Texto publicado por Germán Marconi
Extraño a mi mamá - Relato Propio.
Extraño a mi mamá.
Hoy no sé qué me pasa. Siento algo medio raro, no me puedo concentrar en nada y tengo algo acá, en la panza, que no sé bien qué es.
Me levanté, como todos los días, bastante temprano. A los demás a veces les molesta, pero a mí me gusta. Me encanta salir de la cama, ir despacito hasta el baño y hacer pis.
Después, sin hacer ruido, doy una vuelta por la casa. Es relindo ver como todos duermen. Y a veces también es gracioso. Si escucho que alguno está roncando, me pongo cerquita y tengo que aguantarme la risa cuando ponen esa cara de roncar.
Después que me divertí un ratito, me voy a la cocina. A veces, la cocina no está calentita, pero a veces sí. Y me gusta poner las manos cerquita de la olla o la pava, porque están tibiecitas, y eso me hace acordar a mi mami. Porque cuando me hace la leche, siempre está tibiecita.
Y si hace mucho frío, me imagino que el calorcito que siento son las manos de mi mami. Yo no sé cómo hace, pero siempre tiene las manos calentitas. Bueno, a veces no, si estuvo limpiando el piso las tiene muy frías. Y si llegó recién de trabajar y ya es de noche, también tiene las manos frías. Aquí hace mucho frío en el invierno. Pero a mamá parece que le gusta el frío.
Y mientras todos duermen todavía, me acuerdo que hoy es domingo. Y los domingos me gustan más que cualquier día, por eso me levanto temprano también los domingos. Ese día mi mami está todo el tiempo conmigo. y eso me gusta más que sentir la pava calentita en las mañanas.
Mi mami trabaja. Bueno, ahora casi todas las mamás trabajan. Yo todavía no entiendo mucho, pero parece que si no trabajaran hay unos señores que vienen con cara de malos y le dicen cosas feas. Y si mi mamá no se va al centro con plata para esos señores, después vienen y nos cortan la luz. Y eso no me gusta.
Pero sí me gusta cuando mi mami me lleva con ella al centro. Me tengo que bañar, porque si no, no me llevaría. Y me prepara una remera, un pantalón, las medias … y si hace frío, me pongo un pulóver. Mi mami me dice que así no se escribe, pero para mí sí. Porque casi todas las palabras que conozco suenan como se escriben, así que pulóver no tiene que ser diferente. Aunque ahora que pienso, si quiero decirle a mi mami “Hasta mañana”, “”hasta” suena como “asta”, pero mi maestra me dijo que hasta con hache es una cosa que no me acuerdo el nombre y asta, sin hache, es el palo de la bandera. Entonces me parece que mi mami tiene razón, a lo mejor pulóver no se escribe así.
Y cuando me ayuda a lavarme el pelo, mi mami sí que tiene las manos calentitas. Y me encanta que me pase las manos por la cabeza y me revuelva los pelos. Y no me gusta ni un poquito cuando me lava las orejas. Aunque tenga las manos calentitas.
Pero después ni me acuerdo, porque nos vamos al centro. A veces tomamos un colectivo y otras veces nos vamos en taxi. Está rebueno ir en taxi. Llegás en un ratitito y la gente no te empuja. Pero mi mami dice que no podemos andar siempre en taxi.
Algunas veces, cuando hay mucho sol y es verano, mi mami me propone un acuerdo: vamos en colectivo pero ella me compra un helado. Pero para eso yo tengo que decir que estoy de acuerdo. Si uno dice a otra persona que está de acuerdo, mi mami dice que eso es un acuerdo. Y creo que por eso yo me acuerdo que ella tiene que comprarme el helado y ella se acuerda que tenemos que tomar el colectivo. Está bueno esto de tener un acuerdo.
A veces, mi mami no me compra un helado, aunque haga mucho calor y el sol esté refuerte. Y entonces no tenemos un acuerdo, pero parece que ella sí, porque se acuerda que tiene que ir a pagar la luz, porque si no los señores se acuerdan y nos cortan la luz. Ahora no sé si está tan bueno eso de tener un acuerdo.
Mi mami me prepara la leche. A veces me gusta tomar la leche sola, pero muchas veces mi mami dice que no se puede. Y entonces ella me prepara un mate cocido súper rico. Yo quisiera ponerle más azúcar, pero no me deja. Bueno, ahora que soy grande puedo ponerle yo, pero ella me mira siempre, así no hago líos.
Yo antes creía que hacer líos era lastimarse, pero parece que no es siempre eso. Una vez, por hacer líos, me lastimé la cabeza. Yo no quería hacer líos, pero estaba jugando con una pelotita que rebotaba mucho y saltó muy alto. Tan alto que se metió arriba del ropero. Y mi mami no estaba, porque charlaba con una vecina en la vereda. Entonces yo, porque ya era grande aunque un poquito nomás, me traje una silla y me subí, pero no alcanzaba. Así que puse arriba de la silla una caja, creo que de cartón o algo así. Probé otra vez y entonces llegaba bien. Justo, justo tenía la pelotita en la puntita de los dedos cuando escuché que entraba mi mami. Y como quise apurarme, me caí y me di la cabeza contra la silla.
Yo me acuerdo que lloraba y que mi mamá me retó, pero igual me mojó la cabeza. Esa vez el agua estaba muy, muy fría. Y después me llevó corriendo al hospital. Bueno, corriendo no fuimos, porque el hospital está lejos. Nos llevó la vecina que antes charlaba con mi mami y ellas decían que eso que me había pasado era por hacer líos. Por eso yo creía que hacer líos era lastimarse. Lo que no me gustó de todo eso fue que mi mami se enojara. Y encima, el doctor tenía las manos recontrafrías y me puso una cosa que estaba más fría que los cubitos y tenía un olor rarísimo. Él me sonreía, pero yo no le creía nada, porque a mí me dolía la cabeza igual.
Al otro día, mi mami no fue a trabajar. No era domingo, pero yo tampoco fui a la escuela. Es que el doctor de manos frías le había dicho a mi mamá que tenía que hacer reposo. Yo me asusté, porque a mí los pozos no me gustan y un re pozo me iba a gustar menos. Pero ese sí me gustó, porque mi mami me llevó la leche a la cama y no me dejó levantar hasta muy tarde, casi a la hora de volver de la escuela. A cada ratito me preguntaba si me dolía la cabeza o si me sentía mal. Y a mí me dolía un poquito, pero yo le decía que no, porque si no se iba a preocupar, y no me gusta ver a mi mami preocupada.
Cuando vienen los señores con cartas para cortar la luz, mi mamá se preocupa. Y se pone a pensar. Parece que a los grandes les duele algo cuando piensan, porque ponen cara de que algo les duele. Yo pienso siempre, pero a mí no me sale esa cara. Y me miré al espejo mientras pensaba, pero no hay caso, no me sale. Yo no entiendo cómo hacen pero eso debe aprenderse en la secundaria, seguro. Mi prima va a la secundaria y una vez la vi con la misma cara que mi mami cuando está preocupada. Eso debe ser, seguro que aprendió.
Yo aprendí muchas cosas. Antes no era grande, pero ahora sí. Bueno, mi mami dice que todavía no, pero yo sé que sí soy grande. Si no fuera grande, no podría ir a comprar el pan sin que alguien me acompañe. Y si no fuera grande tampoco me dejarían cortarme la carne en el plato. Además, que todavía me falten dos dientes no quiere decir nada. Mi bisabuela es muy grande y dicen que también le faltan los dientes. Entonces los dientes no quieren decir nada. Yo creo que mi mami no quiere que sea grande así no tengo que atender a los señores con cartas de cortar la luz y no tengo que aprender a poner cara de preocupación. Seguro que es por eso.
Ahora yo digo, pero solamente porque soy grande … esos señores de las cartas … ¿no sabían que esta semana era el día de la mamá? Parece que no, porque igual a mi mami no le pagaron en el trabajo y no fue al centro a llevarles plata para que no corten la luz y entonces ellos la cortaron.
Yo mucho no entiendo, pero ellos también tenían cara de preocupados. ¿por qué se preocupaban si a ellos no les cortaban la luz? Aunque tal vez se acordaron justito que iba a ser el día de la mamá y justito cortaron el cable. Y seguro que ese cable no se puede arreglar como el del ventilador, que tiene una citita pegada.
¡Eso! Ahora me acordé de algo. Cuando hay una tormenta con rayos y truenos y llueve mucho, a veces la luz se corta y después vienen los señores y la ponen otra vez. Y mientras tanto, si se hace de noche, mi mami tiene guardadas unas velas.
No son como las del cumpleaños de los chicos. Estas son más grandes, como para el cumpleaños de un gigante. Y la mayoría son blancas, como la partecita blanca del ojo. Y otras son de colores. Yo me acuerdo que mi mami tiene unas velas grandes, de colores.
¡Uf! ¡Qué trabajo! Pero ya terminé. Así que ahora, cuando mi mami se despierte, no se va a acordar de la luz que cortaron los señores que se olvidaron del día de la mamá. Yo agarré mi cinta de pegar y le hice un regalo a mi mami. ¿quieren que les cuente? Bueno, les cuento. Le puse un vasito de dulce de leche que estaba vacío, pero afuera dice dulce de leche y tiene la cara de una vaca relinda. Le pegué todo alrededor yerba de la que usa mi mami para el mate y entonces parece que la vaquita está en el campo. Adentro del vasito lo llené con arena, porque me acordé que una vez hicimos en el jardín una maceta chiquitita poniéndole a un vasito un montón de arena. Yo igual le puse un poquito menos. Y adentro de la arena, le puse las dos velas. Una es nuevita, nuevita, de color blanco, igualito de blanco que la parte blanquita del ojo. Y también como mis dientes. Yo sé porque me miré los dientes al lado de la vela en el espejo y son igualitos. Y con la cinta que mami pegó el cable del ventilador, yo le pegué a la vela una cara de payaso. A mí me divierten mucho los payasos, y seguro que a mi mami también. Y este está riéndose, con los dientotes blancos regrandotes y un gorrito que dice “Feliz día”. Pero como no decía nada más, yo le escribí abajo, con un lápiz color naranja, y entonces si los mirás dice: Feliz día de la mamá. A mí me parece que cuando vea esto, se va a olvidar de la luz.
Ahora que pienso … otra vez tengo algo que no sé qué es en la panza. Es como si tuviera cosquillitas, pero no son muy lindas. Y cuando quiero tragar, algo me molesta en la garganta. Y si miro el regalito que hice, me molestan los ojos.
Yo estaba así, cuando mi mamá me abrazó de repente. Y yo, con muchas cosquillas en la panza, también la abracé y le dije:
¡te estaba extrañando, mami!