Texto publicado por Carlos Palomares

Teoría de la Transparencia

TEORÍA DE LA TRANSPARENCIA
Los seres humanos vivimos permanentemente expuestos a recibir sensaciones del exterior. De manera constante los, por llamarlos así, eventos suceden y nos suceden, sin tener nosotros ninguna capacidad de modificarlos. Esto es una cuestión por demás importante, ya que estamos convencidos que ocurre lo contrario, es decir, que tenemos algún tipo de capacidad para producir, revertir o transformar los eventos exteriores. Pero a poco que concentremos la capacidad de observación sobre aquello que nos sucede y como nos sucede, nos daremos cuenta que en realidad los eventos ocurren, independientemente de nuestra voluntad.
Ahora bien, para que un evento tenga repercusión en nosotros, son necesarios dos factores, absolutamente imprescindibles. Uno es, obviamente, el hecho, evento o suceso y el otro, aquel que efectivamente determina nuestra acción y reacción, es el estado con el cual recibimos o afrontamos dicho evento. Lo maravilloso de este hecho, es que, efectivamente el estado de nuestro interior SI puede ser modificado; veremos entonces, si la modificación del estado interior es llevada a cabo de manera correcta, como, inevitablemente, el efecto, sea cual fuese este, del evento exterior, es adaptado a nuestra necesidad e interés.
Partiendo de la concepción que lo escrito anteriormente es un hecho y no una idea y, efectivamente es así solo hay que observarse, debemos abocarnos a la búsqueda de algunos resortes o mecanismos de autodefensa psicológica para poner en marcha las mejoras que nuestro estado interior requiera.
Observemos, por ejemplo, como existen cantidad de agresiones producidas por los eventos exteriores. Podemos enumerar incontables de ellos, desde los más pequeños y aparentemente intrascendentes, hasta los más grandes y complejos. Empecemos por los más pequeños, como ser ruidos, callejeros o domésticos, extremadamente violentos, burocracias insufribles, congestiones de tránsito, llantos de niños, etc. Cuando este tipo de eventos suceden, irremediablemente nos sacan de quicio, se tornan insufribles y corren el eje de nuestra atención hacia menudencias que convertimos en gigantescos problemas. Esto ocurre porque, invariablemente nuestro estado interior se convierte en un muro donde chocan todas esas manifestaciones; es decir, les ofrecemos resistencia, porque nos molestan, nos perturban.
Pensemos por un momento, o por lo menos intentemos hacerlo, que dejamos de ser tan sólidos como una pared. Pensemos de manera conciente que comenzamos a ser transparentes. Es decir, que estos eventos ya no encuentran una sólida resistencia en nosotros, quienes al mantener un estado de transparencia, somos atravesados por esos eventos, los cuales no se detienen y siguen de largo, sin afectarnos en absoluto. Ya no nos identificamos con ellos, ya no les damos identidad. Hemos logrado el objetivo: hay transparencia en nosotros, ya no somos sólidos.
Claro que alguien podrá pensar que buscar el estado de transparencia significa algo así como convertirse en un zombie, o un yogui, o algo parecido y de moda. El estado de Transparencia no significa no acción, significa no reacción, ante un evento consumado, ante un suceso sobre el cual no tenemos poder de transformación ni podemos hacer nada para modificarlo. Entonces acometemos la acción de no reaccionar ante el evento, ponemos nuestra atención fuera de él. Por ejemplo, si estamos haciendo algo, como trabajar, estudiar o simplemente sentados en un sillón deleitándonos con pensamientos agradables y, de pronto, el escape libre de una moto mueve todo nuestro lugar, no detenernos ni identificarnos con el ruido, dejar que nos atraviese sin conmovernos, sin quitar nuestros sentidos de aquello que estábamos haciendo, dejar que el ruido pase, concentrarnos en el silencio que llegará seguramente, después del ruido, en el silencio hay paz y hacia ella nos conduce. En el medio de una congestión de tránsito, no identificarnos con ella, lo cual nos llevará, inevitablemente, a una situación estresante, solo revisar mentalmente nuestro cuerpo y buscar cuál de nuestros músculos está tensionado y relajarlo, respirar pensando como el aire entra y fluye de nuestro cuerpo, disfrutando la maravillosa sensación de sentirse vivo; si estamos en una larguísima cola, no identificarnos con la estupidez burocrática que la generó, en cambio, disfrutar del tiempo que disponemos para estar con nosotros mismos, el cual es bastante escaso, si observamos la forma en que vivimos. Todas estas y muchas más, son acciones y no reacciones que nos llevarán a estar mejor, a no identificarnos con el evento, a cambiar nuestro estado.
Por eso digo que la no reacción, no es un estado de inacción ni un placebo, es una actitud inteligente de no identificación.
Manifesté al principio que, para comenzar, lo mejor era hacerlo por cosas simples y pequeñas, las cuales una vez llevadas a la práctica y fortalecidos por los resultados alcanzados, nos permitirá ir escalando en la situación de afrontar otros eventos desde la postura de la Transparencia. Entraremos claro, en cómo llevar a cabo esta idea en las relaciones humanas. De esto hablaremos más adelante.