Texto publicado por SUEÑOS;
inteligengia del alma:
INTEGRIDAD
Ama la acción por la acción, independientemente del resultado y provecho
que puedas obtener con la misma. Dicho Budista
Una gran clave para nuestro bienestar consiste en vivir el presente y
enfocar toda nuestra atención a la acción que tenemos entre manos. Como
dice el proverbio Zen: "Cuando se come, se come y cuando se camina se
camina". Se trata de dedicar la energía-atención al momento presente,
sin desatenciones y anticipaciones que dispersan. Que cada acción
realizada, bien sea trabajar con el ordenador o preparar un té, convoque
plenamente al sí mismo. Cuando regamos las plantas o bien hacemos una
mudanza, hay muchos elementos en juego en cada gesto, al agacharse, al
transportar, al verter el agua o simplemente al cerrar y abrir una
puerta. Cada movimiento es un fin en sí mismo que a su vez conviene
realizar con todo el refinamiento que brota de la plena consciencia.
El río que fluye hacia el mar avanza, palmo a palmo, encontrando el
sendero que ofrece menor resistencia. Y sucede que cada piedra, cada
hoyo y cada rama que a su paso encuentra, es en sí misma una vivencia
plena. Cada metro y cada paso del camino abren la conciencia al instante
presente y a la enseñanza que éste conlleva. La ansiedad nacida de la
anticipación deja la mente abierta a pensamientos virus. Se trata de
pensamientos inquietantes, ¿por qué se retrasa?, ¿un accidente, una
desgracia...?, ¿qué futuro nos espera?, ¿qué haré cuando se muera? Ideas
que no sólo vendan los ojos internos con fotocopias de viejos problemas,
sino que al sufrir antes de lo necesario, en realidad se sufre más de lo
necesario. Conviene entrenar el enfoque de la atención al aquí-ahora, de
manera que se neutralice el juego de recuerdos y anticipaciones y se
permita vivir, plenamente, cada paso de la senda. En este sentido, la
famosa Ceremonia del Té, así como el ejercicio de Tiro al Arco y muchas
otras prácticas del Zen, entrenan al sujeto a realizar cada movimiento
con total precisión y consciencia en un impecable aquí ahora.
Los múltiples pasos de cada práctica mencionada responden a reglas muy
rigurosas que demandan atención total en los más mínimos detalles de
cada secuencia.
Practicar dichas disciplinas supone un entrenamiento que más tiene que
ver con el control emocional y el enfoque de la atención que con un rito
bello y exótico, como vulgarmente se piensa. En realidad, la calidad de
una acción viene determinada por la actitud que depositamos en ella. De
todos es sabido que una comida elaborada con cariño y serenidad, tiene
otro "toque" que cuando se hace con crispación y prisa. Tal vez, hasta
la comida se carga e impregna con la energía sutil que uno incluye en
una elaboración bien cuidada. De igual manera, se carga de historia y de
futuro, cada paso del viaje que realizamos al subir la montaña. Cuando
vivimos cada metro que recorremos como un fin en sí mismo, sosegamos la
mente y disolvemos la separación de nuestra alma.
El arte de la paz consiste en aprender a vivir los momentos del no
hacer, respirando la ansiedad que produce la visión del propio espacio
interior, cuando éste vive apretado en aplazamientos, sin tener las
cuentas emocionales "al día". Aprender a contemplar los pensamientos que
"vienen y van" desde el Testigo ecuánime, supone controlar la ebullición
de ideas que vagabundean por una mente habitualmente dispersa. El hecho
de aprender a vivirse en el no hacer mientras se respira conscientemente
y se drenan pensamientos y emociones contenidas, supone la manera de
recargar nuestra batería existencial de una energía proveniente de los
niveles más profundos de la conciencia.