Texto publicado por María Auxiliadora Rojas Morínigo
El chocolate canta (con cariño, una reflexioncilla para todos!)
Un día tuve una cita a almorzar con unas amigas. Mae, una pequeña ancianita de cabello corto, como de 75 años se nos unió. Todas juntas formamos un grupo
agradable. Cuando nos trajeron la cartilla para hacer el pedido, todas ordenamos platos de fondo con carne de res o de pollo y un buen vino tinto, excepto
Mae quien pidió a la mesera: “¡Helados de crema por favor… tres bolitas de chocolate recubiertas de chocolate acaramelado!"
No estaba segura de que mis oídos hubiesen captado bien y las otras quedaron sorprendidas… “Junto con un pastel de ciruelas”… agregó Mae completamente inmutable.
Intentamos actuar de manera indiferente, como si la gente hiciese esto todo el tiempo. Cuando nos trajeron los pedidos, no disfruté el mío, no podía quitar
mis ojos de Mae mientras saboreaba su pastel con helados. Las otras damas mostraron consternación y comieron sus almuerzos completamente sorprendidas.
La vez siguiente solamente invité a Mae a cenar. Ordené carne blanca de atún con una copa de vino blanco y ella pidió
un “¡Banana Split!”. Sonreí. A lo que ella me preguntó si su pedido me divertía. Le contesté: "Sí, pero también me confunde. ¿Cómo es que ordena postres
tan ricos, mientras yo siento que debo ser tradicional?” Ella sonrió y me dijo: “¡Estoy probando todo lo que es posible!"
“Intento comer la comida que necesito y hacer las cosas que debo, pero la vida es tan corta, mi amiga, odio perderme algo bueno. Este año me di cuenta cuán
vieja era (se sonrió). Nunca he estado tan vieja antes. Así que, antes de morir, tengo que probar esas cosas que por años pasé por alto. No he olido todas
las flores todavía. Todavía hay muchos libros que no he leído. Hay todavía mucho más helado acaramelado que probar y papalotes (cometas)
en el viento hacerlos volar”.
“Hay muchos centros comerciales en donde no he comprado. No me he reído de todos los chistes. Me he perdido muchos éxitos de Broadway y papas fritas y gaseosas.
Quiero navegar una vez más en el mar y sentir el rocío del océano en mi rostro. Quiero sentarme en una iglesia del campo y una vez más agradecerle a Dios
por Su gracia. Quiero untar mantequilla sobre mi tostada cada mañana. Quiero realizar llamadas de larga distancia sin límite de tiempo a la gente
que más amo”.
“No he llorado todavía en todas las películas románticas o caminado en la lluvia mañanera. Necesito sentir el viento en mi cabello. Quiero enamorarme de
nuevo. Así que si escojo postre en vez de cena, y si muriese esta noche, diría que morí ganadora, porque no me perdí de nada, satisfice mi corazón. Tuve
aquel último mousse de chocolate antes de expirar“.
Con aquello dicho por Mae, llamé a la mesera y le dije: "Cambié de parecer, quiero lo que ella pidió…
¡sólo que me agrega un poco más de crema batida!”.
A veces, pensamos que de alguna manera tenemos control sobre la longitud de nuestra travesía por este mundo y queremos estirar dicha travesía
al máximo. Vivamos bien, amemos mucho y riamos a menudo, ¡seamos felices! Recordemos que la felicidad no se basa en posesiones, poder o prestigio, sino en las relaciones
con la gente que amamos y respetamos. Recordemos que mientras que el dinero habla… ¡el chocolate canta!