Texto publicado por SUEÑOS;

inteligencia del alma:

INTUICIÓN

Aquello que dentro de nosotros quiere saber y progresar no es la mente,
sino algo que está detrás de ella y que de ella se sirve. Sri Aurobindo.

Cuando una persona anhela aprender y progresar, ¿qué fuerza le impulsa
hacia ese deseo?, ¿acaso se trata de la misma energía que empuja al
tallo de la joven planta a expresarse en flores y frutos?, ¿y si lo que
dicha persona anhela no es ni más ni menos que una mente sosegada y
sabia?, ¿qué mueve tal anhelo y qué extraña fuerza la impulsa a desear
una realidad tan abstracta como elevada?, ¿puede el corazón humano ser
explicado con las simples leyes de evolución de las especies? Nuestra
consciencia, única al parecer en el planeta Tierra, ¿es tan sólo
consecuencia de una lotería genética o semejante milagro se debe a un
misterioso supuesto que mueve a las almas?, ¿acaso existe en la raza
humana un Impulso Secreto hacia la Luz?, ¿una fuerza sutil que, actuando
detrás de la escena, nos conduce, a lo largo de un formidable
desarrollo, hasta la comunión con el Espíritu como forma de "llegada"?

Y en todo caso, ese Impulso Evolutivo que tira de nosotros, milenio tras
milenio, hacia el desarrollo de la lucidez y la profundidad, ¿acaso es
el mismo que el de los delfines o el de las gaviotas?, ¿somos algo más
que un organismo biológico complejo, capaz de crear músicas insólitas y
amar la belleza interna? En caso de que así sea, ¿qué milagro nos
sucedió a los humanos?, ¿es creíble aquella historia que cuentan algunas
religiones acerca del "descenso" de una chispa divina o fue un injerto
extraterrestre el que encendió la llama?, ¿y si vivimos en un planeta
para amnésicos que sirve de plataforma para recuperar la memoria?

Hay pocas cosas tan unánimes a lo largo de los siglos y las eras
milenarias, como las múltiples voces que nos hablan del Espíritu
aludiendo a nuestra identidad suprema. Miles de pueblos y culturas, a lo
largo de la Historia, han venido afirmando que tenemos una doble naturaleza.

Por una parte, disponemos de un cuerpo capaz de agarrar, sentir y
pensar, sin embargo este estupendo organismo, renovado de generación en
generación, por sí sólo parece incapaz de trascenderse y expresar las
funciones de su dimensión espiritual completa.

Junto al cuerpo que hace de vehículo y terminal de otra megafuerza,
coexiste una supra-naturaleza de Luz y Amor que faculta a los más
desarrollados a experimentar Totalidad e Infinitud, convirtiendo sus
vidas de mamíferos en beatitud eterna.

¿Qué impulsa a este centauro humano del siglo XXI, mitad dios mitad
bestia, a ampliarse imparablemente como forma de hacer el camino de
vuelta a Casa? Curiosa fuerza supramental que se revela cuando crecemos,
cuando nos damos cuenta, cuando ayudamos, cuando nos ponemos en el lugar
del otro, cuando comprendemos el juego, cuando somos nosotros mismos,
cuando renacemos de nuestras cenizas, cuando celebramos la vida, cuando
creamos felicidad, cuando abrimos el corazón de la mente, cuando
clamamos al Universo nuestro anhelo de Recuerdo... toda esa carga ígnea
que subyace en tales supuestos, ¿es acaso la misma energía de la tierra
que hace ascender la savia por el tronco del árbol convirtiendo a la
bellota en roble? o ¿se trata de un plan evolutivo de origen cósmico que
desciende a la glándula pineal de algunos homínidos del planeta Tierra?

La respuesta brota en todo aquel corazón humano que haga entrar la
ciencia en su corazón y no renuncie a la cadena de chispazos de su
intuición. Toda pregunta tiene su respuesta como toda cruz tiene su
cara. Será la el milagro de la Gracia el que, tras ser plenamente
convocado, responderá a los que se recrean en el camino de comprender.
En realidad, se trata de una verdad que se revela en el laboratorio del
silencio y en la noble acción del alma.