Texto publicado por Ale. c

El año me trajo inspiracion y pude terminar este relato corto

El miserable

Ahí lo veo, ese maldito, ese al que no le importa nada y nadie.
Él, que no conoce ningún sentimiento de amor por nadie más que por él mismo. Un ser despreciable. Cada vez que lo veo surge el más profundo odio hacia ese ser.
Pero hoy va a ser la ultima vez que lo vea porque así lo eh decidido. Lo eliminare de esta tierra, haré desaparecer esa maldita sonrisa que tiene, esa mirada soberbia.
Ya no hará más daño, ya no engañará más a ninguna mujer con mentiras y falsas promesas ni a ningún amigo con el negocio de su vida y que terminan siendo una simple estafa.
En mi bolsillo derecho está, es una pistola calibre 45 que compré especialmente para terminar con este sujeto. Esta decisión la tomé cuando supe de la consecuencia que trajo su último engaño. Esta vez fue demasiado lejos, no solamente se acostó con la mujer de su mejor amigo sino que también lo estafó. Le sacó todo. Lo hizo llevar a un lugar sin retorno, a la muerte.
Lo mismo que este infame va a experimentar el día de hoy.
Sé de todo esto porque aquí, en mi mano izquierda, tengo la carta que le escribió su amigo antes de la resolución fatal que tomó.
“Eres la peor porquería que he conocido, me has robado todo.
Me sacaste lo que mas quería, mi amor, mi mujer.
Pero no te bastó con eso y me sacaste la empresa, te quedaste con todo lo mío.
Hasta la vida me has robado.
Yo confiaba en ti, eras mi amigo.
Pero yo no era nadie para ti. Ahora ya nada importa. La pregunta es si un miserable como vos podrá vivir con su conciencia sabiendo que una persona murió por su culpa”.
Luego de leer estas palabras el miserable vivió como si nada, se seguía acostando con la ahora viuda de su amigo a la cual también la engañaba con sus amigas y disfrutaba del dinero que había conseguido de la estafa que había hecho.
Los días fueron pasando y la realidad iba cambiando. Cada mañana en la que se miraba en el espejo del baño se veía, veía a ese tipo, a ese ser despreciable, hasta que un día ya no lo soportó.
Tomo la 45 de mi bolsillo, me la apoyo en la sien, miro al espejo y aprieto el gatillo.
Amigo la respuesta es no, no puedo vivir con mi conciencia.
Mi cuerpo cae en el baño de mi casa. Ya está, un miserable menos en este mundo.

Ale C.