Texto publicado por Brenda Stéfani
Un día, un final
(el título de este texto no es el original, ttodabía no se me ocurre uno decente)...
Siempre quiero o trato de reproducir totalmente lo que sucedió ese medio día, nunca podré hacerlo.
La recuerdo a ella acostada a mi lado en la cama de abuela, estaba jugando a tapar la luz del sol con sus pies, la ventana por donde entraba la luz estaba más alta, así que extendía sus piernas hacia lo alto, hacia el sol.
Recuerdo el brillo principal o el que veían nuestros ojos, jamás sería tapada la luz completamente, a menos que cerremos la ventana.
Cada una tenía una perspectiva diferente, sabíamos bien que no veíamos la misma imagen.
En casa de abuela solían haber discusiones, siempre estaba llena de gente, generalmente primos y tíos que pasaban el verano, o cosas así, no era algo raro escuchar gritos o risas, no era algo que llamase la atención de alguna manera.
Mas algo diferente ocurre en ese momento, alguien entra presuroso al cuarto.
-¡Salgan ya mismo, rápido, rápido que no hay tiempo para joder!
Mi prima y yo que hasta hace 2 segundos jugábamos tranquilamente contra la pared, ahora corríamos gritando hacia la sala entre nerviosass y asustadas:
-¿qué pasa? ¿porqué tanto lío?
- un loco suelto está lastimando a todos, corran!
Pero él ya nos había interceptado a las 2, atrapó a mi prima y comenzó a golpearla salvajemente, mis hermanos gritaban asustados y no podían hacer nada por mí
estaban atados de manos.
¡ya basta! seguían gritando mientras sin un mínimo gesto de humanidad en su rostro prendía fuego las paredes y el suelo.
-a ti te toca solo esto…
me dijo con un tono de voz muy seco y con fuerza me tomaba del brazo mientras me rociaba con un extraño aerosol y luego me tiró al suelo.
-lebántate y corre, no llegarás lejos, ¡tonta!
Mis hermanos me rogaban que salga y que busque ayuda, él no se opuso a mi uhída y pude escapar.
Cuando aún no llegué al portón de la casa, comencé a sentirme extraña.
Sentía hormigueos en el rostro y mis manos temblaban, pero la adrenalina que invadía mi cuerpo me impidió detener mis pasos hasta que llegué al portón que estaba cerrado con candado y reforzado con alambre de púas, y comencé a gritar desesperada.
Mis ojos se habían nublado y sentí unas manos que levantaban mi cuerpo por encima del portón, sabía que detrás de mí estaba ese tipo.
así salí y subí en la motocicleta de aquel joven, que más me daba ya, no tendría escapatoria.
Él no decía palabra alguna, yo solo lo veía de espaldas.
íbamos con gran velocidad y nos perdímos en el campo.
En un momento entré en shock y todo a mi alrededor me causaba temor.
, recuerdo que hice que perdiera el equilibrio y caímos sobre el pasto crecido.
y estaba segura de que si seguía aquí no me encontraría.
-es él!
-no, es una moto que pasa.
-no, no, es él!.
-cálmate, no es él.
vamos levántate, si te quedas aquí te atrapará, no seguirás escondida en el pasto por mucho tiempo.
-pero la única salida es la misma calle por la que entramos, si volvemos a salir, me va a ver y va a seguir persiguiéndome!
-yo te ayudo, no te preocupes.
Me levantó del suelo y limpió mi rostro, me subió a su moto y salimos igual por aquella calle.
-me acompañó hasta la entrada de la picada, tubo que sujetarme muchas veces porque le hacía perder el control
Le preguntaba todo el tiempo su nombre, y no podía entenderlo.
en un momento de debilidad,, empalideció mi rostro y en esa entrada obscura me desmayé.
Ya no pudo quedarse conmigo, así que le dijo a una amiga suya que me cuidara, que si preguntan por mí no respondiera y que al despertar me ayude a escapar.
Me sentí muy mal cuando antes de perder el conocimiento pasamos por la casa de abuela, tenía mucho miedo de que ese tipo me pudiera ver,y ahora de la nada estoy en este monte húmedo y cerrado, huyendo a toda prisa en la bicicleta de esa desconocida.
En la obscuridad, todos pasaban a mi lado hablando con códigos secretos, o de alguna religión extraña que poco me importaba en ese momento.
no sentía más que nervios y miedo de un estúpido final.
Mi corazón latía a mil por hora, no sé cuanto tiempo podría resistir, y aún faltaba un buen trecho para llegar hasta la ruta.
Sabía bien que al salir de la picada tenía que ir a la derecha sobre una calle abierta de tierra, pero todo estaba distinto.
La calle seguía siendo de tierra, pero era mucho más ancha y veía a los autos pasar de un lado y del otro, algunos entraban, otros salían, unos jiraban a la izquierda, otros a la derecha, estaba mareada porque no entendía lo que sucedía, preguntaba sin que nadie frenase si quiera a gritarme que saliera del camino.
¡Mierda!lo que este tipo me hechó está comenzando a hacer efecto!.
me sentía cada vez peor, así que solo seguí el camino por la bajada, solo pedaleaba sin mirar a los costados.
me di cuenta que llegué a la ruta cuando un automóvil estaba a punto de pasarme por encima. Ya no era consciente de ese detalle que para mí no representaba tanto peligro como la aparición del tipo en ese lugar.
pero la acompañante, antes de mandarse con insultos y fastidios por meterme en el camino, frena el coche y baja hasta mi.
¿señorita, está escapando verdad?, hace un momento vimos salir a su hermana que iba preguntando por usted.
¿cómo sabe que soy la hermana?.
Ella ladescribió, dijo que es una señorita de cabello largo y tenía un abrigo amarillo puesto, nos pidió que la busquemos.
-la miré horrorizada y solo dije.
-oiga, sabe, necesito ir a la parada de colectivos, solo tiene que ayudarme a cruzar la calle, solo hágalo y lleve esta bicicleta a su dueña, es todo lo que necesito.
-pero su hermana viene y está cerca.
¡solo, hágalo por favor!.
Cuando llego a la parada, está mi papá esperándome, riéndo como si nada con el rostro raramente más negro, más frío.
Era tétrica la imagen, en ese momento no lograba entender lo que decía.
por inercia dejé caer la bicicleta al suelo.
-madre, ¡que es esto!
-subí al auto y vas asaber.
volví después de tanto correr y tanto esfuerzo nuevamente a la casa de abuela.
todo se veía gris, el aire era gris.
Dijeron que agarraron a el tipo , pero yo caí al suelo, no me dejaron entrar.
Unos pies pasaban a mi lado e iban acomodando cosas en el suelo, yo con los ojos cerrados, sentí que eran sus cuerpos.
Brenda Stéfani.
diciembre- 2012