Texto publicado por José Luis Rios
Niñas invidentes muestran los logros alcanzados con terapia de sicoballet
Reyes Martínez Torrijos
La especialista cubana Georgina Fariñas, creadora del sicoballet, método terapéutico cultural, se reunió el viernes con un grupo de alumnas de la Casa Hogar de Niñas Invidentes de Coyoacán, quienes realizaron el montaje de la coreografía El lago de los cisnes, como parte de los logros de esa terapia.
El sicoballet une arte y ciencia de forma armónica y balanceada, ni más arte que ciencia, ni más ciencia que arte. Ambos tienen que estar bien integrados. Tiene muchos aspectos: el sicológico, fundamental, el educativo, el cultural, con el fin de reinsertar a las personas en el ámbito cultural, además de trabajar aspectos neurológicos, resume Fariñas.
Creada en 1973 en Cuba, en estrecha colaboración con Alicia Alonso, la máxima bailarina de la isla (La Jornada, 26/V/2012), esta forma de terapia interesó a los especialistas en México, que en 1984 fue el primer país en recibir cursos de sicoballet.
Sonriente, Fariñas observó a las discípulas de danza de la sicóloga y bailarina Lorena Nieva, quien ha trabajado con este método en esa sede desde hace cinco meses.
Las edades de las 21 alumnas del centro oscilan entre seis y 27 años; algunas de las jóvenes estaban ataviadas y maquilladas como bailarinas de ballet. Fariñas, maestra en sicología clínica, se mostró muy interesada en los progresos obtenidos.
El grupo de niñas y jóvenes mostró gran integración, cada una reflejó seguridad en su trato, curiosidad e interés en su entorno, se desplazaban con habilidad y gracia, y carecían de reticencias.
Nieva presentó una pequeña muestra del trabajo desarrollado en esta casa: un fragmento de El lago de los cisnes, de Chaikovski.
Me sorprende que puedan subir las escaleras con esa seguridad, destacó la profesora luego de llevar a las bailarinas a un espacio en la azotea.
Ya en el lugar, la profesora alineó a las niñas entre una pared y varias mesas, colocadas ahí con motivo de una celebración de XV años. El espacio era limitado y desconocido para las bailarinas. Pero la maestra las hizo reconocer el sitio mediante sonidos y tacto, les dio indicaciones sobre la danza. Confiaban en ella y exhibieron lo aprendido.
Nieva resaltó los logros obtenidos por las pequeñas invidentes: “el ballet les ha enseñado a ser sutiles entre ellas, saben que tienen que sentir a su compañera, rozarla suavemente y ubicar que está ahí, sin golpearla. Ubicación espacial, orientación, estado de ánimo, capacidad imaginativa, son cosas muy importantes que han aprendido.
Es la primera vez que trabajo con ciegos. Mi formación es de bailarina y sicóloga. Como maestra bailarina, lo que una busca es que los niños te sigan. Si haces un movimiento, que los niños te vean y te copien. Ellas no pueden copiar. Entonces he tenido que incluir nuevos elementos: resortes, telas, tapetes, lo que no te imaginas.
Y destacó el reto de trabajar en este aspecto del sicoballet: Como vidente no tomas en cuenta que tienes que llevar a su cuerpo el qué es una primera posición, qué es una segunda posición, volverte su compañera en ese momento. Yo lo que hago es pegarme cuerpo a cuerpo y que sientan mi movimiento, les he traído muñecos de dibujo para que sientan cómo se hace.
Relató que le sorprendió que, previamente, a los tres meses de trabajar con ellas hayan podido interpretar un fragmento de El lago de los cisnes: Juro que hasta lloré.
En el lugar, Fariñas se refirió a las labores del tercer Encuentro y Festival Internacional Bailar con el Corazón 2013, que se realizó en La Habana, Cuba, del primero al 6 de abril.
Fueron 14 países con sus trabajos. Unos con niños pequeños, con niños ciegos, otros con discapacidad intelectual, con personas de la tercera edad; cada cual trabaja a su forma, pero todos con mucho amor y humanismo, y se hizo una confrontación de experiencias, se intercambiaron ideas y se hicieron proyectos que cada cual está perfeccionando en cada país.
En México, Fariñas destacó un amplio trabajo realizado, por ejemplo, en la Universidad de Tlaxcala, donde me pidieron que diera cuatro talleres y en cada uno había 100 personas, entre alumnos y profesores; en Córdoba se está trabajando desde 1984: María Luisa Arévalo trabaja con niños sordos, especialmente, y ha hecho una nomenclatura para que ellos puedan manejar los pasos de los bailes mexicanos”.
La especialista abundó ejemplos: en Oaxaca, la profesora Alma Rosa Solano también trabaja sicoballet. Lo más novedoso es Mérida, donde hay un grupo de la Universidad Autónoma de Yucatán, que están trabajando con un grupo sobre todo son discapacitados fisico-motores y también problemas neurológicos. Además, existen proyectos para Chiapas, Campeche y Monterrey.