Texto publicado por El Atlante
La captura de Leopardo Dicaprio. ¡Por la defensa de los animales!
"La Esclavitud de los Animales"
Escrito por: Juan An. El atlante de Cádiz.
Pensando una buena manera de introducir el tema que trata la esclavitud de los animales, de repente se me encendió la bombilla de bajo consumo, y se me ocurrió ilustrarlo con una escenificación que hace unas semanas tuve que improvisar en mis clases de teatro. Así que les narraré brevemente la triste historia de Leopardo Dicaprio.
La aurora se iba desvistiendo de sus azules gasas, mientras que el calor en el aire ya auguraba otro rojo amanecer sobre las criaturas de la selva.
Parecía que iba a ser un día más en el asombroso transcurrir de las especies y de su armoniosa supervivencia, pues el magno astro de la vida invitaba de nuevo al chapotear de alas de los flamencos, y a la apresurada salvaguarda de los cervatillos y las cebras que apenas se distinguían entre el paisaje.
A los pies de un cocotero, y entre la sombría hierba se desperezaba un joven y estilizado Leopardo, de clavantes y hambrientas pupilas. En su libre albedrío de movimientos y acrobacias, se relamía el hocico de imaginar si quiera el olor a carne que debería saciarle en aquel hermoso despertar.
Su dorado pelaje lucía lunares de una profunda y desafiante tonalidad negra, que le otorgaban poderío y misterio ante los cientos de ojos que desde los árboles le contemplaban. Aquel día, el felino se dirigía a su lago favorito donde le gustaba revolcarse en un extraordinario gozo. Mientras, iba olisqueando con sigilo el rastro de una preciosa hembra a la que venía rondando hacía ya algún tiempo. Tras el refrescante chapuzón y aprovechando un claro entre la maleza, corrió a la velocidad de una centella, como siempre gustaba hacer para fortalecer sus músculos. Tras un instante en el que el animal paró a reponer fuerzas, un chasquido llamó su atención, pero antes de que sus alertas le advirtieran de alguna amenaza, un fino artefacto se incrustó en su costado, haciéndole caer de lado. Lo último que sintió fue un errante calor que le recorrió todo el cuerpo desde la cola hasta la cabeza.
Cuando despertó, se encontraba en un lugar muy extraño, rodeado de paredes de grueso vidrio . Su temerosa mirada se desplazaba desconsoladamente hacia todas las direcciones, pero solo hallaba espanto. El pavor le incitaba a hundir sus garras en un pavimento de amarillos terrones. Enloquecido, se golpeaba contra los límites de aquella reducida cárcel de a penas unos metros cuadrados, en su lucha por escapar de esa pesadilla que su mente rechazaba.
Decenas de personas se detenían ante él, y con incesantes flashes de fotos saturaban sus retinas. En nada se asemejaban a aquella luz diamantina que el sol africano espolvoreaba sobre el rocío de las hojas, alegrando su existencia. Pasaron las semanas, los meses, y los años, y aquella majestuosa fiera se había convertido en un atrofiado y entristecido ser, que sabiendo que nunca más se bañaría en las aguas de remanso, y que jamás surcaría como una flecha el verde y frondoso hogar del que fue arrancado, tuvo que aprender a soñar despierto si quería sentirse libre de su infinita condena en una jaula de soledad.
Querer concienciar a las personas de la crueldad que encierran actividades como el apaleamiento de focas, la tauromaquia o la caza de zorros con fines lucrativos por parte de la industria de la peletería, o la brutalidad que muestran festejos locales donde se arrojan cabras desde campanarios, o las peleas de gallos, o perros, no es mi pretensión en estas líneas, ya que considero que estas prácticas hablan por si mismas de lo inhumano y vejatorio que resultan para la mayor parte de la sociedad. Quizá sea más necesario incidir en esas otras costumbres y estilos de vida donde la esclavitud de los animales está justificada y asumida sin la gravedad que realmente subyace en este fenómeno, siendo considerada por tanto como una acción natural y placentera para el ser humano.
Desde una visión occidental, todo empezó con la Biblia, cuando en el Génesis se dice que el reino animal fue creado por Dios como servidumbre del hombre, pudiendo ser sometido a su mandato. Pero hoy en día se conocen las versiones antiguas y originales del libro sagrado donde la relación de los animales con los hombres se basa en la compañía que estos seres le brindarían a lo largo de su existencia, revelación que varía sustancialmente el sentido de la escritura. Desde el análisis antropológico, la actitud de dominio y poder del ser humano sobre los animales surge cuando éste abandona la vida nomádica y se vuelve sedentario, situación que le llevaría directamente a la domesticación y explotación del ganado y de las aves. Esta transformación produciría a la vez un cambio en su nivel de percepción en el que se acabaría sintiendo definitivamente superior a las demás especies vivas. Comienzan así los rituales religiosos donde serían sacrificados todo tipo de animales, sirviendo a la vez en muchas culturas como divertimento lúdico. Todos recordaremos como en los libros de texto esta situación se representa gráficamente con una pirámide donde, desde su base hasta su cúspide, va mostrando las diferentes especies según correspondan dentro de una cadena trófica. Y por supuesto, el hombre aparece en la parte superior de la representación como rey supremo de la creación. No olvidaré una vez en clase, cuando en un ejercicio tuve que dibujar esta imagen , pues sobre la cabeza del glorificado hombre con barbas se me ocurrió colocar cuatro buenos piojos de la nobilísima familia de los Pediculidae, transgrediendo así las leyes de la naturaleza. El amor propio de la profesora quedó tan ultrajado al verlo, que me costó una expulsión al pasillo.
Las mascotas domésticas van “in crescendo” en nuestra sociedad actual, ya que el hombre incurre cada vez más en el intervencionismo y en la irresponsabilidad. Por ejemplo, la moda de criar especies tropicales en casa, como la Iguana, que ha sido introducida en un hábitat demasiado artificial para su supervivencia. Recuerdo que un amigo saharaui consiguió traer desde el desierto hasta Cádiz un exótico lagarto negro de gran dimensión, y con la zona inferior del tronco de color anaranjado, que para sobrevivir necesitaba exclusivamente el calor y la luz natural de su lugar de origen, y una alimentación específica que no era fácil de sustituir por otros nutrientes. A las pocas semanas, el hermoso lagarto murió raquítico tras un deterioro progresivo. Sin duda aquello no fue más que un capricho con bastante insensatez.
Hasta hace poco, en los puestos ambulantes se vendían pollitos que eran pintados de todos los colores, incluyendo el pico y a veces hasta los ojos, y que solían hacer las delicias de los niños. Yo de muy pequeño tuve varios. Pero duraban poco. A uno lo estrujé creyendo que era un juguete, a otro lo tiré por el balcón esperando que volara, y efectivamente descubrí que lo hacía, pero hacia abajo. A otro que era rosita, lo ahogué sin querer en el cubo de la fregona, se llamaba “Luke“, y uno de color celeste y blanco murió pegado a una botella de agua caliente que le puse para que no tuviera frío. Sé que el día que me vaya de este mundo me debe estar esperando un pollito lila de 30 metros para rematarme a picotazos.
Por supuesto que no me hace demasiada gracia ver a las aves enjauladas en su universo de 50 cm3. Ni tampoco que existan perros que nunca salen a la calle, y que hacen sus necesidades en la terraza, con lo lindo que es cuando sacas a tu “Negri” al jardín por la mañana, y ya de vuelta con la bolsita, te grita un extraño desde el coche: “¡Quillo! ¿Qué, la llevas calentita?…"
El fenómeno de nuestros queridos ponis de feria es otra tragedia de la que muy poca gente se percata, pues estos caballos son sometidos a fatigosos traslados en camionetas donde viajan hacinados durante muchos días. Su vida se reduce a un carrusel en el que dan vueltas durante más de nueve horas seguidas, con una estructura d hierro, que por un lado va conectada al eje central de la atracción y por otra parte sujeta sus cabezas, impidiéndoles parar, ya que si lo hicieran se dañarían el cuello y serían arrastrados. Sus ojos terminan seriamente lesionados por las cegadoras luces que directamente les iluminan. Su sistema nervioso y sus sensibles oídos, quedan muy afectados por el alto nivel de decibelios de una música que han de percibir constantemente. Por supuesto, las pérdidas económicas que supone para un feriante que los animales enfermen de la columna vertebral o queden preñados hace imposible que los caballitos reciban descansos por dichas causas.
Hay quien argumenta sarcásticamente que si se acabasen estas diversiones, estos animales sólo servirían para hacer con ellos mortadela. Que pena que ignoren que existe la Equinoterapia, una actividad terapéutica para niños que padecen retraso psicomotor, y con enfermedades de tipo autismo y parálisis cerebral. Consiste en una unión muy especial y sensitiva que se establece entre los pequeños y los caballos, sobre los que realizan suaves paseos por el campo, ayudándoles de una forma muy bella y positiva a despertar funciones físicas y mentales.
La manifestación más evidente del Especismo se concretiza en los zoológicos, dolorosas cárceles para inocentes, donde se aplica la cadena perpetua, y que, como expuse más arriba, se conciben como un maravilloso atractivo turístico y cultural. Tengo la fundada sospecha de que quien no pueda digerir bien esta diferente visión, a pesar de haber conocido toda la información, tal vez es porque le hubiese gustado aparecer en mi libro de ciencias naturales, coronando la pirámide, aunque le faltasen manos para rascarse la coronilla. Y es que la soberbia es el veneno mas corrosivo que posee el ser humano. ¡Pero eso sí, que no se cacen ballenas ni se coma carne de perro en oriente, que es una barbaridad! ¡Hipócritas! Hay infinitud de trabajos científicos, que demuestran con todo tipo de pruebas, que los animales que viven en cautividad desarrollan enfermedades graves, como depresiones, estados auto-agresivos, locura, tumoraciones …
Por supuesto que es comprensible que las personas necesitemos el contacto con los animales, pues son fascinantes, nos alegran y nos ayudan extraordinariamente. Y como no es honrado hacer denuncias sin dar soluciones, sugerimos que los zoológicos se transformen en exposiciones móviles, circuitos no demasiado extensos, donde se tenga la oportunidad de visitar a las especies, sin ser cómplices de sus carceleros. De forma que una vez terminada la gira por las capitales de provincia, todos los individuos sean de nuevo liberados a la naturaleza sagrada de la que nunca debieron ser raptados. Esta idea es absolutamente factible , aunque lo ideal sería que desaparecieran los zoológicos al menos tal como están planteados. Y que al fin acabe este macabro safari, replanteándonos la interrelación con nuestros insólitos e increíbles acompañantes en la gran fábula de la vida.