Texto publicado por Jose Antonio
“El calamar-vampiro infernal”.
En 1903, el biólogo alemán Carl Chun, en un viaje de exploración de los fondos marinos a bordo del Valdavia, pescó a una profundidad de 1.400 metros en el golfo de Guinea un extraño cefalópodo gelatinoso, de color rojizo, pico blanco y grandes ojos rojos, con dos pequeñas aletas, y con los tentáculos unidos por una membrana de color púrpura negruzco en su interior, al que por su aspecto bautizó con el nombre de Vampyroteuthis infernalis, “el calamar-vampiro infernal”.
Vampyroteuthis infernalis es tan diferente de los demás cefalópodos que se clasifica en su propio orden, el de los vampiromórfidos, del que es el único representante viviente. Las hembras, que son más grandes que los machos, pueden alcanzar unos cuarenta centímetros de longitud, de los que más de veinticinco corresponden a los ocho tentáculos, que están equipados con ventosas en su mitad distal y con dos filas de protuberancias carnosas llamadas cirros.
Además, Vampyroteuthis tiene dos filamentos sensoriales retráctiles situados entre el primer par de tentáculos, que pueden alcanzar hasta un metro de longitud, y que, desplegados alternativamente, le sirven para detectar movimientos en el agua; cuando no los usa, se recogen en unos sacos situados en la membrana entre los tentáculos. Los ojos de Vampyroteuthis infernalis, en proporción con su tamaño, son los más grandes del reino animal; llegan a medir hasta dos centímetros y medio de diámetro; aunque cuando se saca al animal de su medio se ven rojos, como ya hemos dicho, en realidad, a las profundidades a las que vive su color es azulado.
En la base de las aletas, Vampyroteuthis dispone de dos grandes órganos luminiscentes circulares de intensidad variable que puede abrir y cerrar a voluntad; también tiene órganos luminosos más pequeños en el cuerpo y a lo largo de los tentáculos. Gracias a ellos, es capaz de compensar la sombra que arroja con la escasa luz que llega desde la superficie del océano y así, volverse prácticamente invisible. Además, puede emitir una nube de partículas mucosas luminiscentes desde la punta de los tentáculos para despistar a los depredadores; esas nubes luminosas, de color azulado, pueden brillar durante diez minutos. Sin embargo, Vampyroteuthis carece de tinta, que sería inútil en la oscuridad perpetua de las profundidades marinas, y sus cromatóforos, los órganos que permiten a los cefalópodos cambiar de color, están muy poco desarrollados. Si se siente amenazado y no puede huir, vuelve del revés la membrana de los tentáculos para esconder su cuerpo, y se convierte en una bola de aspecto espinoso.
Vampyroteuthis infernalis tiene la consistencia gelatinosa de una medusa, y habita en todos los mares tropicales y templados del mundo, entre los 600 y los 1.500 metros de profundidad, donde la temperatura varía entre 2 y 6° C; es el único cefalópodo capaz de sobrevivir en esas condiciones. Como el agua en esa zona es muy pobre en oxígeno, las branquias de Vampyroteuthis tienen una gran superficie; además, su metabolismo es bastante bajo; se alimenta de pequeños animales del plancton, como medusas, crustáceos y diatomeas; y, a su vez, forma parte de la dieta de varias especies de peces, pinnípedos y cetáceos.
A pesar de su bajo metabolismo, Vampyroteuthis es un nadador bastante rápido en cortas distancias, hasta unos pocos metros; los músculos de las aletas son los más grandes del cuerpo, y puede obtener un impulso adicional con los chorros de agua que lanza con el sifón. Alcanza una velocidad punta de hasta dos cuerpos por segundo y es capaz de hacer quiebros bruscos para huir de sus depredadores. Pero normalmente se mantiene inerte, flotando horizontalmente. Cuando detecta una presa con sus filamentos sensoriales, se acerca dando un rodeo con impulsos de sus aletas y la envuelve con la membrana que une sus tentáculos.
Para reproducirse, el macho transfiere el esperma a la hembra mediante un pene que normalmente está oculto en el sifón. La hembra almacena los paquetes de esperma, llamados espermatóforos, en unos conductos situados bajo los ojos antes de fertilizar los huevos. Una vez fecundados éstos, puede mantenerlos hasta un año en los oviductos, hasta que los descarga en el agua en pequeños racimos. Se cree que la hembra muere poco después del desove, como ocurre en la mayoría de los cefalópodos.
Los huevos fertilizados tienen un diámetro de tres a cuatro milímetros. Cuando eclosionan, los recién nacidos son transparentes, y se alimentan de las reservas del huevo, que guardan en su interior. Miden unos ocho milímetros y son bastante diferentes de los adultos: la cabeza no está fusionada con el manto, ni los tentáculos unidos por una membrana; viven a mayor profundidad que los adultos, y sólo disponen del sifón para desplazarse; las aletas de las crías son pequeñas y se sitúan en el extremo del manto. Cuando éste alcanza una longitud de unos dos centímetros, esas aletas comienzan a reabsorberse, a la vez que empieza a crecer un segundo par de aletas situadas más cerca de los tentáculos, las que serán las aletas definitivas del adulto. Así, durante un tiempo, el joven Vampyroteuthis tiene dos pares de aletas. Fuente:cienciaes.com