Texto publicado por Maniak Radio
Tenía cáncer terminal, gasta sus ahorros… y luego la dan de alta
Una mujer que sufre cáncer terminal gasta sus £ 20.000 (unos 32.000 dólares), los ahorros de toda su vida en unos cuantos días para dejarles recuerdos familiares a su hijas, y luego le dicen que se ha recuperado.
Lisa Russell, una enferma terminal de cáncer de pulmón, se comprometió a dar a sus dos hijas el mejor año de su vida. Así que la señora, de 37 años, se casó con su compañero e hicieron una fiesta de lujo que duró tres días. Lisa incluso planeó su propio funeral y escribió cartas de despedida a sus hijas que abrirían después de su muerte.
A Lisa le dijeron que tenía cáncer terminal de pulmón y le dieron sólo 18 meses de vida. Pero tres años después del diagnóstico, la sentencia de muerte se levantó, ya que su cáncer había desaparecido inesperadamente.
Lisa cuenta que fue desgarrador decirles a sus hijas que moriría. Ella contó que cuando era joven perdió a su madre. “La idea de que ellas crecieran si mí fue devastador”, agregó, reporta el rotativo inglés Daily Mail.
Cuendo ella tuvo una tos grave, dejó de fumar diez cigarrillos al día. Así que fue diagnosticada con ese cáncer. De hecho la tasa de mortalidad de ese cáncer es el más alto, con el 94 por ciento.
Aunque era incurable, la quimioterapia podría darle otros 18 meses de vida. Ella sufrió muchísmimo a causa de la muerte de su madre, quien se quitó la vida a causa de una profunda depresión, Lisa tenía sólo cinco años, así que no quería que la historia se repitiera. Cuando ella tenía 13 años su padre sufrió un ataque al corazón, de modo que la criaron sus hermanos mayores.
Para que la recordaran con cariño gastó sus ahorros, en la boda, en un viaje a Turquía y a Bulgaria, viviendo unas vacaciones de ensueño.
En abril del año pasado – tres años después de su diagnóstico original – Lisa fue para una biopsia de rutina – y se le dio la sorprendente noticia de que su tumor se había reducido tanto que los médicos no pudieron encontrarlo.
“Yo no lo podía creer. Los médicos tampoco. Mi sentencia de muerte había sido levantada. Nadie podía predecir que esto pasaría. Todo el mundo en el Hospital Christie estaban incrédulos. No tengo palabras para expresar lo agradecida que estoy”.
A ellos no les preocupa para nada haber gastado tanto en esos inolvidables recuerdos, están agradecidos por seguir con vida, aunque sí vigilan el cáncer porque podría regresar.