Texto publicado por Eli

Y vos, de que te reís?(de qué se ríen los argentinos)

Hola amigos!
Leí lo que les comparto.
Espero lo disfruten.
Como estoy desde el celular no
Puedo copiar el enlace, pero lo
Extraje del diario "La Nación".
Abrazos!!

Si Emiliano Cabanillas, consultor inmobiliario de 31 años, tiene que responder rápido qué o quién lo hace reír, dice, sin dudarlo, Capusotto. ¿Por qué? "Hace cosas que se te ocurrían de chico como cantar las canciones al revés o inventar las letras. Además, siempre te sorprende: por lo general, las personas no piensan de la manera que lo hace él, es un personaje fuera de lo común. Pero sobre todo me gustan las parodias", dice. Como no tiene televisión, los videos de Diego Capusotto los ve por YouTube. La idea es sentarse frente a la computadora, reírse un rato y despejarse de la rutina.

Julieta Deluchi, de 29 años, sostiene que hoy por hoy el origen de su risa es Twitter: "Entré a Twitter para ver qué era, seguí para informarme y hoy me quedo para reírme. Cuando una entra a los Trending Topics , encuentra gente muy ocurrente, rápida y no precisamente que vive del humor. Para mí, el humor es parte de la inteligencia, y poder hacer reír en 140 caracteres lo demuestra. Es contundente".

Ácidos. Rápidos. Irreverentes. Corrosivos. Los argentinos nos reímos de cosas de las que no deberíamos, al menos, en teoría. Somos los primeros del continente en cruzar el límite entre lo formal y lo informal, en cuestionar la línea, en redibujarla. Gozamos de un humor que atraviesa nuestra vida cotidiana. Pero no nos reímos de contentos. Nos reímos desde nuestra propia angustia, desde la crítica a lo establecido y así, sin saberlo, nos damos la chance de reinventarnos.

Del doble sentido a lo absurdo, del chiste verde al chiste tuitero. ¿Cómo cambiaron las formas del humor de los argentinos? Muchos dicen que el humor argentino fue perdiendo su tono verde y se vuelve cada vez más negro. Sin embargo, así como algunas formas de la comicidad se han sofisticado, evolucionado hacia versiones más complejas, hay otros modos del humor que han significado una simplificación, una hibridación, producto de la copia de formatos extranjeros. "Cambió la percepción que tenemos del humor, cambió el vehículo. Quizás el humor masivo haya migrado a formas más primitivas. Un presentador de TV repitiendo una situación pesada, a los gritos, rodeado por un coro de gente que parece estimulada artificialmente, es un retroceso. Pero yo buscaría el humor en otros lugares -explica Marcos Mundstock, líder de Les Luthiers, un grupo que lleva 45 años haciendo reír a argentinos y no argentinos-. En el trabajo, en la escuela, en la vida cotidiana... está mucho más presente. Y no se ha degradado, por el contrario. El humorismo de una sociedad tiene los componentes de lo inteligente y lo refinado de la población."

Abelardo Castillo, autor de La risa, el vicio secreto de los argentinos, describe a la nacion: "Hay, en el humor argentino, una cierta amargura que es muy cercana al humor negro, casi descarado. El argentino no se ríe de contento. Se ríe por instinto de conservación. Si dejara de tomarse las cosas en broma, sería un perfecto amargado."

En la gran mesa de los próceres del humor argentino, la cabecera le corresponde al Negro Olmedo, que con su morcilleo fue el precursor de la improvisación. La otra punta es de Tato Bores, padre del monólogo político. No podría faltar un plato para Juan Carlos Mesa y otros para Jorge Porcel, Pepe Biondi, Luis Sandrini, Javier Portales, Juan Carlos Calabró, Emilio Disi, Guillermo Francella, Antonio Gasalla y Alfredo Casero, entre otros.

Pero, ¿qué cambió desde aquella forma de reírnos a hoy? Desapareció el humor político y también el humor familiar, precisa Juan Carlos Mesa, que además de tener un nombre propio en la mesa del humor, fue guionista de Olmedo y de Tato, entre otros. El sarcasmo y la ironía que dominan la risa de hoy han sido, según Mesa, mutaciones de un humor que busca abordar temas difíciles, pero evita las confrontaciones.

"No tenemos ya capocómicos, que hacían docencia con el humor. Cuando yo era chico, me reía con los gags del Gordo y el Flaco. Pasaron muchos años y los gags tienen la misma vigencia. Los grandes del humor fueron hechos para perdurar. No estoy seguro de que pase lo mismo con las producciones actuales, que en algunos casos, por falta de presupuesto, han perdido el buen gusto. Es un camino más rápido, pero es transitar por la banquina", considera Mesa.

En los '80, la característica era el humor picaresco y explícito. Hoy, evolucionó a otras formas. "Quizás, aquellos programas nos sigan haciendo reír, por su componente retro, pero probablemente no son formas de humor que funcionarían hoy", plantea desdea Los Ángeles Felipe De Stefani, gerente del canal de humor TBS Very Funny, perteneciente a Time Warner. "Hoy, el humor argentino es el más sarcástico de la región. El menos simple. El argentino disfruta del doble sentido. Ese chiste que al principio no lo entendés y después no podés parar de reírte", explica De Stefani. Como decía Macedonio Fernández, el casi chiste. "Es un chiste con efecto retardado. Te lo cuentan y la risa llega como un minuto más tarde. No estás seguro de que no es ofensivo. Es un chiste que se completa en la cabeza de quien lo escucha, siempre y cuando tenga la capaacidad de completarlo", define Castillo. Algo así como un chiste de acción residual.

En la cadena TBS clasifican el humor con colores: el blanco es el estilo simple, pero efectivo, de Los Tres Chiflados, Chaplin o El Chavo. El verde es el que tiene un componente sexual, en baja en la Argentina. El rosa, es la típica comedia de fursios. Y el humor negro se define, no como muchos creen por reírse de la muerte, sino por el sarcasmo. Es reírse de aquello de lo que no deberíamos reírnos. "El humor argentino es definitivamente negro", apunta De Stefani. La cadena tiene en pantalla dos programas argentinos: Peter Capusotto y Cupido. Aunque los programas argentinos son los que mejor miden en la región, De Stefani plantea que hay que ser cuidadosos y no abusar del formato, ya que no todos los países
entienden el código.