Texto publicado por GAP

Cómplices

Cómplices

Hera un atardecer, estaba pensativo, tú eras la causa, entonces decidí aliarme con lo insustancial para lograr estar cerca a ti.
Extendí mis manos marcadas, serré mis ojos, dejé que mi mente se relajara, entonces fui uno con el viento, en esa ocasión la briza era mi cómplice, ella te buscó, estabas allí, indiferente a mi proeza, así que me deslicé por todo tu cuerpo, elevando tu cabello al aire, los bordes de tus prendas se llenaron de partículas que te acariciaban, en ese momento una sonrisa asomo a tus labios, a tus ojos y asistí a la trasformación de tu semblante era precioso, por eso hice que mi cómplice soplara en tu cara.
Tal Hera tu belleza, que no pude evitar preguntarle al sol si podría calentarte, que si podría ser el rallo que por unos instantes entibiara tu piel, no esperaba tal favor, pero el sol fue también mi cómplice y por unos momentos fui de las ultimas emanaciones de él, entonces llegó el ocaso.
Confiado le pedí a las nubes que te dejaran ver la lenta retirada del sol, les pedí que retrasaran la lluvia que se preparaba, entonces cómplices de mi amor aceptaron.
Estabas preciosa allí en aquel ocaso, iluminada por un sol que se alejaba, la briza envolviéndote, cuando supliqué que las gotas que empezaban a caer fueran una llovizna que te acompañara en el camino, las nubes como una madre comprensiva accedieron e incluso me permitieron ser las gotas que como perlas se resbalaban por la superficie de tu piel, sentía tu tranquilidad, tu paz, tu amor.
Entonces calló la noche, me elevé a la luna y le susurré un secreto, luego fui por delante de ti pidiendo, suplicando para que la luz de las estrellas iluminaran el sendero por donde pasabas, sé que incluso fui atrevido cuando le rogué a unas flores que expelieran su olor con el fin de que aromatizara tu regreso.
Al llegar a tu casa y colocar música, le pedí al sonido que me dejara viajar en sus ondas, así fui testigo de tus emociones mas profundas, sinceras, apasionadas, melancólicas…
No lo podía creer, mis cómplices, me habían permitido pasar una tarde fantástica a tu lado, finalmente mis pensamientos ocuparon mi cuerpo, abrí mis ojos, estiré mi cuerpo, di gracias a todos ellos por permitirme tal experiencia, me encaminé a tu casa con el fuego de la ilusión de abrazarte, sentirte, más cuando abriste, te desvaneciste, pues desperté y desde entonces la realidad es un triste reflejo donde te espero para hacer mi sueño posible.
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