que ha hecho mucho por la difusión de mi libro. Otros amigos lo han revisado, como el doctor Nicolás Unsain, que es biólogo molecular y médico, el doctor Ernesto Schiffrin, que es especialista en hipertensión, la llamada asesina silenciosa, porque no tiene síntomas. Ese es un problema filosófico, la distinción entre síntomas, cosas perceptibles, y signos objetivos. Un positivista no aceptaría esa distinción. Siguiendo a Kant, los positivistas dicen que el mundo está constituido solamente por apariencias, fenómenos, lo que se le aparece a alguien. Pero la ciencia no les ha hecho caso, la ciencia ha buscado siempre cosas y procesos que están ocultos detrás de las apariencias y sabe que hay apariencias solamente si hay seres capaces de percibir. El primer gran triunfo del realismo fue de Copérnico cuando dijo que el Sol aparenta moverse pero de hecho está fijo. Lo que ocurre en la Argentina es que desde hace un siglo se confunde el cientificismo con el positivismo, y se lo combate. Desde 1920 empezaron a predominar en las facultades de filosofía los seguidores de Kant, de Hegel y de los demás filósofos del establishment.
—¿Qué se perdió en ese momento?
—Se perdió la visión realista y la visión materialista. Un médico no es solo realista sino también materialista, porque cree que los procesos morbosos son naturales, que ocurren en la materia viva. Y no cree en los encantos o plegarias para curar o tratar enfermedades sino en una dieta razonable, en medicamentos tales como la aspirina o la estreptomicina para curar la tuberculosis, etcétera. Pero todos esas filosofías —realismo, cientificismo y materialismo— son combatidas o ignoradas en las facultades de filosofía no solamente de Argentina sino de todo el mundo. Nunca se enseñan cursos sobre la filosofía del iluminismo francés de mediados del siglo XVIII. Los alumnos no han oído nombrar a D’Holbach, Diderot, La Mettrie y los demás filósofos que tuvieron una influencia enorme sobre la ciencia. En cambio les obligan a leer textos ininteligibles de Heidegger, Husserl o del mismo Kant, por no decir los panfletos incendiarios de Nietzsche, el filósofo favorito de Hitler porque era contrario a la ciencia, contrario a la democracia, enemigo del socialismo, de los sindicatos y del progreso y muy amigo, en cambio, del militarismo. También es cierto, y hay que reconocer, que sabía escribir, a diferencia de sus admiradores. Desgraciadamente lo que decía era nefasto. En las facultades de filosofía, especialmente en las argentinas, hay una parcialidad a favor de los filósofos oscurantistas. Además tratan autores y no problemas. No estudian qué es el espacio, qué es el tiempo, qué es la causalidad, qué es una enfermedad, qué es la justicia, qué es la mente, qué es la materia, sino que estudian autores y esa es una actitud primitiva, escolar, típica de gente que no tiene ideas propias. Tener ideas propias es trabajar problemas, sea en filosofía, en medicina, en física, en cualquier disciplina. Por ejemplo hay que ocuparse de cómo se produjo la crisis del 2008. Para eso hacen falta ideas nuevas, las ideas viejas son las que llevaron a la crisis precisamente, son las ideas del candidato republicano a la presidencia, este animal fanático, (Mitt) Romney. Como lo dijo el mismo Obama, estaba predicando las ideas que llevaron a la crisis.
—Usted se manifestó decepcionado con la presidencia de Obama. ¿Mantiene alguna expectativa?
—Esta vez me ha decepcionado aún más, porque ha seguido tratando de conquistar votos republicanos pensando siempre en las próximas elecciones, en vez de pensar en poner en prácticas las promesas que hizo y que no cumplió. Inició una nueva guerra en vez de terminar las anteriores, la de Libia, que como no ha sido resuelta ni mucho menos. Sin embargo, forzado a elegir entre Romney y Obama, por supuesto que lo prefiero a Obama, porque es un ser racional, es del siglo XXI, favorable a la investigación científica. Pero creo que ha manejado muy mal la crisis porque han repartido la plata entre los bancos en lugar de repartirla entre los pobres. La cuestión es que Obama es lo mejor que el pueblo norteamericano puede dar. Los norteamericanos son políticamente mucho más estúpidos hoy que en 1930.
—Su padre, Augusto Bunge, además de médico fue socialista. ¿Usted también se considera socialista?
—Sí, pero un socialismo muy especial. Socialismo cooperativista. Yo no creo que el Estado deba resolverlo todo, no soy estatista como son los estalinista. Yo creo que la nueva sociedad tiene que venir de abajo, tiene que ser participativa, y creo que la cooperativa es la empresa ideal. Mondragón, en el País Vasco, es por ejemplo un conglomerado de 130 cooperativas, muy diversificado. La crisis de 2008 lo afectó, porque exporta mucho y porque el poder adquisitivo de los españoles ha bajado, el país tiene un 28 por ciento de desocupados, pero de las empresas de Mondragón solamente una falló. Y los 37 empleados de esa empresa fueron redistribuidos entre las demás cooperativas. Eso es lo ideal, porque todos son copropietarios, asumen los riesgos y llegado el momento todos se sacrifican, así como en los buenos tiempos se benefician. En Italia hay dos ligas de cooperativas muy exitosas. Una gran parte de la economía en España e Italia está en manos de cooperativas. Y Mondragón ocupa el noveno lugar entre las empresas españolas.
—¿Cómo se traduce el socialismo cooperativista en lo político?
—En participación política, que no haya políticos profesionales. Tenga en cuenta que EEUU, los políticos, los diputados, senadores, son políticos profesionales. Jack Kennedy nunca tuvo un trabajo. Personajes así no tienen la menor experiencia de lo que nos distingue de los animales, el trabajo racional. Por lo tanto no tienen una compresión cabal del mundo de la empresa, no sólo de los empresarios sino de los empleados. Yo creo en la democracia integral, que no haya discriminación por razones de sexo; en la democracia económica, donde todos se benefician de la riqueza común; en la democracia política, con participación activa y elección de todos los cargos, excepto los cargos técnicos. También creo que no debería haber política en la universidades. Las universidades son escuelas, son lugares donde uno va a estudiar. Por ese motivo yo nunca participé en la política estudiantil. Cuando me nombraron profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, el Centro de Estudiantes se opuso al dictamen del jurado porque ellos favorecían a un peronista, un tipo que me precedía en la cátedra, totalmente incompetente, sin antecedentes.
—Volviendo a la cuestión de los médicos, ellos tienen que decidir sobre la vida y la muerte. ¿Cómo se plantea la cuestión filosófica en ese punto?
—Aparecen problemas técnicos. ¿Es legítimo o no prolongar la vida de alguien que no puede gozar de la vida, que está sufriendo ni puede hacer nada por otros? Mi lema moral supremo es “goza de la vida y ayuda a vivir”. Una persona que está en estado vegetativo es una carga, no se le hace un favor porque esa persona, ya no existe como tal. O si conserva la conciencia está sufriendo, y hay mucha gente que pide que la maten, que le den un inyección y se acabó, porque ya no tiene sentido vivir. Soy partidario de la eutanasia, como lo soy del aborto pero también, sobre todo, del control de la natalidad, para no tener que llegar al aborto. Porque cuando se impide el aborto se facilita el nacimiento de chicos que no han sido encargados. Hay en el mundo, sobre todo en países como Brasil o la India, millones de chicos abandonados viven en la calle, miserablemente, pocos años y por supuesto vidas muy peligrosas. Y eso es lo que se consigue impidiendo el aborto, millones de niños desamparados que terminan en la delincuencia para poder sobrevivir. Es una injusticia tremenda, no hay derecho de tratar mal a los chicos. Hay que querer tenerlos y poder criarlos tener.
—Otra discusión del momento pasa por la legalización del consumo de drogas, ¿cuál es su opinión?
—Se ha probado, en países como Holanda, Suiza e Inglaterra, que cuando se legaliza el consumo de drogas se termina la mafia, el narcotráfico. Pero no es cuestión de expender la droga gratuitamente. Lo que se hace en Inglaterra es más inteligente. Alguien es adicto a la cocaína, entonces va a una clínica, ahí le dan una receta para que vaya a la farmacia y le den cocaína. Pero cuando se acaba esa dosis el médico lo envía a un centro de rehabilitación. Y es más fácil librarse de la cocaína que del tabaco. Freud, que hizo el elogio de la cocaína, cuando la cocaína se vendía legalmente, pudo curarse de ese vicio pero no del vicio del fumar. Desgraciadamente en la última reunión de mandatarios americanos, EEUU y Canadá se opusieron al pedido de todos los países latinoamericanos para legalizar el consumo de drogas. Los mandatarios de Colombia, Ecuador, México, saben perfectamente que el tráfico existe porque existe el gran mercado norteamericano de droga, porque hay millones de consumidores y eso es un negocio muy rentable.