Texto publicado por SUEÑOS;

inteligencia del alma:

HERMANDAD

Cuando yo vivo mi centro, es cuando descubro el centro de los demás.

Antonio Blay

Una persona preguntó "¿vive usted centrado?", ante lo cual, uno se
interroga, "¿qué es eso de centrado?, ¿de qué centro se trata?, ¿acaso
es alguna conexión interna por la que todo fluye y encaja, sin forzar
nada?, ¿acaso es un centro que está en todas partes?, ¿es que tal vez,
el hecho de vivirse centrados supone haber aprendido a instalarse
silencios profundos sin exigencias?"

Algunos lo llamaron esencia, otros lo reconocen como ánima y conciencia.
Dicen que todos tenemos y somos Eso, y que unas veces brota y otras se
oculta, pero que nunca, en realidad, perdemos su oculta influencia. Se
parece al Sol, que aunque haya nubes, siempre está detrás e irradia. Sin
embargo, cuando, de pronto, uno pierde el puntito y se siente
descentrado, ¿cómo barrer las nieblas y volver a vivirse desde la fuerza
serena? Cuando la tormenta arrecia, ¿qué hacer para disolver las nubes
de la mente y recuperar la Gracia y la sonrisa completa? Tal vez, en
semejantes situaciones, uno tan sólo respira, observa y espera.

Se intuye que al respirar profunda y conscientemente, también se sueltan
las tensiones internas. Uno entonces constata que así como cada ola del
mar tiene toda la fuerza del océano, de la misma forma, cada respiración
consciente tiene toda la fuerza de la Vida. Mientras uno respira
atentamente, observa y permite que sus sensaciones y pensamientos vayan
y vengan. Uno es Testigo ecuánime de la corriente mental que nunca
permanece igual y siempre cambia. Ideas que vienen y van, mientras el Yo
espectador atento permanece en neutralidad imperturbada.

Cuando vivimos centrados, resonamos con el Sol radiante, con el Ser que
orbita alrededor de otros centros mayores de luz y fuerza. En realidad,
todo gira y se mueve en un Universo que atestigua como océano de
energíaconsciencia en constante danza.

Todo late en el gran sueño, incluidas las subidas y las bajadas de un
ego que navega en el reino ordinario de la impermanencia. Mientras
tanto, el Ser en conciencia despierta, ES inmóvil en el centro de la noria.

En la vida de las personas hay, a veces, noches oscuras del alma. Son
episodios en los que uno pierde el centro y se deja llevar por la fuerza
centrífuga de la gran peonza. De pronto, uno siente que no puede
disolver las nubes de su conflicto y que no encuentra las palabras
adecuadas. ¿Qué hacer?, ¿tal vez retirarse... darse un espacio en la
desimplicación... y esperar a mañana? Durante la noche, la mente habrá
trabajado, metabolizando emociones y ordenando programas. Una vez más,
la magia de la vida nos llevará al centro, y, una vez más, despertaremos
sabiendo que todo pasa y que ya no importa. Hoy es otro día. Hoy la vida
nos invita a recibir la llegada sutil de lo nuevo sabiendo que las
encrucijadas son oportunidades para permitir que los viejos patrones se
desprendan y afloren renovados proyectos, mientras la consciencia se
despierta y ensancha.

Cuando recuperamos el centro, observamos y sentimos a todos como
hermanos que caminan hacia la gran meta. Desde el centro fluimos con
todos los seres vivos, sabiendo que todo sucede desde el mismo núcleo
del alma. Uno siente gratitud y da gracias al Universo por morir y
renacer tantas veces en una sola vida. Por volver a empezar y descubrir,
una y mil veces, quiénes en realidad somos y en qué juego estamos
metidos hasta las entrañas. ¿El centro? Lo Profundo. En todas partes, y
a la vez tan íntimo y sutil. Océano de todo, observación silenciosa.

23.- Hermandad. En este día tan hermoso será de entendimiento, afinidad
con mis semejantes y con mi familia será algo especial: amor absoluto.

José María Doria.