Texto publicado por Leandro Benítez

UN LABORATORIO CULTURAL CONTRA LA VIOLENCIA

Recientemente han aparecido noticias de acciones políticas alternativas, que buscan soluciones nuevas a problemas endémicos. En este caso, las soluciones imaginativas y científicas que intentan en Medellín (Colombia), al frente de su alcalde (Sergio Fajardo) y colaboradores. Una ciudad conocida por el narcotráfico, los atentados y el alto número de asesinatos casi diarios. Sin embargo, queremos resaltar aquí las propuestas culturales, creación de alternativas culturales, bibliotecas y centros de reunión social, como forma de reducir la violencia de esta ciudad.
Desde un punto de vista conductual, la mejor forma de reducir un comportamiento problemático es reforzar las incompatibles. No se elimina la violencia ni la agresión, con más violencia. Una persona que agrede a otra generalmente no la considera como un igual, como otro ser humano igual a él, sino como una cosa. Cuando hay agresión se teme a la persona agredida o las ideas que representa, y en otras ocasiones simplemente se le ignora, no es nadie.
Una buena alternativa social es aumentar el nivel cultural de una población. El conocimiento sobre los demás disminuye las posibilidades de agredir a esos otros. Cuanto más se conoce de la cultura o la familia de otra persona, más difícil es agredirla. Además el conocimiento abre posibilidades a la negociación, la discusión y la responsabilidad en los compromisos. Cuando más conocimientos más se actúa con la razón, acatando las normas sociales escritas para todos y con responsabilidad hacia el grupo social.
Entre esas alternativas culturales han construido nuevos colegios, parques, bibliotecas, programas educativos específicos para jóvenes y programas de reinserción para exguerrilleros, becas estudiantiles y reducción del precio de transporte para estudiantes, acceso público a internet, etc. En estos ejemplos, la modificación del entorno físico y social traerá aparejados cambios sociales y personales que seguro redundarán en la disminución de conductas agresivas. De hecho, algunos de los programas con jóvenes procedentes de la guerrilla así han resultado. Los jóvenes encuentran nuevas alternativas para su vida a través de la cultura.
Una frase interesante de la entrevista con Sergio Fajardo: “Se puede tener poder para destruir, pero no hay poder que obligue a ser alegres, la alegría no se decreta”. Aunque realmente lo tienen difícil, y el tiempo dira los resultados e estas iniciativas, expresamos aquí nuestra admiración a estos proyectos, porque efectivamente para ser alegres hay que proporcionar las alternativas.