Texto publicado por Rody Armando Mora
Manuscritos
Un joven novicio llega al monasterio. La tarea que se le asigna es la de
ayudar a los otros monjes a transcribir los antiguos cánones y reglas de la
Iglesia.
Se sorprende de que esos monjes efectúen su labor a partir de copias y no de
los manuscritos originales.
Va a ver al padre abad, le explica que si alguien hubiese cometido un
pequeño error en la primera copia, ese error se propagaría a todas las
copias posteriores.
El padre abad le responde: - Hace siglos que procedemos así, que copiamos a
partir de la copia precedente, pero tu puntualización es buena, hijo.
La mañana siguiente, el padre abad desciende a las profundidades del sótano
del monasterio, una cava donde están preciosamente conservados los
manuscritos y pergaminos originales. Donde hace siglos que nadie ha puesto
los pies, ni los cofres que los contienen han sido tocados.
Se pasa allí la mañana entera, después la tarde, después la noche, sin dar
señales de vida. Las horas pasan y la preocupación crece. Hasta el punto en
que el joven novicio se decide a ir a ver qué es lo que pasa.
Baja y encuentra al padre abad completamente ido, las vestiduras
desgarradas, la frente ensangrentada, golpeándose sin parar la cabeza
contra los muros venerables.
El joven monje se precipita sobre él y le pregunta:
- Padre abad, qué le sucede?
- AAAAAAAAAAAHHHHHH ! ¡QUE IMBÉCILES!!!. ¡CARIDAD!!! CARIDAD!!!! Eran votos
de "caridad"... no de "castidad!!!!! "